«La del pirata cojo con pata de palo con parche en el ojo, con cara de malo, el viejo truhán, capitán de un barco que tuviera por bandera un par de tibias y una calavera» Joaquín Sabina Los medios masivos de comunicación de nuestro país se encuentran cubriendo, en estos días, una «nueva escalada diplomática» […]
«La del pirata cojo
con pata de palo
con parche en el ojo,
con cara de malo,
el viejo truhán, capitán
de un barco que tuviera
por bandera
un par de tibias y una calavera»
Joaquín Sabina
Los medios masivos de comunicación de nuestro país se encuentran cubriendo, en estos días, una «nueva escalada diplomática» con el Reino Unido, a raíz de la soberanía de las Islas Malvinas. La finalidad de este artículo es analizar la estrategia argumentativa de Gran Bretaña para hacer oídos sordos a un reclamo que trasciende a la Argentina, como lo demuestra, por ejemplo, la reciente declaración de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, en Diciembre pasado.
El «colonialismo» argentino…
El Primer Ministro británico David Cameron cometió un exabrupto -de dimensiones- al afirmar que la Argentina estaba practicando «colonialismo», por su «insistencia» en reclamar la soberanía respecto al archipiélago. Según Cameron «el punto clave es que apoyamos el derecho a la autodeterminación de las Islas Falklands (sic). Y lo que los argentinos han estado diciendo recientemente es de hecho mucho más parecido al colonialismo. Porque esas personas quieren seguir siendo británicos, y los argentinos quieren que hagan algo diferente».
La autodeterminación es el derecho que tiene un pueblo ocupado por una potencia extranjera, a decidir por sí mismo si quiere permanecer bajo la esfera de dicha potencia o no. Enormes procesos de liberación nacional se conocieron a lo largo de todo el Siglo XX contra dichas ocupaciones, muchas veces de parte del propio Reino Unido. Sin embargo, el caso de Malvinas es más complejo: la población que en estos momentos hay allí se instaló luego de la ocupación militar británica de fines de 1832 y principios de 1833. Fue en ese entonces cuando la población civil argentina fue expulsada. ¿ De que «autodeterminación» habla Cameron si fue el propio Reino Unido el que -colonialismo mediante- usurpó un territorio nacional argentino? ¿Qué derecho a la autodeterminación tuvieron los argentinos que fueron usurpados de su territorio?. La trampa discursiva del «viejo truhan» salta a la vista.
La causa de un continente vs. un imperio en decadencia
El apoyo a la soberanía argentina sobre las Malvinas que surgió de la CELAC -y mencionábamos con anterioridad- tiene una importancia vital: 33 Jefes de Estado de América Latina y el Caribe, reunidos en Caracas, anunciaron que la causa de las islas pertenece a todo el continente y no sólo a nuestro país. Similar respaldo surgió de cumbres de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), de la UNASUR, e incluso del Mercosur.
Es que, más allá de la caracterización política-ideológica que se pueda tener del gobierno argentino [1], resulta de primer orden para todos los países de nuestro continente remediar una absurda situación de colonialismo por parte de una -también absurda- monarquía en pleno Siglo XXI.
La estrategia discursiva de Cameron remite a buscar un «peligro» externo que permita, a su vez, alinear fuerzas al interior. Es una de las últimas cartas de un gobierno asediado por el casi nulo crecimiento económico, y golpeado brutalmente por la crisis internacional en curso.
A todas luces, la posición de victima de parte de Gran Bretaña no resiste el menor tratamiento, y deber ser rechazada de plano por todos aquellos que bregamos a diario por la libertad de nuestros pueblos. Un imperio -deshilachado, pero imperio al fin-, que ha regado nuestro continente (y algunos más) de sangre nativa, no puede tildar a de «colonialista» a nadie.
Nota:
[1] E incluso de concesiones actuales de éste a empresas extranjeras que deben ser criticadas con rigor, como lo acontecido con la minería transnacional a cielo abierto en Famatina, La Rioja, por parte del gobernador oficialista Beder Herrera, lo que implica un negocio millonario y gran resistencia de las asambleas socio-ambientales por el daño natural provocado.
Juan Manuel Karg – Licenciado en Ciencia Política UBA
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