Estamos otra vez en el 2 de abril y arrecian las declaraciones del gobierno argentino sobre la necesidad de diálogo con el gobierno inglés, la generación de «un entorno de paz«, «encontrar una solución pacífica y definitiva» (Agustìn Rossi, Miradas al Sur, 30/3/2014). Estas intenciones resultan incongruentes, sin embargo, con el mantenimiento de la efeméride […]
Estamos otra vez en el 2 de abril y arrecian las declaraciones del gobierno argentino sobre la necesidad de diálogo con el gobierno inglés, la generación de «un entorno de paz«, «encontrar una solución pacífica y definitiva» (Agustìn Rossi, Miradas al Sur, 30/3/2014).
Estas intenciones resultan incongruentes, sin embargo, con el mantenimiento de la efeméride del 2 de abril, recordatoria de la invasión de las islas, para su recuperación, por parte de la dictadura desaparecedora y su comandante en jefe Leopoldo Whisky Galtieri.
En términos puramente tácticos se hace difícil resultar persuasivo con la prédica pacifista si al mismo tiempo se ensalza ese oprobioso intento.
El 2 abril es para el gobierno una gesta. Muchos lo vivimos como una maniobra artera de una dictadura atroz.
El gobierno se vale para trasmutar ese plomo en oro de la cantidad de víctimas que generó entre los propios soldados argentinos y en la misma sociedad argentina, que obló con la invasión una ola de sufrimiento, humillación, pérdida de tantos seres queridos (o su retorno a veces tan lastimado).
Ése es otro aspecto de la historia. La huella sobre tantos destinos individuales y sobre la misma sociedad argentina.
Habría que ir distinguiendo tales aspectos. Personalmente, tuve que rechazar una y otra vez las tarjetitas de los ex-combatientes que prometían el retorno a sangre y fuego, con avioncitos rugiendo y toda esa parafernalia mlitarista. Que se ha convertido en «la vida» para muchos «malvineros», pero que entiendo intoxica a la sociedad con revanchismo y lleva a prácticas matoniles, ya tan arraigadas en el fútbol, en las cárceles y en tantos sindicatos, a la geopolítica.
Tampoco despeja el panorama ver a la vez y desde el mismo gobierno, por un lado, la proclama de latinoamericanizar esas islas; «Malvinas representa, como ninguna otra, la defensa pacífica de los recursos naturales de la patria grande latinoamericana«, nos dice en otro pasaje Agustín Rossi (ibíd.).
Pero por otro lado, en declaraciones de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner argumentando contra un presunto «doble estándar» en la situación generada en Crimea, advirtió refiriéndose a las islas Malvinas que «siempre pertenecieron a la Argentina» (ibíd.). Lo cual es sencillamente falso, e históricamente absurdo.
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