Ἂνἔτιμίαν μάχηννικήσωμεν, ἀπολώλαμεν. («Con otra victoria como ésta, estaré perdido») Pirro de Epiro (318-272 a.C) Corrían los años turbulentos que siguieron a la muerte de Alejandro, el Magno que construyó el más grande imperio existente hasta ese momento, arrancando desde la modesta Macedonia, a partir de los consejos de Aristóteles, su tutor, y de […]
(«Con otra victoria como ésta, estaré perdido»)
Pirro de Epiro (318-272 a.C)
Corrían los años turbulentos que siguieron a la muerte de Alejandro, el Magno que construyó el más grande imperio existente hasta ese momento, arrancando desde la modesta Macedonia, a partir de los consejos de Aristóteles, su tutor, y de la decisión de conquistar el mundo conocido y el desconocido. Comenzaba el Siglo III antes de Cristo cuando Roma atacó a la ciudad de Tarento, en las costas adriáticas. Los del Sur pidieron ayuda al rey macedónico de Epiro, un gran guerrero llamado Pirro, quien vio la oportunidad de llevar su influencia a la península.
Fueron 20.000 infantes, 3.000 caballeros, 2.000 arqueros, 500 honderos y 20 elefantes de guerra los que cruzaron el mar y desembarcaron en el golfo de Tarento y presentaron batalla en Heraclea. A poco de comenzado el combate, los romanos creyeron haber matado el jefe heleno; Pirro se vio obligado a recorrer sus filas a cara descubierta para convencer a sus hombres de que todavía seguía vivo; para terminar de estimularlos y desanimar a los romanos, decidió enviar a sus elefantes a la batalla. Al verse frente a tales moles en movimiento, desconocidas para ellos, los legionarios se asustaron, sus caballos se aterrorizaron, hubo desbande.
La victoria fue de Pirro. La estadística de muerte es confusa, pero impactante: 7.000 romanos muertos para algunos, 15.000 para otros; los griegos perdieron entre 4.000 y 13.000 hombres. Un año después -279 a.C.- Pirro volvió a vencer, esta vez en Asculum. Los romanos perdieron 6.000 hombres, Pirro 3.500, incluidos muchos de sus oficiales. Su habitual recorrida por el campo de batalla fue el momento de la frase que lo hizo famoso: «Otra victoria como esta y estaremos acabados», fue el nacimiento del concepto de «victoria pírrica», aquella que adoquina el camino de la derrota final de quien se llevó la jornada. Cosa que le pasó al héroe macedonio.
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El jueves 14 y el lunes 18 de diciembre sucedieron muchas cosas en la Argentina, totalmente diferentes a las que se leen en los diarios, se escuchan en las radios y se observan en las pantallas televisivas de un sistema de medios privados y estatales monocolor, parcial, tendencioso y absolutamente subjetivo. Tanto es así que, si las cámaras del presente estuviesen enfocadas en los campos de Heraclea y Ásculo, sus editores estarían anunciando que Pirro gobernaría para siempre y que Roma desaparecería de la faz de la tierra…
La lista de la desnudez del rey
La calle fue protagonista una vez más, aunque no en el sentido persecutorio en que lo interpreta la Casa Rosada. Solo la miopía de conveniencia o el uso maquiavélico de los conceptos, puede transformar en intentos de desestabilización a la bronca que causa que le toquen el bolsillo a los padres y los abuelos, a uno mismo en algunos años.
Y hubo dos calles, con posibilidades futuras de complementarse en un futuro, aunque hoy son diferentes.
- La calle de la participación organizada, encuadrada en movimientos sociales, sindicatos y centrales obreras, agrupaciones políticas, grupos de profesionales, centros de estudiantes; organizaciones de centro, de centroizquierda y de izquierda; expresiones nacionales y populares, partidos internacionalistas.
Esa calle lleva 24 meses resistiendo las políticas de ajuste sin piedad del gobierno de las corporaciones; desde los despidos hasta los aumentos de tarifas, desde las importaciones que los dejan sin trabajo hasta la inflación, desde los cierres de programas de salud hasta el recorte de las jubilaciones.
A lo largo de 2017 organizó una veintena de protestas callejeras que superaron los 100.000 manifestantes. Al menos cinco rozaron el medio millón de personas expresando descontento por las políticas actuales.
- La calle de las cacerolas, con epicentro en la Ciudad de Buenos Aires, en especial alrededor del Congreso pero que abarcó la mayoría de los barrios -en general en los habitados por los votantes del PRO/Lilita Carrió-, el cono urbano capitalino y con expresiones muy importantes en todo el interior.
Esta es una expresión diferente de aquella, no genera estruendo para repudiar todo lo actuado desde el 10 de diciembre de 2015; sí lo hace-al menos hoy- contra el saqueo del bolsillo de jubilados y pensionados.
Seguramente, si volviese a votar mañana, muchos de ellos repetirían el acompañamiento a la Alianza Cambiemos. Con no menos certeza, se puede afirmar que el desgranamiento de ese electorado ya empezó. No se insulta una medida, no se explican las maniobras espurias de un gobierno sin que comience el proceso de comprensión de lo que está sucediendo.
- Se rompió la aceptación inercial de las decisiones presidenciales, como en el cuento de Hans Christian Andersen, donde un rey embaucado por los hermanos Farabutto, sastres mentirosos y chantas que le vendieron la inexistente tela más suave del mundo, con la especial virtud de «sólo los tontos no pueden verlo». Así desfiló por las calles el monarca, como Adán antes de morder la deliciosa manzana, en medio de miradas que fingían no ver o, directamente no veían, de tanto apoyarlo. Hasta que un chiquito, para desesperación de sus mayores dijo lo obvio: ¡Pero si va desnudo!
Lentamente, muy lentamente, empezaron los cuchicheos, primero cerca del coronado, luego a dos, cinco, veinte cuadras. Toda la ciudad, al fin, supo que su soberano estaba desnudo.
- Rechazo y problemas reales en la balanza. Es sabido el uso que hace el oficialismo del rechazo que un sector importante de la sociedad siente por el anterior gobierno y, sobre todo, por su figura emblemática, Cristina Kirchner. Buena parte del nivel de tolerancia social hacia las políticas antipopulares y hasta a los dislates presidenciales, se basa en esa bronca. «No estoy de acuerdo en nada con él, sólo en que la meta en cana a Cristina», decía dos semanas atrás un encargado de departamentos en plena calle Corrientes y daba letra a una pancarta imaginaria que ilustra la situación.
Es como una balanza, si ese «odio», «rechazo», «bronca», es más fuerte que lo que genera la desocupación y el hambre, Macri -que ahora que está en la sureña Villa la Angostura- podría dormir sin frazada. Sin embargo, cuando los problemas del conjunto -que no solo afectan a quien los padece, sino también a quienes tienen miedo de que les pase lo mismo, a los que se preocupan por familiares y amigos o, sencillamente, son personas solidarias y fraternas- pesen más que el rechazo de un pasado que, más que herencia ya se percibe como excusa, todos podrán analizar con más profundidad los hechos y tomar distancia de quien los gobierna. ¡Pero si va desnudo!, dijo el nene de la fábula.
- De los balazos contra otros también se aprende . Jueves y lunes fueron jornadas de represión dura, con toda la parafernalia bélica comprada a Israel para la Gendarmería por Macri-Bullrich sacada a la calle y explotada contra cuerpos, cabezas, ojos, de manifestantes, de legisladoras y legisladores. Con la técnica y los fierros incorporados por la Policía de la CABA atados a la disposición de una jueza que quiso que se cumpliese el protocolo legal, no el de una ministra que tiene dos muertos en su haber en menos de cuatro meses.
Los reprimidos resistieron, protestaron, bancaron, no provocaron, como lo hizo ese grupo de siempre que, cuando no es de infiltrados, es de alentados por los servicios de inteligencia para generar la imagen de «desmanes», «violencia», «desestabilización», que la Jefatura de Gabinete usa para descalificar la protesta, racional, organizada, ordenada, de centenares de miles de personas.
A pesar del silencio de pantalla, los argentinos lo vieron, no fue en la gélida soledad del río Chubut, ni en el paisaje agreste del Mascardi, fue en Rivadavia y Entre Ríos, en Irigoyen y Virrey Cevallos, en pleno centro de Buenos Aires, donde las tropas reprimieron. Eso también enseña a quienes no quieren ver.
De los discursos también se aprende
por ejemplo:
- de diputadas y diputados que explican la obviedad de que la dádiva de los $ 4.000 millones «compensatorios» -repartidos recién dentro de tres meses y por única vez- es menos que los entre $ 80.000 y 100.000 millones que dejarán de recibir jubilados y pensionados.
Faltaría explicar que 45.000 primero, 65.000 después, de esos millones, son para María Eugenia Vidal, la gobernadora de la provincia de Buenos Aires que Macri quiere blindar para conseguir su reelección en 2019. Es decir, saquean las arcas previsionales para hacer campaña electoral.
- de recordatorios sobre la intención presidencial de que «su empresa de su padre» se quede con los $ 70.000 millones que le quitó al Correo Argentino; si los devolviese prácticamente no habría que esquilmar a abuelas, abuelos, lisiados, ex combatientes, viudos y viudas, víctimas directas o indirectas de la dictadura cívico militar, familias numerosas.
Estas verdades, vale recordarlo, muchos no quieren verlas, o las ven y las minimizan. Por ejemplo el cálculo de cuántos «bolsos de López» entran en la plata mal habida blanqueada por los Macri, sus socios y amigos, gracias a un decreto confeccionado por los Macri, sus socios y amigos, contra lo dispuesto por el Congreso de la Nación y la Constitución no menos nacional.
Para más ejemplo, en cuántos miles de millones superan a las supuestas denuncias contra el kirchnerismolas ganancias de la Shell gracias a las decisiones gubernamentales del accionista de la Shell, Juan José Aranguren. Se pueden sumar casos como esos hasta pagar la deuda externa agigantada y poner en marcha el aparato productivo del país.
Las autoridades nacionales y los medios adictos no pueden verlo, se los impide el prejuicio, a los últimos la falta de ética profesional; inclusosi alguno empieza a detectarlo, prefiere callarse, no sea cosa que quede como el «tonto» que no puede ver el hermoso traje inexistente del desnudo de ojos celestes.
Quedaron muchos magullones en la propia tropa
- El jefe de gobierno de la capital, Rodríguez Larreta no tolera que Patricia Bullrich, minustra de Seguridad, le ocupara la ciudad de la manera que lo hizo y él se quedó mirando. Cuentan los malos, con información, de la Rosada que la rebajadora serial de ingresos jubilatorios estuvo a la espera de que la policía de la Ciudad Autónoma de Buenos A fracasase el lunes para salir a lucir de nuevo sus juguetes de guerra.
- El presidente de Diputados, Emilio Monzó, se enloqueció cuando la vergorrágica diputada macrista Elisa Carrió, el faro que ilumina a la Alianza desde que se formó para derrotar al peronismo kirchnerista, le manejó la sesión del jueves y se la cerró. Y es así aunque las plumas amigas de Clarín traten inventar una reunión al pie del presídium de Diputados para que eso sucediese.
- Carrió está enojada con todos, con todos los propios, empezando con su «Mauricio»; entre otras cosas porque «qué tenía que hacer (Daniel) Angelici -su operador judicial y, a la vez, presidente del club Boca Juniors- a la noche en la Rosada», cuando en el horizonte del país aparecía el naranja de las primeras llamas. Sabe que estaba recibiendo instrucciones para retransmitirlas a jueces y cortesanos, sobre detenciones y sobre el rechazo de impugnaciones y cautelares, contra normas ilegales.
- Los gobernadores asociados al PRO trinan contra los diputados «propios» que no aceptaron el mandato antipopular.
- En ese rumbo, Macri, sin enterarse de que gobierna un país federal, manejó las decisiones de la mayoría de los gobernadores; al ver la forma en que se comportaron algunos de sus diputados puso en la mira de su látigo presupuestario a Sergio Uñac de San Juan, Miguel Lifschitz de Santa Fe, Gerardo Zamora de Santiago del Estero, Carlos Verna de La Pampa y el riojano Sergio Casas.
Fotos que dejaron dos jornadas bisagra
- El ajuste a los jubilados puso en claro para muchos que antes no lo veían, que las acciones de Macri, su equipo y el Fondo Monetario que los monitorea, no son positivas para la población, menos aún para los más empobrecidos.
- La ciudadanía rechazó una medida de gobierno por tercera vez en dos años, antes lo había hecho en contra de los aumentos aplicados a los servicios domiciliarios y comerciales y en oposición al «2 x 1» favorable a los represores presos.
En este caso, además, lo hizo con sus cacerolas espontáneas y en barrios y ciudades que votaron al macrismo. A diferencia de las anteriores, el rechazo de dos noches seguidas incluyó a muchos votantes de la papeleta amarilla.
- En apenas dos meses, el camino abierto por los resultados electorales de octubre se evaporó, o se llenó de piedras; del «aval a todo» que Macri creyó ver en su noche de los globos y Tan Biónica, se pasó a las dificultades, las discusiones, la desnudez descarnada de la represión a mansalva.
- Las organizaciones sociales y políticas opositoras, no solo mantienen su nivel de convocatoria sino que lo acrecientan a medida que el gobierno avanza con sus políticas de ajuste. El prejuicio no le permite a los oficialistas verlo, sin embargo, en las dos jornadas fueron multitudes las que llenaron calles y avenidas en defensa propia, llegando como pudieron, hasta caminando, y partiendo desde los barrios, los merenderos y comedores multiplicados por el hambreamiento que provocan la desocupación, la inflación y la pérdida del poder de compra de los magros ingresos de esos sectores.
- El escenario fue corriendo las posiciones de los distintos sectores gremiales. Por encima de las siglas, la inmensa mayoría de los trabajadores son afectados por las políticas de este gobierno, las conducciones intermedias y regionales se lo hacen sentir a sus dirigentes. Prácticamente quedaron sin oxígeno para mirar hacia otro lado, ni qué decir para apoyar públicamente al Ejecutivo. El desgranamiento también avanza entre las cúpulas; hoy son más los que rechazan o ignoran al «triunvirato» de Azopardo, que quienes lo siguen.
- Las políticas antipopulares unen a la mayoría de los sectores legislativos que se diferencian del macrismo. Kirchneristas, masistas, el Evita, Donda, hasta algunos «peronistas federales», enfrentando la represión y votando contra los proyectos previsionales lo dejaron en claro.
Se abrió un nuevo tiempo parlamentario
El regreso de Agustín Rossi al hemiciclo de la cámara Baja le dio nuevos bríos al conjunto de los peronismos que la habitan. Además de un atisbo de coordinación; ya se prepara un mecanismo de acuerdos «por tema» para actuar en el recinto; incluso varios bloques menores y diputados «sueltos» analizan la conformación de una bancada unificada.
- El quiebre entre gobernadores avaladores del «pacto fiscal» para Vidal y de la reducción que correspondía a jubilados y pensionados a partir de 2018, y los diputados de sus provincias que lo rechazaron, no es «el colmo de ser opositor» como lo presenta la gran prensa. Constituye la expresión de esos legisladores de impedir que el Congreso sea la «escribanía» de la que se quejaba Macri desde el llano y ahora exige, con aprietes nada sutiles, como vaciarle las arcas a las provincias para que no puedan pagar sueldos y aguinaldos y obligar a que sus representantes voten contra los intereses de sus electores.
- En una Argentina de cortos interregnos electorales, todas estas decisiones tendrán consecuencias en el corto plazo, cuando muchos dirigentes, desde el llano o las administración, se pongan otra vez los trajes de candidatos.
A los que votaron bajo la batuta de la casa de gobierno de Balcarce 50 va resultarles difícil explicar por qué redujeron los ingresos. Los que rechazaron esos compases, ya se aprestan a ocupar nuevos espacios; más de un voto de rechazo al recorte se explica por eso, se movió la llave del tablero electrónico en disputa con el gobernador que ya había negociado con el Presidente.
- Es una situación nueva; con más crítica hacia el Gobierno y con un parteaguas legislativo que definirá la dirección de un porcentaje del sufragio. Los meses lo dirán, en un país que abandonó el «voto cautivo» hace décadas y con una sociedad con un porcentaje importante de su población en estado «líquido», que define sus posturas en función de estados de ánimo de coyuntura y teniendo en cuenta caracteres secundarios y hasta banales de los emergentes político partidarios que los interpelan, más que sus propuestas, proyectos y trayectorias.
- Si no logra seducirlos de nuevo, Macri ya lo dejó claro, parafernalia represiva, disparos, gases, hidrantes, así en el Sur como en su Ciudad Mágica.
Pirro venció, en Heraclea primero, en Asculum después. El campo lleno de muertos hizo que entendiera que, así, no llegaba a buen puerto, como finalmente sucedió.
Carlos A. Villalba. Psicólogo y periodista argentino. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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