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Medios comunitarios en América Latina

Fuentes: Alterzoom

¿Cuáles son las tareas políticas que los medios comunitarios pueden asumir en el actual contexto? ¿Cómo puede la comunicación aportar a la construcción de nuevas relaciones sociales? ¿De qué manera las radios pueden contribuir a mejorar la vida de las comunidades? Estas preguntas y muchas más atraviesan la construcción cotidiana de los medios comunitarios. En […]

¿Cuáles son las tareas políticas que los medios comunitarios pueden asumir en el actual contexto? ¿Cómo puede la comunicación aportar a la construcción de nuevas relaciones sociales? ¿De qué manera las radios pueden contribuir a mejorar la vida de las comunidades? Estas preguntas y muchas más atraviesan la construcción cotidiana de los medios comunitarios.

En el mismo momento en el que las radios de El Salvador protegieron la vida de centenares de familias durante el huracán Stan, en el que las revueltas populares que se suceden en Bolivia encuentran en las radios una vía de multiplicación, en que la recién finalizada Cumbre de los Pueblos llegó a las radios de toda la región gracias al trabajo conjunto de las redes. En el mismo momento en que cientos de proyectos de toda la región avanzan en su construcción, iniciamos esta conversación. Una conversación con cincuenta años de historia. Nos proponemos retomarla ahora para que tenga nuevas consecuencias. Un intercambio sobre los objetivos político culturales de las radios comunitarias. Misión, proyecto, visión, objetivos. Producto de discusiones e identidades de cada radio o del automatismo con el que llenamos un formulario para presentar un proyecto. ¿Cómo dar un debate sobre los objetivos políticos culturales de las radios comunitarias? Un debate que nos haga imaginar rutas posibles. Rutas como caminos que se bifurcan en el mismo jardín. Una puerta para entrar a la conversación: reflexionar sobre cómo nuestra práctica comunicacional puede entrelazarse con prácticas sociales transformadoras. Nos referimos aquí a los movimientos sociales. Pero nos referimos también a los modos de hacer de hombres y mujeres en su vida cotidiana. Para que nuestra radio contribuya a que alguien diga «basta», para que otro se sume a una iniciativa ciudadana, para que otra decida construir su propio proyecto, para que otro se niegue a reproducir las miserias del sistema. En el conjunto de aportes realizados por comunicadores y comunicadoras de la región es posible encontrar tres ejes principales para una reflexión en este sentido: la articulación y la movilización como objetivos centrales y la problemática local- global como tema a ser trabajado dentro del movimiento.

Articulación

«Desde lo político cultural nuestros proyectos deben ser nexos articuladores de una comunidad que accione para reclamar, expresar su voluntad, sus intereses, sus gustos, su cotidianeidad, las cosas que les preocupan, que observan en su entorno inmediato», aportan desde radio De la Azotea. «Visibilizar las luchas, los logros, los fracasos, las celebraciones de la población organizada», señala María Elena Cubillo. En este sentido, la articulación aparece como uno de los objetivos político culturales primordiales. La articulación puede entenderse como la construcción de alianzas con otros actores del campo social. También se puede concebir a la radio como un espacio de expresión, intercambio y confluencia de grupos y movimientos. La radio como posibilidad de reconstrucción de los vínculos sociales destruidos por las dictaduras políticas o por el neoliberalismo. La articulación aparece como la creación de vínculos que potencian las capacidades de intervención de los actores. De esta manera, la articulación pone el acento en las redes -comunicacionales, políticas, culturales- como estrategia política central. «El desafío es inventar planes y acciones políticas que den resultado. Es desarrollar políticas independientes, solidarias y posibles. Pero no en el ámbito de la resistencia ni de la reacción sino en el ámbito de la acción», enfatiza Sofía Hammoe. Con el mismo acento en la elaboración de acciones concretas, Lourdes Ramirez señala como tarea el «realizar paneles debates con diferentes actores sociales y la comunidad, de manera tal de discutir temas de relevancia y elaborar propuestas alternativas».

Movilización

«La gente duda de la eficacia de la resistencia» decía en una entrevista reciente Michel Albert, especialista en economía participativa. Se refería a que existe una brecha problemática. Mucha gente se preocupa por la situación mundial de desigualdad y opresión. Pero es mucha menos la gente que decide actuar para modificarla. En parte porque el sistema nos ha hecho creer que nada de lo que nosotros podamos hacer resultará efectivo para transformarlo.

La movilización de la comunidad aparece como otro gran eje dentro de los objetivos político culturales de las radios comunitarias. «Contribuir a sensibilizar a la comunidad sobre los problemas sociales, a través de la realización de campañas de difusión» propone Lourdes Ramirez. Valeria Belozercovsky agrega la necesidad de «buscar y aportar elementos de análisis para favorecer el pensamiento crítico en la construcción colectiva de la interpretación de la realidad.»

Desatar desde la radio procesos movilizadores o movilizantes. Generar conciencia, fomentar el pensamiento crítico, aportar a la construcción de nuevas subjetividades. Motivar el debate y la acción ciudadana, dinamizar procesos de participación que contribuyan a la construcción de nuevas relaciones sociales.«La radio tiene que visibilizar el conflicto social como motor dinamizador de los procesos sociales, por eso sigue siendo un recurso estratégico para la creatividad político cultural», señala Claudia Villamayor. Héctor Vides precisa como un objetivo «aportar al desarrollo de la conciencia crítica individual desde una perspectiva dialéctica.» «Nuestra comunicación debe ser a favor del ser humano y de la formación de una conciencia favorable a las aspiraciones y necesidades de los pueblos» sintetiza Mirta Ramos. De esta manera, la radio puede pensarse como generadora de un discurso radiofónico con consecuencias. Consecuencias como la generación de transformaciones en la vida cotidiana de las personas y en la manera en la que se relacionan con lo público.

Local- global

A la hora de discutir el proyecto político de las radios aparece una problemática ineludible. ¿Cómo se piensa la relación entre lo local y lo global desde las radios en general y desde cada una de ellas? Es claro que la acción de cada radio es local. Entonces: ¿cómo se abordan las problemáticas locales sin caer en el localismo? ¿cómo se las pone en relación con lo global? Pero también ¿cómo las acciones locales de las radios se articulan con procesos globales de transformación? Estas preguntas atraviesan la discusión sobre el proyecto político comunicacional de las radios comunitarias. Y las rutas de salida pueden ser múltiples. Puede pensarse que la articulación entre lo local y lo global está dada por las redes de radios -en el plano de la articulación informativa por ejemplo. Al mismo tiempo, se puede pensar que la articulación con los movimientos sociales la que puede resolver esa tensión.

Pero ¿qué pasa desde la perspectiva de las audiencias en relación con esta problemática? ¿Cómo conectar lo cercano con lo lejano? ¿Lo individual con lo social? ¿Lo local con lo global? ¿La vivencia personal con el sistema? Estas preguntas podrían organizar parte de la reflexión sobre prácticas radiofónicas que puedan responder a las necesidades del contexto.

En síntesis, puede decirse que por un lado se abre la discusión sobre qué tipo de redes creemos necesarias para que las radios puedan potenciar sus capacidades de intervención. Y, por otro lado, se abre la discusión sobre qué relato radiofónico construimos. «Me gusta pensar que un objetivo de la radio es ser ventana al mundo que existe más allá de cada persona» señala Iván Darío Chaín Pinzón con una imagen que puede ser el inicio de una serie de nuevas preguntas. En el primer número de Cara y señal la publicación semestral de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias de América Latina y Caribe (AMARC ALC, ver más en www.amarc.org) se decía: «Las radios comunitarias se proponen construir democracia. Una sociedad económicamente equitativa, socialmente solidaria, políticamente plural, culturalmente diversa. Y se proponen hacerlo a partir de identidades propias, las identidades políticas, sociales y culturales de sus comunidades -sean estas territoriales, culturales, sexuales.» ¿Cómo dar un paso más en estas definiciones? «Abrirse a pensar la acción político social, no sólo como demandas hacia los estados, sino también como prácticas de transformación cultural desde las comunidades. Las radios cumplen allí un papel, como cronistas, pulsadoras y articuladoras de las nuevas conversaciones sociales que surgen de esos cambios. Con creatividad se pueden poner en común las formas que van adoptando los relatos cotidianos, aquí y acuyá, eso puede transformarse en formatos tan dinámicos, como los propios cambios que tienen lugar día a día en nuestras sociedades. Valorizar las prácticas sociales, desplegarlas, elastizarlas, relevarlas comunicacionalmente. Dedicarse desde las radios a desplegar el ejercicio de hacer red: articular un lugar con otro, construir la escena comunicacional para cada acción social, en cualquiera de sus niveles, desde el barrio hasta la región.» Propone Perla Wilson y otra puerta se abre.

De una conversación entre el Subcomandante Marcos y Manuel Vázquez Montalbán:

Subcomandante Marcos: «Somos tan escurridizos que no nos podemos explicar ni nosotros mismos. Entre otras cosas, fundamentalmente, porque somos un movimiento, nos estamos moviendo. Tenemos nuestra ruta general y en este sentido nos movemos, vamos y venimos de acuerdo a cómo vemos. A cómo sentimos que somos recibidos».

Manuel Vázquez Montalbán: Parte del impacto de esta nueva propuesta es que el personaje Marcos que representa un colectivo, el portavoz de un colectivo, se atreve a decir lo que nadie se atrevía a decir de esa manera tan audazmente irónica. Tú introduces una distancia entre lo que crees y lo que dices, esa distancia se llama ironía. Eso en el lenguaje político no había existido nunca. Al contrario, el político hablaba desde una gran seguridad y de una gran firmeza de lo que proponía porque la ironía de la impresión de que estás proponiendo a la gente que dude de su propia duda o que dude de tu propia duda. Estás proponiendo una interacción en ese sentido. Tú a veces formulas una propuesta y de pronto cuando se ha producido un encantamiento de comunicación convencional, introduces la ironía. Entonces, rompes un encantamiento y obligas a pensar, abres otra ventana, otra dimensión.

Subcomandante Marcos: Es que necesitamos esa retroalimentación, necesitamos receptores. Una y otra vez estamos insistiendo: nosotros no fijamos la línea hacia la que avanzar. Vamos construyendo esa línea. Queremos construir otra forma de hacer política y tiene que ver con la forma del poder. Nosotros no estamos buscando seguidores, sino interlocutores porque sabemos que eso que queremos construir no lo vamos a poder hacer solos. Además hemos de poner en crisis continuamente la imagen del caudillo o del líder. Si no nos cuestionamos a nosotros mismos, vamos a crear una secta que puede ser muy amplia o puede ser muy restringida, depende, pero que no va a resolver los problemas.

Conversación entre el Subcomandante Marcos y Manuel Vázquez Montalbán en Marcos: El señor de los espejos . Madrid, Punto de lectura, 2001.

El zapatismo es uno de los movimientos sociales que más reflexionó sobre la relación entre lo comunicacional y lo político. Relación que no se limita al plano de los contenidos que se difunden sino que tiene que ver con el tipo de relaciones que se promueven. «Nosotros no estamos buscando seguidores sino interlocutores» dice el Subcomandante Marcos y tal vez pueda servirnos como una frase que oriente nuestras prácticas radiofónicas.

En el intercambio sobre el proyecto comunicacional de las radios comunitarias, aparecen un conjunto de ideas, planteos, preguntas, propuestas en relación con una cuestión central: ¿Cómo construimos propuestas radiofónicas entrelazadas con nuestros objetivos políticos? ¿Cómo esas propuestas radiofónicas se insertan en los diálogos sociales?

A fines de los años ’80 se diagnosticó que las radios debían preocuparse por la relación entre «la estética» y «los contenidos» para dar por tierra con programaciones aburridas que no seducían a las audiencias. Pero la «estética» no es sal que se le agrega a contenidos ya cocinados.

Hoy la discusión pasa por otro eje. Comunicadores y comunicadoras están pensando en cómo construir un espacio comunicacional que articule, movilice, involucre a sus comunidades. ¿Cómo pensar la relación comunicacional que se construye desde la radio para que nuestro sonido sea el espacio mismo de una transformación? Queremos movilizar e intervenir. Convocar y divertir. Generar conciencia y disfrute. La pregunta es entonces: ¿qué radio vamos a hacer para lograrlo?

Relato

«Las radios pueden jugar un importante papel en la construcción de un relato que logre memorizar el presente y de esta manera quebrar el mito de la naturalización del modelo en sus formas financiera, simbólica y relacional. Junto con escenificar la diversidad a través de voces del mundo social, deberíamos hilvanar los relatos con formatos que den cuenta de los procesos que acontecen en las comunidades. Los relatos que recojen las prácticas sociales y las formas de relaciones darán pistas del rumbo del otro mundo que buscamos. La actuación política está también en tejer cotidianeidades, en contribuir a armar masa crítica». De esta manera, Perla Wilson propone un cruce posible: que el relato radiofónico sea una memoria. Una memoria que muestre que otro mundo está siendo construido.

El sistema naturaliza su existencia. Es decir, el sistema se presenta a sí mismo como el único sistema posible. Pero podemos construir un relato que muestre que el sistema no es inevitable. Que una fábrica sin patrones, dirigida por obreros que cobran todos el mismo salario, es posible. Demostrar que construir otras relaciones, otra relación con la naturaleza, otra cultura es posible sin hombres y mujeres se organizan para lograrlo.

«La radio en tanto generadora de nuevos sentidos sociales tiene que partir de la pluralidad de sentidos existentes. No para dar «una respuesta» sino para ser escenario de la multiplicidad de propuestas que la comunidad social y cultural tiene para expresar en el camino de un cambio social.» En el mismo camino, Claudia Villamayor sitúa a la radio como un espacio de encuentro que responde al objetivo de la articulación.

En este sentido, para muchas radios, lo informativo es una de las rutas principales. Incrementar nuestra «capacidad de generar experiencias de comunicación regionales capaces de poner una propuesta alternativa a la de los grandes medios», propone FM Trinidad. La construcción de una propuesta informativa es uno de los ejes centrales de trabajo tanto para las redes como para muchas emisoras.

Participación

«Los ciudadanos están limitados a «recibir» los contenidos de los medios privados regionales, nacionales e internacionales, pero no generan ningún mensaje propio, auténtico. Los medios comunitarios deberían servir al equilibrio mediático, convocando a los ciudadanos a participar con su voz y su mensaje en el concierto de contenidos que se hacen públicos en su comunidad.» Adela González Muñoz marca otro eje posible de trabajo: incrementar la participación directa de las comunidades en las radios. En este sentido, propone como acciones centrales: «Desarrollar el periodismo comunitario. Generar redes de corresponsales populares y capacitar permanentemente a miembros de la comunidad para desarrollar el periodismo comunitario en la radio.»

Valeria Belozercovsky señala la necesidad de «realizar procesos de capacitación para mejorar y ampliar la participación comunitaria en las radios.» En el mismo sentido, Lourdes Ramírez marca la necesidad de «organizar talleres sobre producción de programas radiofónicos alternativos, de tal manera de conformar corresponsales populares».

La democratización de las comunicaciones aparece directamente relacionada con el acceso de la ciudadanía a los medios. Pero al mismo tiempo, como el incremento de su autonomía comunicativa, de su capacidad de intervenir en los medios de comunicación y de relacionarse con ellos desde un lugar crítico.

Pero como nada es sencillo, también hay radialistas que plantean: «Nos gusta poner el acento en nuestro rol como medio. Más allá de dar espacios a alternativas con fuerza testimonial, de dar espacio a algunas manifestaciones «postergadas» o huérfanas de espacios en los medios tradicionales, ¿debemos exigir estándares de calidad radial según nuestros criterios?», se preguntan en FM El Puente. Entonces: ¿cómo incrementar la participación directa en la radio sin perder relevancia ni identidad?

«Las transmisiones emergidas del trabajo de las organizaciones sociales ponen en juego las capacidades políticas, profesionales y técnicas de los equipos de la radio y de la red. Su mayor logro es afianzar una práctica comunicacional que contribuya, tanto a abrir la pauta y romper el cerco informativo de los grandes medios, como a realizar el seguimiento y traducción comunicacional, por ejemplo de lo que se realiza en el Foro Social Mundial como uno de los procesos más interesantes de la actualidad, en tanto construcción de ciudadanía global» señala María Pía Matta.

Interlocutores

Y más preguntas. «¿Cómo entramos en las casas de los que no creen en la participación y la democracia real?, ¿cómo confirmamos masivamente nuestras creencias acerca de ese otro mundo posible?, ¿cómo hacer atractiva a la audiencia los valores que defendemos?» se preguntan en FM En Tránsito.

Iván Darío Chaín Pinzón abre algunas puertas para empezar esta conversación. «Vincularse con los intereses de las personas -bellamente diversas- que habitan en su territorio de cobertura. Cuando el nexo con la audiencia se corte o se limite a que nos escuchen y nada más, la radio queda a la deriva y desligada de su proyecto comunitario, de su aspiración de construir una existencia de mejor calidad para todas y todos. Ese vínculo con la audiencia, no nace de la obligación sino del deseo. Es nuestro deseo, más que nuestro objetivo, estar vinculados al mundo de quienes nos escuchan».

Mauricio Beltrán destaca que «el nivel de organización y participación de los sectores sociales nos ayuda a saber dónde lo comunitario se ha convertido en agente de cambio. A mayor organización, mejor la radio que se hace, a menor participación, más cerca está la radio del modelo que debería combatir. Y combatir para su propia existencia, más allá de las consideraciones ideológicas. Tenemos procesos culturales activos y transformadores allí donde hay grupos fuertes de mujeres, jóvenes, ambientalistas, niños, grupos de teatro, etc. Por eso, al hacer radio comunitaria se trata a la vez de un proceso pedagógico y comunicativo. No es lo mismo hacer un programa para mujeres en lugar de que las mujeres organizadas hagan su programa.»

Es decir que la relación con las audiencias y con las comunidades puede ser pensada en estrecha relación con los procesos de participación. Tal vez, deberíamos darnos la libertad de crear las formas de participación más eficaces para los proyectos que gestionamos sacándonos de encima las recetas políticamente correctas. ¿Queremos que la comunidad participe en nuestra radio? O bien, ¿queremos que la comunidad incremente sus capacidades de generar sus propios espacios de participación? Las dos opciones son válidas, interesantes, posibles.

Fiesta

«Dado que no es fácil codificar la risa, la modernidad capitalista le declaró la guerra al gozo, y así la risa fue considerada frívola, impropia, excéntrica sino blasfema. Únicamente en los contextos codificados de la industria del entretenimiento pudo ser admitida la risa. Este fenómeno puede observarse también en los movimientos sociales anticapitalistas modernos que han prohibido la risa y el juego, so pena de subvertir la seriedad de la resistencia.» dice Boaventura de Sousa Santos y Pia Matta lo trae a esta reflexión.

El carnaval era, antes de su mercatilización, un espacio en donde política, cuerpo, catarsis, diversión, placer se combinaban. Espacio de la resistencia, espacio de la expresión. Tal vez la radio en el cruce del relato de la vida de los pueblos, con la reflexión sobre el sistema dominante, con las músicas mezcladas de cada región, con el micrófono abierto para la palabra furiosa, con la invitación permanente a sumarse, pueda parecerse a un carnaval. Un carnaval que invite a cantar y a rebelarse.