Frente a los acontecimientos ocurridos en las pasadas elecciones entre el FpV y Cambiemos, creemos oportuno reflexionar sobre los medios de comunicación comunitarios, sus intereses, sus necesidades, problemas y limitaciones, de cara a lo que se avecina en 2016. Un traspaso gubernamental donde hay mucho en juego, mucho por lo que resistir y no retroceder, […]
Frente a los acontecimientos ocurridos en las pasadas elecciones entre el FpV y Cambiemos, creemos oportuno reflexionar sobre los medios de comunicación comunitarios, sus intereses, sus necesidades, problemas y limitaciones, de cara a lo que se avecina en 2016. Un traspaso gubernamental donde hay mucho en juego, mucho por lo que resistir y no retroceder, pero también mucho por conquistar. Sobre todo en materia comunicacional, a sabidas cuentas que el gobierno que deja el ejecutivo -el kirchnerismo- lo hace con una relación mala con los grandes grupos concentrados, pero que el que viene a suplantarlo – la derecha clásica expresada en la figura de Mauricio Macri y si equipo- tiene una estrechísima relación con ellos, sobre todo el Grupo Clarín. Un pequeño y escueto balance necesario, muy necesario, para los medios de comunicación.
El kirchnerismo, bien sabemos, se lanzó a la disputa en el campo de los medios de comunicación, con el fin de establecer una especie de guerra con el Grupo Clarín, su principal enemigo. Luego de ser cómplice y socio con dichos medios, de ocultar la realidad de igual manera, de compartir el poder como lo hicieron desde 2003 a 2009, la ruptura se hizo visible y cada vez más profunda. La crisis del campo dibujó una línea entre el FpV y los grandes medios de comunicación, división que nunca se solventaría.
Por ello, y más, buscó enfrentar a los grupos económico-mediáticos y fracasó rotundamente. Es decir, logró instalar el tema en la sociedad, desenmascaró muchos de ellos e intentó recomponer el canal público y la radio estatal. Incluso aprobó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, reclamo de una parte significativa de la sociedad que piensa la comunicación ya no como un bien de consumo solamente, sino también como un derecho humano al que debemos acceder. Pero no mucho más. Nada contrahegemónico, como se quiso creer. Nada revolucionario.
En 12 años de gobierno el Frente para la Victoria tuvo en sus manos las herramientas para transformar la realidad comunicacional en la Argentina. Tuvo el apoyo del movimiento social y popular, de los nuevos medios gráficos, radiales y televisivos que nacieron. También obtuvo el acompañamiento de la militancia, tanto del FpV como de las herramientas de izquierda que encontraron en la ley nuevos canales de expresión. Contó incluso con el respaldo del electorado para impulsar dicha transformación: un 54% en el año 2011. Se encontró con la posibilidad de construir un amplio espectro a lo largo y ancho del país capaz de disputar comunicación y construir contradiscurso para enfrentar el cerco mediático e informativo de los grupos económico-comunicacionales.
Dicha transformación no ocurrió. Como ya dijimos, el kirchnerismo no es revolucionario. Se apropió de la ley como si hubiese sido una idea propia, desconoció los 21 puntos para el derecho a la comunicación, y se concentró en la guerra unipersonal con el Grupo Clarín, en solo un artículo de la ley, referido a la concentración de medios. No quiso construir el espectro que la ley establece sobre el reparto de medios en un 33% para los privados, 33% para público-estatales, y un 33% para los medios comunitarios. La realidad argentina dista mucho de esa utópica división, pero el gobierno, como ya dijimos, tuvo en sus manos la posibilidad de disputar y transformar esa realidad, aunque sea un poco. Y no lo hizo. No quiso transformar la realidad comunicacional existente.
Lejos quedó la TV Pública de ser un medio plural, amplio y democrático. La utilizaron para transformarla en un panfleto propagandístico del gobierno, que en su afán de la disputar ideológicamente contra Clarín se encegueció y la (in)utilizó. Poco contribuyó el AFSCA, que se convirtió en el caballito de batalla del kirchnerismo antes que en un ente autónomo en la toma de decisiones.
El FpV no quiso construir ni generar los espacios para que crezcan los medios comunitarios. Solo utilizó la ley para atacar al grupo Clarín y obligarlo a desinvertir, nada más. Ni democratizar la comunicación, ni impulsar la construcción de medios comunitarios, ni ampliar los espacios de los medios estatales-públicos.
Tampoco los propios medios de comunicación comunitarios supieron aprovechar la situación. Aunque en algunos casos se vieron limitados por el otorgamiento de licencias a los medios afines al gobierno relegando los más críticos para otro momento, los medios comunitarios no lograron construir una genuina alternativa superadora del posibilismo que ofreció el kirchnerismo para, de esta manera, asegurarse la real adecuación y aplicación a la ley aprobada ya en 2009. Otros medios se vieron cooptados por el FpV cuando obtuvieron dicha licencia, o cuando les otorgaron la financiación necesaria. Algunos se quedaron esperando que se llame a concurso para licitar la tan ansiada licencia.
También es cierto que el gobierno avanzo sobre algunos medios comunitarios, los multó, los clausuró y censuró, utilizando y manipulando para ello la misma ley. El caso de Antena Negra TV es el más cercano en el tiempo. Fue una manipulación de la ley para atacar a nuevos medios, que lejos de ser monopolios, eran nuevas emisoras que disentían con el mensaje oficial.
Es verdad que llegó el cambio a la Argentina. Es real. El gobierno que encabezará Mauricio Macri y su equipo con Cambiemos tendrá una gran responsabilidad en sus manos en cuanto a medios de comunicación se refiere. Lo fundamental, el continuar o no la pseudo-aplicación de la Ley de Medios de Comunicación Audiovisual, la construcción del mapa de medios y la necesaria desinversión que sostiene dicha ley para asegurar la real democratización de la comunicación. O sea, arrancar casi de cero en algo que no sea lo referido a atacar al monopolio Clarín.
Los miembros y militantes que compartimos espacios con los medios comunitarios, alternativos y populares no cederemos un centímetro en los logros obtenidos. Pero tampoco dejaremos de exigir lo que nos corresponde, que no es ni más ni menos lo que dice la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, respaldados también por los 21 puntos para un derecho a la comunicación: censo integral de los medios de comunicación en todo el país, plan técnico de adecuación y desinversión, reparto del espectro en tres partes iguales, fomento e inversión para medios de comunicación comunitarios y sin fines de lucro, entre otros.
Mientras tanto, los grandes medios económico-comunicacionales, como Grupo Clarín, festejan en sus pasillos, y en los pasillos de la Casa Rosada, porque triunfó el candidato que construyeron por casi 10 años.
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