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Crisis de 1970-1980 y sus efectos para el Tercer Mundo

México arde al calor empresarial (V)

Fuentes: Rebelión

Introducción Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, el movimiento internacional de capitales se restablece, teniendo como base la guerra puesto que a partir de ella se logran superar los obstáculos que impedían la recuperación económica y así crece el capital extranjero con rapidez. Siendo así que de 1955 a 1964 el comercio internacional […]

Introducción

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, el movimiento internacional de capitales se restablece, teniendo como base la guerra puesto que a partir de ella se logran superar los obstáculos que impedían la recuperación económica y así crece el capital extranjero con rapidez. Siendo así que de 1955 a 1964 el comercio internacional rompe todo los precedentes, en 1961 el volumen mundial de bienes manufacturados exportados fue tres veces mayor al de 1938 y más del doble de 1950.

A tal desarrollo se le sumara, la Guerra Fría, que en esencia intentará impedir el cambio social que representaban el antifascismo, la lucha democrática y revolucionaria que cobraba impulso por todas partes. De ahí que en la misma Alemania no se intente en realidad su desmilitarización, la desnazificación y no se realice la democratización convenida por los aliados en los tratados de Yalta y Postdam. Así como será en Alemania donde buena parte de los nazis aun ocupaban posiciones importantes, y se les permitía tener influencia, país en el que los EE.UU. ofrecerán la mayor cantidad de recursos para su recuperación.

Asimismo, el Plan Marshall lanzado en 1947, tendrá como objetivo real, más allá de la reconstrucción económica de los países devastados, el fortalecimiento económico-político y aun militar de dichos países, a fin de que la revolución socialista no se extendiera por toda Europa Occidental. Siendo complacientes con los nazis, el antisovietismo y el reforzamiento de los monopolios estadounidenses en Europa. Washington destinara cuantiosas sumas de dinero a China, en ese momento «amenazada» por la revolución, igual que Taiwan, Irán, Grecia y Turquía.

Aumentando lentamente la inversión extranjera desde 1950, puesto que de hecho sólo los EE.UU se encontraban en condiciones de exportar capital. Por esos años Washington mantendrá inversiones en distintos países por 11 800 millones de dólares, distribuidos a la mitad entre países desarrollados y subdesarrollados. Llegando a 19.4 mil millones de dólares en 1955, y para 1960 será ya de 31.9 mil millones de dólares, de los cuales más del 60% corresponderán a países capitalistas industrializados. Para 1965 serán 49.5 mil millones de dólares, de los cuales casi 70% se destinaron a países industrializados y en 1975 ya se sobrepasaban los 75 mil millones de dólares, canalizados principalmente mediante subsidios y préstamos de origen gubernamental1.

Y dentro de tales parámetros, Washington conforme a la ley de 1951, que prevé fines de seguridad, unifica la ayuda técnica, económica y militar, destinando entre 1953 y 1961 a otros países 47 500 millones de dólares, suma que tres años más adelante se incrementara otros 24 900 millones y que entre 1946-1965, mediante programas llamados especiales sumaran más de 107 mil millones de dólares. Otorgándose el 67% de tal suma en el primer decenio a países capitalistas desarrollados como Inglaterra, Francia, Alemania e Italia. Pero para el segundo decenio, el 90% del capital estadounidense será dirigido por medio de préstamos y subsidios con fines económicos y militares, hacia los países subdesarrollados, principalmente del Medio Oriente, el Sureste de Asia, respecto a la ayuda militar. Mientras que será dirigida la ayuda económica hacia la India, Corea del Sur, Vietnam del Sur, Paquistán, y Turquía.

Dentro de tal crecimiento económico, es importante destacar, que éste no solo se debió a las actividades de reconstrucción de Europa y Japón. Sino que se vincula con las innovaciones tecnológicas de ese entonces, conocida como la tercera revolución industrial, que se da a partir de la carrera armamentista, ya que dentro de su lógica, cada descubrimiento tecnológico básico tiene que conducir a la producción a gran escala, intentando evitar que el mismo descubrimiento u otro más avanzado se convierta en monopolio de una potencia antagónica.

De lo cual resulto que el lapso que medio entre un descubrimiento tecnológico y las innovaciones, tendieron a reducirse y hasta desaparecer. De manera que, aunque los grandes monopolios se resistieran a transferir automáticamente las innovaciones del sector armamentista al sector civil de la producción, la interpenetración de ambos sectores y la amenaza de que los competidores utilizaran tales innovaciones para mejorar su situación individual, se tradujo en un ritmo acelerado de innovaciones tecnológicas.

Esto será particularmente visible en Alemania, Japón e Italia, (además de los Estados Unidos) países donde existía un importante fondo de conocimientos e innovaciones tecnológicas desarrolladas durante la década anterior lo cual les brindó la oportunidad de tener un aumento acelerado de la productividad. Lo cual estará unido a la manutención de un nivel mucho más bajo de salarios, gracias a una reserva de mano de obra más amplia. A principios de 1950, en Italia, el subdesarrollo del Mezzo Giorno, convirtió al sur de Italia en una vasta reserva de mano de obra para el norte; mientras que en Japón, la combinación de un sector industrial moderno y un sector arcaico, propicio al primero amplias reservas de fuerza de trabajo y en Alemania occidental hubo una afluencia de más de 10 millones de refugiados que le permitían contar con una amplia mano de obra de reserva.

Tales condiciones les permitieron mantener bajos niveles salariales al inicio de sus periodos de auge, así como les posibilito «comprar la paz social» a cambio de regulares aumentos del salario en un amplio periodo. Derivando en un ritmo excepcionalmente alto de acumulación de capital en dichos países y la obtención de una muy elevada tasa de ganancia. Todo lo cual exacerbará las contradicciones capitalistas, hasta derivar en la crisis de 1970-1980.

Crisis que hará patente la necesidad del capitalismo para evitar a toda costa que se repitiera una recesión como la de 1929, transformándose en un problema de vida o muerte, dentro de las condiciones de la guerra fría y el ascenso de las fuerzas anticapitalistas, crear las técnicas políticas anticíclicas y para la redistribución del poder de compra de cada Estado individual a una escala cada vez más amplia. Utilizándose así al Estado cada vez más para que garantice directa o indirectamente las ganancias privadas mediante métodos como la concesión de subsidios y la nacionalización de las pérdidas2.

Crisis de 1970-1980.

A finales de 1973, en medio de un auge sin precedentes, se produjo un súbito debilitamiento de la actividad económica, que se convierte para 1974 y 1975 en una crisis profunda, que se extenderá a su vez a todo el mundo desarrollado. Altos niveles de inflación y desempleo, bajas tasas tendenciales de crecimiento a mediano y largo plazo, procesos crónicos de inestabilidad monetaria y financiera, crisis energética, crisis ecológica y la crisis de todo el sistema neocolonial, todos serán muestras de las contradicciones del sistema.

Observándose los primeros síntomas depresivos de la economía mundial a fines de 1979, el crecimiento del Producto Interno Bruto mundial que había promediado alrededor de 4% en la década de 1970, descendió al 3,8% en 1979 y a poco más del 2% en 1980, cayendo a sólo 1,2% en 1981 y a un nivel similar en 1982. Depresión de las actividades económicas que se extenderá consecuentemente al comercio mundial, reduciéndose el promedio anual de crecimiento de cerca del 7% en 1976-1978 al 6% en 1979, al 1,5 en 1980 y a 0% en 1981, situación de estancamiento virtual que no será superado en 1982 .

Emanando la crisis económica de la recesión ocurrida en los principales países industriales de Occidente. Reflejo de tal situación será el abrupto descenso de las tasas de crecimiento del Producto Nacional Bruto de los países de la OCDE. En los siete países principales, Estados Unidos, Japón, República Federal Alemana, Francia, Reino Unido, Italia y Canadá, se observó una caída del 3,7% en 1979 a poco menos del 1% en 1980 y 1981, y a -0,5% en 1982. Observándose una evolución similar en los otros 17 países conformaban en esos años la OCDE3.

Crisis que a su vez tiene sus raíces profundas en la tendencia hacia una capacidad instalada excedente en la industria capitalista, como subproducto de las reducidas recesiones y la operación favorable del sistema durante los 25 años posteriores a la SGM. Por ejemplo, en 1965, la industria automovilística de los Estados Unidos trabajaba a sólo un 72% de su capacidad instalada, la industria de radio y televisión a un 60% de su capacidad, un año antes respecto a la producción de aspiradoras se trabajaba al 55% de su capacidad, en la industria de la refrigeración a un 46% y en la industria del algodón a un 70%.

Mismo fenómeno que se extendió al entonces Mercado Común apareciendo la capacidad excesiva en sectores como refrigeradores, máquinas de coser, fibras sintéticas, astilleros, ocurriendo los casos más significativos en el de la metalurgia y automotriz. Creándose alrededor de unos 73 millones de toneladas anuales en la industria metalurgia y con previsiones de que la capacidad productiva de dicho sector aumentara a 95 millones para 1965, sectores que ilustraran así, la capacidad productiva excedente en condiciones de estancamiento relativo de los mercados.

En tanto que respecto a la industria automotriz, la producción de automóviles para uso privado, del cual se excluyen camionetas, aumento en cerca de 1 millón de 1953 a 3.7 millones en 1961. Además, al incluirse la producción de Gran Bretaña, el total de automóviles producidos en Europa occidental alcanzo 1.5 millones en 1953 y 4.7 millones para 1961. Cifra que aumentara al tener en cuenta el número total de vehículos de todo tipo, aumentando de 5 a 15.7 millones durante el mismo periodo y al incluir a la Gran Bretaña el aumento se da de unos 7.8 a 22 millones de automóviles, ilustrando así la capacidad productiva excedente bajo le presión de mercados en rápido crecimiento.

Pero no obstante tales hechos, las inversiones continuaron creciendo, por ejemplo, de los 775 millones de dólares que se invirtieron en la industria metalúrgica en 1960, esta aumento en al menos un 45% para 1961 y para 1962 será casi del doble de 1960. Esto ocurriría así porque, pese al estancamiento, mediante la aplicación de nuevas tecnologías en ese momento, como, LD, Rotor y otras que se basaban en el uso de inyección masiva de oxígeno, se lograba una reducción importante en los costos.

A la vez que se derivan tales inversiones de que la introducción de nuevos métodos le resulta al capitalismo cada vez más necesaria, siempre que el estancamiento de la producción y la subutilización de la capacidad productiva instalada en la industria tienden a elevar los costos y con ello se reduce la tasa de ganancia, al tiempo que la competencia internacional reduce drásticamente los precios de exportación. Conduciendo los intentos de cada empresa individual por lograr los máximos ingresos en condiciones de estancamiento relativo, a una carrera desenfrenada por reducir los costos de producción4. Lo cual se traducirá en un aumento importante en la capacidad productiva total instalada en la industria que inevitablemente se repite hasta nuestros días.

Orientación de la inversión extranjera directa e indirecta durante la crisis de los 70, 80.

Manteniéndose la contracción de inversiones a causa de un mercado profundamente deprimido, abatido por la inflación y el desempleo, desalentado por altas tasas de interés y atascado por el fracaso de políticas gubernamentales restrictivas. Con una capacidad industrial instalada en niveles de subutilización sin precedentes, mientras que ascendían oleadas de bancarrotas a un ritmo vertiginoso. Se desencadenaran los efectos adversos de tal crisis económica sobre los países subdesarrollados como México. Siendo que estos últimos habían obtenido en la década de 1960 y 1970 tasas de crecimiento de un 5-6%. Pero para 1979 las tasas de crecimiento del conjunto de los países subdesarrollados cayeron en un aproximado de 4,8%, en un 2,8% en 1980 y cerca del 1% en 1981.

Dentro de tal espectro, sólo una reducida docena de países exportadores netos de petróleo lograron mantener tasas de crecimiento, algunos hasta del 6%. No obstante, los grandes exportadores de combustibles experimentaron tasas negativas de crecimiento desde 1980. Mientras que los países importadores netos de dichas fuentes de energía, experimentaron una caída vertical en sus tasas de crecimiento del 4% en 1980 y de un 1.5% en 1981, considerada la tasa más baja de toda la posguerra.

Mientras que las relaciones de intercambio de los productos básicos de los países subdesarrollados no exportadores de petróleo se deterioraron desde 1977 a 1981 en un estimado de 15%, equivalente a unos 45 o 50 mil millones de dólares estadounidenses. Descendiendo los volúmenes de exportación y los precios de los principales productos básicos exportados por los países subdesarrollados. En comparación con el valor alcanzado en 1980 las pérdidas acumuladas entre 1981 y 1982 se estiman en unos 29 mil millones de dólares. Lo cual a su vez repercutiría en la balanza comercial y en la balanza de pagos en cuenta corriente, acelerando el crecimiento de la deuda externa de los países subdesarrollados importadores de petróleo.

Apareciendo así un nuevo rasgo en los procedimientos tradicionales de exacción monopolista hacia el mundo subdesarrollado: efectuándose desde entonces no sólo por el intercambio desigual y la inversión privada extranjera, sino también por medios característicamente financieros, es decir, por vía del endeudamiento externo (inversión indirecta), lo que daría pie a la transferencia de valor por despojo.

De forma que, del total de las corrientes de capital privado que se dirigían hacia los países subdesarrollados, representadas por inversión directa disminuyeron de un 56% en 1970 a un 28% en 1979, en tanto que los flujos financieros de la banca comercial transnacional – préstamos y créditos – prácticamente inexistentes en términos estadísticos en 1970, aumentaron en un 44% para 1979. De forma tal que, de acuerdo con la UNCTAD, los países subdesarrollados abonaron durante 1979, por concepto de intereses una cantidad 3 veces mayor que los pagos correspondientes a las ganancias de la inversión privada extranjera directa.

Y a la par de tales hechos, los flujos internacionales de capital tenderán a moverse entre los propios países desarrollados, luego de que antes de la Segunda Guerra Mundial la corriente principal de inversiones de los países capitalistas centrales se orientaba a lo que constituía en ese momento el mundo colonial, semicolonial y dependiente. Tan sólo en 1946 América Latina era receptora del 43% de todas las inversiones directas de EE.UU. en el exterior y Europa Occidental apenas un 19%. Pero ya a mitad de 1970, por el contrario América Latina sería receptora de un 17% de las inversiones y Europa Occidental de un 37%.

Además, desde 1967 se estima que la inversión extranjera directa alcanzará los 112.4 mil millones de dólares, de los que 56.6 mil, equivalentes al 50.3% serán emitidos desde los EE.UU, un 15.6% de Inglaterra, 9.8% de Holanda y 5.3% de Francia. Concentrándose así el 81% de las inversiones en sólo 4 países. A partir de tales hechos, entre 1950 y 1970, la inversión estadounidense en países capitalistas desarrollados se elevó de un 48.6% a un 68.0%, mientras que la destinada a países subdesarrollados decayó del 48.5% a un 27.4%.

Obedeciendo tal cambio de las inversiones directas, hacia las indirectas a algunos de los siguientes factores:

A) Desde el momento en que se inicia la crisis de finales de los años sesenta, muchas de las empresas que hasta ese momento habían realizado cuantiosas inversiones con recursos propios, ven declinar sus excedentes y comienzan a depender cada vez más de créditos;

B) Los fondos en el mercado financiero internacional, que a principios de los años setenta se acumulaban con rapidez, crecerán de forma inusitada desde 1973-1974, con motivo del gran aumento en los precios del petróleo, los cuales permitieron a los países productores y exportadores ofrecer al mercado enormes sumas de dinero, conllevando consigo una gran liquidez;

C) El mercado de eurodólares, así como las instituciones financieras internacionales, los grandes bancos de inversión y los mismos bancos comerciales privados – sin estar sujetos a normas estrictas – ponen a disposición especialmente de los países subdesarrollados sumas de dinero importantes;

D) Los bancos internacionales, atraídos por la facilidad con que obtienen recursos adicionales, debido a que el crédito internacional se vuelve en una nueva línea lucrativa de acción y porque el aumento del peso de banca privada les posibilita reducir plazos, imponer condiciones de pago favorables para ellos y elevar las tasas de interés y los cargos por comisión, llegan a presionar a determinados países para que acepten más créditos de los que necesitan;

E) Los bancos mexicanos que anteriormente no participaban en financiamientos internacionales, estrechan sus vínculos desde los años setentas con la banca extranjera, promoviendo políticas que les permitan a ciertas empresas «nacionales» contratar con su ayuda, créditos del exterior;

F) Los mismos prestatarios, a menudo bajo la influencia del capital trasnacional, no admiten que sus pasivos exceden su capacidad de pago, entusiasmados con las facilidades que se les ofrecen y con previsiones de crecimiento, lejanas a la realidad. De suerte que el Estado mexicano y empresas privadas «nacionales» y extranjeras contraen deudas desproporcionadas, que si bien permiten importar más e impulsar determinadas actividades, imponen servicios cada vez más onerosos.

La crisis de Estados Unidos.

Las raíces de la crisis estadounidense serían varias, pero las que más se destacan son: la pérdida de la capacidad competitiva de Norteamérica frente a las antiguas potencias capitalistas de Europa y Asia, ya recuperadas de los estragos provocados por las dos guerras mundiales, por lo cual el excedente comercial de EE.UU. ya no encontrara salida, pasando una gama de bienes que eran importados desde Norteamérica después de la guerra (productos intermedios, bienes de equipo corriente, bienes de consumo duradero) a ser manufacturados en Europa y el Japón a precios más bajos, debido a los costes más bajos de mano de obra. Además de que ingresarán también en el Tercer Mundo los productos europeos y japoneses, llegando a sustituir algunos bienes que antes eran importados de Estados Unidos.

A lo cual se le sumaran los gastos absolutos y relativos emprendidos para la aplicación de la política de guerra fría y la carrera armamentista aplicada por Washington en ésta política, dando pie al aumento de las dificultades económicas exteriores y a la agudización de los problemas económicos y sociales internos del país, a pesar de que la «ayuda militar», paramilitar y económica intentaba que se compensara por las rentas que EE.UU., repatriaba desde el Tercer Mundo.

De suerte que si bien se le impuso al Tercer Mundo un intercambio desigual desde la segunda guerra mundial, que en su momento ayudo a solventar el agotamiento de algunas reservas estadounidenses, por medio de las grandes compañías norteamericanas implantadas en los países productores, logrando controlar la transformación o la comercialización de las materias primas. Y la deuda en que se les entrampo a estos mismos países por medio de sus burguesías u oligarquías locales, que importaban bienes suntuarios, gastos militares o en algunas ocasiones en intentos de industrialización mal organizados, aspectos que los llevaba a rematar sus materias primas en condiciones cada vez más duras impuestas por los grandes beneficios que obtenían las compañías estadounidenses.

Estas estructuras se volvieron contra los mismos EE.UU., pues Europa aprovechando las estructuras de intercambio desigual impuestas en el tercer mundo por Washington, nuevamente importó materias primas de estas zonas en lugar de Norteamérica. Así que, el saqueo conjunto hacia el tercer mundo, inscrito en la lógica de minimizar costos de producción y de la concurrencia interimperialista, tuvo como consecuencia el deterioro de la balanza comercial estadounidense.

Proceso al cual coadyuvara en 1973 la resistencia vietnamita que logra triunfar ante el embate de los Estados Unidos, toda vez que, en éste último país se hicieron presentes los costos reales de la guerra, desencadenando una crisis económica que remitirá al nacimiento de un nuevo orden económico desde el cual Washington intenta posicionarse para restaurar su hegemonía, que el desastre indochino puso en entre dicho.

Padeciendo los Estados Unidos una grave crisis de liquidez, no obstante que el gobierno federal disponía de grandes cantidades de recursos, estos eran entregados a empresas dirigidas al mantenimiento de las «responsabilidades e intereses globales» norteamericanos, como en el sureste asiático. Así, las grandes sociedades se vieron colmadas de deudas y resintieron la falta de capitales para invertir, lo cual a su vez llevo a un acelerado proceso de concentración industrial, conforme los sectores más débiles cedían el paso a los monopolios formados a partir de ser enormes conglomerados asociados al Estado.

E n estrecha relación con tales políticas se encontrara el auge de la concentración de poder, capital, producción y en un momento determinado la extraterritorialización de tales procesos, derivando en el surgimiento de las empresas trasnacionales. Mismas que controlaran en 1983 entre el 40% y el 50% del mercado mundial, comercializando entre el 80% y el 90% de los principales productos básicos exportados por los países subdesarrollados.

Todo lo cual devino del proceso de monopolización impulsado en los países industrializados gracias al papel del Estado en sus economías. En muchos países del primer mundo, tal como ocurriera en México, el Estado se convirtió en propietario o copropietario de grandes empresas y aun de ramas completas de la economía. Estrechándose así los intereses entre los grandes grupos de poder económico y las políticas de las más altas instancias del poder estatal. Reflejo de ello será la llamada revolución científico-técnica, misma que conto con la activa coparticipación estatal en materia financiera y demás.

Situación que afecto a la agricultura de las economías avanzadas y por ende a los países subdesarrollados. Reduciéndose la participación de la agricultura en el primer mundo, a fines de 1970, sólo contribuirá al producto Interno Bruto con un 3-4% y sólo absorbía el 3% de las fuentes de empleo en Estados Unidos, el 12% de la fuerza de trabajo en Japón. Siendo que por el lado contrario, la industria representaba una cuarta parte en Estados Unidos y una tercera parte en Japón del PIB, mientras que absorbía en lo general un 30% de las fuentes de empleo. Pero el sector que tendrá mayor dinamismo será el sector de los servicios durante el mismo año, contribuyendo al PIB con un 52% en Japón y Europa Occidental y un 63% en los Estados Unidos, y proporciones similares se presentaran respecto a la composición del empleo5.

Viéndose afectado también el sector industrial, al quedar rezagadas las llamadas ramas tradicionales y mostrar por el contrario un dinamismo sectores como la electromecánica y la química. Afectando particularmente a los países subdesarrollados la revolución científico-técnica en la industria del primer mundo por el ahorro de materias primas y la sustitución de materias primas naturales por productos sintéticos, que ocasiono dicha revolución.

Así, los cambios más importantes ocurrirán en el área de las estructuras geográficas-sectoriales de la inversión y el comercio mundiales, gestándose nuevos esquemas de división internacional del trabajo. Resultando en que varios países subdesarrollados se transformaran en exportadores de manufacturas, como ocurrió con México. Aumentando así las exportaciones totales de los países subdesarrollados no exportadores de petróleo, de un 30% en 1950, a un 40% entre 1970-1980.

Por lo que el grupo de alimentos, bebidas y materias primas, que conformaban los renglones fundamentales de exportación de los países subdesarrollados, vieron reducido su peso en el comercio mundial, de un 40% en 1955 a un 25% para fines de 1960, proceso que se acentuara aún más hasta el presente. Así también, la participación de los países subdesarrollados no petroleros en el total de las exportaciones mundiales se redujo de un 25% en 1955 a tan sólo poco más de 11% entre 1970 y 19806.

De tal suerte, la crisis llegara hasta los inicios de la década de los ochenta, manifiesta a partir de una recesión económica, pero además, la de los ochenta presentará un carácter más general en tres aspectos:

  1. En la nueva crisis de 1980-1982 la sobreproducción se extiende a todo tipo de mercancías, materias primas, energéticos y alimentos, mientras que la de los setenta solo se había centrado en productos industriales.

  2. Diferenciándose de lo ocurrido en 1974-1975, la crisis cíclica de 1980-1982 afecto a las relaciones económicas internacionales, de tal manera que el volumen del comercio internacional cae 11.3% entre 1980 y 1983, asimismo los flujos de inversión extranjera directa disminuyeron prácticamente a la mitad y el crédito internacional cayó en más de 12 por ciento.

  3. En contraste con el decenio anterior, en la que los efectos adversos de la crisis se concentraron en los países industriales, esta crisis de 1980-82 afecta también – aunque con cierto retraso – al capitalismo menos desarrollado, de forma tal que a partir de mediados de 1981 y hasta el fin de la crisis mundial – últimos meses de 1982 – los niveles de actividad cayeron más que en los países industriales. En América Latina el PIB regional cayó 1.4% en 1982%, mientras que la inversión extranjera cayó 34.6% entre 1981 y 19837.

Tendencia que prevalecerá a pesar de que en 1982 se da una pequeña recuperación, recuperación que traerá consigo problemas como un alto endeudamiento que se da en el conjunto del sistema capitalista, pero principalmente en la economía estadounidense que desde entonces se posicionara como una nación deudora neta por el crecimiento de su deuda externa.

Perfilándose así, el crac de octubre de 1987, derivado del endeudamiento generalizado que se dio en los años setenta por medio de la intermediación bancaria y en los años ochenta a partir de los problemas generados por la incapacidad de pago de los países atrasados, así como por la situación interna de las economías desarrolladas. Estos hechos culminaran con el desplazamiento de la deuda del sistema bancario a la bolsa de valores8.

Así, los años ochenta se vieron marcados por lo que ha sido una crisis histórica y de largo plazo, caracterizada por fuertes convulsiones económicas y por la consolidación de la caída tendencial de la tasa de ganancia, así como por la disminución del crecimiento promedio del sistema capitalista en su conjunto.

Los mecanismos para intentar salir de la crisis ( regionalización y el trilateralismo).

Para hacer frente a la coincidencia de la crisis estructural originada desde los 70 y la recesión coyuntural de los 80, el proceso de acumulación de capital no contaba como en el pasado con el estimulo que representó la reconstrucción europea y nipona, además de quedar limitados los mecanismos ortodoxos que le permitían a los Estados capitalistas reactivar el ritmo de acumulación de capital, con lo cual superar la recesión económica: el crédito y las políticas fiscal monetaria y de comercialización externa. Como contrapeso a esta situación, desde los setenta, además de la transferencia de valor mediante la deuda externa, se generaliza y homogeniza la ley del valor (trabajo abstracto) y de la superexplotación del trabajo9.

Siendo insoslayable el crecimiento de EE.UU., le será necesario eliminar el déficit en sus pagos, sin dejar de lado, el seguir al frente de los programas de ayuda económica y militar contra la subversión popular en el tercer mundo, que resultaban ser en los hechos un enorme sistema de subvenciones a la exportación para la agricultura y la industria de ese país. La solución que se planteo ha este problema fue la expansión de las firmas multinacionales, para que le permitieran contar con las ganancias repatriadas por estas empresas, más que con el excedente comercial venido a menos.

Teniendo en mente a América Latina, donde las filiales de las multinacionales extraen grandes ganancias, los estudios sugerían que este mismo mecanismo podía ser puesto en práctica en Europa, con lo cual, se paso de un capitalismo de monopolista de Estado, a un capitalismo monopolista transnacional, y sin renunciar a ninguno de sus objetivos principales, Washington conduce a los demás países y al resto del mundo a tolerar y aceptar su déficit en la balanza de pagos.10

En este contexto, cada vez más predominará también la instalación en el extranjero de grandes complejos industriales basados en la división del trabajo intrafirma. Orientándose la inversión desde unos cuantos países avanzados, así como de un número reducido de grandes empresas. Buscando en general los inversionistas economías industriales, mercados en rápido proceso de expansión y en los que pudieran utilizarse las nuevas tecnologías estadounidenses, como la Comunidad Económica Europea.

Y sin bien la derrota indochina represento para el Pentágono un claro retroceso en su estrategia global, ésta no le impidió continuar con su empresa principal, imponer al orden mundial la estructura que más le convenía. Disponiendo de enormes reservas de poder económico y militar para salvaguardar los intereses de los medios financieros estadounidenses en el mundo entero.

De manera tal que, cuando el primer mundo del capitalismo industrial de Estado se encontró en dificultades graves, por ejemplo entre 1974-1975 se registraron caídas de hasta un 20% en la producción industrial de países como Suiza o Japón, a lo cual se le sumo un incremento en la inflación que se situó en un 20% anual en países como Italia, Japón y Gran Bretaña. E inicia así el periodo de la estanflación, es decir, estancamiento acompañado de inflación, a lo cual se le añadió en el invierno de 1975-1976 un número de desempleados en los países imperialistas cercanos a los diecisiete millones y para 1982 un estimado de alrededor de unos treinta millones11.

He intentando las potencias europeas y Japón establecer relaciones bilaterales con los países productores de petróleo para tratar de alguna manera paliar su crisis, inmediatamente fueron reconvenidos y advertidos de que tenían que construir un «frente unido» bajo la dirección del Pentágono, estando conscientes de sus responsabilidades, sus intereses «globales» y de la posición única que les otorgaba el hecho de ser los garantes de un sistema comercial y monetario de envergadura mayor.

Para lo que le será indispensable a los Estados Unidos que, la distribución y el mercado del petróleo permaneciera bajo el control efectivo de las sociedades multinacionales de la energía, con base en los EE.UU en su mayor parte. Y utilizara la crisis como una palanca para reordenar la llamada cadena imperialista y la supremacía estadounidense. De suerte que, a medida que aumentaba el precio del petróleo, Europa y Japón se vieron obligados por la fuerza de las cosas a financiar el relanzamiento de la industria norteamericana, pagando la mayor parte de los gastos de la prosperidad de dicho sector, a la vez que los petrodólares que regresaron hacia los EE.UU mediante los intercambios comerciales contrarrestaron las salidas de divisas orientadas a las compras de petróleo en el Cercano Oriente12.

A éstos hechos estará unida la necesidad de una planificación global que respondiera a las necesidades de la economía y de los medios financieros norteamericanos. De ahí que, en el plano político, se ofrecieron dos estrategias que se manifestaron en las figuras de los secretarios de Estado; Henry Kissinger, en la administración Nixon-Ford, y Zbiniev Brzezinski, en el periodo de Cárter.

La multipolaridad13 significo con la llegada de Nixon a la presidencia en enero de 1969 un cambio político, dejando de lado los dogmas de la guerra fría y se pasa de la confrontación a las negociaciones con los países socialistas pretendiendo con esto normalizar las relaciones con la Unión Soviética. Para esto se llevaron a cabo conversaciones soviético-estadounidenses mediante la visita del presidente Nixon a Moscú en 1972, la visita del Secretario General de CC del PCUS, L. Brézhnev a la unión americana en 1973 y nuevamente la visita de Nixon a la URRS en 1974.

Por medio de estas visitas se firmaron acuerdos como: el Acuerdo sobre la limitación de los sistemas de defensa anticoheteril, el Convenio provisional sobre medidas en el área de restricción de armas estratégicas ofensivas y de particular interés para ambas partes el Convenio de la prevención de la guerra nuclear como medidas observables para la detención de la carreara armamentista, así como la amenaza de una guerra termonuclear a nivel mundial.14

Pero a pesar de estas medidas, la alianza de Nixon con los industriales californianos dependientes de la industria de guerra y con los nuevos grupos económicos vinculados a las empresas que alcanzaron enormes fortunas mediante la especulación bursátil, derivaron en el escandalo del Watergate, que unido a los hechos de Vietnam hicieron agua en el aparato institucional norteamericano.

Ante tal situación cobrara mayor fuerza el trilateralismo con Ronald Reagan, quien negara la redistribución del poder de Norteamérica a partir del multipolaridad y pretendiendo en su lugar restablecer de manera total el esquema centro-periferia.15 Por medio de ésta política se trató de resucitar la estrategia de la guerra fría realizada de 1947 a 1956, para impedir la unidad socialista-comunista, adaptándola al contexto político y a la correlación de fuerzas de ese momento.

Tal política toma sus bases de la Comisión Trilateral creada en 1973 por David Rockefeller, el hermano banquero de la familia más poderosa de Norteamérica. Conformada por empresarios, políticos, líderes sindicales y formadores de opinión pública de EE.UU., Europa y Japón. Así como por personajes que ocupaban puestos importantes dentro del gobierno de Carter, como la vicepresidencia, el consejo de seguridad, el ministerio de relaciones exteriores, entre otros de igual importancia.16

Dentro de esta línea, la Comisión Trilateral se planteaba como objetivo una reforma a fondo en la política exterior norteamericana, a partir de observar el salto a la palestra económica y política de Alemania y Japón entre los años de 1970 y 1980 y el rápido crecimiento económico de Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur, conocidos en aquel momento como los «nuevos países industriales» de Asia oriental17, además de la evidente situación de paridad estratégica de EE.UU. con la URRS, lo cual marcaba el fin de la total hegemonía de Estados Unidos.

En tal contexto, EE.UU. exigirá a sus estados clientes que tomen para sí la enorme carga financiera que representó el llamado «aparato de defensa del mundo libre». Debido ha que después de la crisis de los setentas los gastos militares ya no tuvieron los mismos efectos expansivos que representaron en las décadas de los cuarentas, los cincuentas y la primera mitad de los sesenta, a consecuencia del mismo avance en la tecnología militar que permitía dar un salto hacia nuevos tipos de armamento, aumentando de manera extraordinaria las inversiones de capital en relación a la demanda de asalariados. Por lo tanto los gastos militares exigentes de grandes cantidades de capital, aumentaron el gasto estatal de por si ya deficitario, en proporciones fuera de la capacidad de la economía norteamericana de aquel periodo.

En esta situación y creyendo contar con el respaldo de países inmersos en la misma ola derechista (en 1979 Margaret Thatcher era elegida primera ministra de la Gran Bretaña, en Japón Yahushiro Nakasone asume el poder en 1982, en Alemania Federal se nombra canciller a Helmut Kohl en el mismo año, Martens en Bélgica, Lubbers en Holanda y Schlüler en Dinamarca) el vicepresidente Mondale, emprende un viaje mediante el cual pretendía establecer un acuerdo entre Estados Unidos, Europa y Japón para realizar una aventura política de gastos públicos y una recuperación económica bajo el liderazgo de Washington.

Así los EE.UU exigirán mayores responsabilidades financieras a estos países para defender el llamado mundo libre, con lo cual se relajaría la balanza de pagos estadounidense. Además pedirán de Alemania y Japón una actitud menos competitiva en el mercado mundial para favorecer un equilibrio económico del mundo occidental. Derivando así la Trilateral en una violencia sistémica (terror) en la diplomacia intrahemisférica que dará pie a la contrarreforma. Basándose en el supuesto de que las democracias liberales eran proclives a transformarse en ingobernables, se refuerza el principio de autoridad y de unión de los países capitalistas avanzados en contra de la amenaza del Tercer Mundo y del socialismo.

Encontrando su expresión la contrarreforma impulsada por la Trilateral, en el abandono que hizo el presidente de Norteamérica de sus funciones como tal y su adopción del papel de Comandante en Jefe de Operaciones Clandestinas, con lo cual le declaraba la guerra política y urbana tanto a sus enemigos externos, como a todas las otras formas de expresión estatal que actuarán o potencialmente interfirieran en su accesibilidad a mercados y materias primas externas.18

Regionalización

L a regionalización considerada como un proceso de ampliación de las bases «internas» de la acumulación y mediante la cual se da un traslado parcial de dichas bases, de la nación a la región donde se incluyen elementos centrales en la re-definición de lo «nacional» como son la gestión nacional-estatal sobre la moneda y sobre la fuerza de trabajo.19 Se presentará como respuesta para los Estados Unidos en momentos en que cada vez mas su situación se ha complicado ante la pérdida de su hegemonía. Así como ante su creciente dependencia de energéticos para mantener su complejo bélico-industrial.

Proceso que estará conectado con la recuperación y crecimiento que imprimieron los grandes consorcios industriales a las economías de Europa Occidental, especialmente a la República Federal Alemana y Japón, manifiesto en 1950. Acentuándose dicho proceso en 1960, para irrumpir en 1970 con un virtual establecimiento de 3 grandes centros de poder capitalista mundial: Estados Unidos – de mayor dominio – la Comunidad Económica Europea y Japón, aliados en la lucha contra el socialismo y unidos contra la insurgencia de los países subdesarrollados. Pero rivales en la pugna por las fuentes de energía, por el aprovechamiento de la mano de obra y las materias primas baratas, así como por la realización de sus productos en los mercados internacionales.

Así, después de la caída del muro de Berlín y la proclama del fin de la Guerra Fría, luego del término del conflicto Este-Oeste; lo que en realidad ha sucedido es una reorganización de la geoeconomía del capital y de la geopolítica a escala global. Es decir, la formación de un nuevo orden mundial donde el viejo mapa internacional quedó atrás.20 Nuevo orden que será conocido como globalización.

Globalización que se ha configurado paulatinamente como un proceso de dominación y apropiación del mundo. Ejerciéndose la dominación de estados y mercados, de sociedades y pueblos, en términos político-militares, financiero-tecnológicos y socioculturales. En tanto que para la apropiación de los recursos naturales, de las riquezas y el excedente producido, el desarrollo tecnológico y científico más avanzados, se ha combinado con formas antiguas, incluso de origen animal, de depredación, reparto y parasitismo, que hoy aparecen como fenómenos de privatización, desnacionalización, desregulación, con transferencia, subsidios, exenciones, concesiones, y su revés, hecho de privaciones, marginaciones, exclusiones, depauperación que facilitan procesos macrosociales de explotación de trabajadores y artesanos, hombres y mujeres, niños y niñas21.

Y dentro de esta lógica, la regionalización intenta resarcir la crisis general mediante una transferencia de valor, vinculada a la privatización de empresas públicas, la disminución del déficit público, la disminución drástica de los gastos sociales, topes salariales y la homogeneización a la baja de los salarios, el desmantelamiento de los sindicatos como asociaciones de defensa de los trabajadores, la desregulación económica del Estado y la apertura comercial a las inversiones extranjeras. Todo lo cual son medidas políticas y económicas impulsadas por el FMI y el BM, para que fueran impuestas por los gobiernos de cada país.

Así también, se harán necesarias algunas materias primas estratégicas, pero no para trasladarlas a los centros industriales como en el pasado, sino para ubicar junto a ellas las industrias necesarias de las cuales se obtenga el valor agregado más alto posible (sacar de los países desarrollados las industrias sucias en beneficio de su ecología).22 De manera que al intentar recuperarse de las crisis recurrentes del capitalismo, tanto en los países centrales como periféricos. Y ante la competencia intercapitalista en disputa por una nueva hegemonía en un contexto de recursos estratégicos escasos, se hizo necesario incorporar nuevos mercados y la disputa por la apropiación de los recursos y excedentes condujo a la formación de grandes bloques. Así pues, se trata de una dinámica entre las áreas del mundo, unas que concentran los recursos: los países de la periferia; y otras, ávidas de recursos para sobrevivir: los países centrales.23

En tal contexto, América Latina se erige en una zona estratégica para EUA en la disputa interbloques; de un lado, por los datos en cuanto a cantidad de reservas existentes no solamente de petróleo sino de gas, agua dulce, biodiversidad y producción alimentaria; y del otro, porque representa un aérea de seguridad, próxima y estable en el traslado de estos recursos en relación con otras latitudes. De suerte que, nos encontramos en una situación donde en vez de las aspiraciones de un solo imperio creciente, existen imperios rivales, guiado cada uno de ellos por idénticos apetitos de expansión política y de beneficio comercial. Y los intereses financieros o relativos a la inversión del capital predominan sobre los comerciales, por lo que no se trata de una competencia exclusivamente comercial sino de bloques en disputa por la hegemonía.»24

Y a estos intereses responderá el esquema de integración propuesto por Washington a México a través del TLCAN. Desde una perspectiva estratégica más amplia, las acciones referentes a México y América Latina, se encuentran encaminadas a propiciar una proyección de poder y control económico-monetario y policíaco-militar, dentro de un espectro de problemas y dilemas relacionados con la primacía estadounidense, que surgen a raíz del colapso de la URSS y de cara al nacimiento (desde la década de 1970) de potenciales retadores hegemónicos en Europa y Asia.»25 Encajando México en una lógica de defensa estadounidense ante sus rivales, a partir del recurso del petróleo que para EEUU es vital, por lo cual es considerado como un asunto de «seguridad nacional».

De esta manera, el TLCAN ha permitido tanto la privatización como la extranjerización de la renta petrolera a partir de una «reforma energética» inspirada en sus ejes centrales por el mismo recetario del Banco Mundial aplicado en Brasil. Rompiendo con normas constitucionales, para abrir de par en par las puertas al contratismo desenfrenado y al sometimiento virtualmente de toda la actividad sustantiva de PEMEX a empresas tipo Halliburton y Schlumberger.

La derecha mundial y la derecha en México.

Particularmente bajo la administración de Reagan el neoliberalismo se convertirá en una cruzada ideológica dirigida a revalorizar el papel histórico del capital, la iniciativa privada y del mercado como deus ex machina, atacando a todo cuanto se opusiera al libre juego de estas fuerzas y «leyes». Bajo estos parámetros la intervención estatal será señalada como una grave aberración de nuestro tiempo y cualquier medida encaminada a contrarrestar los peores resultados del neoliberalismo con algún tipo de justicia social será considerada como un hecho «antinatural».26

El avance de la globalización y las políticas neoliberales que han movido al mundo hacia un modelo económico del Tercer Mundo, mediante políticas deliberadas de Estado y corporaciones multinacionales, donde prevalecen sectores que acumulan una gran riqueza, mientras que una gran masa permanece sumida en la miseria y con una gran población superflua, desprovista de todo derecho porque no contribuye en nada a la generación de ganancias. 27

Pero la globalización no solo ha recurrido a medidas ideológicas sino también de política y de poder. Estando a cargo de tales medidas, primordialmente los neoconservadores estadounidenses. Quienes bajo el gobierno de Ronald Reagan llevan a la unión americana ha abandonar el «trilateralismo» de los años setenta y se practicara en su lugar un abierto «unilateralismo», es decir un liderazgo exclusivo de EE.UU. Y para lograr estos objetivos se reconcentrara el poder en los Estados Unidos, intentando en adelante marcar la pauta del comportamiento de todo el Occidente, contando para esto con la política de una segunda Guerra Fría, reactivada por Carter en 1979 y que se agudizara con Reagan.28

Así en junio de 1982 Reagan expuso en el parlamento inglés el discurso conocido como «declaración de la segunda guerra fría». Llamando también en Londres a emprender una nueva «cruzada» contra el comunismo. Discurso que tomó cuerpo en el «programa de democracia y de diplomacia pública» supuestamente orientado a «fortalecer la democracia» en los países en vías de desarrollo y en los países comunistas donde fuera posible. Otorgándole por tales medios Reagan, el derecho a los EE.UU a intervenir en asuntos de otros Estados y pueblos soberanos.

Lógica además dentro de la cual Reagan presentara a los trabajadores de la CIA como los ojos y oídos del mundo libre, por medio de los cuales Norteamérica llamaba a todos los países a desplegar una cruzada por la libertad y una campaña global por los Derechos Humanos. Y la CIA a su vez presentará al terrorismo como el principal enemigo a vencer, señalando que en 63 países operaban 370 grupos terroristas, principalmente «marxistas», de manera tal que la CIA convertía al llamado «terrorismo internacional» en sinónimo de «comunismo internacional».29

Y para el caso de la situación interna estadounidense, intentando contener las manifestaciones e inconformidades de los sectores afectados por las medidas neoliberales, el método predilecto ha sido el de confinar a la gente superflua en getthos urbanos. Y cuando estas medidas fallan se les envía a las cárceles. Durante el periodo de Reagan, el número de presos en Estados Unidos casi se triplico. Para cual, mientras que la justificación de la Guerra Fría va tocando a su fin, Reagan lanza en febrero de 1982 la «guerra contra las drogas» como objetivo urgente de seguridad nacional. Esta «preocupación» se deriva de una explosión en la venta y consumo de crack por comunidades negras, grupo particularmente bien escogido por ser uno de los sectores más vulnerables, y hacia el cual se dirigirá una vez más el miedo y el odio, como método estándar de control de la población.30

En tal contexto, será importante detallar en nuestra siguiente entrega, la manera en que en nuestro país se fortaleció la derecha ante el avance del proyecto empresarial vinculado al nuevo modelo de transferencia de valor por despojo y la generalización de la superexplotación del trabajo. Tratando de destacar, la forma en que el PAN se convertirá en un partido empresarial, si bien no había sido netamente un partido en éste sentido, desde los ochentas y cada vez más lo será. Toda vez que, la derecha no tiene, ni ha tenido otro antecedente social. Logrando posicionarse en nuestro país gracias a las concesiones hechas por los gobiernos ya indicados en nuestras entregas anteriores, y consolidándose por el apoyo político e ideológico de la derecha norteamericana, cada vez más presente en nuestro país desde los 80.

Siendo que dentro de tales avatares, los partidos de oposición se amoldaran a las nuevas reglas del juego y en el caso del Partido Acción Nacional, éste concertó con los gobiernos priístas alianzas para poder ser partícipe en el reparto del poder. Particularmente en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, cuando se consolida el proyecto empresarial en el país. Bajo tal tesitura, Ramón Corral Ávila, quien fuera presidente de la COPARMEX en Sonora, dijo que no era que el PRI fuera bueno o malo, ni que sus candidatos fueran idóneos o no. Lo que ocurría era que eran arrastrados por una sola corriente: el nacionalismo revolucionario, lo cual era socialismo puro, y ese camino no lo querían los mexicanos31.

Ramón César González Ortiz es licenciado en Sociología y Maestro en Estudios Políticos y Sociales por la FCPyS de la UNAM. Actualmente es profesor adjunto en la misma FCPyS, de las materias: Sociología latinoamericana: temas contemporáneos y Sociología contemporánea.

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González Ortiz Ramón César. La Iniciativa Mérida: Estado, militarización y contrainsurgencia. Tesis de Maestría, UNAM, 2014.

 

Notas

1 Aguilar M. Alonso, Bernal Sahagun Víctor M., Guillen R. Arturo, Vidal Gregorio. El capital extranjero en México. Editorial nuestro tiempo, 1986. Pág. 10.

2 Mandel Ernest. Ensayos sobre el capitalismo. Editorial Era, 1971. Pp. 16-17.

3 Castro Fidel. La crisis económica y social del mundo. Siglo Veintiuno Editores, 4a edición, 1987. Pág. 14.

4 Mandel Ernest. Ensayos sobre el capitalismo. Editorial Era, 1971. Pp. 22-23.

5 Ibíd. Castro Fidel. La crisis económica y social del mundo. Pp. 14-18-19.

6 Ibíd. Castro Fidel. La crisis económica y social del mundo. Pp. 17-18-19-20.

7 Revista, Problemas del Desarrollo. «América Latina: crisis y globalización.» Carmona de la Peña Fernando, (coordinador). UNAM, IIEC, 1993. Pág. 19

8 Ibíd. Pág. 20

9 Marini Ruy Mauro, Millán Margara (coordinadores). «La teoría social latinoamericana. Cuestiones contemporáneas«. Ediciones el Caballito, Coordinación de Estudios Latinoamericanos, FCP y S, UNAM. 1996. Vol. IV. Pág. 49

10 Ibíd. Pág. 134

11 Cueva Agustín. El desarrollo del capitalismo en América Latina. Siglo Veintiuno Editores, 1999, 17a edición. Pág. 239.

12 Fitt Yann, Farhi Andre, Vigier Jean-Pierre. La guerra económica mundial. Editorial Fontanella, 1978. Pp. 12-15.

13 Marini Ruy Mauro, Millán Margara (coordinadores). «La teoría social latinoamericana. Cuestiones contemporáneas«. Ediciones el Caballito, Coordinación de Estudios Latinoamericanos, FCP y S, UNAM. 1996. Vol. III. Pág. 20

14 Faramazian R., «Los Estados Unidos: militarismo y economía.» Editorial Progreso 1975. Pág. 36

15 Marini Ruy Mauro, Millán Margara (coordinadores). «La teoría social latinoamericana. Cuestiones contemporáneas«. Ediciones el Caballito, Coordinación de Estudios Latinoamericanos, FCP y S, UNAM. 1996. Vol. III. Pág. 20

16 Dos Santos Theotonio, «La crisis imperialista y la política norteamericana. Como entender a Jimmy Carter.» Ediciones de cultura popular. 1977. Pág. 70

17 Aguilar Monteverde Alonso. «Globalización y capitalismo.» Plaza Janés, 2002. Pág. 27

18 Saxe Fernández John. «De la seguridad nacional«. Grijalbo. 1977. Pág. 17

19 Revista, Problemas del Desarrollo. «América Latina: crisis y globalización.» Carmona de la Peña Fernando, (coordinador). UNAM, IIEC, 1993. Pág. 22

20 Ibíd. Pág. 116

21 Pablo González Casanova, «Los indios de México hacia el nuevo milenio», en La Jornada, 9 de septiembre de 1998, p. 12. Citado en: Saxe-Fernández John, (Coordinador). «Globalización: crítica a un paradigma.» UNAM, IIEC, DGAPA, Plaza y Janés, 1999. Pág. 12.

22 Saxe-Fernández John, (Coordinador). «Globalización: crítica a un paradigma.» UNAM, IIEC, DGAPA, Plaza y Janés, 1999. Pág. 359

23 Gallardo Rodríguez, José Francisco, » Ejército y Sociedad en México: Reforma de las Fuerzas Armadas «, Tesis Doctoral en Administración Pública, Programa de Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, México 2007. Pág. 117

24 Citado en: Gallardo Rodríguez, José Francisco, » Ejército y Sociedad en México: Reforma de las Fuerzas Armadas «, Tesis Doctoral en Administración Pública, Programa de Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, México 2007. Pág. 119

25 Saxe Fernández John. «La compra venta de México«. Plaza y Janes. México 2002. Pág. 30

26 Cueva Agustín en: «El desarrollo del capitalismo en América Latina.» Siglo veintiuno editores 17ª edición 1999. Posfacio. Pág. 248

27 Chomsky Noam y Dieterich Heinz. «La sociedad global. Educación, mercado y democracia.» Joaquín Mortiz, México, 1995. Pág. 41

28 Cueva Agustín en: «El desarrollo del capitalismo en América Latina.» Siglo veintiuno editores 17ª edición 1999. Posfacio. Pág. 249

29 Bolshakov Vladímir. «Terrorismo a la norteamericana.» Editorial Progreso, 1986. Pág. 37

30 Chomsky Noam y Dieterich Heinz. «La sociedad global. Educación, mercado y democracia.» Joaquín Mortiz, México, 1995. Pág. 43

31 García Cantú Gastón. El desafío de la derecha. Joaquín Mortiz/Planeta, 1987. Pág. 129.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.