En pocos días se cumplirán tan solo tres meses del gobierno de Milei. El carácter brutal de su ataque sobre el conjunto de la población trabajadora y los sectores medios lo hace parecer una eternidad.
Tampoco él tiene mucho para festejar. Su breve mandato navega entre crisis política, leyes que no pasan, un DNU cuestionado y un creciente malestar social por el agravamiento de la situación económica tras el salvaje ajuste lanzado desde la presidencia.
El contexto crítico motorizó las últimas semanas los temores de importantes sectores imperialistas y burgueses que le dieron apoyo desde el primer día, quienes ahora consternados se preguntan si el barco del proyecto Milei llegará a buen puerto. La inflación incesante que golpea a las mayorías, el salto en el ascenso social expresado en paros sectoriales, combinado con un líder libertario que insulta y denuncia hacia todos lados, incluido hacia otros sectores del poder político burgués que necesitaría de aliado, configuró un cuadro de situación que alertó al poder económico central, al círculo rojo, quienes de diversas formas hicieron saber su malestar y su pedido de moderación en el modo, aunque comparten los cambios estructurales y reaccionarios que Milei plantea de contenido.
El discurso del presidente en la apertura de sesiones del Congreso el pasado viernes, no puede comprenderse seriamente por fuera de este contexto político y social. El mismo fue pensado y preparado palabra por palabra, junto a un montaje comunicacional que pretendió en cada detalle mostrar en las cámaras de TV una fuerte figura presidencial e igual fortaleza de sus ideas. El show armado, que incluyó aplaudidores seriales siguiendo un libreto premoldeado, nos reafirma en un análisis más allá de esa actuación. En realidad, tal fortaleza presidencial sí existe, pero en otros niveles no tan seguros. En perspectiva ese apoyo se va reduciendo en paralelo al aumento de las consecuencias sociales del ajuste en curso.
Independientemente de nuestro análisis salta a la vista que la necesidad política del presidente era hablarle al país entero como si en verdad la mayoría de la población le estuviera dando apoyo. Solo que no es así. No hay un solo dato serio, científico, que demuestre hoy un apoyo mayoritario. Tampoco sería certero decir que ese apoyo no existe, lo tiene y es importante sobre una extendida parte del electorado. Refleja la combinación de expectativa que todavía una gran parte de sus votantes tienen, con el apoyo que grandes medios y grandes capitalistas aún le dan y la falta de otra alternativa política creíble y visible para la sociedad. La foto a tres meses de gobierno es el de un país polarizado política y socialmente y tal vez sea así por mucho tiempo. Sin que esto elimine otro factor de la realidad que alimenta la crisis: la tendencia es a la pérdida de apoyo social del gobierno de Milei, no tendrá cada vez más seguidores sino cada vez más enojo social. Y no hay aplausos al interior de un recinto que puedan ignorar la dinámica realidad que vivimos.
La casta de Milei y las otras
En verdad no hay que ser extremadamente inteligente para comprender que en medio del ajuste y aumento de la pobreza, Milei necesitaba hacer eje en otros temas. Así las cosas, en un tramo importante de su discurso leído, se refirió a la casta como lo viene haciendo desde la campaña electoral. Puso el centro en la crítica a la política tradicional y a otros sectores privilegiados, de esos que en este país sobran, para empatizar con gran parte de la población que evidentemente detesta a quienes han gobernado muy mal nuestro país.
Igualmente vale decir que es al menos un tanto extraño, por no decir cínico, que hable de la casta un presidente que proviene de una gran empresa capitalista, de haber trabajado para el represor Antonio Bussi y quien tiene a Bullrich, Caputo y Menem entre sus principales alfiles de gobierno y a Sturzenegger como gran asesor. Ellos y otros funcionarios libertarios son hijos directos y predilectos de las peores castas políticas y económicas del país.
Hay castas que han gobernado y hay castas que hoy gobiernan. Ayer y hoy todas ellas gobiernan para sus jefes del poder económico central: los grandes capitalistas nacionales e internacionales quienes como siempre, necesitan un poder político de turno que garantice sus ganancias. Cuando escuchamos a la jefa del FMI, al Secretario de Estado yanqui o al magnate Elon Musk elogiar a Milei, de eso estamos hablando, de la relación intrínseca entre los jefes del mundo y sus castas, ayer peronistas, antes macristas y hoy libertarias. En ese cuadro de situación habló Milei y dijo que sin acuerdo habrá confrontación, que el va a acelerar a todo o nada.
Herencia y orgía de gastos
Como era previsible y en verdad nada original al repetir el libreto de otros presidentes, el mandatario actual desplegó desde el Congreso y parado frente a un atril un sinfín de críticas a la pesada herencia recibida del antecesor gobierno peronista. No debió esforzarse mucho, dada la evidente catástrofe que nos legó el gobierno de Unión por la Patria. Si algo trajo a Milei hasta la Casa Rosada, fue precisamente la mala praxis del peronismo en el poder, aunque todas las alas de la dirigencia pejotista intenten ahora mirar para otro lado.
Aun así, la “orgía de gastos” que Milei utilizó como metáfora para describir el despilfarro estatal precedente, es una justificación para el desmantelamiento del Estado actual y de toda su responsabilidad en atender derechos sociales adquiridos o por adquirir con pleno derecho de la población. A la mala praxis hay que intentar superarla con una intervención cualitativamente mejor, no asfixiando al paciente hasta que muera.
Por lo pronto, el tiempo donde alcanza con hurgar en el pasado para explicar todos los males, va dejando lugar a las preocupaciones sociales del presente. Cada vez políticamente le será menos eficaz a Milei referirse a un pasado cercano, pero en dinámica cada vez más distante. La población en las crisis profundas termina razonando de formar tan concreta como su realidad. Si a millones de familias trabajadoras el fin de mes se le aleja cada vez más de sus salarios, el malestar social crecerá exponencialmente, no pensando en la pesada herencia sino enfocado contra los responsables de tan ajustada cotidianeidad.
Carrera de obstáculos hacia el 25 de mayo
Tras la caída de la Ley Ómnibus, con un DNU que puede entrar en crisis en las próximas sesiones parlamentarias y un Protocolo sobrepasado cuando hay acciones de miles y cuestionado por sectores de la justicia, no debería sorprender que Milei haya tomado nota de la necesidad de tener algunos aliados y decidido anunciar un nuevo intento de afianzar su proyecto antes que el mismo naufrague totalmente. Con una alta dosis de simbolismo desplego desde el Congreso la propuesta que desde ahora estará en debate en toda la superestructura política: sus 10 puntos y principios para reorganizar económica y políticamente al país.
En sus diez mandamientos libertarios no hay ideas nuevas ni destellos de una audaz imaginación. Solo un recetario actualizado y ordenado de los peores ajustes jamás intentados con reformas de fondo para garantizar una suba de la tasa de ganancia de los capitalistas. Así podemos hacer un breve recorrido por la defensa de la propiedad privada de una minoría privilegiada, el pedido de una reforma laboral esclavista, de cambios del sistema tributario para que paguen más los que menos tienen, de intento de cambios previsionales para achicar el “gasto” y permitir su privatización al menos parcial. El achicamiento total del gasto público en áreas sensibles como salud, educación o asistencia social, la apertura sin límites a corporaciones extractivas para que exploten, saqueen y contaminen, y la entrega absoluta a las grandes potencias del imperialismo occidental. Todo lo cual está enmarcado en su idea en marcha de un régimen político mucho más autoritario, como lo demuestra su apego a los DNU´s, a las resoluciones del ejecutivo, su ninguneo al parlamento, su ataque al derecho de huelga y su intento de prohibir manifestaciones. Sus 10 nocivos mandamientos están directamente interrelacionados con un régimen duro y represivo que garantice su aplicación. Sin esto último, son casi un papel mojado.
El solo hecho que haya tenido que buscar la forma de llegar a esta nueva propuesta evidencia un triángulo de problemas: que sus leyes actuales no avanzan, que el poder económico le pide sensatez y consenso, y que en verdad lo necesita porque salta a la vista que solo no podrá. A este triángulo problemático podríamos agregarle una cuarta y decisiva extremidad: que el descontento social en aumento en pocos meses puede ser la barrera infranqueable para cualquiera de los cambios de fondo y regresivos que se propone. Aunque hable con altanería, sabe que necesita al menos intentar un acuerdo con el PRO, pero no alcanzando eso explora algo más allá dentro de la oposición tradicional.
De cualquier forma, en la álgida realidad social presente y en la dinámica incierta de nuestro país, el 25 de mayo queda demasiado lejos. Más aún si como dijo en su discurso, pone como condición que primero le aprueben el DNU y su proyecto de ley base que viene de caer en un primer round. Todo el aparato mediático del poder económico central empujará a la oposición dialoguista a que abrace el acuerdo y ayude al gobierno. Pero nada es tan fácil de garantizar, en las crisis el propio ajuste y achicamiento de gastos golpea a todas las provincias donde gobernadores ajustadores buscan cómo sobrevivir. El malestar social creciente también actúa sobre otros partidos y bloques parlamentarios, fragmentando y quitando homogeneidad de posiciones. Milei tendrá a favor la tendencia burguesa al apoyo a su proyecto. Solo que al transitar una crisis económica y social tan profunda, no está claro si eso le alcanzará.
La calle: presencias y ausencias
El recorrido desde el paro nacional del 24 de enero hasta hoy, fue identificando un avance de sectores en lucha y nuevos actores sociales en la calle. Un emblemático movimiento de la cultura que no se detiene, la irrupción de genuinas asambleas barriales y sus espacios de coordinación, un final de febrero con diversos paros sectoriales por salario y la presencia de la izquierda, que desde un espacio multisectorial ha venido jugando un rol muy progresivo desde la primera movilización del 20 de diciembre hasta ahora.
No por casualidad, por constancia y visión política, fue el único sector político en la calle en medio de la apertura de sesiones ordinarias, con el MST en el FIT-U aportando nuevamente una destacada columna. Confluyendo una vez más con asambleas, estudiantes y con otros sectores en lucha. Allí esperaron a Milei para hacer sentir el repudio. Mientras las fuerzas del cielo, ese día al igual que los anteriores, no se hicieron presentes.
Quienes tenían que salir a defender a Milei no fueron los únicos de un marcado faltazo. Del lado de la oposición hubo también ausentes que a esta altura no implican ninguna sorpresa. Si, adivinaste. Hablamos de la CGT, la misma que sabe perfectamente que un nuevo paro y un verdadero plan de lucha activo, con miles y miles en la calle, cambiaría toda la situación y golpearía a Milei en su línea de flotación. Esa central con su burocrática conducción precisamente sabe eso y no quiere hacerlo. Actúa como tantas veces demorando convocatorias o en el mejor de los casos administrándolas en el tiempo, para que nada salga de su control. Actúa en el plano de las luchas en forma similar al peronismo en el plano político, criticando al gobierno, pero sin confrontarlo, centrados en ver si logran algún aliado en el parlamente o algún juez que falle a su favor en algunos temas. Sucede que el PJ y su brazo sindical nunca priorizan las fuerzas de la calle. Saben que son las únicas que pueden cambiar la situación. Saben también que un pueblo movilizado a fondo, irá también contra todos los responsables del desastre al que hemos llegado y ahí también pueden ser señalados en su corresponsabilidad.
No hay más tiempo: que caiga todo el plan Milei
Así de tajante, como el subtítulo que acabas de leer, es nuestra propuesta. Dicen que en política la claridad de objetivos es una virtud, tanto para definir tareas como para evitar confusiones y pérdidas de tiempo. Bueno, en eso estamos. Contra toda la hipocresía burguesa que se disfraza de democrática para decir “lleva solo tres meses, hay que darle tiempo” y contra toda la concepción posibilista que descree del poder de la calle y de la posibilidad de lograr cambios profundos, de nuestra parte, lo decimos con absoluta claridad, no tenemos dudas que si ponemos como el pasado 24 de enero más de un millón de personas en la calle, en el marco de un paro general y con medidas escalonadas los días y semanas siguientes, estaríamos hablando del fin del siniestro plan de Milei o al menos de su crisis terminal.
Y sí, ese objetivo necesitamos cumplir lo antes posible. Darle tiempo es ser cómplice de un genocidio social en curso. Cada mes que pase serán millones de nuevos pobres, más desempleo, empeoramiento y abandono de la salud y educación pública, abandono de nuestras y nuestros viejos, liquidación de la asistencia social a los que menos tienen, ataque cotidiano a derechos de la mujer y de las disidencias, y un curso represivo y autoritario como sostén de todo el plan. Todo lo cual irá acompañado por la entrega absoluta al FMI y al gobierno estadounidense.
El tiempo, en las crisis, es un valor decisivo. Perderlo es un error imperdonable que determina el futuro próximo. Insistimos entonces en convocar a un camino de lucha lo más amplio y unitario que podamos construir. Hay claras diferencias entre diversos sectores y son muy claras nuestras críticas a la conducción sindical y al peronismo en general. Nada de esto impide que frente a un gobierno ultraderechista que acelera, nuestra convocatoria sea de exigencia a las centrales a que convoquen un nuevo paro nacional activo. Y a las y los miles de trabajadores y jóvenes que han votado años atrás a esta variante política, a que se sumen con toda su fuerza a la calle para enfrentar todo el plan de Milei.
Los próximos días y semanas tenemos que apoyar e impulsar cada reclamo sectorial que exista. Y en forma prioritaria construir una gran convocatoria callejera donde confluyamos miles y miles, ganando las calles con trabajadores, asambleas barriales, la juventud estudiantil, la cultura, las organizaciones socioambientales, de género y derechos humanos. Junto a toda la izquierda política, los movimientos sociales y el sindicalismo clasista y junto a todos aquellos que desde otros espacios políticos se decidan a salir. Reventemos de gente Plaza de Mayo y todas las grandes plazas y centros políticos del país. Garanticemos un salto en el nivel de enfrentamiento para que Milei, que hoy está jugando con fuego, definitivamente se queme.
Que el Frente de Izquierda impulse un nuevo movimiento político
Si hoy tenemos que soportar un proyecto ultraderechista no es por casualidad, su llegada hace parte de un fenómeno que no es nacional sino internacional. Vivimos una época donde ante el fracaso de fuerzas tradicionales y de gobiernos llamados progresistas que decepcionan con administraciones y aplicaciones de ajustes, pero envueltos en discursos de centroizquierda, lo que viene provocando en varios países, es el corrimiento de una franja de la población, que sumergida en un hartazgo general y en atraso político, avanza hacia la búsqueda de nuevas variantes por derecha. En nuestro país Milei es la realidad constatable de ese fenómeno más extendido y hace gala de un particular ultraderechismo con todo el peligro que eso conlleva.
En política, como decíamos, no hay tiempo que perder. El inmovilismo no te deja en el mismo lugar, te hace retroceder por ir a contramano de la necesidad de avanzar a velocidad. En esta nueva etapa política que vive nuestro país con Milei en el gobierno, y frente a la crisis enorme en la cual quedó atrapado el peronismo por la debacle de su gobierno anterior, si algo es urgente y necesario es mostrarles a millones de jóvenes, de trabajadoras y trabajadores, una nueva y gran alternativa política que los integre y considere.
Esa herramienta política que bien puede construirse no puede estar atada a viejas experiencias del PJ ni a estructuras obsoletas de la política tradicional. Es junto a la izquierda que puede crecer y hacerse fuerte, sin ataduras con el poder económico ni con aparatos burocráticos. Es la hora entonces de una gran convocatoria política.
Corresponde que el Frente de Izquierda Unidad haga ese llamado activo, que abra sus compuertas a la participación y al protagonismo de miles y miles de personas que hacen parte de un dinámico activismo que está en la calle. Que integre asambleístas barriales, gente de la cultura, sectores obreros en lucha, referentes sociales y barriales independientes, de los DDHH y de la lucha socioambiental y de género.
Frente a semejante horizonte de incertidumbre, donde está en juego en medio de una fuerte confrontación si Milei sigue o si lo derrotamos, superar el estadío de lo ya conseguido en la unidad de la izquierda es crucial. Acá no valen las posiciones conservadoras, rutinarias, cómodas, o de cálculo electoralista como un fin en sí mismo. El FIT-U así tal cual es, no alcanza para las enormes batallas políticas que vienen. Y a la vez por su peso político y social tiene la oportunidad, y responsabilidad, de hacer algo distinto. Esa es nuestra propuesta desde el MST como integrantes del Frente de Izquierda: que esta unidad que alcanzamos se transforme en un gran movimiento político, con nuestro programa anticapitalista y socialista, con un funcionamiento semanal para responder a todos los debates políticos y para intentar actuar en común en cada lucha. Y sobre todo que habilite y permita la integración de esos miles que hoy están en la calle junto a nosotros, garantizando que sus opiniones valgan y sus aportes sean tomados en cuenta. Abriendo canales, reuniones, plenarios, foros de debate y toda iniciativa que sume.
Hasta ahora los demás partidos de nuestro frente como PTS y PO, no ven esta necesaria convocatoria y apertura. Un grave error que se magnifica aún más en crisis sociales tan profundas donde lo estratégico es configurar una opción de poder desde la izquierda, con su programa y con miles y miles defendiéndola en la calle. Los invitamos nuevamente a reflexionar sobre todo esto. Y a todas y todos con quienes venimos luchando en unidad, los invitamos también a ser parte de este debate político esencial para el tiempo que viene. Y a que nos encontremos en instancias de debate e intercambio. El tiempo es ahora. Y construir un movimiento político con peso en franjas de masas es posible si el FIT-U asume el desafío y pone todo su esfuerzo en habilitar esa posibilidad.
Sergio García. Director de Periodismo de Izquierda y dirigente nacional del MST en el FIT Unidad.
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