La actuación en el plano internacional del actual gobierno argentino se asemeja más a un cotidiano despropósito que a una política coherente, el fanático seguidismo respecto a la política israelí es un aspecto de especial peligrosidad para los intereses nacionales.
El presidente Javier Milei emprendió un regreso precipitado de EE.UU a Argentina. Fue una decisión inmediata después del ataque con drones y misiles que desató Irán sobre Israel, en una esperada represalia contra el ataque a la embajada iraní en Damasco. La vuelta al país prevista para mediados de la próxima semana se adelantó a la madrugada del domingo.
En trance de su retorno al país, el presidente anunció la inmediata formación de un comité de crisis para el tratamiento de los problemas de seguridad que emanen de este nuevo escenario de conflicto, hoy de imprevisibles consecuencias.
Es sabido que el líder “liberal-libertario” es un abanderado de la causa del Estado israelí. Su apoyo es irrestricto y entusiasta, incompatible con el menor reparo a las acciones de Israel. No mira en absoluto las muertes masivas de civiles, la expulsión de población, el hambre, la crisis sanitaria y la destrucción generalizada que el régimen presidido por Benjamín Netanhyau genera en la Franja de Gaza. Al contrario, verbaliza todo el tiempo el absoluto respaldo a las “represalias” desmadradas en territorio palestino.
Una creciente amenaza de seguridad se cierne sobre nuestro país. Ante el posicionamiento presidencial ante el conflicto de Medio Oriente, no se pueden descartar ataques de orientación islámica sobre blancos de nuestro país. Semejantes a los sufridos en la década de 1990, como consecuencia de otra secuencia de sobreactuadas políticas proisraelíes del entonces presidente Carlos Menem.
Los analistas no sólo imaginan una reedición de los ataques contra entidades judías, sino alguna retaliación sobre la propia persona del primer magistrado. El altísimo perfil adoptado por éste en el alineamiento incondicional con EE.UU y su principal aliado en Medio Oriente le asignan probabilidades a una acción de ese tipo.
Las luces rojas encendidas podrán, de paso, brindar la oportunidad de nuevos actos represivos, y regresivos de los responsables de las áreas de Seguridad y Defensa. Ambos siempre solícitos para ampliar la promoción de las instituciones armadas y la vigilancia y restricciones a las libertades de la población.
Un periplo internacional con algo de disparate.
El retorno anticipado es el inopinado colofón de una gira rayana en la irrelevancia y el ridículo. Milei pudo conocer en persona a uno de los máximos “héroes” del gran capital a escala mundial, Elon Musk, uno de los que aplaudió el discurso del mandatario en Davos, el mismo que dejó estupefactos e iracundos a un racimo de dirigentes. Los que fueron equiparados por el presidente argentino a comunistas, nazis y fascistas, todo al mismo tiempo en una de sus habituales mescolanzas conceptuales.
Antes de la ansiada entrevista estuvo de visita a una comunidad judía ultraconservadora, que entregó sendos premios al aspirante a líder de la ultraderecha mundial y a su hermana. Otro gesto de confraternidad con las vertientes más extremas del sionismo internacional, fanáticas sostenedoras de las políticas agresivas en Medio Oriente.
Quedó frustrado su viaje a Dinamarca, con motivo de la compra de aviones anticuados al país escandinavo. Otro de los tantos “brillantes” negocios que se emprenden en seguimiento de los dictados del gran capital internacional y sus representantes políticos.
Devaneos dañinos en medio del desastre.
Hay bastante de ofensivo y absurdo en las iniciativas del gobierno nacional en materias vinculadas con la política exterior. Una sociedad con catastróficos niveles de pobreza y hasta de hambre, todas las prestaciones sociales en crisis y abruptas caídas de los ingresos de la mayoría de la población, se ve arrastrada a controversias que le quedan demasiado lejos.
A la parva de problemas vernáculos y los padecimientos de sus habitantes, se le vienen a sumar las implicaciones de la marcha forzada detrás de los grandes poderes capitalistas del mundo. Ninguna consideración crítica que se formule sobre ese alineamiento merece la menor atención de la conducción gubernamental. Y una parecida indiferencia culpable se extiende por el campo de supuestos opositores que actúan como fieles aliados.
Es de esperar que en cambio quienes, con mayor o menor énfasis, apuestan a un enfoque crítico hacia las políticas del gobierno no miren para otro lado respecto a políticas que nos ponen en riesgo de ahondar la debacle que ya sufre el país.
Las fidelidades de quienes atan al Estado argentino a los poderes más reaccionarios y agresivos deberían merecer asimismo un repudio masivo en el espacio público. Veremos si eso llega, mientras el mundo entero retiene la respiración ante las sombras ominosas que se extienden sobre el destino a corto plazo de la humanidad.
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