Ante la evidente suba de precios de alimentos, bebidas, textiles, medicamentos, servicios y todos los elementos esenciales para el desarrollo y mantenimiento de la vida humana en la Argentina, la implementación del sistema de «congelamiento de precios» en determinadas cadenas de super e hipermercados iniciado el 1ro de junio podemos considerarlo como un pseudo control […]
Ante la evidente suba de precios de alimentos, bebidas, textiles, medicamentos, servicios y todos los elementos esenciales para el desarrollo y mantenimiento de la vida humana en la Argentina, la implementación del sistema de «congelamiento de precios» en determinadas cadenas de super e hipermercados iniciado el 1ro de junio podemos considerarlo como un pseudo control de precios con impacto de difícil demostración.
Por más buena voluntad que ponga el gobierno y la secretaría de comercio interior, los productores de alimentos y bebidas y los supermercados han desatado un sabotaje de facto a los 500 productos pactados con las cadenas de venta de estos productos básicos. También debemos reconocer que hay inconsistencias en la integrfación de los listados de productos que en su punto más kafkiano, tiene 12 marcas diferentes de cera depiladora, pero solo una marca de leche y de azúcar: una verdadera burla a los consumidores o probablemente haya una moda depilatoria de magnitudes indescriptibles.
Todos sabemos que Argentina produce alimentos suficientes para bastecer el mercado interno y exporta grandes cantidades desde semillas hasta productos elaborados, por lo tanto no podemos endilgar a la falta de inversión o producción sino a una sistemática política de escasez provocada por los fabricantes distribuidores y comercializadores de las 500 marcas (no productos porque son menos) con precio regulado.
En estos días son incontables las denuncias de falta de productos regulados, falta de reposición y precios diferentes para un mismo producto en diferentes cadenas de supermercados: una política perversa que expropia el salario de los ciudadanos que ven volatilizar sus ingresos como consecuencia del ocultamiento de productos baratos, y la sobreoferta de los mismos productos que a precios superiores existen en los anaqueles de los mercados transnacionales que son la gran mayoría (Carrefour, Wall Mart, Jumbo, Día, Vea, etc.).
El gobierno debe asumir su responsabilidad y ponerse las pilas para «mirar y cuidar» que las multinacionales no se lleven más dólares con este nuevo mecanismo de ganancias en dólares, luego de haberse fugado más de 90.000 millones de la moneda norteamericana.
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