Pareciera que los que apoyamos el proyecto político del gobierno nacional debemos actuar con mucha prudencia, buenos modales, y antes de opinar cuidarse muy bien, porque lo dicho va a ser utilizado por la oposición y los grandes medios, con seguridad, en forma dañina y, sobre todo, tramposa. En estos últimos días se batalla, en diversos […]
Pareciera que los que apoyamos el proyecto político del gobierno nacional debemos actuar con mucha prudencia, buenos modales, y antes de opinar cuidarse muy bien, porque lo dicho va a ser utilizado por la oposición y los grandes medios, con seguridad, en forma dañina y, sobre todo, tramposa.
En estos últimos días se batalla, en diversos contextos afines con la literatura y la industria del libro, acerca de la invitación a Mario Vargas Llosa para que inaugure la Feria del Libro de Buenos Aires este año.
El director de la Biblioteca Nacional, el sociólogo Horacio González, hizo lo que cualquier intelectual de su talla puede hacer. Dio su opinión acerca de esta significativa invitación. Planteaba que el Sr. Vargas Llosa expusiera su conferencia, pero no como inauguración de la Feria que, como todos sabemos, tiene un contenido político que trasciende al literario.
De inmediato funcionó la maquinaria opositora (incluida la prensa), de la manera apuntada en el primer párrafo de esta nota. Y de allí en más hubo que explicar una y mil veces que no se trataba de censura, ya que nadie hablaba de que no departa en la feria sino, solamente, que no lo haga como conferencista de la sesión inaugural.
La Sra. Presidenta, que sabe del funcionamiento de estos detractores, le hizo conocer al director de la Biblioteca Nacional su opinión respecto a que esta discusión «No puede dejar la más mínima duda de la vocación de libre expresión de ideas políticas en la Feria del Libro, en las circunstancias que sean y tal como sus autoridades lo hayan definido».
Horacio González, desfiló por todos los programas de televisión y radio aclarando que aceptaba la sugerencia de la Presidenta, con el afán de que no queden incertidumbres respecto a que se trabaja para dar más cualidades a la vida democrática. Hubo que explicar lo que estaba explicado.
Distinta vara
No se usa la misma vara para medir la justeza y amplitud de opiniones, cuando el que se expresa libremente es un opositor. Mario Vargas Llosa se ha encarnizado de forma muy personal con nuestro país y nuestra sociedad, en revelaciones muy divulgadas por esos mismos medios. No es solamente un literato, es un militante de las editoriales multinacionales y de la oposición a los gobiernos democráticos de la región a los que apoda, despectivamente, gobiernos populistas.
¿Todos estos que le pidieron a Horacio González tanta explicación, le preguntaron a los organizadores de la Feria del Libro, que tiene trascendencia nacional e internacional, por qué habían elegido, nada menos que para la inauguración, a alguien que ha calificado al país como «aquelarre corrupto», cuyas sentencias sobre Argentina han sido desacertadas y sesgadas: «El de los Kirchner es un gobierno corroído por la corrupción», o «No es posible que Argentina, con lo que ha sido, lo que representa desde el punto de vista cultural, elija un presidente de esos niveles de incultura y de pobreza intelectual.»?.
A todos estos personajes que sintieron que cuestionar la presencia de nada menos que al Premio Nóbel, es indecoroso, nunca los oí criticar la falta de respeto a la honorabilidad presidencial con la que se expresa Vargas Llosa, más allá de la posición política que la presidenta encarne. Vargas Llosas escribe en sus columnas notas contrarias al populismo, al latinoamericanismo y no dice nada acerca de las atrocidades cometidas por los países liberales, con los que él comulga.
Qué está detrás?
El cuestionamiento, en este caso no es a Mario Vargas Llosa, que hace su negocio. El cuestionamiento es a quienes eligieron a este personaje para la conferencia inaugural, como si no supieran que éste sellará el suceso con su ideología. También a quienes en nombre de la no censura, censuraron al director de la Biblioteca Nacional.
Cada año, en cada inauguración se da una disertación eminentemente política. Luego, tiene un alto contenido quién es el elegido para presentar ese discurso. ¿Es casual, es oportunista, responde a la ideología de los grandes negocios editoriales? En cualquiera de los casos. ¿A éstos no se les piden esclarecimientos? No se apuren en decir que una cosa es la literatura y otra la ideología.
Consecuencias
Debido a esta actitud de los opositores, desigual y arbitraria, una intervención noble y franca de Horacio González, deriva en un inconveniente para el Gobierno. Pero cuidado, eso no significa que estuvo mal opinar. Más aún su opinión coincide con la de muchos de nuestros más destacados hombres de la cultura y con todos nosotros, los que no nos dejamos colonizar por los grande monopolios editoriales y de prensa como lo hacen algunos de los llamados opositores. También se comparte la actitud de la Presidenta con esa acción perspicaz e inmediata en reconocer los resortes de la política para mantener la medida, en relación a los límites impuestos en la democracia. La oposición actúa así, y en un año electoral hay que estar alerta porque va a pasar todo el tiempo. Pero no confundirse, eso no significa, que para que no tergiversen, se deje de opinar y aún de denunciar, aunque más de una vez, represente un gasto muy grande tener que explicar que eso que dicen que se dijo, no es lo que se dijo. Si no, fijarse en lo que derivó el comentario de Diana Conti sobre un deseo personal que lo transformaron, con total mala intención, en una propuesta formal del oficialismo.
Misión cumplida
En la Feria del Libro están contenidas grandes empresas de producción, edición y distribución. Es por lo tanto, en uno de sus aspectos fundamentales, un negocio como lo son los medios de comunicación. Se ha avanzado con muchísimo trabajo en la discusión acerca del papel de los medios de comunicación, en la comprensión de que no deben ser monopólicos en su modo de producción, ni en su ideología. ¿Por qué es mal visto que se pronuncien las instituciones, los hombres de la cultura, los funcionarios, cuando se elige un representante del monopolio editorial como inaugurador de la Feria?
El momento es propicio no solamente para aceptar las discusiones que se vayan dando, sino, sobre todo, para instalarlas. Se abrieron rendijas en ese gran muro de contención que nos tuvo por mucho tiempo soportando. El funcionario público de hoy no debe ser un invisibilizado. Horacio González instaló un debate que debía darse. La democratización de la cultura, de la palabra, es un tema abierto que debe darse. Nunca censuró nada ni a nadie. Quién sino él, no debió dejar pasar por alto esta singularidad en la inauguración de la Feria del Libro de este año. La mediación de Cristina fue muy efectiva, propuso no darle lugar a las especulaciones inescrupulosas esperables, pero de ningún modo cerró la discusión. Con nobleza, González hizo la enmienda, pero el debate se ha instalado. Misión cumplida.
(*) Sobre este tema opinamos ya, en Octubre 2010
http://mirtaventura.blogspot.com/2010/10/cultura-politica-claudicacion.html
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.