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Nacional y popular como Repsol-YPF

Fuentes: Rebelión

No soy economista. Eso me permite tomarme ciertas licencias cuando pienso algunas cosas que refieren a economía, por ejemplo, la de no razonar como corredor de bolsa ni enviado del FMI ni ministro de economía (que es casi lo mismo), sino como pueblo, como lector de números sencillos, como amigo, como una persona crítica, como […]

No soy economista. Eso me permite tomarme ciertas licencias cuando pienso algunas cosas que refieren a economía, por ejemplo, la de no razonar como corredor de bolsa ni enviado del FMI ni ministro de economía (que es casi lo mismo), sino como pueblo, como lector de números sencillos, como amigo, como una persona crítica, como uno de los que está harto de los que compran tan fácilmente el discurso oficial, esos que se conforman con tan poco que da cosita.

Y por eso es que me permito hablar desde lo que me pasa en el día a día y no desde un estudio que tenga en cuenta variables complejísimas que sólo entienden muy pocos, justo esos que dicen que es importante entender de eso. Y es precisamente por eso que me dan desconfianza y no les creo mucho.

Sucede que en las cosas que sí conozco un poquito más, también está lleno de gente que dice cosas muy complicadas, y hablan raro, y dice que de esas cosas no entienden todos, salvo los especialistas, que obviamente son ellos mismos. Pero uno, que en esas otras cosas entiende un poquito más, sabe que hablan así de difícil y complicado a propósito, para enredar, para mentir, para ocultar. Porque cuando uno habla verdades las cosas son mucho más sencillas. La verdad la puede sentí-pensar cualquiera.

Entonces, como no soy economista pero sí soy amigo, mientras leía unas notas sobre Repsol-YPF me puse a pensar en mis amigos. Como soy riogalleguense pero vivo desde hace un tiempo bastante largo en Córdoba, tengo una parte de mis amigos allá y la otra acá. Y las realidades (no sólo) económicas son bien distintas. Acá tengo muchos, pero muchos amigos desempleados o con contratos basura. Allá tengo a casi todos mis amigos, trabajando como desaforados en alguna petrolera, que los explota de manera brutal a cambio de algunos pesos.

Bueno, la cosa es que hoy leía algunas noticias sobre Repsol-YPF. Entre eso encontré que «la petrolera YPF, filial argentina del grupo hispano-argentino Repsol YPF, registró en el primer semestre del año una ganancia neta de 3.093 millones de pesos (781 millones de dólares), el 195,4 por ciento más que en igual período de 2009.» (ver http://www.finanzas.com/noticias/empresas/2010-07-29/324349_filial-argentina-repsol-casi-triplica.html).

Como no soy economista y mis cuentas apenas se limitan a dividir mi sueldo entre alquiler, comida, impuestos y servicios, algún libro y paren de contar, decidí hacer una cuenta bien fácil. Pensé en mis amigos (de acá y de allá) y busqué entonces cuantos empleados declaraba tener entre sus filas Repsol-YPF. Según el Directorio RSE de las empresas argentinas, Repsol cuenta con 9.000 empleados (ver http://www.comunicarseweb.com.ar/directorio/ypf.html).

 Recordé las caras de cansados de mis amigos cuando bajan del campo, y pensé lo bueno que sería que ellos laburen la mitad de tiempo que lo hacen, así pueden estar más con sus hijxs, sus seres queridos, con sus amigos, así tienen más tiempo para jugar a la play, o dormir, o leer, o para organizarse sindicalmente por fuera de la burocracia, no sé, para lo que sea.

Pensé después en las caras de angustia de mis amigos de acá cuando andan sin laburo, cuando no saben qué hacer para darle una comida (sí, una literalmente) al día a sus hijos, cuando ven que la vida se les pasa sin poder estar tranquilos y trabajar como quieren.

Después uní las ideas en una propuesta tibiamente reformista: ¿Por qué Repsol-YPF que gana toooooda esa torta de plata (y encima sale a refregárnoslo en la cara) no toma el doble de empleados que tiene y hace que mis amigos de allá vivan menos cansados y más felices, y que los amigos de acá tengan un laburito para criar a sus hijxs y vivir contentos ellos también?

Imaginé entonces, que si no lo hacía debía ser porque al señor Repsol los números no le cerraban. Saqué la cuenta. Como son mis amigos, proyecté salarios mensuales de $ 10.000 para cada uno. Lo multipliqué por 9.000 empleados, luego por 6 meses y me dió $ 540 millones.

Después miré el número de ganancias netas del primer semestre: $ 3.093 millones. Le resté los $ 540 y me dio $2.553. Claro, yo no soy economista y por eso debe ser que me parece sigue siendo muchísimo dinero, sobre todo pensando que son ganancias netas de la empresa, es decir, lo que sacan limpito.

Es justo aclarar que sería injusto cargar todas las tintas contra Repsol-YPF, cuando todas las empresas del sector salieron a anunciar sus cuantiosas ganancias. Shell argentina, por ejemplo, salió también exaltante a contar lo bien que fueron sus negocios por estas tierras donde duplicaron las ganancias del año anterior en el mismo periodo.
Y eso que hablamos sólo de las petroleras. No voy a ponerme a hacer acá un análisis económico de todas las ramas de la producción que están en manos de transnacionales que saquean el país, explotan trabajadorxs, evaden impuestos, nos amargan la vida, destruyen nuestra tierra y nuestros mares, y un larguísimo etcétera.

Frente a este panorama ¿por qué el gobierno que debe velar por la felicidad de su pueblo no obliga a las empresas a que tomen a más empleados en lugar de seguir llevándose tanto, pero tantísimo dinero? ¿Será que los gobiernos prefieren defender a las transnacionales en lugar de su gente?

Yo sólo hablo como amigo, y de lo feliz que me pondría ver a mis amigos con trabajo digno, con la mitad de horas trabajadas, cobrando como $ 10.000 por mes y teniendo tiempo para que nos juntemos, asado de por medio, a ver cómo hacemos para que la gente linda de este pueblo esté más alegre. Tan poco que le costaría a semejante monstruo transnacional. Tan distinto que lo haríamos si esa empresa estuviera en manos de los trabajadores como Fasinpat (ex-Zanon), nosotrxs que sí entendemos de solidaridad, de no ser avaros, nosotrxs que «apenas» aspiramos a una vida digna y alegre.

Sé que los acólitos del gobierno «nacional y popular» van a salir a decir que no tengo idea, que hablo porque el aire es gratis y que no sé nada de economía. Que lo que planteo es utópico, que no se puede hacer, que se nos cerrarían todas las puertas a nivel internacional, en fin, todo el mismo palabrerío conformista y mediocre de siempre. Y puede ser, puede que tengan razón, yo no les creo mucho porque siempre fueron los mismos que dijeron que no se podía hacer nada de lo que luego muchos hicieron, cosas que ahora ellos mismos defienden.

Por lo pronto lo único que sé, es que las transnacionales se llevan todo y que el gobierno las apoya entusiasta. Eso no suena muy nacional y popular, pero claro, yo apenas soy amigo, apenas soy pueblo, desde acá abajo las cosas se ven bien distinta a lo que nos dicen, acá nacional y popular significa otra cosa. Insisto, debe ser porque no soy economista.
 
* El autor es integrante del Colectivo de Investigación «El Llano» y militante del Movimiento Lucha y Dignidad en el Encuentro de Organizaciones de Córdoba.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.