Lo que tenemos delante por tanto es, como correctamente se ha nombrado desde las redes sociales, un golpe de estado…, porque se está quitando a Grecia -y a todos los países de la UE la capacidad de legislar. Cuando se le arrebata a una nación el poder de legislarse a sí misma, se le ha […]
La primera aproximación lleva la firma de Félix de Azúa, un ex novísimo (ahora viejísimo por supuesto). «Ineptos» es el título de su nota (martes 14 de julio, p. 40). Aunque pueda parecerlo por el título elegido no habla de él.
Tres compases para su «ineptos». El primero, un toque intelectual de distinción: «Lo juzgó con lucidez Leopardi mucho antes de que las vanguardias políticas y artísticas comenzaran su heroica travesía hacia la nada: «Presumen de rehacerlo todo porque no saben hacer nada», escribió. Era una premonición de nuestro tiempo. Cuando el teléfono, el ordenador, el cónyuge o la tostadora se nos hacen viejos, bizqueamos delante del ente porque no tenemos ni la más remota idea de cómo repararlo y además sale muy caro. Así que lo tiramos y corremos al almacén a comprar otro nuevo». Ni la más remota idea. Sigamos.
El segundo paso va más al grano: «En política sucede lo mismo: cuando nos percatamos de que no sabemos hacer nada, entonces exigimos tirar al vertedero la máquina social y comprar otra en Venezuela. No teniendo ni atisbo de cómo mejorar la vida de nuestros semejantes, reivindicamos una revolución. Por suerte todo suele quedar en un cambio del callejero. Así ha sido en Grecia». Venezuela, revolución, no tienen ni idea, no sabemos nada, latigazo contra «Ahora Madrid», así ha ocurrido en Grecia… Todo en uno. Como el ABC o La Razón. Uno y lo mismo.
El golpe, no de estado, sino de sabio, superdotado e intocable intelectual orgánico: «Syriza se presentó como un partido capaz de arrasarlo todo y comenzar de cero [FALSO]. El lío griego era de tal magnitud que parecía preferible tirarlo a la basura y volver a empezar como si nada [FALSO OTRA VEZ]. Al final han acabado por llamar a los expertos europeos a ver si saben poner en marcha la maquinita [¿QUIÉN HA LLAMADO A QUIÉN? FALSO DE NUEVO]. Los de Bruselas parece que tienen algunas ideas sobre lo que se puede hacer cuando uno ha fracasado en la reparación de la tostadora [¡LOS DE BRUSELAS! ¡LOS EXPERTOS! ¡LOS SABIOS!]. Sobre todo porque la tostadora es suya [¿SUYA? ¿DE LOS DE BRUSELAS? ¿QUÉ ES SUYO?]. Por fortuna para los griegos, ni siquiera Tsipras es tan tonto como para creer sus propias simplezas [TONTO, SIMPLEZAS,… INSULTA Y DESPRECIA QUE ALGO QUEDA]. Suponemos que fue un duro golpe ver cómo le aplaudían llenos de fervor Pablo Iglesias y Marine Le Pen [MEZCLA, UNE LO QUE ESTÁ LEJANO, ARROJA TODA LA PORQUERÍA DEL MUNDO SOBRE SYRIZA Y PODEMOS DE PASO, AHORA IU YA NO ES UN ENEMIGO]. En ese momento se le hizo la luz. «Debo de haber dicho una estupidez», pensó para sí al ver a la pareja arrebatada por el entusiasmo [MÁS INFAMIA, MÁS ABYECCIÓN, BARRA LIBRE]. Y llamó a reparaciones urgentes [¿REPARACIONES?]. Un poco tarde, ¿verdad? [¡CAÑA, HAY QUE DARLE CAÑA AL MONO REBELDE! ¡QUÉ SE HABRÁN CREÍDO!].
El primer asalto, pues, de esta gran figura de la poesía, la novela y el ensayo español y europeo. En síntesis: hablar sin saber de que se habla, al servicio del discurso e intereses de los dominadores. La voz del amo que paga (muy bien) dicta melodía, compás y ritmo.
La segunda aproximación. De don Xavier Vidal Folch, página 2 de la edición del martes 14.
Es quizá, señala don Xavier, «la mayor novedad del pacto: el Fondo al que Grecia abocará bienes públicos a privatizar, por 50.000 millones de euros, para avalar el nuevo crédito del tercer rescate«, privatizado en un fondo controlado, realmente, por gestores de Bruselas. «¿Es la «venganza» del Norte contra el díscolo del Sur? Seguro que algunos buscaron desquite de la afrenta recibida al ver su oferta sometida, no a referéndum positivo, sino agresivo, deslegitimador». No, no es eso. Según don Xavier: «supone, sobre todo, un mecanismo para rellenar la brecha que abrió en la confianza mutua». ¡Mecanismo para rellenar una brecha! ¡Válgame Dios! ¡Cómo hablan, de qué hablan!
Antes, para recuperar las deudas en caso de impago («default»), prosigue don Vidal-Folch haciendo un poco de historia, «los acreedores guerreaban. Y se auto-concedían así garantías reales para asegurarse el recobro de lo prestado. España, Reino Unido y Francia invadieron México en 1861, ocuparon el puerto de Veracruz y lograron un acuerdo para convertir el petróleo mexicano en prenda de su crédito. Francia fue más lejos e impuso un Emperador, Maximiliano. Reino Unido se aficionó al mecanismo e invadió Turquía en 1876, Egipto en 1882…» Desde la posguerra mundial, asegura, «desguazadas las cañoneras, todo es menos brutal». No todo, desde luego, ha sido menos brutal. Tiene poca memoria: Corea, Argelia, Vietnam, Chile, etc etc. «La garantía real (petróleo, materias primas) de un rescate ha cedido paso, para el FMI y otros acreedores, a otra, inmaterial». ¿Inmaterial, dice don Xavier? «Política: un contrato de confianza, plasmado en un pliego de condiciones y deberes económicos. Se supone que si se cumplen, se asegura el buen fin de la deuda. Su «sostenibilidad»: que será pagada». ¿Condiciones y deberes económicos? ¿Ya está, con eso basta? ¿Qué condiciones? ¿Qué supuesto es ese? ¿Si se cumplen se asegura el buen fin de la deuda? ¿Se pueden cumplir esas condiciones? ¿A costa de qué y, sobre todo, de quiénes?
«El poso de confianza en Grecia se convirtió en pozo de desconfianza por culpa del (legítimo y nefasto) referéndum». ¿Confianza? ¿Quién confiaba en qué? ¿Se puede confiar en buitres insaciables? ¿Nefasto referéndum?
La mentira, «populista» diría él mismo, para finalizar: «En la tesitura de tener que desembolsar con cargo a los contribuyentes no griegos [¡contribuyentes no griegos!, ¡agita vendavales!] al menos otros 50.000 millones, ¿con qué prenda garantizaba Atenas ese tercer rescate?» ¡Cómo si no se supiera el destino y la finalidad de los anteriores rescates! ¿Quiénes se beneficiaron realmente?
Más en la misma línea: «Agotada la fe en Grecia como contrapartida, quedaba solo o la generosidad sin garantías, que algunos Parlamentos (ay, también soberanos) habrían rechazado, o el retorno a las prendas reales». ¿Generosidad sin garantías? ¿Parlamentos, ay, soberanos? ¿No había otra? ¿No había otra sendero que el camino transitado? A golpear, a golpear, hasta destrozarlos en el Egeo. Sin piedad.
Serán difíciles de aportar, concluye don Xavier. «Yorgos Papandreu quiso privatizar por esa cuantía, pero no disponía ni de catastro. Bajo su difuso carácter, pues, late el valor del compromiso inmaterial que le supone al Gobierno de Atenas pasar esa dolorosa medida (reverso de su programa) por el cedazo de su Parlamento». ¡Ni de catastro! ¿Dolorosa medida? ¿Dolorosa? ¿Reverso de su programa? ¿De qué programa? ¿Y si el Parlamento dice OXI, OXI, OXI?
Y la abyección, la chulería del servidor del amo para acabar: «Nada es gratis».
Cuanto se les lee, irrumpe en nuestra cabeza una sugerencia, un deseo más bien: ¿y si les enviáramos a pasar una temporada a Grecia -dos o tres años pongamos por caso- a casa de una de las familia que pasa sus meses, desde hace ya años, con menos de 400 euros mensuales, lo que ellos dos se gastan probablemente en una cena familiar el fin de semana, acompañados, con algunos amigos, dinero que recuperan escribiendo dos columnitas para el global-imperial?
Si no tienen suficiente, si son capaces de resistir, escuchen cualquier día de cualquier los sermones de Juan Cruz en la férrea cadena del SER-fondos buitres. No podrán con todo.
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