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Entrevista a Claudia Korol

«Necesitamos revolucionar el sistema»

Fuentes: Huerquen

– Huerquen: La primera pregunta que te queremos hacer es ¿Qué significó para vos la consigna y movilización del Ni Una Menos del año pasado? Claudia Korol: Para mí fue muy conmocionante, fue como un grito colectivo muy fuerte de algo que quienes somos parte del feminismo hace muchos años lo veníamos diciendo, gritando en […]

– Huerquen: La primera pregunta que te queremos hacer es ¿Qué significó para vos la consigna y movilización del Ni Una Menos del año pasado?

Claudia Korol: Para mí fue muy conmocionante, fue como un grito colectivo muy fuerte de algo que quienes somos parte del feminismo hace muchos años lo veníamos diciendo, gritando en pequeños grupos o en grupos más grandes, ya en los Encuentros Nacionales de Mujeres… pero el hecho de que haya trascendido a la sociedad fue sumamente importante. Sabemos que la situación generada con la muerte de Chiara Paéz (14 años, asesinada en mayo de 2015 en Rufino, Santa Fe) desató de alguna manera ese grito de Nunca Más! en realidad, es decir, a mi me trae a la memoria directa el Nunca Más, pero insisto fue muy conmovedor y fue sentir que de alguna manera esto empezaba a ser parte de una conciencia social de los y las argentinas.

– H: ¿En qué sentís que hay una relación entre el Ni Una Menos y el Nunca Más?

C.K.: En que hay momentos en que la sociedad, o por lo menos importantes sectores de la sociedad, se convencen de que determinado nivel de injusticia es intolerable. El Nunca Mas fue un poco eso, y quedó muy grabado en el nivel de la conciencia social. Yo no digo que no se pueda volver atrás pero creo que es un sentimiento profundo de amplios sectores de la sociedad frente a lo que significa el terrorismo de Estado. De alguna manera lo volví a tener claro cuando fue el 19 de diciembre y ante la declaración del estado de sitio la gente salió a la calle a decir «¡no!». Ese salir a la calle tenía que ver con ese Nunca Más construido colectivamente a partir de muchos años de lucha por los derechos humanos. Y en este caso la lucha de las feministas, del movimiento de mujeres y también de las diversidades sexuales, en términos de decir: bueno, éste sistema patriarcal de muerte, de ocupación y de conquista de los territorios, del cuerpo de nosotras como mujeres… o travestis, transexuales, lesbianas, bisexuales… bueno, ya no puede seguir siendo lo mismo. Y es algo que no sólo fue grito de las mujeres sino que también fue grito de sectores de varones que tomaron conciencia y que lo dijeron y que marcharon con nosotras, y por supuesto de las diversidades sexuales que venían haciéndolo. En todo eso encuentro elementos de coincidencia. Decir algo que trasciende al movimiento original, como fue el movimiento de DDHH gestando el Nunca Más, o como fue el feminismo gestando este No a los femicidios.

– H: ¿Estás de acuerdo con la idea de que el Ni Una Menos es un territorio en disputa? En el sentido de que mucha gente retomó la consigna como un slogan que puede ser pasajero, o una moda… ¿cómo evitamos que se lo vacíe de contenido o cómo lo llenamos de contenido, teniendo en cuenta que figuras públicas como Tinelli lo retomaron?

C.K.: Sí, eso nos pasa cada vez que tenemos un logro en el campo popular ¿no?, enseguida tratan de cooptarlo y adecuarlo y ponerlo como parte de las ideas hegemónicas. Efectivamente hubo una intención de banalizar el Ni Una Menos y un logro en ciertas zonas que son importantes… yo de eso no tengo dudas, pero por un lado digo: ¿por qué lo hicieron? Bueno, porque quedarse al margen de ese grito era complicado, era quedarse claramente en el lugar de los que habían venido construyendo la violencia patriarcal, ya sea a través de los medios de comunicación, de la cultura, de los gobiernos. Lo otro que creo es que ese momento pasó un poco, porque la situación actual de derechización, de avance conservador en la cultura, en la política y en los gobiernos, nos lleva a que por ejemplo ahora, que estamos a pocos días del Ni Una Menos, todavía no aparecen… Los mismos que salieron a hablar en ese momento callaron, y los medios están haciendo un silencio casi absoluto sobre la nueva convocatoria para el 3 de junio. Entonces, yo creo que es territorio de disputa, pero hoy la disputa está sobre todo, en la capacidad que tengamos para volver a movilizar; por lo menos yo siento eso, yo no creo que ya Tinelli venga a la marcha, ni que quiera asomarse, ya no es su tema… sabe de alguna manera que nos han dado un golpe, en términos en que la derechización conservadora fortalece el fundamentalismo patriarcal… pero lo que tenemos a favor, es que en la conciencia social quedó instalada esa sensibilidad y lo interesante de este momento es que se abrió un proceso de convocatoria desde las organizaciones sociales. Veremos qué capacidad tenemos de movilizar, no ya por el efecto mediático sino por la capacidad propia.

– H: En cuanto a darle contenido y a cómo se sigue trabajando desde las organizaciones sociales ¿Cuáles son las expectativas para este nuevo Ni Una Menos y que desafíos se nos plantean?

C.K.: Primero, no tengo ninguna duda de que este año va a ser un Ni Una Menos con una marca feminista diferente, en el sentido de que logremos, como decía recién, con la capacidad de movilización que desde el feminismo y el movimiento de mujeres generemos y no. Por otro lado creo que hay otro aspecto positivo que es que se ha abierto una convocatoria (desde los mismos sectores que convocaron al año pasado el Ni Una Menos) a organizaciones sociales a construir colectivamente; hoy venimos de vivir la segunda asamblea donde se estaba discutiendo desde las formas de convocar hasta el contenido. Se ampliaron los temas, cosa que el año pasado estaban bastante cerrados: hoy el tema del derecho al aborto legal seguro y gratuito es uno de los temas de la convocatoria, está en el documento inicial… también están los temas de la ofensiva contra las mujeres en el campo laboral, en la precarización del trabajo… bueno, todo lo que hace a la vida cotidiana: las distintas maneras de violencia que existen, que están muy presentes… Entonces, mi impresión es que en este caso tenemos como desafío sobre todo relacionar esa convocatoria (que a mi entender es mucho más profunda que la del año pasado) con los movimientos sociales, populares, de mujeres y generar a partir de esta iniciativa una capacidad de respuesta ya organizada y articulada que sostenga el Ni Una Menos (al que ahora se le agregó la consigna Vivas nos Queremos!), como un hecho de la conciencia social argentina. Recién veníamos charlando de la necesidad de hacer asamblea en la casa, asamblea en la escuela, asamblea en la empresa (donde exista empresa todavía…), asamblea en la calle, asamblea en el movimiento, para convocar organizadamente. No hay movimiento que se pueda quedar al margen de esta jornada. Siempre los temas de movilización de mujeres han quedado como un tema más ¿no? y a veces es el último en las agendas de los movimientos… bueno, si de algo nos tiene que servir lo que pasó el año pasado es para decir, éste año no podemos dejarlo como el último tema de la agenda. En los días que nos quedan tenemos que movilizar, convocar, estar… Además el Ni Una Menos no es un día: qué hacemos al día siguiente… qué hacemos por ejemplo, quienes trabajamos en relación con los temas de violencia contra las mujeres. Sabemos que después del 3 de junio del año pasado se multiplicaron las denuncias y que no damos abasto para resolver la cantidad de desafíos que eso nos plantea. Eso es también generar más organización, no simplemente pedirle al Estado, por que el Estado está achicando su presupuesto, sus organismos y por ende su capacidad de respuesta. Nos va a quedar a las organizaciones autónomas del movimiento de mujeres el encontrar vías para dar respuesta y sostener esta situación.

– H: Queremos preguntarte en relación a los femicidios ¿qué paralelismo hay entre la dictadura y la democracia en cuanto a las desapariciones de los cuerpos? ¿Qué pasa en la sociedad cuando desaparece una piba? ¿Qué genera la desaparición de alguien?

C.K.: Bueno, yo creo que la desaparición de los cuerpos es un fenómeno y una acción planificada muy perversa y que tiene que ver con generar un espanto; algo inasible en la sociedad ¿no? no sólo en la familia, no sólo en el ámbito o cercanía de la persona directamente desaparecida, lo hemos visto en la dictadura y lo volvemos a ver ahora. Muchas veces se señaló sobre el hecho de no poder elaborar el duelo que es en sí muy grave, es también toda la expectativa y frustración al mismo tiempo no resuelta, en torno a una vida que podes estar buscándola durante años. Entonces esto genera en algunos casos paralizarse en ese momento de la búsqueda, aparte de que no tenés… en otros casos la parálisis total. Es un mecanismo muy perverso: la supresión de los cuerpos, por parte del poder, de la hegemonía con su violencia tan tremenda, construye un sistema fantasmagórico prácticamente, de perversión, donde no podemos siquiera relacionarnos con él o la ausente.

– H: ¿Contra qué luchamos?

CK: Nuestra lucha como pueblo es contra por lo menos tres sistemas de explotación y de opresión como son el colonialismo, el capitalismo y el patriarcado, que nacieron juntos en nuestro continente y que los tres se construyeron sobre la base de la violencia: la desaparición y el exterminio de distintos modos de cuerpos, de comunidades, de pueblos, de territorios y de trasformación de las condiciones de vida en que estamos. Entonces a mí me parece que el «Ni Una Menos», como «El Nunca Más», tiene que ver con la posibilidad de parar el ciclo de la violencia.

A mí me impacta mucho por ejemplo toda lo que hemos analizado sobre la denuncia de la violencia sexual en los campos de concentración en la dictadura, como crímenes de lesa humanidad. Y en unos talleres que hacíamos entre compañeras de alguna manera sobrevivientes de distintas formas de violencia durante la dictadura, nos preguntábamos ¿porque nos costó tanto a nosotras, a las mujeres que habíamos luchado contra la dictadura y previamente contra el sistema capitalista (por ahí no tan claramente contra el patriarcado en ese momento), porque nos costó tanto denunciar la violencia sexual en los campos de concentración? Recién treinta años después se hizo esa denuncia con fuerza. Y cuando encontramos las respuesta (y lo vivimos de nuevo en Guatemala cuando fue el juicio contra Ríos Montt, que ahora también hay un proceso similar) las respuestas eran «y porque no queríamos herir a los familiares»; claro, no se podía demostrar tantos años después que habíamos sido violadas o que habíamos sido acosadas o que nos habían amenazado con la violencia sexual, porque no se podía comprobar físicamente, materialmente, porque tal vez hubieran pensado que nosotras buscábamos a través de esa transacción de nuestros cuerpos algún beneficio, cuando ¿qué mujer presa o secuestrada puede estar buscando beneficios, no? Pero después nos pusimos a pensar si estas no son las mismas respuestas que dan las pibas con las que laburamos cotidianamente, las jovencitas… «¿y por qué no denunciaste el acoso sexual?, ¿Por qué no denunciaste que tu abuelo te violentaba en tu casa?» y las respuestas son las mismas: «No nos iban a creer. Van a pensar que lo provocamos. Iban a pensar que nosotras de alguna manera sacábamos algún beneficio». Ahí concluimos, como reflexión: hay una violencia sexual que es una forma específica de represión de los cuerpos de las mujeres, que tiene más de cinco siglos. Y por eso estamos luchando también contra el colonialismo, porque ese miedo por el cual no hablamos, por el cual no denunciamos, no es un miedo inmediato en lo físico porque insisto hay compañeras que han denunciado todo tipo de torturas pero no denunciaron la violencia sexual.

Entonces no es miedo a la represalia física, es un miedo cultural, histórico a como es mirada la mujer. Se asume por ejemplo que fue violada, que sufrió violencia sexual, entonces nuestros dolores de hoy tienen que ver con cinco siglos de colonización. Cuando yo digo «Ni una Menos», es parar de una vez ese ciclo histórico de más de cinco siglos de opresión y de dominación. El «Nunca Más» golpes de Estados es parar esa cadena histórica; es decir, el Capitalismo se funda en la violencia y en la destrucción de los cuerpos y las vidas de los pueblos. Y bueno, algún día tiene que parar ese ciclo de violencia y tenemos que encontrar los modos. Por supuesto nadie va a renunciar a sus privilegios como sectores del poder, pero sí la denuncia de esa violencia tiene que generar una imposibilidad de actuar del mismo modo.

– H: En ese sentido ¿cuáles son los frentes de lucha a profundizar?

CK: La denuncia es uno. La movilización es otro. Las redes de sostén y de contención y de encuentro son otros. Yo creo que las mujeres que sufren violencia sexual o cualquier tipo de violencia las necesitan… las necesitamos, yo hago talleres y a veces digo que todas las mujeres hemos sufrido todo tipo de violencias… todas. Si alguna no la sufrió que nos cuente; no hay una que diga «yo no sufrí ninguna».

Y finalmente necesitamos revolucionar el sistema. Terminar con la opresión, y eso significa terminar con la propiedad privada de los grandes medios de producción transnacionales y de la burguesía que generan este sistema, y significa terminar con los privilegios del patriarcado. Entonces, por más que suene medio fuerte en esta era «macriana» hablar de revolución, hay que hacer las revoluciones que nos faltan. Porque si no vamos a estar siempre emparchando y viendo como sostenernos en las caídas. Y si, lo vamos a seguir haciendo, porque es importante cada cuerpo y cada vida; estar al lado de la caída y levantarla y seguir la lucha es fundamental. Pero si nos levantamos y solo decimos «bueno vamos a caminar un poquito más», no. Caminemos, ya que nos cuesta tanto, hacia las revoluciones que nos faltan.

– Huerquen: ¿Tenés imágenes donde digas «acá se ve claro» este sistema de opresión?

CK: Por ejemplo Belén… Por ejemplo Reina Maraz, una mujer quechua parlante con cadena perpetua acusada de una violencia que no cometió, pero además víctima ella de haber sido violada múltiples veces y con una condena a perpetua por no hablar español… o sea colonialismo, patriarcado y capitalismo en ese tribunal, y en la mayor parte de las sentencias judiciales. Ahora hubo una en La Plata contra una travesti, Claudia se llama, que la ponen presa por tener un gramo de cocaína, cuando sabemos que los narcos andan junto con la Policía, con los Jueces y con los Gobiernos… en la sentencia del juicio, se le señala ser peruana… se agrava su situación por ser peruana! De nuevo, capitalismo, colonialismo, hetero-normatividad en este caso. Otra imagen, en el asesinato… el travesticidio de Diana Sacayán…. Se me vienen montones de imágenes.

Nosotras hemos trabajado mucho con mujeres en prostitución, acompañando su vida y sus luchas por derechos y sus muertes muchas veces, en un extremo abandono, entonces bueno, la verdad es que son demasiadas imágenes que tenemos y que son las que nos hacen decir «Ni una menos. Vivas nos queremos» porque son las imágenes de la injusticia que se expresan en cuerpos concretos.

Y la última que no me quiero olvidar es Berta Cáceres, una mujer indígena, lenca que lucho contra una empresa que quería construir una hidroeléctrica, asesinada por unos sicarios. Por ser defensora del río claro que sí, pero por ser indígena y por ser mujer también. Como fui amiga de Berta conozco que no solo tuvo que luchar contras los jefes de la empresa esa, también tuvo que enfrentar al patriarcado en su organización, fuera de su organización, cuando estuvo presa en los tribunales e incluso después de muerta cuando dijeron que era una «muerte pasional». Entonces, hasta después de muerta, sabiendo todos y todas que había complicidad de la empresa, de los militares y del Estado, que digan que fue un crimen pasional tal vez, por lo cual la mataron… entonces Berta en ese sentido también me viene a la mente cada vez que hablamos del Ni Una Menos o cómo es la situación de las mujeres luchadoras en este caso… Berta Cáceres, Bety Cariño y podemos seguir nombrando muchas más.

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