La falta de voluntad de reponer el stay por parte del juez, Tohmas Griesa, y la férrea posición de la delegación del ministerio de economía conducida por el ministro Axel Kicillof, de no volver al sobre endeudamiento para pagar deuda, condujo a la creación de un neologismo financiero: un deudor que paga y un acreedor […]
La falta de voluntad de reponer el stay por parte del juez, Tohmas Griesa, y la férrea posición de la delegación del ministerio de economía conducida por el ministro Axel Kicillof, de no volver al sobre endeudamiento para pagar deuda, condujo a la creación de un neologismo financiero: un deudor que paga y un acreedor que parcialmente no puede acceder al cobro. Si bien esta situación no trae aparejada preocupación en el orden externo, por cuanto Argentina hace mucho que no acude al financiamiento internacional, si dio brios a una oposición aletargada.
El frente interno cuenta con diversos escenarios que componen una sinergia peligrosa. A título enunciativo podemos diferenciar a los bancos argentinos quienes tienen su propio juego especulativo, por un lado son tenedores de los bonos out, pero también de bonos in, es decir re estructurados, y en consecuencia pujan por mayor ganancia, seguidos están los restantes especuladores bursátiles que usufructúan las especulaciones informativas para ganar unos pesos en la bolsa. Seguido, se encolumna la oposición política, quien cree ver un escenario apocalíptico que busca capitalizar. También se anotan en la lista los grupos concentrados de la economía que juegan de lleno a la especulación, tanto no liquidando dólares por exportaciones como presionando a la alza el dólar ilegal. Todos profetizan que la defensa de los intereses nacionales realizada por el proyecto nacional y popular generó una falta de confianza respecto del país. Lo que no dicen son las verdaderas intenciones que los mueven.
Tanto el macrismo como el massismo han demostrado desconocer la naturaleza de lo que esta en juego, al tiempo que evidencian de forma grosera su alineamiento con intereses foráneos. Por un lado apuestan a una salida vía endeudamiento y están dispuestos a ceder los márgenes de soberanía económica que se han conseguido, pero gran parte de su impostura se relaciona con un pragmatismo repudiable que apunta a destruir el liderazgo de CFK. Saben estos sectores que dicho liderazgo no se verá diluido luego de las elecciones del 2015, más allá del resultado, por lo cual necesitan alguna alquimia política que quite en perspectiva al kirchnerismo, para lo cual han escogido un instrumento de orden simbólico, buscando asimilar y asociar a CFK con el abismo, la incertidumbre, los despidos, la suba del dólar, el default y apuntan a internalizar una reminiscencia que conecte con el 2001. Se encuentran acuciados por el tiempo, puesto que un eventual triunfo electoral opositor automáticamente producirá una puesta en valor de lo hecho por el proyecto desde 2003 y la evaporación del relato mediático que construyeron dejará liderazgo de CFK como una espada de Damocles.
Estos sectores son sicarios del mal, pero por sobre todas las cosas son garantes del statu quo internacional con hegemonía del dólar, y el sostenimiento de ese paradigma choca de frente con la «anomalía argentina» por la cual Argentina produjo un des marcamiento inédito de los centros de poder financieros para apuntalar su crecimiento con alto nivel del empleo y salarios, un peligros ejemplo que buscan obturar.
Pero quizá le herejía que buscan combatir con más energía, es el hecho de que un país periférico ha concretado una maniobra revolucionaria a escala global vía la quita del 70% de su deuda, reduciendo capital financiero, léase acreencia provenientes de la especulación financiera, a la dimensión del capital productivo, puesto que solo reconoce el pago de aquello que puede pagar con lo que produce. Podría hacerse un paralelismo y decirse que ha repuesto de forma aggiornada, un nuevo patrón oro.
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