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Elecciones en Catamarca

Ni una advertencia que los K puedan subestimar, ni el fin del kirchnerismo

Fuentes: La Arena

Salvo Cobos, que lo tomó con calma, el resto de la oposición conservadora y los medios afines han interpretado el comicio catamarqueño como el certificado funerario del kirchnerismo. Y no es así por varios motivos.

La victoria del Frente Cívico y Social liderado por el gobernador Eduardo Brizuela del Moral fue clara. Escrutados el cien por ciento de las mesas, la ventaja del oficialismo no llegó a los «18 puntos» con que exageró el mandatario el domingo, pero sí a los 10 puntos. Y eso hace a un triunfo nítido sobre los saldos y retazos del Partido Justicialista, zurcidos por Néstor Kirchner y que volvieron a descoserse antes de votar. Para entonces varios de los aliados habían roto la ilusión del peronismo unido («dime de lo que presumes y te diré de lo que careces»).

Kirchner podrá decir que si él no unía a los pedazos del PJ, participando del cierre de campaña el jueves, el resultado habría sido aún más calamitoso. Puede ser. Pero no se trata de discutir por cinco o diez puntos más de ventaja o desventaja. En 2003 muchos ciudadanos se entusiasmaron con el patagónico y sus promesas de la renovación de la política, con un frente transversal o la concertación.

Lo que se cuestiona de lo ocurrido en la tierra donde muriera sufriente María Soledad Morales es que el ex presidente hizo «una bolsa» donde metió de todo, pocos kirchneristas, muchos barrionuevistas y escasos saadistas. Aún perdiendo, Luis Barrionuevo colocó la mayor cantidad de legisladores provinciales. Y lo hizo dándose el lujo, el día de la elección, de pronosticar la derrota del PJ. «Ganó Independiente, ganó Chacarita y perdió Kirchner, ¿qué más puedo pedir?», le dijo a radio Mitre.

El otro sabandija, Ramón Saadi, llegó al acto de cierre de campaña al frente de una columna de su sector y se negó a subir al palco, pese a que lo invitaba su prima Lucía Corpacci. «Ramoncito» dijo que no, aclarando que no subía por la presencia de Kirchner. Y aprovechó la prensa nacional para informar que se alejará del bloque de senadores del Frente para la Victoria. Se sumará así al éxodo de Carlos Reutemann y Roxana Latorre, de Santa Fe, y de Juan Carlos Romero y Sonia Escudero, de Salta.

Al unirse con las huestes de Barrionuevo y Saadi, Kirchner dilapidó parte de las ilusiones que podrían tener depositadas un sector del progresismo, incluso de justicialistas. No se le cuestiona el resultado sino la construcción misma de un frente de aquellas características.

Eso podría ser lo más lamentable de la señal emitida desde Catamarca: que el titular del PJ a nivel nacional piensa incurrir en una construcción semejante para octubre. Y eso en tierra bonaerense significará unirse a lo peor del justicialismo, a los intendentes del conurbano y otros tránsfugas que estuvieron con Carlos Menem y Eduardo Duhalde. Y que, si declina el kirchnerismo, estarán con el que venga, que es el sentido visible de los éxodos ya concretados.

 «Eslabón débil»

En algunos círculos del gobierno está instalada la idea de que la derrota con la patronal rural sobrevino por la escasa capacidad de movilización demostrada por sectores del PJ y la concertación.

Al margen de que en algunas partes aludidas haya habido escasa convicción para ganar la calle, tal interpretación deja sin autocrítica a Kirchner y Cristina Fernández.

El «eslabón débil» de la cadena fueron políticos que el matrimonio presidencial ubicó en puestos de responsablidad, comenzando por Cobos. Cuando en 2007 se decidió la nebulosa de «pingüino o pingüina», el afiche que inundó las marquesinas fue uno con la foto de la candidata y la leyenda: «Cristina, Cobos y vos». El cuyano, un mediocre gobernador que perdió su distrito, fue encaramado en la titularidad del Senado por Néstor y Cristina. Y no fue el único. Aunque Reutemann diga que no le debe favores a nadie, él y otros senadores -Roberto Urquía, dueño de Aceitera General Deheza- fueron entronizados con el favor de las autoridades nacionales. Felipe Solá encabezó la boleta de diputados nacionales en Buenos Aires. Y así de seguido.

Brizuela del Moral fue parte del elenco del «radicalismo K» junto con el vicepresidente y durante muchos años gozó de los favores de las partidas nacionales para ejecutar obras. Desde el conflicto con la Mesa de Enlace se divorció de los Kirchner y se puso del lado de la Sociedad Rural y de Cobos en el orden político.

El patagónico debería repensar su estrategia y aliados, porque con la orientación actual puede compartir eventuales victorias con gente que lo incendiará políticamente, o peor aún, puede ser derrotado como en Catamarca. Porque en medio de esta política bilardista o resultadista, cabe recordar que hay derrotas dignas y de las otras. La del domingo fue de las otras.

Posiblemente el patagónico diga que en octubre no tendrá ese riesgo porque él irá al frente de la boleta. Sin embargo quedan dos preguntas. Primera: ¿irá aliado a intendentes impresentables como Raúl Othacehé de Merlo y Mario Ischii de José C. Paz, que hizo la logística en Catamarca? Segunda pregunta: el esfuerzo de octubre, ¿apuntará a que el presidenciable de 2011 sea Daniel Scioli o Carlos Reutemann? En tal caso será un retroceso. Y comparado con eso, el comicio de anteayer habrá sido una molécula.

Fantasías opositoras

El triunfo de Brizuela del Moral fue amplio. Pero no debería ser endiosado ni sacado de contexto, ni hacer perder de vista la genealogía del Frente Cívico. Menos aún debería servir para plataforma de análisis de extrema derecha de periodistas porteños, que no anduvieron por Catamarca por años y tampoco se informaron de su problemática.

Por ejemplo, hay que decir que la concurrencia del electorado fue bien escasa, apenas el 45 por ciento del padrón (tema omitido por casi todos los analistas, como el papelón de la lista de Elisa Carrió con el 3 por ciento). Poca participación puede tener varios responsables pero una cuota mayor es del gobernante en funciones.

Por otro lado, los medios llamaron la atención sobre el clientelismo desarrollado por Ischii a nombre de Kirchner, más los cheques de la ministra Alicia Kirchner, el titular del Anses Amado Boudou, etc. Eso es reprochable. Pero la gobernación no fue santita: repartió bolsones, colchones y subsidios todo lo que pudo. Y no sólo en este comicio sino en los anteriores; esta vez superó la cota de prebendas.

No es que el PJ encarna todos los males y el Frente Cívico es discípulo de María Teresa de Calcuta. Su fundador y dos veces gobernador fue el radical Arnoldo Castillo, hasta que el tercer mando lo cumplió su hijo Oscar, actual senador nacional. Castillo padre fue intendente radical de la dictadura militar, en una provincia donde el Ejército venía masacrando desde antes del 24 de marzo (verbigracia, fusilaron a los 17 militantes del ERP rendidos tras su fracaso en copar el regimiento).

Según una defensora acérrima de Brizuela, la aspirante a diputada de la Coalición, Margarita Stolbizer, ese gobernador bajó el índice de pobreza de 62 por ciento al 50. ¡La pucha! ¿El Frente Cívico gobierna el distrito desde hace 18 años y ese es su mérito?

En noviembre de 2008, pasado el conflicto de la soja, el radical K Gerardo Zamora arrasó con el 84,5 por ciento de los votos en Santiago del Estero, pero no correspondía sacar como conclusión que los Kirchner vivían su apogeo. Y cuando anteayer perdieron en Catamarca, tampoco parece válida la conclusión opuesta. Para la oposición de derecha, cuando los K ganan es una elección «provincial» y cuando pierden es «nacional». Recién en las legislativas nacionales se podrá saber con claridad su situación.

Por eso parece incorrecto darlos por muerto, como pronosticaba Mariano Grondona en «La Nación» dominical. Y peor aún, tratarlos de «locos» (otra coincidencia del profesor con Barrionuevo). «Lo anómalo entre nosotros es que el príncipe nuevo que nos gobierna lo hace en medio de una república. Los que lo siguen, lo aplauden ciegamente. El nombre de nuestro autotitulado príncipe es, obviamente, Néstor Kirchner. Su ambición, que todavía no ha consumado, es conquistar esa suma del poder público que fulmina nuestra Constitución. Ya es abundante el testimonio de psicólogos y psiquiatras que han destacado el carácter patológico de esta desmedida pretensión», escribió el estanciero de Pehuajó. En ese campo suyo, en noviembre de 2005, sufrió el robo de varios bienes, entre éstos unas medallas de oro concedidas por la Sociedad Rural. Desde entonces sueña con escribir otro comunicado 150.