Recuerdo el entusiasmo con que de niño entonaba en los actos escolares las estrofas de la Marcha de Malvinas. Era, de los cantos patrios, uno de mis favoritos. «¡Por ausente, por vencido / bajo extraño pabellón / ningún suelo más querido, / de la patria en la extensión!». Es probable que hoy escuchemos repetidamente la […]
Recuerdo el entusiasmo con que de niño entonaba en los actos escolares las estrofas de la Marcha de Malvinas. Era, de los cantos patrios, uno de mis favoritos. «¡Por ausente, por vencido / bajo extraño pabellón / ningún suelo más querido, / de la patria en la extensión!».
Es probable que hoy escuchemos repetidamente la frase «Las Malvinas son argentinas». La excusa para recordar tal verdad es la conmemoración del «Día del Veterano de Guerra y de los Caídos en la Guerra de las Malvinas», declarado a través de la Ley Nº 25.370 en diciembre del año 2000.
El feriado nacional inamovible del 2 de abril tiene entre sus objetivos reflexionar sobre el esquizofrénico enfrentamiento armado entre Argentina y Reino Unido, ocurrido en 1982, y que culminó con una nueva ocupación británica del territorio insular.
En ese marco, seguramente se recordará el heroísmo de nuestros soldados, reclamará una vez más la inmediata devolución de las islas usurpadas, se usarán escarapelas y decorarán las ciudades de celeste y blanco.
Sin embargo, la fecha también resulta oportuna para pensar sobre otras cuestiones, otros colonialismos, coexistentes en la actualidad. Por ejemplo, preguntarnos: ¿qué hay de la extranjerización de la tierra en nuestro país, «más acá» de Malvinas?
Alguien dijo alguna vez que si pintáramos el mapa argentino, de azul las tierras nacionales y de rojo las extranjerizadas, habría más rojo que azul. Afortunadamente la afirmación no llega a ser verdad, pero tampoco está muy distante de la realidad.
Un estudio de la Federación Agraria Argentina (FAA), difundido este año, estima que más del 20 por ciento del territorio nacional está en manos de propietarios extranjeros, sean personas físicas o jurídicas.
El documento, titulado «El uso y la tenencia de la tierra», aclara que el conocimiento de los números reales «es imposible ya que el gobierno se niega a darlos a pesar que legisladores de todos los partidos y la Federación Agraria lo han requerido en varias oportunidades».
Sobre el principal interés de los extranjeros por la adquisición de tierras en Argentina, menciona en primer lugar a los recursos naturales: «sobre todo con el crecimiento de la población y la escases». Subraya que el agua «constituye uno de los recursos estratégicos del futuro y nuestra región está asentada sobre una de las reservas más grandes e importantes del universo», en referencia al acuífero guaraní.
Poner freno a la extranjerización «debería implicar la nacionalización de lo ya extranjerizado, revistiendo igual o más importancia a quién adjudicar esas tierras, sobretodo ¿con cuál modelo productivo hacerlas producir?», expresó recientemente en una nota de opinión José Luis Livolti, miembro de la mesa nacional del foro de la agricultura familiar y coordinador nacional del Movimiento Campesino de Liberación.
Enfatizó que se torna imprescindible iniciar el camino del cambio progresivo y gradual del modelo productivo hegemónico «en salvaguarda de la tierra, el medioambiente y la salud de las poblaciones de las zonas de producción, dada la insustentabilidad del mismo».
Asimismo, propuso «un gran debate nacional sobre el uso y tenencia de la tierra, la soberanía alimentaria, con el necesario ordenamiento territorial, comenzando por la prohibición de la extranjerización de la misma».
Situación provincial
Las islas Malvinas, ocupadas por Inglaterra desde 1833, tienen una superficie total de 1.217.300 hectáreas. Misiones posee una superficie de 2.890.000 hectáreas, y es la segunda provincia más pequeña del país, después de Tucumán.
Como lo señaló a fines de 2010 un informe de Revista Superficie, de la superficie provincial total, 233.700 hectáreas le pertenecen solamente a un dueño: la empresa chilena Alto Paraná S.A.
A esa cantidad deben sumarse los territorios explotados por medio de testaferros, arrendamientos de tierra y otros tipos de manejo de la tierra, con lo que la firma trasandina superaría las 280 mil hectáreas, lo que equivale al 10 por ciento de las tierras de Misiones, la cuarta parte de la superficie de las Islas Malvinas.
«A esto hay que agregar que la expansión de la empresa prosigue a paso acelerado a costas del éxodo rural obligado de pequeños campesinos expulsados de sus terruños para no molestar al monocultivo de pino impuesto por los chilenos, y la dramática situación de numerosas comunidades aborígenes acorraladas por los desmontes de la selva originaria (fuente de vida de los Mbyá en Misiones) que la empresa practica constantemente», advierte la investigación, publicada en www.revistasuperficie.com.ar.
El flagelo de la concentración de tierras en Misiones -afianzado mediante la colaboración de gobernantes de turno y cámaras empresariales afines- se sufre con mayor fuerza en el Norte provincial. Un caso paradigmático se registra en la pequeña localidad de Puerto Libertad: de las 80 mil hectáreas que componen el municipio, 65 mil están en manos de Alto Paraná.
Soberanía nacional
Con la claridad que lo caracteriza, el premio Nobel de la Paz argentino, Adolfo Pérez Esquivel escribió en 2007 una carta titulada «Las Malvinas son argentinas y la Argentina también», cuyo contenido mantiene absoluta vigencia: «Es necesario continuar reclamando el derecho sobre las Islas del Atlántico Sur y a la vez denunciar y reclamar al gobierno nacional y los gobiernos provinciales que no continúen vendiendo la Patria a empresas extranjeras, privilegiando los grandes intereses de los monopolios económicos internacionales que cuentan en el país con mayor cantidad de extensión de tierras que todo el territorio de las Islas Malvinas. ¿De qué soberanía están hablando?»
También resaltó la necesidad de «resistir viviendo y recuperar la Soberanía Nacional. Impedir que los vende Patria, continúen subastando el país a capitales extranjeros. No hay que olvidar que las Islas Malvinas son argentinas y la Argentina también».
Hoy lamento no sentir la misma emoción al entonar las estrofas de la Marcha de Malvinas. «¿Quién nos habla aquí de olvido, / de renuncia, de perdón? /¡Ningún suelo más querido,/de la patria en la extensión». Pienso que quizás la recuperaría modificando ligeramente algunos versos, haciendo extensivo el reclamo de soberanía a todo el territorio nacional: «Ningún suelo más vendido, de la patria en su extensión».
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.