Recomiendo:
0

No fue Irán, no fue Hezbollah, fue terrorismo de judíos contra judíos

Fuentes: Rebelión

Este texto fue redactado y retocado en Diciembre 2017, Enero 2018 y diciembre de 2019.

La sociedad argentina parece haber enloquecido. Los medios de comunicación enloquecieron y enloquecen a la sociedad. Un sector del Poder Judicial enloqueció, se quiere poner por encima de los otros dos poderes, se siente con derecho a evaluar y castigar decisiones políticas (o económicas) de autoridades electas.

Los medios de comunicación les hacen de claque, los festejan, los aplauden, peor, los instigan, peor, los conducen, peor, son ellos mismos los estrategas del delirio. Los estrategas del castigo. Los estrategas de la venganza. Los diseñadores de chivos expiatorios.

La situación es tan loca que, en cualquier momento, siguiendo con los criterios con los que se está manejando un sector importante del Poder Judicial liberal neoliberal clarinista un juez podría, por ejemplo, considerar inconstitucional, por ejemplo, el pacto firmado en Madrid de capitulación con Gran Bretaña por el entonces canciller Domingo Cavallo, en 1991, creo, y declarar, en su sentencia, por ejemplo, siguiendo con la locura judicial imperante, ¡Estamos de nuevo en guerra!

Porque si los jueces pueden evaluar tratados internacionales, pueden evaluar políticas económicas, monetarias, cambiarias, etc, se podría, por ejemplo, en hipótesis, llegar a ese absurdo o a otros parecidos.

Esto tiene que parar. Los jueces no pueden gobernar, no deben gobernar. Nunca. Jamás.

La situación del país y de la Patria son dramáticos. El pueblo está aturdido. No sabe que pensar. Los medios de comunicación de segundo orden copian a los primeros. Los medios de comunicación de ciudades y pueblos copian a los de arriba. No tienen pensamiento propio. Creen que hacer periodismo es tomar como modelo lo que hacen los grandes medios. Radios de barrios periféricos imitan los estilos periodísticos de los grandes medios. Nadie estudia nada. Nadie entiende nada.

Un fiscal se animó a denunciar a una presidenta en ejercicio (Cristina Fernández, hoy vicepresidenta). Ahora un juez se siente con derecho a meter presos a medio ex gobierno anterior. Son jugadas muy bien calculadas en las oficinas búnkeres cloacas del poder anglosionista mundial.

Agencias de Inteligencia y Logias Secretas planifican y/o explotan políticamente los hechos. The Deep State: el «Estado Profundo». Este es el gobierno mundial. El Poder Mediático le pertenece. Estado profundo y Grandes Medios son una única y misma cosa. Actúan fusionados.

Todas las estructuras de seguridad, de inteligencia y mediáticas argentinas están penetradas, interferidas, cooptadas por el poder anglosionista mundial.

Toda la prensa argentina anda por estos días (y desde hace veinte años) repitiendo como monos que el que puso las bombas terroristas de 1992 y 1994 fue Irán. O que fue el Hezbollah.

¿Cómo se puede sostener algo tan delirante? ¿Tan absurdo? ¿Tan estúpido? ¿Para qué haría Irán eso? ¿De qué le sirve/de qué le serviría a Irán o a Hezbollah semejante estupidez?

Sería una estupidez militar, una estupidez política, una estupidez diplomática. ¿Qué valor militar tiene quitarle la vida a cincuenta argentinos de origen judío? Ninguno. El país autor de semejante delirio se expondría, si fuera real, a una réplica militar devastadora.

Políticamente es irracional. No se gana absolutamente nada. Diplomáticamente es un delirio. Nadie hace eso. ¿Para qué Irán haría eso? ¿Para ganarse el escarnio y el aborrecimiento internacional? ¿Para estar aislado, como un paria?

Irán es un país normal, bien normal y un país inteligente. Son los inventores del ajedrez. Los Estados no proceden así. ¿En qué cabeza cabe que Irán se va a auto aislar internacionalmente, exponerse al aborrecimiento internacional para matar a cincuenta argentinos judíos? El cálculo costo/beneficio político, militar, diplomático no cierra por ningún lado. No tiene ningún sentido. Esa jugada tiene cero ganancia.

¿Y para qué va Irán o Hezbollah o nadie a pelearse con el país huésped, la Argentina, un país con el que mantenía excelentes relaciones diplomáticas y comerciales? ¿Y con el que tenía, marchando, creo, un acuerdo de intercambio de tecnología nuclear?

Irán no es irracional. Nadie es irracional. Todo el mundo calcula que gana y que pierde con cada jugada. Con cada jugada política, diplomática, militar.

Y ahora dicen, demencialmente, que la expresidenta y Zannini y el ex canciller argentino Timmerman, etc, «encubrieron» a los iraníes (que como ya expliqué y seguiré explicando no pusieron ninguna bomba).

Pero, ¿para qué Cristina Fernández de Kirchner o su ex Secretario Técnico Legal Zaninni o Timmerman arriesgarían su buen nombre, su prestigio, su estabilidad política, «para encubrir» algún iraní? ¿Para ganar qué? Es una locura. Pero hete que la prensa repite y repite y repite un millón de veces que la expresidenta se propuso «encubrir» a los iraníes. Disparate.

En la política internacional nadie apuesta en grande si no va a ganar en grande. Acá nadie de los nadies de los nombrados podía ganar nada, eso es obvio de toda obviedad. No son así las cosas políticas normales. No funciona así el mundo. El mundo real no es como lo describe Clarín, el diario La Nacion y casi toda la televisión argentina.

Y, políticamente, el anterior gobierno kirchnerista, ¿un gobierno entero va a «encubrir»? ¿para qué? ¿para conseguir qué? Nadie en su sano juicio actúa así. Y, del gobierno anterior se puede hacer la evaluación «a» o «b» o «c» pero no se puede pensar que nadie esté psiquiátricamente tan loco de andar «encubriendo» alegre y estúpidamente a «ponedores de bombas» para no ganar políticamente nada ni personalmente ni diplomáticamente nada de nada.

Menos aún van a andar gente racional como los Kirchner andar «encubriendo algo si hubiera alguna posibilidad de que esa jugada se les volviera políticamente en contra, como un bumerang. Simplemente, no sé, se habrá pensado otra cosa.

Lo que, seguro, la conducción política del kirchnerismo pecó profundamente de naif fue de no estudiar y de no conocer la naturaleza profundamente pérfida del sionismo. Era, se reveló después, inconcebible, poner a un sionista como el fiscal Alberto Nissman al frente de la investigación de lo que pasó en la Embajada de Israel y en la Amia.

Un sionista como el fiscal fallecido Nissman obviamente que direccionará la investigación en la dirección que se le señaló desde el Olimpo del poder anglosionista mundial: fue Irán.

El Olimpo del Poder Mundial es el eje Holywood, Washington, Nueva York y los judíos de Nueva York, Londres y Tel Aviv. Un hombre (Nissman) que, insólitamente, consultaba y solicitaba aprobación de cada medida a la Embajada Americana y la Embajada de Israel. Aunque no haya sido Irán. Aunque esa idea, esa hipótesis sea absurda, descabellada.

Ese fue un error, el de poner a Nissman como fiscal de la causa AMIA, de consecuencias trágicas. Ese error más su muerte políticamente explotada salvajemente por toda la derecha mundial imputando más o menos veladamente que el gobierno kirchnerista habría tenido que ver con su muerte fue la madre de la derrota electoral de diciembre de 2015. Otro error trágico fue mantener al frente de los Servicios de Inteligencia Argentinos a Jaime Stiuso. Porque Jaime Stiuso es un hombre cuya lealtad política ideológica es a los Estados Unidos de América. No a la patria de los argentinos.

El memorándum de Entendimiento con Irán es un hecho jurídicamente irrisorio. Sin relevancia. No lo ratificó el Parlamento Iraní. No entró en vigencia. Nada. Ese memorándum de entendimiento no llegó a ser un tratado internacional. Nada. No es nada. No llegó a ser nada. No puede constituir la base de ningún reproche jurídico de nada.

Lo que verdaderamente pasó es esto. Esta es la única explicación válida, coherente, que cierra con perfección la explicación de lo que pasó con las dos bombas de 1992 y 1994 primero a la Embajada de Israel y la segunda a la Asociación Mutual Israelita.

Yo le llamo la «Teoría Ceresole», en homenaje a su autor, Norberto Ceresole, gran investigador e intelectual argentino.

Este nos propone, ante todo, tener un buen conocimiento de la sociedad israelí y un buen conocimiento de ese período histórico (contexto):

Ceresole lo expone así:

Para exponer con cierto orden los factores que originan las agresiones terroristas sobre la Argentina, los hemos agrupados de la siguiente manera:

1. Los Atentados de Buenos Aires deben comprenderse dentro del proceso de la crisis interna de la sociedad israelí, que se agudiza hasta el paroxismo a partir de los preparativos de la Conferencia de Madrid (1991).

2. La lucha violenta que un sector de la sociedad israelí emprende contra otro sector de esa misma sociedad es abarcante de la totalidad del espacio judío internacional.

Es decir, que esa lucha incluye a, por lo menos, los siguientes países: Israel, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y la Argentina.

Ella se desarrolla, asimismo, en por lo menos tres planos, simultáneamente: el cultural o teológico (fundamentalismo religioso versus sionismo laico), el social (colonos versus poblaciones establecidas) y el estatal-institucional (fractura de los servicios de seguridad).

3. La Conferencia de Madrid es forzada por los Estados Unidos y aceptada con hipocresía por el gobierno Shamir (siguiendo la vieja tradición «negociadora» israelí). Pero a partir de ella, importantes sectores del laborismo o social-sionismo liderados por el general Rabin se suman rápidamente a la propuesta, intentando avanzar un poco más dentro de la ecuación «paz por territorios», pero siempre dentro del mantenimiento de un férreo control israelí sobre la región.

4. Ello provoca una sucesión de reacciones violentas por parte del fundamentalismo religioso, que se había consolidado progresivamente en Israel y en todo el espacio judío internacional (del cual Argentina forma parte debido a la importancia de la comunidad judía allí residente) a partir de la victoria militar de 1967. Ese es el año de la reconciliación entre una importante franja de ese fundamentalismo religioso y los sectores nacionalsionistas (Beguin, Shamir, Sharon, etc.).

5. La fractura (el conflicto) social y religiosa se proyecta puntualmente en los aparatos de seguridad del Estado, en especial en el servicio de contraespionaje Shin Beth.

6. Para el fundamentalismo judío el lanzamiento del proceso del «plan de paz» a partir de la Conferencia de Madrid fue el inicio -sólo el inicio- de una catástrofe anunciada por los propios mesiánicos.

Su reacción contra ese proceso incluye numerosos actos de terrorismo, dentro de los cuales los de Buenos Aires son sólo una parte.

7. Para comprender a los Atentados de Buenos Aires dentro de este contexto lógico -el único posible- es necesario analizar la cronología de algunos hechos sobresalientes (10) sucedidos en la escala del espacio judío internacional y, en especial, dentro de las fronteras del Estado de Israel. La abundante bibliografía existente registra inequívocamente un extraordinario incremento del terrorismo judío y una clara multiplicación de los grupos terroristas judíos, en forma paralela al «avance» del «plan de paz»:

*1989-1990-1991, ola de atentados terroristas en Israel, contra judíos partidarios del «plan de paz», hoy llamados «falsos judíos». Esos atentados son atribuidos oficialmente al grupo Kach, llamado también sicarios (sikariim) o «camisas amarillas» (11).

Los sicarios (de sica, puñal en latín) están fuertemente entroncados en el Antiguo Testamento y son reivindicados en el Talmud y la Mishnah. El derecho que tiene un judío de ejecutar a otro judío nace y se legitima con la acción del sacerdote Pinhas (o Pinjás) (Númeroş 25) quien asesina a Zimri, por indicación directa de Moisés, a quien Yahveh ordenó dar muerte no sólo a los jefes moabitas:

[Dijo Yahveh a Moisés:

«Toma a todos los jefes del pueblo y empálalos en honor de Yahveh, cara al sol…»]
sino muy especialmente a los «falsos judíos», a los pecadores: a los israelitas unidos
con hijas de Moab que habían realizado sacrificios a los dioses extranjeros [«Matad
cada uno a los vuestros que se hayan adherido al Baal de Peor»].

Los sicarios son la consecuencia lógica de la ideología zelote («celosos defensores del Templo»: del griego zêlôsantes, el nacionalismo judío que se enfrenta «no sólo» al poder romano sino en especial a los judíos partidarios de Roma. Es conocido que uno de esos judíos del «partido romano», Flavio Josefo, los define como «bandidos judíos»: «Se dieron este nombre a sí mismos como si fuera la práctica del bien y no las empresas más criminales lo que era el objeto verdadero de su celo» (Guerra de los judíos, IV y VII).

Los sicarios forman un grupo muy importante dentro del «partido de los zelotes», el nacionalismo judío anti-romano pero sobre todo enemigo de los judíos romanizantes. El pueblo de Israel parece condenado a repetir ciclos históricos, dada su obediencia a las representaciones contenidas en el libro ideológico más espectacular jamás escrito: el Antiguo Testamento. ¿Cuál es la diferencia entre los zelotes de las guerras judías y los colonos actuales? El 14 de enero de 1998, 30.000 zelotes contemporáneos -y, dentro de ellos, muchos sicarios- se manifestaron en Jerusalén con la consigna: «Clinton: manos fuera de Israel» (12), al mismo tiempo que le recordaban a Netanyahu: «Tu fuiste elegido para proteger la tierra de Israel» (Fuente: The Jerusalem Post, 15 de enero de 1998).

El fantasma de Rabin y del proceso terrorista judío a escala mundial, estuvo presente esa noche, una vez más, en Jerusalén, la metrópolis del ethnos, pero sobre todo del genos judío.

*30 de setiembre de 1991, apertura de la Conferencia de Madrid.

*17 de marzo de 1992, implosión en la Embajada de Israel en Buenos Aires, donde estaba reunido el grupo dirigente del Shin Beth  encargado de la seguridad de las embajadas y de otros edificios públicos israelíes en el área sudamericana. La implosión se produjo en el exacto momento en que los agentes estaban almorzando fuera del edificio.

*Mayo de 1992. Desarrollo de las negociaciones de paz: en Washington, Viena, Bruselas, Tokio y Ottawa.

*13 de junio de 1992. Triunfo electoral de Isaac Rabin como líder del Partido Laborista. Uno de sus primeros actos de gobierno es la reestructuración del Shin Beth. Se eleva al rango de brigada lo que hasta ese momento (el Departamento Judío era una pequeña unidad encargada de vigilar las actividades de los grupos fundamentalistas judíos dentro de Israel, especialmente de los residentes en la Cisjordania. Los agentes del Shin Beth reciben la orden de infiltrarse en las organizaciones creadas por los colonos.

*Agosto de 1992. Por primera vez Israel declara aplicable al Golán sirio el principio de la «restitución de territorios» (en el Golán están establecidos 13.000 colonos judíos).

*30 de agosto de 1993. El Parlamento israelí aprueba la «Opción Gaza-Jericó».

*9-13 de setiembre de 1993. Se produce el reconocimiento mutuo entre Israel y la OLP, en Washington (Oslo I).

*16 de enero de 1994. Cumbre Sirio-americana en Ginebra. Rabin anuncia la intención de realizar un referendum (en Israel) para legalizar la retirada de la Tsahal del Golán (13).

*25 de febrero de 1994. El médico judío-americano Baruj Goldstein asesina a más de 40 palestinos en la mezquita de Hebrón.

*Febrero-mayo de 1994. Acuerdos de El Cairo. Se establecen las fronteras internacionales de Gaza y Jericó.

*25 de mayo de 1994. Acuerdo de Paz entre Jordania e Israel.

*1 de julio de 1994. Regreso de Yasir Arafat a Palestina tras 27 años de exilio.

*18 de julio de 1994. Implosión en la AMIA de Buenos Aires. Las organizaciones judías que funcionaban en ese edificio tenían una orientación claramente favorable al «plan de paz».

*26 de octubre de 1994. Tratado de Paz entre Israel y Jordania.

*28 de setiembre de 1995. Acuerdos de Taba (Oslo II) entre Israel y Jordania.

*4 de noviembre de 1995. Asesinato de Isaac Rabin. Las conclusiones de la Comisión Investigadora constituida determina la complicidad del Shin Beth en el asesinato, por acción e inacción.

De manera muy sucinta, éste es el espacio-tiempo y el contexto de los Atentados de Buenos Aires. Como veremos posteriormente, todas las acciones violentas del fundamentalismo terrorista judío giran en torno a una institución fundamental del Estado de Israel: su servicio de contraespionaje, el Shin Beth, encargado, entre otras cosas, de proteger la seguridad de las embajadas de Israel en todo el mundo, y de aplicar y de administrar la tortura dentro de Israel y en los Territorios Ocupados.

8. El fragmento público del análisis realizado como consecuencia del asesinato de Rabin (Comisión Shamgar) señala algunos hitos muy importantes en la historia de las infiltraciones del Shin Beth en los grupos fundamentalistas judíos. Lo relevante de la lectura del Informe es que al final de cada operación, nunca quedaba claro quién era el infiltrado y quién el infiltrador.

Como bien lo demuestra, entre otros, el «caso del asesinato del doctor Kastner», un judío-húngaro supuesto ex colaborador de la Gestapo. Su asesino, Zeev Eckstein, era uno de los agentes infiltrados por el Shin Beth dentro del grupúsculo de «vengadores».
Una situación comparable se reproduce treinta y cinco años más tarde. El agente infiltrado por el Shin Beth (Avishay Raviv) fue «incapaz» de controlar al asesino de Rabin (Ygal Amir), líder del grupo supuestamente infiltrado. El grupo y el asesino estuvieron permanentemente vigilados y fueron manipulados en ambos casos por el servicio de contraespionaje. Y ambos asesinatos se produjeron igualmente.

9. Ygal Amir, antes de asesinar a Rabin, tuvo una amplia experiencia en cuestiones de seguridad y de política exterior (había estado oficialmente en Lituania como funcionario del Estado judío adoctrinando a futuros emigrantes soviéticos a Israel). El grupo fundamentalista que llegó a liderar Ygal Amir había sido organizado y generosamente financiado por el «agente provocador» del Shin Beth, Avishay Raviv, un hombre de la máxima confianza de la cúpula del contraespionaje israelí.

10. Los Atentados de Buenos Aires están claramente anclados (vinculados) en la estrategia mesiánica del fundamentalismo judío (Tierra de Israel versus «Estado» de Israel) y en el juego dual del contraespionaje del Shin Beth.

Pero la diplomacia de Israel, el Mossad y el lobby judío en la Argentina tuvieron reflejos rápidos, en especial después de la implosión en la AMIA: desviaron el proceso hacia el «terrorismo árabe» y hacia una supuesta «conexión interna» estrictamente argentina y continuadora del «Holocausto sudamericano». Con ello ganaron la primera batalla de una guerra psicológica y física con la Argentina, que será muy larga, hasta que se pueda acceder a los archivos del Shin Beth o al fragmento secreto del Informe Shamgar. Esa batalla perdida por la Argentina tuvo dos frentes:

*Desviar la atención de la opinión pública internacional de las fracturas internas que azotan a los aparatos del Estado y a la sociedad israelí hacia el «nazismo criollo» argentino, el peronismo (para lo cual hubo que fabricar la imagen del «Holocausto sudamericano») en un momento en que comenzaba una campaña internacional judía contra varios países al mismo tiempo («oro suizo»).

*Evitar que las investigaciones policiales y judiciales dentro de la Argentina derivara hacia los grupos judíos fundamentalistas radicados en ese país, y encontrara en ellos la verdadera «conexión local» (14).

11. En síntesis. Entre los inicios del «plan de paz» y el asesinato del general Rabin queda determinado un tiempo y un espacio: un tiempo de hegemonía judía ideológica en todo Occidente y un espacio geográfico judío (Israel+diáspora) que no admite
discontinuidades. Dentro de ese tiempo y de ese espacio, los Atentados de Buenos Aires aparecen como simples eslabones de una cantidad muy grande de sucesos y de conflictos, entre los cuales no existen discontinuidades ni espaciales ni temporales, ni metodológicas (operativas) ni ideológicas (teológicas).

En términos aún más concretos no existen diferencias cualitativas, ni en los objetivos ni en los métodos entre los Atentados de Buenos Aires y el asesinato del general Rabin, para exponer sólo dos de los eslabones de una larga cadena: los mismos actores se desplazan en un mismo espacio en un mismo período de tiempo.

Un día después del asesinato de Isaac Rabin, Jacob Perry (15), quien durante años había sido jefe del Shin Beth hasta unos meses antes del magnicidio, declara: «Si yo hubiese sido todavía el jefe del Shin Beth habría dimisionado».

En ese momento, el periódico Yediot Aronot publicó una carta enviada por Alicia, viuda de David Ben Rafael, una de las familiares de una de las 29 personas muertas en la implosión de la Embajada de Israel en Buenos Aires en 1992, cuando el propio Perry era el jefe del Shin Beth y responsable de la seguridad de esa Embajada: «He leído la declaración de Jacob Perry (antes citada) y monté en cólera ¿Por qué Perry no dimisionó después del atentado cometido en Buenos Aires? Él era el responsable de la seguridad de la Embajada. En esa época yo había planteado esa cuestión y nunca jamás recibí respuesta».

Otro periódico israelí, Haaretz, recoge las quejas de Danny Carmon, que había sido Cónsul de Israel en Buenos Aires en los tiempos de la explosión, y cuya mujer murió en el atentado. Danny Carmon sostiene que el Shin Beth no ha investigado lo suficiente después del atentado, y que esa organización es contraria a conformar una comisión especial para continuar la investigación. Carmon, que en la actualidad es el jefe de la división de informaciones del ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, encuentra que hubo «negligencia» por parte del Shin Beth, en relación con la investigación de la implosión de la Embajada. Asimismo, luego de cerrada la investigación, muchas otras personas encontraron que la misma había sido «superficial, examinando sólo los aspectos técnicos del ataque». Incluso esa explosión, se admite, pudo haber sido accidental, originándose a partir del material militar israelí almacenado dentro del edificio.

Jacob Perry rechaza toda responsabilidad en el atentado, a pesar de haber estado reunido en la Embajada de Israel en Buenos Aires, junto con Isaac Levi -responsable del departamento de seguridad del Shin Beth- y David Margalit -responsable del área suramericana del Shin Beth. Esa reunión de responsables de seguridad había comenzado pocos días antes de haberse producido la implosión. «De acuerdo con una de las personas que participó en esa reunión, Perry sostuvo en la misma que en el área suramericana (a cargo del Shin Beth) no existía ningún objetivo terrorista (ningún blanco para los ‘islamistas’)» (Fuente: Haaretz, 29 de diciembre de 1997).

La negativa del Shin Beth en proseguir con la investigación coincide, con toda exactitud, con las quejas posteriores del ministro del Interior argentino, el judío Carlos Corach, quien admite que no existe información fehaciente, sino sólo «circunstancial», sobre la participación de Irán y de Hezbollah en los atentados. «Nosotros tuvimos contactos oficiales con el Mossad y con la policía de Israel. De la información que nos han proporcionado no se puede extraer evidencia alguna sobre la existencia de una conexión de Irán y de Hezbollah. También hemos pedido ayuda a la CIA, y ellos, también, han contribuido muy poco (Fuente; Haaretz, 6 de enero de 1998).

Una conclusión lícita y lógica que el analista puede extraer ante esta situación, es que ninguna organización va a dar informaciones sobre hechos en los cuales ella misma está implicada, por acción, omisión, o como simple protectora de los actores reales.

Cuando la investigación sobre el asesinato de Rabin descubre la magnitud de la conspiración fundamentalista y la profundidad de las conexiones de ese terrorismo religioso con el principal servicio de informaciones del país (16), en ese momento en Israel todas las personas con capacidad para pensar por cuenta propia relacionaron -en tiempo y espacio- toda la secuencia de los hechos, algunos de los cuales nosotros ya hemos expuesto en esta cronología.

¿Por qué en Buenos Aires? Porque evidentemente era y es el lugar más adecuado en relación a las posibilidades militares (terroristas) del fundamentalismo judío (una operación de bajo riesgo que asegura el envío del mensaje deseado a los destinatarios pre-determinados).

Por lo demás, Argentina es el país más fláccido de todos los que alojan a comunidades judías importantes. Y porque luego, como efectivamente sucedió, las consecuencias de ese atentado podían ser utilizadas para vaciar (culturalmente) al propio país receptor.

La demonización del enemigo intrajudío parte de las definiciones rabínicas, ya vistas, de Rodef y Mosser. Tanto la Embajada de Israel en Buenos Aires como el Edificio de la AMIA estaban llenos de judíos Rodef y Mosser’s partidarios del maldito «plan de paz».

Esta teoría está expuesta en el libro, su obra maestra: «La falsificación de la realidad: la Argentina metida de prepo en el espacio de los conflictos mundiales intrajudíos«.

(Hay edición en tres tomos «Ediciones del Campo Nacional»). Disponible en Librería Edipo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.