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Comenzó en Neuquén el juicio por “La Escuelita II”

«No me considero una víctima sino un testigo que debe contar lo que pasó»

Fuentes: Rebelión

El primer testigo que declarará en el juicio que comenzó esta semana en Neuquén (ver recuadro) identificará al conocido represor Raúl Guglielminetti como cabeza principal del grupo que lo secuestró el 24 de marzo de 1976 y luego lo torturó personalmente en el edificio que fue y sigue siendo hasta el momento el lugar de […]

El primer testigo que declarará en el juicio que comenzó esta semana en Neuquén (ver recuadro) identificará al conocido represor Raúl Guglielminetti como cabeza principal del grupo que lo secuestró el 24 de marzo de 1976 y luego lo torturó personalmente en el edificio que fue y sigue siendo hasta el momento el lugar de la Policía Federal en esta capital patagónica. Se trata del maestro y dirigente de los docentes neuquinos Orlando «Nano» Balbo,quien en el ´76 estudiaba y trabajaba en la Universidad Nacional del Comahue, lugar donde el propio Guglielminetti tenía un puesto laboral a instancias de quien fuera rector de esa universidad, el tristemente recordado Remus Tetu.

El propio Balbo relató a Rebelión qué siente hoy cuando 36 años después tiene la posibilidad de contar ante un tribunal judicial lo que él y muchos de sus compañeros sufrieron en carne propia a partir de ese marzo nefasto de 1976.

– Cuando (Raúl) Guglielminetti me detiene la mañana del 24 en Neuquén pensaba que Nano era mi nombre de guerra, pero yo soy Nano porque mi hermana no podía pronunciar mi nombre Orlando. Y así me conocen hasta hoy mis familiares y todos mis amigos. Yo había llegado la noche anterior muy tarde desde Buenos Aires y me levanté para avisar a mis amigos que el golpe era un hecho. Cuando tiraron abajo la puerta de la  casa donde estaba, el primero que apareció con una itaka fue Guglielminetti. Rompieron todo e hicieron un despliegue impresionante en la calle que pensé «todo esto por un gil como yo». Pero después me di cuenta que era por muchos.

Nos puede contar qué edad tenía, qué hacía en esos tiempos y si militaba políticamente?

– Tengo 63, así que en ese momento tenía 27. Cuando Remus Tetu llegó a la universidad yo estudiaba Ciencias Agrarias. Fue él quien nos cesanteó a muchos que trabajábamos allí en ese tiempo. Yo siempre fui docente y desde 1973 fui nombrado coordinador de la Campaña de Alfabetización en todo Neuquén del gobierno de (Héctor) Cámpora. Militaba en la Juventud Peronista. Primero en el Peronismo de Base, donde  pensábamos que el peronismo era una gran bolsa de gatos pero donde los trabajadores habían logrado organización e identidad, sin una dirección conciente que les permitiera dar una pelea contra los grupos de poder… Hoy miro nuestra realidad y recuerdo lo que muchos pensábamos en ese momento y siento que eso sigue vigente (risas).

– El próximo 18 de abril usted será el primer testigo a declarar en este juicio. Y muy cerca suyo o enfrente tendrá nuevamente a Guglielminetti. ¿Para usted es como una revancha después de 36 años?

No… (piensa). Lo que sí es que por momentos tengo una sensación contradictoria porque uno estuvo 35 años guardando información que lo más suave era olvidarlo, ya que volver a revivirlo era como ser torturado otra vez. Sin embargo creo que una estrategia de todos los sobrevivientes en toda la historia de la humanidad es que «alguien tiene que sobrevivir para contarlo». Alguien tiene que contar lo que pasó. Y eso nos mantuvo vivos a muchos.

– ¿Cómo vive estos días previos a su declaración ante los jueces?

Yo estoy muy contento de poder declarar en abril próximo más allá que sé que no va a ser fácil. Y llego así por dos cosas: por el apoyo de lo que significaron y significan las organizaciones de Derechos Humanos, fundamentalmente en la persona de Noemí Labrune (de la APDH de Neuquén) y en su momento (el obispo de Neuquén) Jaime De Nevares. Justamente varias veces yo le dije a Don Jaime que nunca llegaría el momento que podríamos poner presos a quienes fueron represores en la dictadura y él me decía que era un hombre de poca fe. Yo le insistía que pensaba que nunca íbamos a llegar a acusarlos, a lo cual me contestó que «si empezás así no sirve tu declaración». Y lo otro es que todos nosotros, los que sobrevivimos aquello, tenemos como obligación.

– ¿Cuál?

Yo no me considero una víctima sino que soy un testigo de cosas terribles que pasaron porque las ví y las viví. Y siento que tengo la obligación de dar testimonio al conjunto de la sociedad civil para que el Nunca más sea una posibilidad. Además, es muy difícil y remota la esperanza que (los represores) nos digan que hicieron con nuestros desaparecidos, que les den los cuerpos a sus familiares y que digan donde están o qué hicieron con ellos pero eso no va a hacer que no lo sigamos intentando.

– ¿Tiene alguna esperanza de este y otros juicios a los represores?

Yo no veo al tribunal como un aparato judicial sino que lo veo como una posibilidad de hablarle al conjunto de nuestra sociedad. Después el tribunal sabrá que tiene que hacer con esto que le digamos. Por eso nosotros sí tenemos la posibilidad de contarle a la sociedad a través de los jueces y que ellos tengan que dar explicaciones de lo que es condenable. Siempre me acuerdo lo que escribió el italiano Primo Levy como sobreviviente de los campos de Auschwitz. cuando dice que «si bien comprender resulta imposible conocer es impostergable porque las conciencias pueden volver a oscurecerse. Incluso la nuestra». Yo creo que esa frase a mí me mantuvo para llegar a este próximo 18 de abril cuando seré testigo aquí en Neuquén y voy a decir lo que viví.

– ¿Hace cuánto que no ve a Guglielminetti?

A él lo ví hace un par de años cuando lo trajeron a declarar a Neuquén, que se negó por supuesto. Pero antes, cuando volví de mi exilio en Italia al país, lo ví como guardaespaldas de Alfonsín… Entonces preparé la valija y me dije que yo me vuelvo a Europa. Fue Jaime De Nevares quien me hizo quedar y aquí estoy.

RECUADRO

39 víctimas y 24 imputados que actuaron en Neuquén y Río Negro

El segundo juicio por delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura militar en la llamada Subzona 52 comenzó este miércoles 28 de marzo en Neuquén capital. El Tribunal Oral Federal de esta provincia, compuesto por los jueces Orlando Coscia, Eugenio Krom y Norberto Ferrando, tendrán delante suyo a 24 represores imputados, entre ellos al ex agente de Inteligencia Raúl Guglielminetti y el ex coronel Oscar Lorenzo Reinhold. De los imputados nueve ya fueron condenados en el primer proceso en 2008 por torturas en el centro clandestino de detención «La Escuelita» de Neuquén.

En el banquillo de los acusados se sentarán jefes militares, suboficiales, civiles que trabajaban en inteligencia del Ejército, personal de Gendarmería y comisarios rionegrinos retirados, que al momento de los hechos integraban el área de inteligencia de la policía o la jefatura de comisarías de Cinco Saltos y Cipolletti. Así comparecerán ante el Tribunal los militares retirados que actuaron en el tristemente recordado campo de concentración conocido como «La Escuelita» de Neuquén como José Ricardo Luera, Enrique Braulio Olea, Hilarión Sosa, Luis Alberto Farías Barrera, Oscar Lorenzo Reinhold, Mario Alberto Gómez Arenas, Enrique Charles Casagrande, Máximo Ubaldo Maldonado, Osvaldo Antonio Laurella Crippa, Gustavo Vitón, Jorge Osvaldo Gaetani, Jorge Eduardo Molina Ezcurra, Sergio Adolfo San Martín y Francisco Julio Oviedo.

También serán juzgados el gendarme retirado Emilio Jorge Sacchitella; los civiles de inteligencia Raúl Guglielminetti y Serapio del Carmen Barros; y los ex comisarios rionegrinos Antonio Camarelli, Julio Héctor Villalobo, Saturnino Martínez, Miguel Ángel Quiñones, Gerónimo Huircaín, Oscar Ignacio Del Magro y Desiderio Penchulef.

Además de las 24 defensas, participarán del proceso gran cantidad de querellantes por las 39 víctimas. La acusación estará ejercida por el fiscal José María Darquier y Marcelo Grosso.

Fuentes judiciales adelantaron que el juicio podría extenderse por más de ocho meses por la cantidad de testigos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.