¿Qué balance haces frente a las elecciones en la CTA? Todo es muy provisorio, no hay datos definitivos, pero mi primera impresión es que sale debilitada. Por un lado los enfrentamientos internos y las maniobras y tergiversaciones de uno y otro lado, ponen en tela de juicio la legitimidad de la próxima conducción, cualquiera sea. […]
¿Qué balance haces frente a las elecciones en la CTA?
Todo es muy provisorio, no hay datos definitivos, pero mi primera impresión es que sale debilitada. Por un lado los enfrentamientos internos y las maniobras y tergiversaciones de uno y otro lado, ponen en tela de juicio la legitimidad de la próxima conducción, cualquiera sea. Por otro lado porque lo que se anunció como «…el hecho político del año» terminó en un fiasco. Se esperaba una votación del orden del 25 al 35% del padrón, los datos finales muestran que no roza el 20%. Más llamativo aún es que en valores absolutos, según dicen integrantes de la CTA, votó menos gente que hace cuatro años atrás. Habría sido muy pobre el aporte de los movimientos sociales. La escasa participación alcanzó también a los grandes gremios sobre la que se estructura la Central. No tengo datos precisos, pero la recientes elecciones en CTERA pueden considerarse un anticipo, oficialmente participó un 40% del padrón, pero en todas aquellas seccionales que hubo fiscales de la oposición la participación no superó el 28%, En cuanto a ATE cuyo padrón es mas o menos la mitad del de docentes, la elección en Capital, un bastión de la lista 1, es una muestra: pronosticaban unos 8000 votos de estatales solo fueron 4000, de un padrón de 16.000.
Habrá que esperar un tiempo para conocer el porqué de este comportamiento, sobre todo porque se trataba de la primera elección en que había confrontación real.
¿Vos que pensás?
Arriesgando una opinión, siempre provisoria, creo por un lado esto puede ser expresión del retroceso que se verifica en los movimientos territoriales, también que el clientelismo político no funcionó, los afiliaron de último momento vaya uno a saber con que métodos, y no votaron. Por el otro puede ser una muestra que a nivel sindical hay un fuerte divorcio de las conducciones con las bases, los dirigentes se han autonomizado. Esto fue muy claro en al menos uno de los debates televisivos, donde los dos referentes polemizaban en código de su disputa de aparatos. Sin hablarle a la gente, sin dirigirse a sus afiliados, sin proponerles nada concreto, incluso sin mirar a la s cámaras. Profundizando el análisis es posible pensar que la enorme desconfianza, la crisis de representatividad que explotó en el 2001, tuvo aquí otra de sus manifestaciones.
¿Qué se disputaba en esta elección?
Có mo pararse frente al Estado, porque el gobierno de turno es circunstancial. Sin embargo un debate tan chato favoreció la estrategia del kirchnerismo de polarizar todo en todos los ámbitos. La discusión entonces remitió a si se está a favor o en contra del gobierno. Caer en esta lógica tiñe todo, tiene un horizonte absolutamente cortoplacista, no hay una perspectiva obrera, sindical, social, clara.
Otra discusión más estratégica: qué tipo de central construir. El sector encabezado por Yasky pareciera plantear una central sindical que se afirma en los trabajadores ocupados, que tiene política para los desocupados y los diversos movimientos socioculturales, pero el centro es el movimiento obrero sindicalizado. El sector de Micelli plantea una central de trabajadores, de composición más heterogénea, se apoya en la fragmentación y considera con el mismo peso a los distintos sujetos. Es una versión menos elaborada de esto que ha emergido en la posmodernidad del sujeto plural, donde la relación capital-trabajo tiende a diluirse y la centralidad del trabajo también.
¿Y la izquierda?
Los resultados de la izquierda partidaria fueron los que se podía esperar. Una vez más privilegiaron sus políticas de autoconstrucción por sobre las necesidades reales de los trabajadores. Presentar una lista unitaria tampoco hubiera significado gran cosa, pero al menos se hubiera evitado el bochorno de tres listas que nadie entiende cuales son las diferencias.
En gene ral, los sectores de izquierda caracterizan a las listas mayoritarias como dos expresiones del reformismo. En realidad eso es una tautología porque el sindicalismo es reformista por naturaleza, su misma existencia corrobora la disputa capital-trabajo y su necesaria mediación. Creo que eso obnubila mucho a la izquierda. Es producto de una concepción a mi juicio errónea de la independencia de clase, que es un concepto político que no se resuelve en el plano sindical, pero nuestra izquierda lo ve como un paso previo al partido, sino como el partido mismo. Más allá de una discusión teórica, no tienen en cuenta lo que es el populismo en nuestro país, el peso que tiene en la clase obrera más de medio siglo de peronismo. Confunden independencia con autonomía social frente al Estado, de ahí a ver que en una elección sindical está en juego la independencia de clase hay un solo paso. Pero esto no se resuelve con presentar una lista propia, o unitaria de todos los sectores que se consideran clasistas. Cualquier estructura sindical tiene que relacionarse con el Estado, el problema es cómo, ahí es donde está en juego la autonomía.
Nada impide construir una corriente anticapitalista de independencia de clase al interior de una central y hacer las alianzas necesarias para la lucha reivindicativa y la autonomía, incluso en los momentos electorales. Ahora, esta coyuntura resultó un juego de suma cero. Por razones que conocemos Yasky es indigerible para muchos sectores y después del conflicto por la Resolución 25 (a mi juicio un parteaguas en la política nacional) hacer acuerdos con la lista encabezada por Micelli, mucho más combativa y luchadora, presentaba dificultades serias. No casualmente se juntaron allí casi todos los que en el apoyo a los pequeños productores terminaron arrastrados por la Sociedad Rural. Conclusión: una situación sin salida.
Afortunadamente algunas corrientes independientes que hicieron esfuerzos para presentar lista nacional finalmente desistieron y se presentaron solo localmente. Fue una lectura acertada de la realidad.
¿Qué perspectivas le ves a agrupamientos como Rompiendo Cadenas, que intentan desarrollar otra política sindical, otra construcción de base?
A mí me parece que son todos intentos válidos, muy valorables en una relación de fuerzas tan desfavorable como la actual. RC está sostenida por construcciones reales de cierta importancia en lo local y dirigentes reconocidos, pero también por una concepción democrática y de respeto a las diferencias y como procesarlas, pero por ahora no logra una expresión nacional. No se me escapa que muchas veces sostener construcciones locales condiciona y limita los avances, pero alcanzar expresión nacional no sólo requiere sumar otros sectores, sino pasar del reivindicacionismo a la política. Y ahí veo en todas estas corrientes un déficit. En estas elecciones por ejemplo yo no conozco, no quiere decir que no los hubiera, posicionamientos sobre que tipo de central a construir o como parase frente al Estado. Y esto es importante porque si hay en danza un debate y vos no entras en ese debate ¿cómo dialogas con la gente? ¿sólo diciendo «hay que luchar», «no a la claudicación y al reformismo»? Así no se hace política, menos cuando tenemos enfrente un gobierno que hace política todos los días y fija un piso a las discusiones. Yo veo un déficit muy grande en este sentido. No hay un debate que tome la agenda de los problemas en curso, porque con el 82% o la deuda o el aumento de salarios o la precarización… no alcanza. El economicismo muchas veces no permite elevar el nivel de discusión política. Muchas son discusiones interburguesas, pero eso no siempre implica indiferencia de los trabajadores a como se resuelvan, ni que se priven de intervenir.
¿ Cómo ves a la CTA de ahora en más? ¿Y a la constituyente social?
Por ahora no conocemos los resultados finales y quien será el ganador, pero nadie sale bien parado. La débil elección de la lista 10 es una advertencia para el gobierno que apostó fuertemente, y la pobre elección de la lista 1 puede ponerle límites al proyecto político de De Gennaro, pero además pone en crisis también a las instancias mas ligadas a las bases, como las CCII y CD, la gente no respondió a sus convocatorias a participar, con excepciones como Subtes. Además este lío de acusaciones, de manejos turbios de las cifras, que ambas listas se proclamen ganadoras, resta credibilidad a la próxima conducción. La legitimidad de la CTA está herida y nada menos en el punto donde hacían gala de fortaleza: la cuestión democrática y la transparencia. Es de esperar que todas las listas reflexionen sobre esto, yo noto un gran desánimo en los sectores juveniles de la Central, ven esto como una gran truchada de los dos lados. Mientras, Moyano se refriega las manos.
Si las dos listas se mantienen en sus trece y alguna no reconoce la decisión del tribunal arbitral, al menos por un tiempo puede haber dos CTA. Aunque también es probable que no se rompa y siga como fue los últimos dos años, independientemente de quién asuma la conducción cada tendencia continuará en la suya y la unidad resulte solo ficción. Porque estos debates que ahora se conocieron públicamente hace tiempo que se dan a puertas cerradas.
Ha y que ver como impacta la pobre votación en la fracción degennarista. Una posibilidad es que se aferren a la línea de la Constituyente, con reuniones y asambleas locales y más allá de que pueda ser usada como base de lanzamiento político de un sector, creo podrían convertirse en organismos de debate y deliberación no despreciables en una coyuntura de debilidad relativa, tal vez la izquierda debiera prestarle más atención. En mi época se decía aprovechar la espontaneidad que otro generan.
Eduardo Lucita es integrante del colectivo EDI-Economistas de Izquierda. Colaborador de la CPS «Rompiendo Cadenas»
Fuente original: La Llamarada