El 7 de octubre pasado fue estrenada la película DEUDA dirigida por el conocido periodista Jorge Lanata. Esta película fue ampliamente publicitada por varios medios masivos que la presentaron como una versión «rebelde» al problema de la deuda externa argentina. Sin embargo en este texto vamos a tratar de señalar algunas omisiones y manipulaciones que, […]
El 7 de octubre pasado fue estrenada la película DEUDA dirigida por el conocido periodista Jorge Lanata.
Esta película fue ampliamente publicitada por varios medios masivos que la presentaron como una versión «rebelde» al problema de la deuda externa argentina. Sin embargo en este texto vamos a tratar de señalar algunas omisiones y manipulaciones que, a mi entender, se desprenden del examen del mencionado filme.
Una constante en el argumento de Lanata es que el FMI ha girado miles de millones de dólares a Argentina, mientras ésta se encargaba del despilfarro de ese dinero entre políticos corruptos, burócratas, sueldos a empleados públicos, etc.
Este argumento ampliamente difundido es totalmente falso. No que los políticos no sean corruptos, sino que el principal componente de la deuda surge de fondos que jamás llegaron al país, como ejemplo de esto podemos mencionar los autopréstamos surgidos como consecuencia del seguro de cambio ofrecido por el ex-ministro de economía de la sangrienta dictadura militar, José Alfredo Martínez de Hoz. Sumado a estos mecanismos hay que considerar las altas tasas de interés que los acreedores impusieron en forma unilateral, violando todas las leyes vigentes en la República Argentina.
El segundo punto a objetar es la omisión del total pagado a los acreedores por parte del Estado Argentino. En ningún instante se considera esta cifra, ni se trata de obtenerla. Este punto es sumamente importante ya que demuestra claramente que la deuda externa ya fue ampliamente pagada y que no habría que descartar que resultado de la pendiente investigación surja que sea el FMI el que deba reintegrar fondos a nuestro país.
La línea argumental de «DEUDA» también utiliza un discurso al que vienen recurriendo los voceros mediáticos cuando de repasar la historia se trata. El argumento consiste en diluir las culpas y responsabilidades sobre la destrucción argentina entre todos los factores sociales. Para esto Lanata utiliza el argumento de que los culpables somos «nosotros», incluyendo entre ellos al propio espectador.
De esta forma se elude mencionar con nombre y apellido a los verdaderos responsables de la mayor estafa al país de que se tenga memoria. El mecanismo de diluir responsabilidades no es nuevo y se utiliza para culpar al propio pueblo por la entrega y vaciamiento de la economía argentina, buscando generar de esta forma una sensación de culpa y resignación.
Es llamativo el tiempo de micrófono que el periodista «rebelde» le ofrece a los funcionarios del FMI para que defiendan su postura frente a las acusaciones de insensibilidad que reciben por parte de la sociedad argentina. De esta forma lo que es un problema surgido de un ilícito (como lo es el pago de una deuda ilícita) pasa a ser un problema de forma y de sensibilidad por parte del FMI quien debería comprender que la pobreza argentina no soporta más flaquezas.
Lamentablemente el FMI no es una organización que se caracterice por su grado de sensibilidad, sino por el contrario. Este organismo ha financiado cuanta dictadura y golpe de estado se haya producido en Latinoamérica. Muestra de ello fueron los créditos de dinero fresco que puso a disposición del efímero dictador venezolano Pedro Carmona.
Alejandro Olmos: una luz en la noche
A pesar de todo lo mencionado anteriormente, la presencia de Alejandro Olmos como patriota no reconocido, aporta un cono de luz sobre la oscuridad de «DEUDA».
Hay que reconocer a pesar de todo, la puesta en escena de los volúmenes de denuncias presentadas por Olmos y la negativa a investigarlos por parte del Congreso de la Nación.
Pero este brillo esta en total contradicción con el resto de la línea argumental de la película. Como la entrevista a un personaje siniestro de la historia económica como Jesús Rodríguez, el ex-ministro de economía de Raúl Alfonsín, quien no pudo ocultar su incomodidad cuando Lanata le plantea la pregunta de a quienes contrató el gobierno para establecer el importe de la deuda.
Deuda y dictadura
Omisión grosera es la falta de mención por parte de Lanata de la nulidad de la deuda procedente de la pasada dictadura militar, desde 1976 hasta 1983.
En el filme se asume que la deuda existe sin cuestionar su legitimidad. Pero nuestro deber es dejar en claro que en marzo de 1976 un grupo terrorista asaltó la Casa del Gobierno Constitucional y realizó numerosos crímenes humanos y financieros (que también son humanos) en nuestro nombre. Nada de lo realizado en ese período por este grupo delictivo tiene validez legal y eso es fundamental para el análisis de nuestra deuda externa (o la de ellos).