La columna de Mariano Grondona en el diario La Nación del domingo 01/06/08 logra acumular una gran cantidad de basura ideológica disfrazada de opiniones. Básicamente el artículo titulado «Lo único que falta es el jefe de la oposición», dice que el poder kirchnerista se derrumba y que falta un líder que aglutine la oposición para consumar […]
La columna de Mariano Grondona en el diario La Nación del domingo 01/06/08 logra acumular una gran cantidad de basura ideológica disfrazada de opiniones. Básicamente el artículo titulado «Lo único que falta es el jefe de la oposición», dice que el poder kirchnerista se derrumba y que falta un líder que aglutine la oposición para consumar su derrota.
Nadie pretende defender a Kirchner de sus propias «miserias», sin embargo, la concepción del devenir de los acontecimientos según Grondona es sumamente perversa. En principio, parte del análisis de que los Kirchner fueron vencidos en la última elección sólo que la oposición no se unió y por ello (citando al pensador maquiavelista Gaetano Mosca) «una minoría organizada vence a una mayoría desorganizada» como si en la democracia se basara en cuestiones organizativas más que de mayorías y minorías. Eso me trae a la memoria que en la última dictadura, Videla y su pandilla eran una minoría organizada y el resto del pueblo representaban una mayoría desorganizada. Si bien es cierto que la oposición estuvo «desperdigada», no es menos cierto que era imposible aglutinar a Carrió con Sobisch o a Pino Solanas con Lopez Murphy. Continúa la columna admirando a las democracias exitosas donde el bipartidismo es una constante. Thierry Meyssan ya hizo en Rebelión una nota brillante demostrando que la famosa democracia estadounidense es una farsa donde los candidatos son cooptados en las primarias por la gran oligarquía del aparato militar industrial, para después realizar un show donde los ciudadanos no eligen a ningún candidato que no haya sido previamente «bendecido».
Sigue la alabanza al sistema estadounidense contrastándolo con el de Chávez en Venezuela (ese gran agujero negro donde van a parar cualquier tipo de críticas y culpas de lo que pasa en Latinoamérica) diciendo que, ni allí ni en ningún país «serio» de Sudamérica los gobernantes buscan perpetuarse en el poder. Al respecto, otro columnista de La Nación (Andrés Oppenheimer) entrevistó a Alvaro Uribe de Colombia quien estaría buscando una reforma constitucional para acceder a un tercer período de seis años en el poder (por lo menos evadió responder la pregunta directa del periodista en cinco oportunidades del reportaje), por lo cual la «perpetuación» en el poder no es un deseo exclusivo de gobiernos de izquierda si así lo quiso plantear.
Continúa con una interpretación de contradicción inmanente hegeliana (tesis-antítesis-síntesis) sobre el funcionamiento de la democracia bipartidista donde «…en el comienzo, gana la elección un partido cuyo jefe empieza a gobernar. Con el tiempo, inevitablemente, sobreviene el desgaste. Cuando el partido del gobierno se desgasta, el partido de la oposición se prepara para reemplazarlo. El jefe del gobierno es sustituido oportunamente por el jefe de la oposición hasta que a ésta, ya en el gobierno, también le llega el desgaste y, con él, la sustitución en favor de su antiguo vencido, que, casi siempre, ha renovado su propio liderazgo». Parece que a este periodista le molesta el pluralismo, más aún cuando es generado por la participación de actores que en algunos casos cuesta controlar o disciplinar. En realidad el bipartidismo o pluripartidismo no agrega ni resta valor a la democracia ya que no es medida de la calidad de la misma sino el resultado una serie de condiciones históricas.
Quizás el plato fuerte de la columna viene en el párrafo siguiente donde dice que «…El papel del pueblo es asignar los turnos de los gobernantes y de los opositores pero, como esos turnos llegan pacíficamente en medio de la estabilidad institucional, ambos partidos terminan por asegurar la continuidad de las políticas de Estado que apuntan al desarrollo económico y social». Afortunadamente al final el periodista le asigna un rol al pueblo, pero a mi gusto le asigna el mismo papel que todas las democracias viciadas del mundo padecen, cual es la simple participación en las urnas sin más. En la democracia estadounidense el problema se agrava cuando sabemos que los candidatos son previamente cooptados por la corporación.
La obsesión por derrotar al Kirchnerismo que tiene Mariano Grondona es insultante para el pueblo argentino. Aún con sus enormes desaciertos, «la caída de» no es negocio para ninguno de nosotros (ya lo vivimos con Alfonsín y De La Rúa por citar los más recientes). Quienes tienen cierta edad o están instruidos en la historia argentina saben que este tipo de periodistas reaccionarios apuestan a la «política del desastre» (o «desastre de la política») para instalar la idea en el aire de que es necesario volver a las antiguas recetas, que indefectiblemente terminan en «décadas infames» o «décadas perdidas».
Link a nota principal de Mariano Grondona.
http://www.lanacion.com.ar/1017376
Link a algunas de las otras notas de Mariano Grondona.