Cuando Miriam entró al Hospital «Pedro Coronel» del municipio de Las Choapas, ya sabía todo lo que iba a sufrir para que su hija naciera; ahí había nacido su primer hijo y su experiencia había sido poco grata con el trato que recibió del personal médico; sin embargo, no contaba con recursos para irse a […]
Cuando Miriam entró al Hospital «Pedro Coronel» del municipio de Las Choapas, ya sabía todo lo que iba a sufrir para que su hija naciera; ahí había nacido su primer hijo y su experiencia había sido poco grata con el trato que recibió del personal médico; sin embargo, no contaba con recursos para irse a un hospital privado.
Tenía apenas un centímetro de dilatación y menos de una hora de haber ingresado, cuando la médica que la atendió la quería obligar a firmar la autorización para realizarle una cesárea. Como ella se negó y decidió esperar, le dijeron que no podía estar adentro hasta que su bebé estuviera por nacer y la sacaron de la sala.
«En el hospital me canalizaron toda mal, me lastimaron mi brazo y aparte la misma doctora que a fuerza me quería hacer una cesárea, me decía que mi bebé no iba a poder nacer normal, y yo le pensaba, pero ella bien aferrada que yo lo tuviera por cesárea. Debido a eso, yo me tensaba y por eso no dilataba, tenía mucho estrés. Como me negué, me dijeron que no podía estar ahí, que esperara afuera, porque ahí dentro ocupaba espacio y me sacaron, por decir así», narra.
Aunque Miriam no lo denunció ante las autoridades, sabía que eso era violencia obstétrica. De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica en los Hogares (ENDIREH 2016) del INEGI, el 35,9 por ciento de las veracruzanas que ha tenido un hijo la ha sufrido.
Cuando se preparaba para salir del Hospital, Miriam y su mamá se enteraron que atrás del nosocomio había una Posada de Atención a Mujeres Embarazadas (AME), sitio que hasta ese momento era desconocido, pero le informaron que ahí podía llevar a cabo todo el proceso de su parto con un trato digno, humanizado.
Las Posadas AME son espacios físicos ubicados cerca de un hospital, con camas, cocina, baño, patio/jardín, estancia y centro de lavado para que las mujeres que viven a más de dos horas de un servicio de salud, y que requieren atención especializada durante el embarazo, parto o cuarentena, puedan recibir hospedaje y alimentación junto a sus hijos y familiares durante el tiempo necesario, de manera gratuita.
Las personas que atienden a las mujeres en la Posada AME pueden ser pasantes de enfermería, trabajo social o psicología en servicio social, parteras, auxiliares de salud, personal del DIF, voluntarias del hospital, de organizaciones no gubernamentales o de la propia comunidad, que cubren las 24 horas del día. El personal médico y de enfermería del hospital supervisará dos veces al día el estado de salud de las mujeres hospedadas en la posada.
Las Posadas AME fueron implementadas en 2011, en la administración de Javier Duarte de Ochoa, para mejorar el trato hacia las mujeres que se encuentran en trabajo de parto, de acuerdo con el Manual para la Implementación y Operación de Redes Sociales en Salud Materna en el estado de Veracruz.
De acuerdo con el informe de Salud Materna y Perinatal emitido por la Secretaría de Salud con fecha de 2014, solo se cuenta con 10 Posadas AME en toda la entidad: Pánuco, Misantla, Yanga, Oluta, Minatitlán, Tonalapán, Papantla, Poza Rica, Altotonga, Ixhuatlán del Sureste.
Sin embargo, se desconoce si se ha incrementado o disminuido el número ya que no se cuenta con información oficial al respecto a partir de ese año. Testigo Purpura buscó entrevistarse con el Secretario de Salud a través de su enlace de Comunicación Social, pero no hubo respuesta.
Cuando Miriam ingresó a la Posada AME, le sorprendió que las instalaciones fueran tan cómodas como si estuviera en casa y todos los derechos que tenía sobre su parto, ahí conoció por primera vez el término «parto humanizado».
De acuerdo con el Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva de la Secretaría de Salud, se llama «parto humanizado» al modelo de atención del parto que pretende tomar en cuenta, las opiniones, necesidades y emociones de las mujeres y sus familias en el embarazo, parto y puerperio. La mujer y el bebé son los protagonistas.
Lo primero que le ofrecieron fueron alimentos y la libertad de moverse por toda la casa, le dieron a elegir entre un colchón, una colchoneta y una hamaca. Ella eligió el colchón en el piso porque le resultaba más cómodo.
Tampoco la canalizaron para ponerle suero, le permitieron que su mamá la acompañara y la partera le enseñó unos ejercicios de respiración que le ayudaron a relajarse y empezó a dilatar más.
«Me explicaron que podíamos estar ahí, y que no nos iban a cobrar nada, que la comida, desayuno y cena también nos iban a proporcionar por medio del hospital y pues no me canalizaron ni nada. Me sentí más tranquila, me relajé más y ahí sí empecé a dilatar más. Me explicaron lo del Seguro, que podíamos utilizar todo, desde los baños hasta la cocina, lo que necesitáramos se lo podíamos pedir a ellas, que nos iba a apoyar», cuenta.
Después le enseñaron unos ejercicios con pelotas y unas bancas, con los que logró llegar a la dilatación perfecta para iniciar con la expulsión de su bebé.
«Me pusieron en una banquita unos ejercicios, y ahí empecé a dilatar rápido, la partera me revisó y ya estaba casi lista, ellas me ayudaron mucho, me animaban, me decían palabras que igual ayudaban. Y ahí empecé a dilatar, ya cuando me dijo que ya estaba lista, me preguntó cuál posición quería y yo elegí una cama, acostada», cuenta.
A Miriam la dejaron estar acompañada todo el tiempo por su familia, inclusive le preguntaron si prefería que alguna partera tradicional la acompañara en el proceso.
Tampoco la obligaron a depilarse el vello púbico, cuenta que en lugar de obligarla a pujar, le contaban anécdotas para que el proceso se diera de manera natural.
Cuando nació su bebé lo primero que hicieron fue dárselo para que lo besara y lo amamantara, después de unos minutos, cuando la sangre dejó de correr entre ella y su hijo, el cordón umbilical fue cortado.
Durante el puerperio, es decir, el proceso de recuperación que lleva después del parto, Míriam estuvo siempre atendida por la partera y su familia.
«Cuando nació pues rápido me lo enseñaron y me dijeron que si quería darle un beso y sí pues, le di un beso, y ya me dijeron que me la iban a limpiar y curar su ombliguito ahí mismo y ahí lo estaba viendo, luego me la dieron y le empecé a dar pecho (…) Se siente uno más relajada, se siente uno como en casa, como si no estuviera uno pasando por ese momento, es una gran diferencia que estar en el Hospital», recuerda.