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Otra información tóxica en el global-imperial

Fuentes: Rebelión

Sabíamos que los del global-imperial estaban dispuestos a todo. Antichavismo, desinformación, pro-sionismo, apuesta por un capitalismo con escasísimas entrañas, etc etc. Cualquier causa anti-humanista entre sus finalidades esenciales. Quien manda, manda. Hoy descubrimos que la sesgada información tóxica neoliberal está también en su núcleo duro. Me refiero a una información (¿información?) de Miguel Mora, del […]

Sabíamos que los del global-imperial estaban dispuestos a todo. Antichavismo, desinformación, pro-sionismo, apuesta por un capitalismo con escasísimas entrañas, etc etc. Cualquier causa anti-humanista entre sus finalidades esenciales. Quien manda, manda. Hoy descubrimos que la sesgada información tóxica neoliberal está también en su núcleo duro.

Me refiero a una información (¿información?) de Miguel Mora, del lunes 7 de octubre [1]. «El domingo ya no es sagrado en Francia» es el titular de la noticia. El subtítulo: «Dos almacenes de bricolaje desoyen a la justicia gala y abren en el tradicional día de descanso». «El apoyo de ciudadanos y trabajadores enciende el debate» es el remate.

El debate sobre la libertad de horarios se ha ventilado ya en casi todo el mundo, sostiene MM, pero «Francia sigue siendo mucha Francia». Lo dice con un poco de recochineo. El domingo era históricamente el Día del Señor, recuerda para nuestra sorpresa el corresponsal parisino del imperial, «y poco después de que se impusiera la República laica en 1905, el Estatuto de los Trabajadores estipuló en 1910 que sería la jornada de descanso semanal de los asalariados galos».

Pero, prosigue más que satisfecho don Mora, «esta norma sagrada del viejo Code du Travail ha viajado sin grandes sobresaltos hasta la actual era del mercantilismo compulsivo, gracias a que el Parlamento le ha ido sumando excepciones». Pero, apunta también, ya no satisface a todos los sectores y algunos -que no cita- quieren abolirla sea como sea.

Los últimos paladines, sostiene MM, del trabajo dominical son dos almacenes de bricolaje y muebles: Castorama y Leroy Merlín. Desoyendo una sentencia judicial, «abrieron sus puertas el pasado domingo en la región de Île de France». El acto es ilegal, admite MM, pero -son palabras suyas- es «heroico, una pequeña revolución en nombre del derecho de los ciudadanos a comprar destornilladores en domingo». ¿Derecho de los ciudadanos a comprar destornilladores en domingo? ¡Para desternillarse de risa! ¿Desoír una sentencia judicial, sin más consideraciones, es un acto heroico?

Los sondeos, que MM no concreta, han revelado (sic) que «el 66% de los franceses aprueba la insubordinación de las tiendas de cachivaches y herramientas». Un porcentaje similar, añade, «reclama al Gobierno socialista -impulsor, recuerda, de la ley que redujo el tiempo de trabajo hasta las 35 horas semanales-, que permita al comercio abrir, a los trabajadores trabajar y a los clientes comprar en domingo». Todos felices y todos contentos. ¡Los currantes a currar y los empresarios a acumular!

La encuesta, señala MM con muchas más dudas que credibilidad en el lector, «estima que ocho de cada 10 habitantes de la aglomeración de París y seis de cada 10 en provincias son favorables a la apertura de los almacenes de bricolaje, y que un 88% de los empleados privados y un 63% de los directivos y profesionales liberales apoyan el gesto de rebeldía de esos comercios». ¿Suena a publicidad engañosa e interesada? Suena a publicidad falaz e interesada.

MM recuerda que la obligación del descanso dominical solo (¿solo?) afecta hoy a dos tercios de los franceses, al 66%. Un estudio de 2011 afirma que el 29% de los trabajadores activos (unos 8 millones de personas) «trabaja el séptimo día de la semana en virtud de las numerosas derogaciones geográficas, turísticas, estacionales y económicas en vigor». Pero las excepciones (algunas más que necesarias probablemente) han convertido a la ley, según el prudente y ecuánime periodista del global.-imperial, «en una chapuza arbitraria e ininteligible, tan perniciosa para los empresarios como para los trabajadores.». ¿Para los trabajadores también? ¿Y quién dice eso?

Un ejemplo de los citados: los viveros y almacenes de jardinería abren los domingos, pero Castorama, que es una empresa de bricolage fundamentalmente, «que también vende macetas, palas y rastrillos, no puede». ¡Qué horror, qué hecatombe, qué falta de sentido común, qué régimen tan totalitario!

El clamor liberalizador, señala don Mora, es tal que el primer ministro ha tenido que salir a la palestra. Será eso seguramente. Para ganar tiempo, no para saber a qué atenerse, «ha encargado a un comisario especial, el antiguo presidente de Correos, Jean-Paul Bailly, un informe que «aclare las consecuencias de la apertura de algunos comercios el domingo», «analice las debilidades de la normativa del reposo semanal», y «haga propuestas al Gobierno»».

Es, en justa opinión de MM, «la enésima polémica del agitado mandato de François Hollande». ¡La enésima! Esta misma semana, afirma don Miguel, Hollande ha sido abucheado dos veces, muestra del, por una parte, «creciente hartazgo de los franceses con sus gobernantes», y, por otra, «de las numerosas trabas que el viejo Estado social va encontrando a medida que la economía neoliberal y la obsesión por la competitividad se imponen en Europa.» ¡Trabas de la Europa social! ¡Viva la Europa del capital! ¡Pista ancha!

Y no sólo eso. En febrero pasado, ¡hace unos 8 meses pues!, el tiburón estadounidense Maurice Taylor acusó, eso sí «exagerando» un poco, «a los asalariados franceses de cobrar mucho, trabajar tres horas y parar una para comer». ¡Parar una hora para comer! Hay más, esta misma semana, un neoyorquino -¡un neoyorquino!- que cenaba en un restaurante de París ha comentado: «Los camareros te miran mal si les pides algo, las dependientas te ignoran en las tiendas y ya ni siquiera hay drogas buenas como cuando venían los músicos de jazz. Esto se hunde». Este comentario aparece en un diario que dice hacer buen periodismo. ¡¡Qué desastre! ¡Ni siquiera hay drogas buenas!

A pesar de lo dicho y redicho, reconoce don Mora, las cifras de la OCDE revelan «que los franceses todavía trabajan 38 horas de media semanales», tres horas de media más que los trabajadores alemanes, y que lo hacen, además, «con una productividad tres puntos mayor que sus vecinos del otro lado del Rin.» ¿Entonces?

Para que quede todo claro al «artículo» le acompaña la fotografía de un trabajador -empleado en el lenguaje de don Miguel- de los Castorama de París que luce una camiseta donde se anuncia la apertura del fin de semana. Con el lema siguiente: «Yes, week end». ¿A qué es gracioso? ¿A qué es muy ocurrente? ¿A qué es muy diver? ¿A qué es muy probable que el trabajador no la lleve voluntariamente?

¿A qué los del País cada día intoxican más, y más, y más?

 

Nota:

[1]

http://economia.elpais.com/economia/2013/10/06/actualidad/1381083930_816452.html

 

Salvador López Arnal es miembro del Front Cívic Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra, director Jordi Mir Garcia).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.