En entrevista con Clarín.cl Sylvia Marcos habla de la vulnerabilidad que vivimos en México: «Parecería que al aparato del Estado lo controlan, vigilan, amenazan y limitan los cárteles y criminales de las drogas. Y mientras tanto, los partidos políticos se la pasan peleando por mezquindades electorales. En el Estado de México, hacen unos escándalos vergonzosos […]
En entrevista con Clarín.cl Sylvia Marcos habla de la vulnerabilidad que vivimos en México: «Parecería que al aparato del Estado lo controlan, vigilan, amenazan y limitan los cárteles y criminales de las drogas. Y mientras tanto, los partidos políticos se la pasan peleando por mezquindades electorales. En el Estado de México, hacen unos escándalos vergonzosos entre ellos. En tanto a la realidad social del país, no la ven ni parecen querer verla. Sólo parece interesarles el mantenimiento de sus cuotas de poder. ¡Que irresponsabilidad política! Vemos que no hay gobernabilidad, el Estado de derecho se está desmoronando».
Sylvia Marcos realizó un post-doctorado en Psicología y Sociología de las Religiones en la Universidad de Harvard, es fundadora del seminario permanente de Antropología y Género del Instituto de Investigaciones Antropológicas del la UNAM, imparte conferencias y cátedras en México y el extranjero, ha publicado varias investigaciones etnohistóricas, en el área de género, religiones mesoamericanas, epistemologías tradicionales y sobre el curanderismo; sin dejar de mencionar su férrea defensa de los movimientos indígenas y de la propuesta política del zapatismo.
Ante el vencimiento del plazo para esclarecer los 7 crímenes en Morelos, Sylvia Marcos explica el papel del portavoz de la marcha y del Plantón en Cuernavaca: «Cuando todo parece estar podrido, emerge un ciudadano honrado, además humanista, filósofo y gran poeta, lógicamente toma un liderazgo impresionante. Esto expresa la búsqueda: ¿en quién podemos confiar que defienda los derechos de la ciudadanía y nuestra seguridad?. Javier Sicilia representa a todos los padres dolidos por los asesinatos en el Estado de Morelos y en toda la República. ¿Cuántos asesinados hay cada mes en Ciudad Juárez?, ¿cuántos padres lamentan la muerte de sus hijos sin osar denunciarla? Javier Sicilia les quiere dar la voz que no han podido hacer oír. Es un personaje político en el buen sentido de la palabra: les da la voz a los ciudadanos que no la osaron tomar. Da voz a lo que sienten los de abajo sin poder expresarlo».
MC.- Sylvia, ¿cuál es el aprendizaje después de la marcha convocada por Javier Sicilia?
SM.- Se está demostrando que la propuesta política del zapatismo es un camino a seguir, es la mejor forma de resistir; esto lo experimentamos con la marcha del 6 de abril, la organización puede venir de abajo hacia arriba, los zapatistas lo han dicho cien veces. De hecho, el EZLN siempre ha manifestado que los cambios y las transformaciones sociales se tienen que dar con la congregación de abajo hacia arriba. Ahora, todo mundo dice que los partidos políticos son corruptos, que están coludidos con el crimen organizado, que la vía electoral no es la solución, lo que el zapatismo sostuvo desde los inicios y reiteró en el 2006 con La Otra Campaña. No sé porqué esta postura se interpretó como una enemistad personal del Subcomandante Marcos con Andrés Manuel López Obrador. No tiene nada que ver con eso. El proyecto zapatista no era pelearse con AMLO, no pretendía negarle la posibilidad de volverse presidente. Quiero citar a Elena Poniatowska porque, en una entrevista que dio al recibir el Premio Seix Barral, expresó realidades de abajo. ¿Leíste las palabras Elena en Casa de América?
MC.- Sí, fue por la novela «Leonora»…
SM.- Elena Poniatowska dijo en Madrid: «Odio los partidos políticos» (La Jornada 8/03/2011). No dijo «los odio a todos menos al PRD». Recordemos que ella incursionó en el gobierno «legítimo» de AMLO, y parece conocer la política partidista desde adentro. ¿Qué dijo entonces? Pues se deslindó, se dio cuenta que por ahí no es el camino y lo dijo porque ella es una mujer honesta. Lo que está pasando en el país demuestra que la propuesta zapatista es viable y a futuro. El zapatismo busca cómo se pueden articular las diversidades con la necesidad de nuevos conceptos para la práctica colectiva.
MC.- Regresando a la marcha y al plantón, Javier Sicilia emplazó al gobierno para esclarecer los crímenes antes del 13 de abril…
SM.- No sé qué respuesta dará el gobierno. A veces siento que ya no tenemos gobierno. Cuando asesinaron a Juan Francisco Sicilia y a sus amigos y otras personas en Temixco, nosotros -Jean Robert y yo- fuimos entre los primeros en enterarnos. Nos llamó la hija de Javier, porque él estaba en Filipinas. De la morgue nos trasladamos al Zócalo. Improvisamos una ofrenda. Sin que se convocara a nadie, la gente se fue pasando la voz y pronto llegaron 400 personas al Zócalo. Muchos trajeron flores, otros veladoras, y sin que nadie diera ordenes, se nos ocurrió colocar la ofrenda frente al Palacio de Gobierno.
Luego José Martínez, Rocato, Pietro Ameglio, Oscar Menéndez y algunos más se encargaron de asegurar un mínimo de coordinación en las actividades que siguieron, pero en el momento inicial, nadie coordinaba nada. Era el clamor ciudadano que pasó la voz y de inmediato clamó justicia ante el gobernador. Creo que no debe de haber una confrontación directa de Javier con los asesinos, porque se supone que vivimos en un Estado de derecho y que habría un gobierno con autoridad judicial para mediar de forma jurídica y penitencial entre el ciudadano y los asesinos, pero estamos viendo que no hay gobernabilidad, el Estado de derecho se está desmoronando.
MC.- Ante la falta de Verdad y Justicia, la estrategia comunicacional del gobierno es inculpar a los jóvenes inocentes asesinados por el crimen organizado, volverlos cifras del «daño colateral» o inmediatamente estigmatizar a las víctimas…
SM.- En el caso del asesinato de Juan Francisco Sicilia oí un par de historias, porque los otros jóvenes asesinados eran novios de las hijas de mis amigas, así que vamos pescando pedacitos de rumores: que policías ministeriales habían secuestrado a un joven y al pagar el rescate denunciaron el plagio, pero el teléfono de las denuncias está intervenido, ¿tú habrás escuchado esa hipótesis?
MC.- Sí, que ratificarían la denuncia el lunes 28 de marzo, el mismo día que los asesinaron…
SM.- Lo que me parece notable y digno de recalcar es que Javier no suscribe ninguna de esas historias. Dice que aquí vivimos en un Estado de derecho y el gobernador debe darnos las respuestas de las investigaciones para enjuiciar a los criminales. El gobernador es responsable de lo que pasa con su policía judicial, con su policía de tránsito, con el ejército. Pero los gobernantes parecen títeres, y por eso digo que la propuesta del zapatismo es una vía posible para cambiar el país. Por eso el zapatismo es bienvenido en todo el mundo, desde los kurdos a los mapuches, porque el Estado-Nación derruido no funciona, «está agonizante» -lo dijo Luis Villoro en respuesta a una Carta de Marcos-. Y esto lo escribió desde la década de 1990, no sólo ahora.
Desafortunadamente, los ciudadanos de a pie y los políticos de la politiquera no saben ver a largo plazo. En la forma en que se ha transformado, el Estado es un aparato inservible para los pueblos y sólo le sirve al capitalismo desenfrenado que sufrimos y a la destrucción del planeta. Regresando a tu pregunta, el primer día del asesinato de Juan Francisco Sicilia, yo dije: «y no nos vengan a inventar que fue el narcotráfico» y tal como lo predije, en los periódicos publicaron: «El Cártel del Golfo se adjudicó los asesinatos», como yo lo dije retando al gobierno, me sacaron en la televisión después de que el Procurador adjudicó a los cárteles los crímenes en Temixco. Pero desmentí al Procurador, «la ciudadanía se opone a la fabricación de culpables sin investigación». Desde entonces mi teléfono está intervenido, como si yo no me diera cuenta. Al día siguiente, el Cártel del Golfo negó ser responsable de los asesinatos en Temixco y ofreció encontrar a los criminales para entregarlos muertos al pueblo de Morelos. Parecería que al aparato del Estado lo controlan, vigilan, amenazan y limitan los cárteles y criminales de las drogas.
Y mientras tanto, los partidos políticos se la pasan peleando por mezquindades electorales. En el Estado de México, hacen unos escándalos vergonzosos entre ellos. En tanto a la realidad social del país, no la ven ni parecen querer verla. Sólo parece interesarles el mantenimiento de sus cuotas de poder. ¡Que irresponsabilidad política! Si hubiéramos seguido las propuestas del zapatismo, ahora estaríamos en otro lugar. Quizás con muchos cambios, dolorosos y/o difíciles, pero en una sociedad más justa, más equitativa y más digna, sin los crímenes tan horrendos como aleatorios que estamos viviendo. Pero la propuesta zapatista a penas se menciona en los medios de comunicación, lo que parece indicar que muchos están coludidos con el Estado infiltrado por el crimen y el empresariado.
MC.- Javier Sicilia adhirió a La Otra Campaña, cuando el resto de los intelectuales progresistas le apostaron a la vía electoral; ¿por qué la ciudadanía convirtió a Sicilia en portavoz?
SM.- Javier Sicilia es poeta, ensayista, escritor pero también un personaje público. De las mencionadas 35,000 personas que marcharon en Cuernavaca, creo que el 90% tienen algún conocimiento de él: como poeta y columnista de Proceso y La Jornada, director de la revista Conspiratio, o como personaje público. Pero, sobre todo, lo conocen como persona honrada y confiable. En estos tiempos y con los políticos ¿a quién creerle? Cuando todo parece estar podrido, emerge un ciudadano honrado, además humanista, filósofo y gran poeta, lógicamente toma un liderazgo impresionante. Esto expresa la búsqueda de «¿en quién podemos confiar que defienda los derechos de la ciudadanía y nuestra seguridad?»
Cuando me enteré de la saña con la que asesinaron a Juanelo Sicilia pedí que no le explicaran los detalles a Javier -porque lo destrozaría saberlo, Juan Francisco era un muchacho bueno, muy apegado a su padre-, Javier Sicilia representa a todos los padres dolidos por los asesinatos en el Estado de Morelos y en toda la República. ¿Cuántos asesinados hay cada mes en Ciudad Juárez?, ¿en Sinaloa?, ¿en Michoacán?, ¿en Acapulco?, ¿en Monterrey?, ¿cuántos padres lamentan la muerte de sus hijos sin osar denunciarla? Javier Sicilia les quiere dar la voz que no han podido hacer oír. En eso, es un personaje político en el buen sentido de la palabra: les da la voz a los ciudadanos que no la osaron tomar. Da voz a lo que sienten los de abajo sin poder expresarlo. Temo que no tardaremos en ver un partido tradicional ofrecerle una posición a Javier. Pero yo espero que él no se ensuciará las manos siendo candidato de los partidos políticos. Estando degenerado todo el aparato de Estado, quien se coloque adentro deteriorará su postura. Es lo que vimos con Obama en Estados Unidos: cada vez que buscan un personaje valioso para un lavado mediático del sistema, el personaje se corrompe.
MC.- En Chile vimos el ocaso de Bachelet…
SM.- En el Encuentro Continental de Mujeres Indígenas de las Américas (Hueyapan 8/03/2011), escuché el testimonio de varias compañeras mapuches sobre la Ley Antiterrorista aplicada durante el gobierno de Bachelet en contra de los comuneros mapuche; la fuerza que tienen las mujeres mapuches me recordó la fuerza de las mujeres zapatistas en Chiapas. Sus estrategias de organización comunitaria les da una proyección que está anclada más allá de la cosmogonía y de las fronteras impuestas por los Estados.
MC.- Proporcionalmente a la lucha mapuche, el Estado insiste en la persecución con la Ley Antiterrorista…
SM.- Los Estados-Nación se ensañan con las propuestas que pueden ser una verdadera alternativa. A diferencia del anarquismo que nace desde los Estados europeos, la organización comunitaria, en principio sin Estado, de los mapuches es fruto del pensamiento indígena de América; veo una coincidencia muy fuerte entre los zapatistas y los mapuches.
MC.- ¿Ocurre algo parecido entre todos los pueblos indígenas de las Américas?
SM.- La propuesta zapatista tan colectivista se podría seguir en toda Latinoamérica. Los movimientos indígenas la han visibilizado. En la mayoría de los países de América latina, la raíz de la cosmovisión indígena todavía está palpitando. Si tocas el «ancestro colectivo» de cada familia, le haces reconocer su derecho a los llamados «usos y costumbres». Nos falta la filosofía política para llegar a conjuntar y revivir algo que todavía está ahí, sí, algo que no ha desaparecido. Por ejemplo, en Latinoamérica, no somos tan individualistas, ni siquiera en las élites. Además de referirme a las múltiples experiencias de las policías comunitarias en el territorio mexicano, podemos hablar también de lo que pasa en los medios académicos.
Por ejemplo: veo cómo funciona el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM y lo comparo cuando imparto clases en Universidades de Estados Unidos, aquí somos colectivistas, aunque no hacemos una autorreflexión de cómo expresamos, en ese colectivismo, las influencias indígenas. Yo me atrevería a incluir en estas pervivencias a las dinámicas partidistas mafiosas políticas que se mueven con mecanismos influidos por lo comunitario ancestral, pero desafortunadamente desvirtuadas por las exigencias estructurales del Estado Nación, y por el compadrazgo criminal y la corrupción imperante en los partidos políticos.
MC.- ¿Cómo se hacían los estudios de género antes de 1994?, lo pregunto por la influencia de las Comandantas Ramona, Esther y Ana María en el paradigma feminista de México…
SM.- Voy a utilizar la palabra de un compañero zapatista: «fue un tsunami cognitivo». Pero no fue tan así, no fue tan brusco; por ejemplo, en 1994, nuestra amiga Laura Castellanos, reconocida periodista, autora del libro México Armado (2007), entrevistó a Ramona y a Ana María. Lo recuerdo bien, porque en 1994 tenía yo 20 años estudiando el género y la posición de las mujeres en la cosmovisión mesoamericana. Hasta este momento, cada vez que presentaba mis ideas, se me contestaba que tenía una visión romántica del mundo indígena. La mayor parte de mis las colegas académicas criticaban lo que yo había percibido en las comunidades indígenas: la dualidad y la complementariedad, el equilibrio, que las feministas hegemónicas no aceptaban.
Estos conceptos no correspondían a sus experiencias de mujeres urbanas de clase media. Además, para las feministas hegemónicas, «las indígenas» pertenecían a la clase de mujeres que las atendían en sus casas. Su feminismo era un feminismo elitista, de clase media intelectual, es decir de esa clase media provista de servidumbre indígena. En 1989, estuve presente en el primer seminario sobre estudios de mujer del Colegio de México al que presenté un ensayo. Después de que se discutieran los criterios de aceptación en la antología que iba a publicar el COLMEX, mi contribución fue aceptada, parece que un poco a regañadientes, por las feministas encargadas de la selección.
Cuando emerge el zapatismo, se empieza a sentir un cambio. Laura Castellanos va hasta Chiapas para entrevistar a las compañeras. Y ¿qué pasó en 1994? Mientras que la mayoría de los periodistas se interesaron sólo en los comandantes y en Marcos, Laura tuvo el ojo de entrevistar a las mujeres que estaban invisibilizadas por el patriarcado imperante en la sociedad. El problema es que las entrevistas a las comandantas no dejaron de reflejar el punto de vista de una periodista urbana -fuimos compañeras en La Doble Jornada-. Yo no me atreví a criticar sus entrevistas, pero noté un desfase entre la perspectiva de Laura y lo que contestaron las zapatistas, tanto así que Ramona llamó a un compañero para que le explicara las cosas a Laura.
Por ejemplo, Laura no entendía la forma en que ellas daban a luz, porque ella estaba confinada a un universo de reclamos de derechos, por supuesto muy feministas urbanos, de más servicios hospitalarios, perdiendo de vista los valores simbólicos mayas de lo que significa dar a luz sobre la tierra. Entre más sé de la Comandanta Ramona, me quedo con el ojo cuadrado: ella defendió los derechos de las mujeres al interior del Comité Clandestino del EZLN y fue de las primeras en decir «queremos conservar nuestras formas de hablar, de rezar, de vestir, de curar y queremos ser consultadas cuándo y con quién nos vamos a casar». Las suyas eran propuestas de derechos de las mujeres específicos y las periodistas que venían de la Ciudad de México no acababan de entender. Las compañeras zapatistas fundaron «otro» feminismo.
MC.- Finalmente, en la asamblea del Zócalo de Cuernavaca participaron madres de las desaparecidas en Ciudad Juárez, madres de las víctimas en la Guardería ABC y la familia Reyes, acompañando la marcha convocada por Javier Sicilia, ¿cómo colectivizar el aprendizaje a partir del dolor?
SM.- Aquí debe haber una conciencia política sobre ¿qué nos está haciendo este gobierno?, ¿cómo está coludido con el gobierno de Estados Unidos?. El problema del narcotráfico es multilateral y trasnacional, no es solo bilateral. La colusión proviene también de las empresas, de los corporativos internacionales, es la corrupción de las élites por la que se recurre o tolera a la violencia aleatoria, «colateral». Del dolor debemos pasar a la acción política, yo acompaño el dolor de Javier Sicilia -porque es mi amigo y conocí muy bien a su hijo-, pero no podemos quedarnos en el dolor, tiene que emerger de aquí una propuesta política nacional y a futuro veremos cómo se conecta con otras luchas, con las víctimas y oprimidos en Estados Unidos, Francia, Irak, Kurdistán, Libia, Colombia, Perú y con los pueblos indígenas de toda la madre tierra.
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