1. El martes 22 de noviembre, mientras el mundo tiembla ante las amenazas espartanas del Estado de Israel y el Pentágono sobre Irán y buena parte del Medio Oriente con fines de apropiación energética y superior dominio geopolítico, y cuyos efectos eventualmente devastadores a escala planetaria no se pueden nombrar por espanto y vergüenza, en […]
1. El martes 22 de noviembre, mientras el mundo tiembla ante las amenazas espartanas del Estado de Israel y el Pentágono sobre Irán y buena parte del Medio Oriente con fines de apropiación energética y superior dominio geopolítico, y cuyos efectos eventualmente devastadores a escala planetaria no se pueden nombrar por espanto y vergüenza, en Argentina la Presidenta se reunió con casi un millar de empresarios de la Unión de Industriales (UIA) del país. La UIA es parte del G8 que agrupa a los dueños de la Sociedad Rural, Cámara de Comercio, de la Construcción, la Bolsa, la Asociación de Bancos Privados de Capital Argentino y la Asociación de Bancos de la Argentina.
A un mes de haber obtenido el 54% de los sufragios nacionales, Cristina Fernández transparentó sin apremios electorales la naturaleza del proyecto gubernamental. En tanto los números de la inflación real superan el 20 %, pero oficialmente se habla de un 9%, Fernández dijo que «no hay que pelearse, pero por sobre todas las cosas no hay que hablarse por los diarios» y que no existe en estudio ninguna ley para prohibir el giro de utilidades al extranjero.
Con luz de mediodía, la Presidenta ratificó su política de «pacto social» (tan mítico como las expresiones ‘siempre’ y ‘nunca’, o el fin de la historia y las contradicciones), en medio de la llamada «quita de subsidios» a industrias de servicios básicos que ya ha comenzado paulatinamente a impactar a la población. La fórmula implementada hasta el momento con un gasto astronómico para el erario nacional (es decir, para el acumulado excedente producido por millones de personas), consistió en subvencionar buena parte de las ganancias del capital con el compromiso de traspasar desde arriba a la población una rebaja sustantiva en materia de servicios y otras mercancías. Desde los casinos (?), hasta el gas, agua, electricidad, comunicaciones, transporte, minería, etc. A partir del 1 de diciembre, comenzarán a aumentar las cuentas entre 150 a 400%, primero en los sectores más adinerados, y luego se extenderá el incremento opacamente hacia el resto de la ciudadanía. Estos días, el ingenio mediático de la Casa Rosada elaboró que antes de «la quita forzada» (para enfriar la inversión social, estabilizar la política cambiaria, acorralar la inflación y evitar un nuevo sobreendeudamiento ante la ruta del déficit fiscal), quienes lo deseen `pueden renunciar voluntariamente a los subsidios, como una Teletón, mueca filantrópica, caridad en vitrina o pudor.
Se trata de imponer de una vez por todas -y tonificarse regionalmente- la vieja política de los programas sociales focalizados formulados desde hace casi 4 décadas por las instituciones tutelares de la deuda y el crédito mundial para construir clientela electoral y, sobre todo, evitar la conflictividad social con el objetivo de cautelar la gobernabilidad inestable de estos paisajes. De todos modos, ya era una medida bien poco «nacional y popular» y menos «defensora de los Derechos Humanos» en términos ampliados el contrasentido de subvencionar con el excedente socialmente producido al capital concentrado para retornarlo parcialmente a los trabajadores y la comunidad. De todos modos, la iniciativa de carácter populista fue uno de los pilares que explican la victoria de Fernández en las urnas.
2. Lo cierto es que Argentina no está desconectada de la crisis económica mundial, ni ha salido -más allá de una retórica teatral para el turismo y los foros internacionales- de la actual fase de reproducción capitalista que gobierna las relaciones sociales en América Latina y que se soporta sobre la hegemonía del capital financiero en todas sus formas, el patrón primario agro y minero exportador, la privatización de lo que alguna vez no lo fue, el saqueo transnacional de los recursos naturales a costa de humanidad y bienes finitos, y la sobreexplotación del trabajo asalariado mediante el subempleo, el trabajo en negro, la precarización de las relaciones contractuales, y la creciente tercerización. De hecho, ante la ralentización de la economía brasilera y China producto de la crisis europea y norteamericana, el precio de las materias primas cae diagonalmente. La economía argentina está subordinada sanguínea e históricamente a la carioca. Y ya Brasil anunció una baja de expectativas de crecimiento para el 2011 frente al debilitamiento de sus exportaciones.
3. Por otro lado, y como es recurrente (quien pueda, resulta imprescindible leer revista La Maga Nº 2, ese fresco acierto periodístico), el holding multimedial Clarín -que engordó desde la segunda mitad de los 80′ del siglo pasado, pero hizo su primavera bajo el gobierno de Néstor Kirchner), en la actualidad se mantiene reñido con Fernández y arquitectura burda y majaderamente al secretario general de la Central General de Trabajadores (CGT), Hugo Moyano. El dirigente sindical y empresario (o viceversa) de la industria transportista, entre otras, cayó en desgracia con Cristina y no deja de repetir a todo volumen y en innumerables canales que «¿Por qué un trabajador no puede ser Presidente?» y que «hay que repartir las utilidades de las empresas». Naturalmente, le agradaría ser él ese trabajador al que alude (!), y la consigna redistributiva no pasa de ser propaganda corporativa para la gradería. En rigor, el problema no tiene nada que ver con «redistribuir las utilidades» (incluso sistémicamente, una medida así obstaculizaría nuevas inversiones en tanto el capital invierte todo lo que gana. Salvo que Moyano sea un revolucionario comunista encubierto y busque jaquear el capitalismo argentino e inestabilizarlo para una pronta insurrección donde él haga las veces de jefe de algún ejército rebelde que crece en las sombras). Pero Moyano en realidad es hijo de su historia y, en consecuencia, un insuperable burócrata sindical, antidemocrático, corporativista, acomodaticio, nepotista y funcional a los intereses del gran empresariado en la patria que inauguró San Martín. Mientras tanto, el mismo grupo Clarín, releva más sobriamente al gobernador de la Ciudad de Buenos Aires, el ultraliberal Mauricio Macri, pre candidato a las elecciones nacionales de 2015, quien se resiste a asumir los costos que le reportaría hacerse cargo de la administración sin subsidios del transporte subterráneo de la Ciudad.
4. El 23 de noviembre más de 5 mil personas de organizaciones sociales y políticas de la Capital argentina marcharon contra la criminalización de la protesta social. Entre las agrupaciones más visibles se encontraban los trabajadores de fábricas de neumáticos, de la empresa Kraft, Texaco, frigoríficos, hospitales, docentes, estudiantes, intelectuales.
El delegado ferrocarrilero de la Línea 60, Néstor Marconi, acusa mientras no deja de avanzar hacia la Plaza de Mayo que «Tenemos 5 compañeros presos (Oñate, Olivera, Tapia, Claro y Germano) por reclamar los derechos de los trabajadores y más de 4 mil delegados sindicales procesados.»
Ana Barría pertenece al Movimiento Ciudadano y Portuario -Marítimo y Naval De Pie y dice entre bombos que el actual gobierno «no representa los intereses de los trabajadores. Ellos están por los privilegios y nosotros por la igualdad».
El representante de los asalariados de la Ferrovía Avellana, Trejo José, apunta que «el pasado 4 de noviembre fuimos reprimidos con balas de goma cuando estábamos demandando mejores sueldos. En menos de un año van 15 muertos en distintas luchas. En Buenos Aires, Bariloche, El Chaco, Formosa, y la semana pasada una ‘patota’ sindical mató a Cristian Ferreyra en Santiago del Estero».
5. En calle Corrientes, nudo y resumen de la Ciudad de Buenos Aires, se encuentra el Teatro Astral. El fin de semana ofrecerán un recital los reconocidos músicos Juan Carlos Baglietto y Lito Vitale.
El recital se titula «Más de lo mismo».
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