El cuarto poder, arma esencial contra la ciudadanía. Quienes llevamos cierto tiempo contrastando la prensa más conocida con la prensa alternativa disponible en Internet sabemos de sobras que la primera es un arma esencial de la oligarquía para controlar a las masas. La única manera de acercarse a la verdad es contrastando todo lo posible. […]
El cuarto poder, arma esencial contra la ciudadanía.
Quienes llevamos cierto tiempo contrastando la prensa más conocida con la prensa alternativa disponible en Internet sabemos de sobras que la primera es un arma esencial de la oligarquía para controlar a las masas. La única manera de acercarse a la verdad es contrastando todo lo posible. Pero este contraste no es suficiente entre medios de comunicación que dicen prácticamente lo mismo. Este contraste en la España actual debe hacerse con la prensa alternativa en Internet. ¿Por qué? Porque los grandes medios de comunicación privados pertenecen a unos pocos multimillonarios y los medios públicos son controlados por los gobiernos de turno, al servicio de los partidos políticos gobernantes, los cuales a su vez están al servicio de la oligarquía. No puede haber partidos políticos independientes cuando dependen financieramente del poder económico, el auténtico poder en la sombra. No puede haber una prensa libre sin una democracia de suficiente calidad en la que, entre otras muchas cosas, haya una verdadera separación de poderes, especialmente respecto del poder económico.
Sin embargo, el capitalismo necesita aparentar cierta democracia para evitarla, para que la ciudadanía legitime en las urnas la dictadura camuflada que en verdad es. La característica esencial del capitalismo es el disfraz sofisticado de que se provee para contener la democracia política, para mantenerla bajo mínimos, para vaciarla de contenido, con el objetivo último de evitar que un posible desarrollo democrático salpique a la economía, para salvaguardar la dictadura económica, en definitiva, para mantener los privilegios de unos pocos, para que éstos puedan seguir acaparando gran parte de la riqueza generada por la sociedad. El capitalismo es esencialmente la dictadura económica ejercida por quienes poseen los grandes medios de producción (y de comunicación) parapetada tras una dictadura política con apariencias democráticas. El capitalismo es la dictadura casi perfecta.
Pero nada es perfecto. El talón de Aquiles del capitalismo está en sus profundas e irresolubles contradicciones. Una de éstas es, precisamente, la necesidad de evitar la auténtica democracia y al mismo tiempo aparentarla. La prensa capitalista necesita aparentar cierta pluralidad, para lo cual debe dar voz de vez en cuando a ciertas personas críticas. El truco consiste en darles poca o mala voz, o incluso en no darles la última palabra, para que la última impresión se incruste en la mente de los ciudadanos. Los medios de comunicación capitalistas necesitan, por un lado, competir entre ellos, para lo cual dar voz a ciertas personas discrepantes puede ayudarles a aumentar su audiencia (como así ha ocurrido con los programas televisivos que han dado voz a los líderes de Podemos), pero, por otro lado, necesitan evitar que ciertas ideas que perjudican a la clase capitalista (a la cual pertenecen sus dueños) se propaguen entre la ciudadanía.
Además de todo esto, la sociedad no es algo uniforme en la que todos sus individuos se comporten igual. No debemos caer en el maniqueísmo. Dentro de los medios de comunicación capitalistas existen aún periodistas que se indignan (aunque sea en silencio o en la intimidad) al ver cómo la prensa desinforma masivamente. Algunos periodistas intentan poco a poco, aunque tímidamente pues deben sobrevivir, traspasar las líneas rojas que les marcan sus jefes, incluso ensancharlas. A veces hace más daño al sistema establecido esos pequeños pasos dados por algunos periodistas valientes que desde dentro del cuarto poder intentan aportar un poco de luz en el panorama desolador de la desinformación. Sin olvidar que la mayor parte de personas que están en los medios de comunicación son trabajadores que sufren en sus propias carnes la dictadura del capital. Todas estas contradicciones han sido utilizadas de manera magistral por Pablo Iglesias y sus colaboradores, logrando, por fin, sorpresivamente, que se abran interesantes perspectivas de cambio real en nuestro país. Todo esto puede explicar el inusual protagonismo que han logrado los líderes de Podemos hasta el punto de amenazar electoralmente a la oligarquía. Recientes encuestas dicen que esa nueva formación política puede convertirse en gobierno. Obviamente, todo esto no hubiera ocurrido sin una situación de crisis sistémica aguda, sin la emergencia del movimiento 15-M, sin las movilizaciones populares en las calles, etc.
La casta, por primera vez en mucho tiempo, tiene miedo. Por supuesto, la casta no se va a quedar de brazos cruzados, nunca lo está, su estrategia se adapta a las circunstancias. Mientras no existía el peligro de que alcanzaran el poder político se daba voz a ciertas personas críticas con el sistema, consiguiendo así afianzar el disfraz de «democracia». Pero ahora que la casta se ve seriamente amenazada es otra cosa. Ahora hay que desprestigiar como sea a la gente de Podemos a la que se le ha dado tanto bombo. Hay que desinflar el fenómeno Podemos. Ahora se trata de defender los intereses de la clase capitalista procurando, al mismo tiempo, hacer negocio con el asunto Podemos. Ahora se trata sobre todo de hablar y hablar de Podemos (pues eso genera mucha audiencia) pero sin darle a esta formación la oportunidad de hablar, por lo menos no mucho (para no poner en peligro al sistema, en el que la prensa es un pilar básico). Decíamos que uno de los muchos trucos de la desinformación consiste en dar poca voz a quien no interesa, o incluso de reservarse la última voz que interesa para que ésta sea la que se impregne en las mentes de los ciudadanos. Para ello se recurre a los viejos trucos de la prensa capitalista manipuladora: hablar de alguien sin que éste pueda hablar para defenderse, utilizar ciertas afirmaciones descontextualizándolas,… Para más detalles ver el artículo De la desinformación.
La relación de Podemos con la prensa de masas (sobre todo la televisión) española en la actualidad puede resumirse de la siguiente manera: las cadenas públicas (controladas por el partido gobernante) han vetado desde el principio a dicha formación, lo cual ha sido objeto de denuncia incluso por parte de sus propios trabajadores, las cadenas de la ultraderecha (las cuales fueron quienes inicialmente dieron voz a Pablo Iglesias) se guardan bien de darle voz desde hace bastante tiempo (critican y critican a Podemos sin dar a esta formación la posibilidad de expresarse), la Cuatro en un programa matinal (fuera de horario de máxima audiencia) sigue siendo, al menos por ahora, un reducto de libertad de expresión, y la Sexta ha iniciado recientemente una campaña de acoso a Podemos (véase la vergonzosa entrevista de Ana Pastor en su programa El Objetivo, mostrando dicha periodista sus formas inquisitivas, rozando la mala educación, diciendo que Pablo Iglesias no le contestaba cuando ella ni siquiera escuchaba, pues ya iba con su guión preconcebido, o véase el último programa de La Sexta Noche donde se ha vuelto a los mejores tiempos de la manipulación informativa). La casta contraataca. Su estrategia no funciona en muchos de nosotros. Pero, desgraciadamente, su estrategia funciona todavía en muchos de nuestros conciudadanos, quienes tras la simpatía inicial despertada por Podemos empiezan ahora a sospechar de este partido. No hay que infravalorar la estrategia mediática de la casta. Nunca hay que subestimar al enemigo. El enemigo siempre se reservará la última palabra para influenciar a las masas. El enemigo cuenta con todos los medios posibles. El enemigo es poderoso.
Sin embargo, el enemigo no es infalible. Hay que seguir explotando sus contradicciones, sus incoherencias. Podemos debe exigir a los medios de comunicación (si fuese incluso necesario ante los tribunales nacionales o internacionales) la posibilidad de explicarse, de defenderse de los ataques. Debe reivindicar la libertad de expresión para todo el mundo. Deberá aprovechar todas las ocasiones para matizar y desmentir, para aportar pruebas concretas. No debe dejar ninguna duda en el aire, pues ésa es una de las estrategias de la casta: sembrar dudas. Si alguno de los medios de comunicación de masas da la posibilidad a dicho partido de hablar en público habrá que, en primer lugar, denunciar que se han dicho ciertas cosas falsas sin dar la posibilidad de rebatirlas, habrá que aprovechar para decirle a la ciudadanía que es imprescindible en cualquier asunto dar igual voz a las partes contrapuestas para que la gente pueda contrastar suficientemente. Siempre que se hable de alguien es imprescindible, si de verdad se desea informar, darle también voz.
Por otro lado, el estado actual de la prensa nos obliga a no depender sólo de ella para llegar a la gente. Indudablemente, hay que usar al máximo las posibilidades brindadas por la televisión, pero también hay que diversificar los medios para llegar a la gente. Hay que fomentar la prensa alternativa y los círculos Podemos pueden desempeñar un papel crucial en los barrios y en los pueblos para combatir la desinformación que, sin dudas, se recrudecerá. Asimismo, nosotros, los ciudadanos corrientes, debemos contribuir a despertar el espíritu crítico en nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo, … Lo más importante es hacerle ver a la gente que es imprescindible contrastar y cuestionar, cuanto más mejor. Lo primordial es hacer desconfiar de un programa televisivo que habla y habla de alguien sin darle voz. Lo más importante es que la ciudadanía desconfíe de manera automática cuando vea esos comportamientos en los medios de comunicación. Frente al pensamiento único debemos reivindicar el pensamiento crítico y libre, el cual no puede existir sin la igualdad de oportunidades entre todas las ideas.
Blog del autor: http://joselopezsanchez.
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