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Periodismo estúpido, periodismo cómplice

Preocupados por los huevos de Cavallo

Fuentes: Rebelión

El 20 de agosto el ultra-neoliberal ex-ministro de Economía Domingo F. Cavallo, fue escrachado por un par de militantes del Movimiento Patriótico Revolucionario Quebracho. El escrache consistió en interrumpir su conferencia en la privada Universidad Católica de Buenos Aires, gritarle vendepatria, traidor, recordarle a su progenitora y arrojarle un par de huevos. Cavallo es el […]

El 20 de agosto el ultra-neoliberal ex-ministro de Economía Domingo F. Cavallo, fue escrachado por un par de militantes del Movimiento Patriótico Revolucionario Quebracho. El escrache consistió en interrumpir su conferencia en la privada Universidad Católica de Buenos Aires, gritarle vendepatria, traidor, recordarle a su progenitora y arrojarle un par de huevos.

Cavallo es el responsable de la muerte de cientos de niños por desnutrición y enfermedades conexas en el Noreste Argentino NEA y el Gran Buenos Aires, de quebrar el sistema productivo de la Argentina, de proletarizar y empobrecer a buena parte de la clase media del país, de destruir el tejido social, de arremeter contra los sistemas de salud pública y de educación, de ser el responsable de la angustia y desesperación de cientos de miles de familias, y de decenas de miles de jubilados y pensionados.

Sus pasos por los ministerios de Economía durante la presidencia de Fernando de la Rua y Carlos S. Menem, por el de Relaciones Exteriores también durante el menemismo, y su presidencia del Banco Central BCRA durante la dictadura genocida, estuvieron signados por sus constantes esfuerzos en maniatar el potencial productivo del país y excluir al mayor número posible de ciudadanos de los beneficios del Producto Interno Bruto.

Su fundementalista alineación ideológica con las teorías del achicamiento del Estado, el endeudamiento con las instituciones financieras internacionales con propósitos especulativos, la liberalización de las importaciones y el comercio, la desregulación de las tasas de interés, la privatrización de los sectores estratégicos de la economía, el achicamiento del salario y las condiciones laborales, y las drásticas restricciones a la inversión pública, lo hicieron un agente orgánico imprescindible de las políticas monetaristas del Consenso de Washington.

En octubre de 1998, el Fondo Monetario Internacional invitó a Carlos S. Menem y a su ex-ministro de Economía Domingo F. Cavallo, para que disertaran sobre los «éxitos» de la experiencia argentina, durante la era de las «relaciones carnales» de Menem con «su par» George H. Bush; ante la Junta Anual de Gobernadores de la citada institución. El ex-ministro definió su trabajo al frente de la cartera económica con las siguientes palabras: » En el segundo semestre de 1998 Argentina era considerada en Washington como la más exitosa economía entre aquellas que han restructurado su deuda dentro del marco de planificación Brady. Ninguno de los patrocinadores del Consenso de Washington estaba interesado en señalar que las reformas económicas argentinas diferían con sus 10 recomendaciones. Por el contrario, era considerada como la mejor pupila del FMI, el Banco Mundial y el Gobierno de EE.UU. »

Luego de la repulsa a Cavallo llevada a cabo por los compañeros del MPR Quebracho, Elián Rodríguez y Matias Buso, saltaron las alarmas de la mayor parte del periodismo y de varios políticos timoratos. Se habló de formas, de modos, casi casi de atropello al buen gusto, de los caminos de la justicia del Poder Judicial, de no tomarla por mano propia, como si los compañeros del MPR Quebracho fueran unos bárbaros y criminales. Por un par de huevos y un par de verdades. ¡ Cuánto cinismo! ¡ Cuánta hipocresía!

Cualquiera sabe en la Argentina, que el Poder Judicial sigue rehén de los sectores más reaccionarios de los poderes de facto, Corporaciones multinacionales y grandes propietarios. Que el caso de Cavallo ante la Justicia argentina, con el actual Poder Judicial, es un chiste.

A pesar que el «megacanje» fue una maniobra dolosa, que implicó la transferencia de la friolera de 50 mil millones de dólares desde los sectores del trabajo hacia el sector del capital financiero, la cual involucró a muchos personajes del Gobierno de la Alianza, que encabezaba Fernando de la Rua, solo Cavallo sigue procesado. Hay una lista de conocidos estafadores y malversadores de fondos públicos que han sido sobreseídos por la Cámara Federal. Entre ellos se encuentra el ciudadano estadounidense David Mulford, ex-secretario del Tesoro de los Estados Unidos, banquero del Credit Suisse, y amigo personal de Cavallo. El diputado derechista Federico Sturzenegger, el ex secretario de Hacienda Jorge Baldrich, el ex-acesor del Ministerio de Economía Horacio Liendo, el ex subdirector de Financiamiento Jacobo Dreizzen. También están en la lista, el ex Procurador del Tesoro Ernesto Marcer, el ex director de Financiación Externa de la Oficina Nacional de Crédito Público Norberto López Isnardi, el ex director de la Oficina Nacional de Crédito Público Carlos Molina, y el ex jefe de Gabinete de Asesores del Ministerio de Economía Guillermo Mondino.

Hace unos meses la Presidenta Cristina Fernandez de Kirchner, habló con claridad en su alocución por cadena nacional, sobre el asunto del «megacange», «la causa penal prescribió por la lentitud de jueces, camaristas y fiscales; y a Mulford nunca se lo pudo interrogar y fueron todos sobreseídos», dijo, señalando al Poder Judicial como cómplice de la maniobra dolosa. A comienzos de junio el fiscal ante la Cámara Federal Germán Moldes apeló el sobreseimiento y consideró que el «megacanje» fue «una colosal estafa a las finanzas públicas» y por tanto «lo único importante es que todos y cada uno» de los acusados «respondan penalmente por sus ilícitas acciones».

El periodista Gustavo Sylvestre, en una entrevista televisada a Elián Rodríguez y Matias Buso, quiso enseñarles modales y buenas costumbres, pero salió recibiendo una lección de cómo se defiende la soberanía popular, de cómo se señala a los criminales seriales de cientos de miles de argentinos, y de que el pueblo conciente no olvida, ni perdona. Cuando Sylvestre se dio cuenta que Elián y Matias no eran simples tira huevos, ya fue muy tarde, la catarata de argumentos esgrimidos por los militantes de Quebracho apabullaba al periodista. Este no tuvo más remedio que interrumpirlos sistemáticamente, esgrimiendo, una y otra vez, el pobre discurso de las formas.

Hace pocos días se reunieron en Buenos Aires, los responsables ideológicos, instigadores y apologetas del terrorismo de Estado, durante la última dictadura cívico-militar. El cónclave, organizado por una pandilla de fascistas, nucleados en torno a la «Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia» tuvo carácter regional, pues también participaron delegados de Chile, Venezuela, Perú, Uruguay y Colombia. Uno de los organizadores del evento, Gerardo Palacios Hardy, agradeció, durante el acto, los mensajes de apoyo del actual Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, precandidato por el Frente para la Victoria, a las próximas elecciones presidenciales; y del actual Jefe de la Policía Federal, comisario general Román Argentino Di Santo.

El enemigo interno del pueblo argentino está lejos de haber sido vencido, como también podría estar muy lejos de ser una mera coincidencia, el «trabajo» de Cavallo con sus conferencias en favor de políticas económicas de «libre mercado», y la reunión de los reivindicadores del terrorismo de Estado.

Si esta última década de avances sociales, políticos, culturales y económicos, para muchos aún tímidos e insuficientes, pero avances al fin, sufre un revés eleccionario en el 2015; y los Macri, los Massa, los Insaurralde, los Scioli, los Narváez, los Binner se encaraman al poder político para desmantelar lo poco o lo mucho logrado, serán los muchachos de Quebracho, como Elián y Matias, los que saldrán a la calle a arriesgar sus vidas. Mientras el periodista Gustavo Sylvestre seguramente seguirá patrocinando las formas civilizadas de defender su idea de «democracia».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.