Ramiro, de la murga «Los Guardianes de Mugica», denuncia aquí las circunstancias de su detención por haber ido a la movilización del jueves. Llegué el jueves para estar en la segunda marcha, y acompañar a quienes la convocaban. Para acompañar a quienes perdieron a seres queridos y como uno mas de los que no soportamos […]
Ramiro, de la murga «Los Guardianes de Mugica», denuncia aquí las circunstancias de su detención por haber ido a la movilización del jueves.
Llegué el jueves para estar en la segunda marcha, y acompañar a quienes la convocaban. Para acompañar a quienes perdieron a seres queridos y como uno mas de los que no soportamos que pasen este tipo de tragedias, que pudo ser evitada.
Para pedir justicia, y acompañar las consignas que surgieron. La marcha fue tranquila y bastante silenciosa, como se preveía, ya que era una marcha de dolor y quienes convocaban así lo pedían. Si bien no pertenezco a ninguna agrupación partidaria, si soy un militante, y entre algunas conversaciones con otros murgueros, optamos por no llevar nada distintivo con nuestras organizaciones por respeto a sus convocantes, solo ir a la marcha a colaborar con el cuerpo y acompañar en lo que se me necesite.
Finalizada la marcha desconcentramos. Yo salí por Rivadavia, con otros tres amigos, en total tranquilidad, al cruzar la nueve de julio nos enteramos que había algunos incidentes por la televisión de un bar, seguimos caminando con mucha gente que se iba marchando pacíficamente por Rivadavia, después vimos pasar alguno celulares pero mantuvimos calma, de hecho a veces algunos empezaban a correr y fui yo quien levantaba al mano para que no corramos. Llegamos a Callo y doblamos hacia corrientes para desde ahí tomar algún transporte que nos lleve hasta Almagro ya que pensábamos encontrarnos con un amigo que vive ahí y que se había ido antes de la marcha.
Sobre Callao, llegando a las esquina con Mitre, mientras caminábamos, unos policías aparecieron sorpresivamente y empezaron a pegarle a muchos, de los 4 amigos que éramos nos detuvieron a dos sin, motivo alguno, elegidos a dedo: «el y el» dijo un gordo y entre dos me agarraron con poca ternura y me tumbaron (si me comí un palaso o no sinceramente ni me acuerdo). Nos tiraron un rato al piso con la mano en la espalda y esposas ante los humillantes flashes de los fotógrafos y las luces de las cámaras de televisión, mostrándonos a cualquier televidente como «delincuentes»(¿me entiende?), y sin pensar en el sufrimiento que le generarían a mis familiares y seres que queridos que miraban la tele.
Nos metieron en un carro y nos llevaron bastante lejos, a la comisaría 2da, en el barrio de San Telmo.
Cuando llegamos nos pusieron contra la pared, así nos tuvieron un par de horas mirando a la pared con las manos contra la pared. Una chica bastante joven, llegó muy nerviosa y angustiada, sentí la impotencia de no poder hacer nada, solo me limitaba a consolar a quienes tenia al lado pidiendo tranquilidad, que íbamos a salir rápido, que estaba todo bien, aunque los botones a cada rato nos callaban. En un momento escucho que entra gente, giro la cabeza disimuladamente y era los policías de civil (mas conocidos como «servicios»), que llegaban de la marcha con remeras de bandas de rock, vi un par con caras conocidas, de la Facultad de Ciencias Sociales, obviamente, que se hacían pasar por estudiantes para investigarnos (personalmente creo que tenemos que juntarnos con estudiantes de mi facultad y me ofrezco a colaborar con todas las investigaciones).
Después de estar un buen tiempo parados con las manos en la pared, nos iban llamando de a uno para hacer un trámite y después meternos en la celda. Primero me sacaron las pertenencias mientras me tomaban los datos, con un detalle que asusta: un tipo con la cara tapada con un pañuelo nos filmaba a cada uno, después nos sacaron esas fotos y un par de cosas mas. Otra cosa para remarcar es que no nos permitieron hacer una llamada telefónica a nuestras casas como supuestamente lo indican nuestros derechos.
Estar ahí adentro tiene sus cosas, además del calor, el mal olor y la preocupación por estar incomunicado con el afuera. Pero también había esperanza, principalmente a los muchos compañeros que llegaron a la comisaría poco tiempo después de que fuimos detenidos, y se escuchaban de a ratos sus cantitos «Soltá a los pibes la pu.. que te pa..», o «Libertad, libertad a los presos por luchar», lo que a los que estábamos adentro nos consolaba mucho, principalmente para saber que no estábamos solos.
Muchas gracias a todos, no saben lo importante que era para los que estábamos adentro, cuando de repente se escuchaba algo que podía venir de afuera todos nos callábamos para escuchar, nos llenaron un vacío importante. Obviamente eso generó una presión que seguramente aceleró nuestra detención y que regulo en parte el trato que recibimos (aunque tengo que comentar que algunos policías trataron muy mal a algunos compañeros) . De las cosas que nos mandaban de afuera (comida y bebidas) llegaron algunos, principalmente agua, que era muy deseada por los que estábamos adentro, pero también vimos que los policias se tomaron una gaseosa que nos correspondía y que uno entró con dos bolsas llenas de facturas, que nunca llegaron a la celda, un compañero que justo estaba afuera «tocando el pianito» , vio como las bolsas desviaron el camino con la excusa de que íbamos a «hacer miguitas» en la celda(aclaración, la celda no era ningún símbolo de pulcritud, llena de orín, entre otras cosas). Entre los compañeros de celda nos apoyamos mutuamente, dentro de este episodio, fue un gusto haberlos conocido, había seguidores de la banda, murgueros, y también militantes, pero todos tirando para el mismo lado. Quedamos en reencontrarnos y formar una comisión antirepresiva de jóvenes, y transmitir nuestra experiencia para intentar evitar que les pase a otros, y si les pase tengan la información necesaria para manejarse correctamente.
Cerca de las 10 de la mañana (unas 10 horas después de haber entrado) empezamos a salir de a uno.
Cuando salí, obviamente era otro ambiente: la luz de día, los aplausos de quienes se quedaron toda la noche aguantando ne la puerta para que nos saquen y muchos abrazos. Allí estaban mis familiares, mi vieja y seres mas queridos esperando. Ahí estaba Nelly, también Susana, Nacho, Miguel, Laura y muchos otros amigos esperándonos.
Ahora hay que seguir adelante, con los compañeros adentro, coincidíamos en que esto fue para amedrentarnos, para que nos asustemos. El peor enemigo es el miedo. Ahora tenemos que denunciar esto, tenemos que seguir adelante, esto no puede pasar mas, no pueden detener a nadie solo por caminar.. A otros los agarraron de a dentro de un bar, o también por ir caminando como yo. El gobierno, con su hipocresía, es responsable y culpable de lo que nos pasó, y la tiene que pagar.
Lo último que hay que tener es miedo, es lo que ellos quieren, hay que seguir adelante y voy a seguir adelante.
Fui preso por caminar, por manifestarme en paz, preso político.