Ciudad de Buenos Aires- Una imponente convocatoria reunió en la tarde de hoy a más de 20000 personas que salieron de Plaza de los dos Congresos con el objetivo de llegar a la Plaza de Mayo para realizar un acto. Los trabajadores del Garraham y del Hospital Posadas, los docentes nucleados en la Conadu Histórica, […]
Ciudad de Buenos Aires- Una imponente convocatoria reunió en la tarde de hoy a más de 20000 personas que salieron de Plaza de los dos Congresos con el objetivo de llegar a la Plaza de Mayo para realizar un acto.
Los trabajadores del Garraham y del Hospital Posadas, los docentes nucleados en la Conadu Histórica, la Federación Universitaria de Buenos Aires, centros de estudiantes de distintas carreras, organizaciones piqueteras opositoras al gobierno y partidos de izquierda volcaron en las calles sus reclamos sectoriales en esta movilización multisectorial «Por Educación, la Salud y el Trabajo».
Al llegar al llegar a la 9 de Julio por la Avenida de Mayo, un imponente operativo de la Policía Federal, al que se sumó más tarde la Guardia de Infantería, taponó la avenida para prohibir el paso de la movilización.
Los agentes a cargo del operativo pretendían que la marcha desviara varias cuadras para llegar a Plaza de Mayo. Sin embargo ese acceso tampoco iba a ser posible. Las diagonales que daban a la Plaza, que para el gobierno dejó de ser del pueblo, también estaban bloqueadas.
Los distintos sectores convocantes resolvieron quedarse en el lugar y durante casi una hora cruzaron su respiración sobre los cascos de la policía disfrazada con su nueva indumentaria de pechera naranja fluorescente.
Las presiones sobre el vallado de los manifestantes obligaron a reforzar en tres filas las fuerzas policiales cuyas integrantes femeninas se quejaban de los apretujones. Sin embargo, sus jefes, de religioso sobretodo negro y celular, presionaban a sus subordinados por la espalda para que no cedieran.
La orden era estricta, no dejarlos pasar. Fueron en vano los intentos de negociaciones hasta del propio diputado Mario Cafiero que además trató de comunicarse infructuosamente con el Ministro del Interior Anibal Fernández.
El gobierno viene endureciendo su discurso y su acción con vistas a plebiscitarse en las elecciones de octubre. Ha cortado el diálogo con los trabajadores del Hospital Garraham diciendo en boca de su ministro de salud que son «terroristas». Por otro lado ha salido a afirmar que no se permitirán más cortes.
«La Plaza de Mayo no es un camping (..). Nos tomaron por tontos, pero ahora tenemos que hacer respetar el interés general» (..). Aquel que se exceda en el ejercicio de sus derechos cometerá un delito y será sancionado por la Justicia, con la denuncia que nosotros mismos haremos», advirtió hoy Fernández en declaraciones que hizo en la ciudad rionegrina de General Roca, adonde acompañó al presidente Néstor Kirchner.
Lo de hoy fue una muestra de su coherencia. Finalmente se ha sacado la careta para quienes aún creen en lo «popular» de su política. La salud, la educación y la desocupación fueron las censuradas en las calles. Se ha abierto un nuevo escenario. Quizás en él, y pensando en la Cumbre de las Américas, quiera además demostrar lo que pueden hacer para cuidarle el trasero a mister Bush.
Tal vez haya echado mano a lo que el actual diputado capitalino del macrismo, Jorge Enríquez, presentara en el año 2002 como proyecto bajo el sugestivo nombre de DERECHO DE REUNION. En ese momento, el diputado de la Alianza, planteaba que para la «convivencia pacifica y armónica de los vecinos de la Ciudad de Buenos Aires» era necesaria la sanción de una ley que regule el derecho de reunión.
«El Poder Ejecutivo requerirá a la Policía Federal Argentina que determine las condiciones que deberán tener los lugares donde se realicen las reuniones públicas según el objetivo y razones de seguridad. No se autorizará en el centro de Buenos Aires (Plaza de Mayo, Casa de Gobierno, Congreso de la Nación, centro Bancario y Financiero, Ministerios Nacionales, Municipalidad de Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Obelisco, Avenida 9 de Julio, Avenida Corrientes, Avenida de Mayo, Avenida Rivadavia) la realización en días hábiles de ninguna reunión, encuentro, manifestación o convocatoria en lugares públicos.»
Zona de exclusión, propiedad privada de las calles de Buenos Aires, Plaza de Mayo sin pueblo para un gobierno que se hace alarde de su identidad peronista.