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Aunque cuestionado, el acuerdo entre SanCor y el grupo Soros sigue su curso

Prosigue la extranjerización de la economía argentina

Fuentes: La Arena

Esta vez no fue el turno de un banco, un frigorífico, una cementera o una fábrica de cerveza que pasan a manos extranjeras. Ahora le tocó a SanCor, segunda empresa nacional del sector lácteo, y cooperativa, que será absorbida por el grupo Soros.A mediados de noviembre se conoció la noticia y cayó como una bomba. […]

Esta vez no fue el turno de un banco, un frigorífico, una cementera o una fábrica de cerveza que pasan a manos extranjeras. Ahora le tocó a SanCor, segunda empresa nacional del sector lácteo, y cooperativa, que será absorbida por el grupo Soros.

A mediados de noviembre se conoció la noticia y cayó como una bomba. El consejo directivo de SanCor informó a la Comisión Nacional de Valores que había firmado una carta de intención con Adecoagro, del grupo Soros, que la adquiriría en 120 millones de dólares. De esa suma, 50 millones se aportarían como capital de trabajo y 70 servirían para pagar parcialmente la deuda de la cooperativa con asiento en Sunchales, Santa Fe.

La operación motivó numerosas objeciones, sobre todo políticas, por su evidente costado desnacionalizador. También hubo rechazos basados en cuestiones legales, como el del ex legislador socialista Héctor Polino, de la ONG «Asociación de Consumidores Libres». En su opinión la venta de SanCor violaría la ley porque quitaría a la empresa vendida su condición de cooperativa.

Un listado de quienes se ubicaron de uno y otro lado del tambo, indica que la mayoría se opone a la venta. Algunos lo hacen no por una veta nacionalista sino por estricta razón de negocios, como Enrique Ezkenazi (grupo Petersen), quien aseguró haber hecho una mejor oferta a SanCor.

Pero también están los que de una u otra forma aceptan el traspaso al especulador estadounidense de origen húngaro. Entre los resignados figura el precandidato a gobernador santafesino Rafael Bielsa, quien opinó: «(la venta a Adecoagro) me causa el mismo dolor que a cualquier argentino, pero lo acepté porque era mejor eso a que quebrara». El posibilismo y el mal menor siguen siendo la filosofía de muchos políticos oficialistas y opositores.

Para justificar lo resuelto, el consejo directivo de SanCor aclaró que la ésta no desaparecerá sino que será parte de una nueva empresa, donde tendrá el 37,5 por ciento de las acciones. Es una ficción. En SanCor SA tendrá mayoría la gente de Soros, con el 62,5 restante, si es que en los 90 días fijados en la carta de intención se cumplen todos los requisitos.

El segmento de la lechería argentina perderá a un jugador nacional. El que permanece sólo en parte con esa camiseta es La Serenísima, la líder, pues su dueño Pascual Mastellone está asociado con los capitales franceses de Danone. Las trasnacionales consideran que las ubres argentinas tienen que producir también para ellas, para que los lácteos, yogures y quesos vayan al reactivado mercado interno y el lucrativo comercio exterior.

De la soja al maíz

La firma a punto de ser comprada por inversores extranjeros tiene una doble importancia, por lo que ese traspaso causa más escozor. Es una compañía del rubro alimentos, que factura 1.450 millones de pesos anuales y tiene valor estratégico (sin ser despreciativo, no es lo mismo que enajenar una fábrica de envases plásticos o de sábanas). Por otro lado es una de las pocas cooperativas de peso que restan en el país: agrupa a 70 cooperativas y 2.300 tamberos santafesinos, cordobeses y bonaerenses, y da empleo a 1.500 personas en sus diecisiete plantas. En los últimos años había inaugurado las de Balnearia y Morteros (Córdoba), San Guillermo (Santa Fe) y Chivilcoy (Buenos Aires), procesando cada día 4,5 millones de litros de leche de sus asociados. Ahora los beneficios irán a otra parte; como dice el tango «yo sé que ahora vendrán caras extrañas».

Soros se hizo fuerte invirtiendo aquí a partir de 1996, comenzando por la construcción o adquisición de los shoppings en Capital Federal y capitales provinciales. Su rama inmobiliaria, Irsa, tiene como representante visible a Eduardo Elztain, el principal lobbista de los intereses israelitas en nuestro país.

En simultáneo, Soros adquirió campos por medio de su controlada Cresud, donde ubicó como titular a un hermano de Elztain. En 1997 ya atesoraba 346.000 hectáreas y desnudaba su concepción especuladora en un reportaje concedido a Clarín (4/2/1997). Preguntado si iba a invertir en industrias, contestó: «yo sólo pongo dinero en los sectores que generan dinero, las inversiones en campos no son en función de la producción sino inversiones inmobiliarias».

Cuando la situación política y económica del país tuvo gruesos nubarrones, en 2000. y vino la tormenta, el estadounidense-húngaro ya se había desprendido de algunos activos. Nunca se sabrá si fueron ventas efectivas o si puso a personajes de recambio. Su fondo Dolphin pasó a tener como cabeza a Marcelo Midlin, quien en 2005 compró Edenor y se convirtió en empresario kirchnerista de la primera hora.

Luego de la devaluación de enero de 2002, los campos argentinos pasaron a ser de fácil adquisición en dólares, y su producción a valorizarse por la demanda de los mercados mundiales con un precio de tres por uno. Las antenas de Soros volvieron a orientarse hacia estos lares. Entrevistado en el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, por el diario mencionado, en enero de 2004, admitió que había vuelto a comprar muchas tierras. «Debo ser el mayor terrateniente de Argentina», se sinceró.

En ese momento sus tranqueras eran la entrada a 460.000 hectáreas propias, orientadas a los cultivos que marca la bolsa. Hoy, sin dejar de lado la soja, otros cultivos, ganadería y producción de leche, los establecimientos suyos como Adecoagro están prestando más atención al maíz. Lo hacen por las altas cotizaciones del grano y porque han decidido su utilización para la elaboración de biodiesel, invirtiendo en plantas que van a producir ese combustible alternativo a los refinados del crudo.

En setiembre último el hijo de Soros, a cargo de los fondos por un semi retiro de su padre de 76 años, fue recibido por Julio de Vido en Nueva York. Tras el encuentro, el ministro informó que ese grupo pondría 300 millones de dólares en proyectos energéticos de esa índole.

La extranjerización

Que Gregorio Pérez Companc haya vendido su sector energético a Petrobras de Brasil, o que Amalia Lacroze de Fortabat haya hecho otro tanto con Loma Negra a los brasileños de Camargo Correa, fue lamentable porque petróleo y cemento son recursos valiosos. Pero al fin de cuentas eran empresas privadas, aunque la primera fundada en áreas concedidas por YPF durante el menemismo.

Lo de SanCor es igual o más de grave, porque se privatiza y extranjeriza al mismo tiempo una cooperativa fundada a fines de la década del ´30. ¿No era que el gobierno de Néstor Kirchner estaba interesado en fortalecer un sector industrial nacional en contraste con lo ocurrido en la década neoliberal del ´90? Si es así no se notó en esta oportunidad porque no emprendió acciones tendientes a salvar la presa del abrazo del oso. Y bien que podía hacerlo, ya que dentro de la deuda de la láctea, parte de los compromisos son con el Banco Nación, además de los que tiene con la Corporación Financiera Internacional (Banco Mundial), Citibank, Río y Nazionale del Lavoro.

Hubo voces que reclamaron esa intervención estatal, como la de Eduardo Buzzi, titular de la Federación Agraria Argentina, quien deploró «la profundización de la extranjerización de la lechería argentina».

La deuda de SanCor sería de 170 millones de dólares, que es plata pero no una suma inalcanzable para un Estado que en enero de este año le pagó 10.000 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional. Hasta el gobierno de Hugo Chávez terció ofreciendo un crédito blando por 150 millones de dólares. ¿Cómo harán para decirle que no?

Al propugnar que el Estado tome cartas en este asunto no se está recomendando premiar a la conducción de SanCor que no parece haber actuado de la mejor manera. Se endeudó primero con el brazo financiero del Banco Mundial para terminar accediendo a la propuesta de Adecoagro que pondría una lápida a la cooperativa. Ese consejo directivo también fue acusado por los tamberos de haber perdido el sentido solidario y pagarles tan mal como lo hacen La Serenísima y Nestlé.

De todas maneras, la adquisición de Soros no está abrochada. A las críticas hechas por sectores cooperativos y nacionales -a despecho del silencio y aparente conformidad del gobierno K- se suma, desde otro ángulo, una objeción del grupo adquirente. Soros quiere que SanCor obtenga en 30 días una quita del 50 por ciento de su deuda bancaria, de lo contrario amenaza dar un paso al costado. Allí entrarían a tallar oferentes privados como Ezkenazi y otros, que tienen sobre aquél la ventaja de que son argentinos pero la misma fobia al cooperativismo y similar matriz financiera que el dueño de Adecoagro, Quantum, Cresud e Irsa.