Al menos dos ex combatientes argentinos de la Guerra de las Malvinas denunciaron ante la justicia las torturas que enfrentaron durante el conflicto de 1982, revela hoy el diario Página 12. La publicación señala que el pasado 6 de septiembre los tribunales recibieron la acusación del ex soldado Rubén Darío Gleriano para abrir una investigación […]
Al menos dos ex combatientes argentinos de la Guerra de las Malvinas denunciaron ante la justicia las torturas que enfrentaron durante el conflicto de 1982, revela hoy el diario Página 12.
La publicación señala que el pasado 6 de septiembre los tribunales recibieron la acusación del ex soldado Rubén Darío Gleriano para abrir una investigación sobre violaciones a los derechos humanos perpetradas en la contienda.
El caso quedó en manos del fiscal Guillermo Marijuán, quien también acogió el reclamo de otro veterano de la disputa armada que hace 25 años protagonizaron Argentina y Gran Bretaña por la soberanía del archipiélago austral.
Ambos ex combatientes enmarcaron sus denuncias como crímenes de guerra, pero luego del debate reabierto después del último 2 de abril, la justicia debe meditar cómo las canaliza.
Gleriano relata que el 27 de mayo de 1982 en Malvinas «mientras llevaba dos días y medio sin comer, decidió buscar algo que sirviera para calmar la desesperada sensación de tener el estómago vacío».
Para alcanzar la comida, recorrió dos kilómetros y burló el cerco de la policía militar, cuya guardia impedía el paso a la ciudad.
A su regreso se encontró con un subteniente, actual teniente coronel en el Estado Mayor Conjunto, dependiente de la Escuela de Guerra.
Según Gleriano, el oficial decidió aplicarle el llamado estaqueo (calabozo de campaña), «una de las formas más frecuentes de tortura que los jefes empleaban con sus soldados».
Agrega que lo acostaron boca arriba a la intemperie, le ataron las piernas y brazos al suelo, le colocaron una especie de paño cubriéndole el cuerpo y lo dejaron inmóvil por ocho horas.
El paño de tela, explica la denuncia, agravó la situación porque se empapó de lluvia y nieve, y le provocó un descenso casi mortal de la temperatura del cuerpo.
Pudo salvarse porque lo socorrieron dos compañeros, Eduardo Basualdo y Julio Acuña, cuando estaba desvanecido. Le dieron té y lo pusieron adentro de una bolsa de dormir para arroparlo.
El otro querellante, Walter Salas, estuvo en Puerto Argentino desde el 14 de abril al 10 de junio de 1982, como chofer del denominado Grupo Autotrasportado número 4.
También Salas denunció el conocido calabozo de campaña tras ir a buscar víveres. La reacción del sargento fue «propinarme una patada en los pies, lo que hizo que cayera al suelo en forma inmediata. El estaqueo duró siete horas».
«En general, los castigos no se dieron por insubordinación o por cobardía, eso es lo singular», puntualiza Ernesto Alonso, otro veterano de la ciudad de La Plata.
De acuerdo con Página 12, entre los hechos que los ex combatientes llevarán a tribunales figuran incluso cinco muertes, una por fusilamiento y cuatro por inanición.
Los demandantes aseguran que en la Guerra de las Malvinas se continúo con la represión iniciada por la última dictadura militar argentina (1976-83).