La red social creada para ser un Twitter descentralizado y sin publicidad supera los 16 millones de usuarios tras menos de un año abierto al público general.
“Es una red social nueva y hay muchas cosas que están en pañales aún. Está en proceso de crecimiento. Esto no es la panacea ni el lugar idílico. Lo que pasa es que es muy fácil sentirse mejor que en Twitter”. Es el resumen de Ugo sin Hache, un creador de contenido sobre discapacidad, sobre Bluesky, una plataforma que ha ganado más de dos millones de usuarios desde la victoria de Donald Trump y Elon Musk. El último, en las últimas 24 horas.
Bluesky es una red de microblogging de aspecto muy similar a Twitter (renombrada a X por Elon Musk), y con un funcionamiento casi idéntico a Twitter. De hecho, nació en 2019 como un experimento dentro de la propia Twitter: cómo funcionaría esa misma plataforma si se construyera sobre un protocolo descentralizado y de código abierto.
Estas características implican que cualquier usuario o empresa podría construir aplicaciones diferentes, como algoritmos personalizados, sistemas de mensajería con un cifrado más estricto, filtros de contenido o políticas de moderación diferentes sobre la misma red principal. Todo ello sin el control o autorización de la empresa que lanzó y gestiona esa red principal.
El ensayo se lanzó cuando Jack Dorsey, fundador de Twitter, aún permanecía al mando de esa plataforma. Dorsey llevaba años quejándose sobre el poder que los inversores habían logrado en la toma de decisiones sobre la usabilidad de Twitter y se había vuelto cada vez más partidario de tecnologías de base descentralizada, como la que sustenta a las criptomonedas.
La prueba de concepto tuvo éxito y Bluesky nació como proyecto independiente en 2021. La empresa siguió recibiendo apoyo financiero de Twitter un año más, hasta que en 2022 compró la empresa y Bluesky cortó toda relación con ella. La joven iniciativa tuvo que trabajar en la sombra varios meses más hasta poder poner un producto en el mercado, que finalmente llegó en febrero de 2023.
Aun entonces el registro en Bluesky estaba limitado a los usuarios con invitación, lo que le impidió aprovecharse de las oleadas de huida de usuarios de Twitter que estaban provocando las decisiones de Elon Musk. “No usábamos las invitaciones para intentar ser exclusivos. Las utilizábamos para gestionar el crecimiento mientras construíamos lo que es esencialmente una base, los rieles de este nuevo tipo de red distribuida”, ha explicado en Wired Jay Graber, la ingeniera de 32 años que ejerce de directora ejecutiva de Bluesky.
“Tuvimos que construir el protocolo de aplicaciones bajo Bluesky, el Protocolo AT, que permite a diferentes desarrolladores, empresas o personas entrar y modificar sus experiencias. Algunas de ellas se pondrán en marcha en breve. Un ejemplo de ello son tus feeds. Cuando te unes, te damos el seguimiento por defecto y los feeds algorítmicos. Pero luego hay más de 25.000 feeds personalizados para elegir, la mayoría creados por desarrolladores independientes. Uno de ellos es un feed de musgo, que me parece muy relajante y divertido: solo muestra imágenes de musgo y cosas verdes”, explicaba.
Una red social con escudo contra milmillonarios
Bluesky pudo abrirse al público general en febrero de 2024. Desde entonces suma casi 16 millones de usuarios, contando con los dos últimos que se han registrado en la última semana. Es aproximadamente el doble que Mastodon, la otra gran alternativa a Twitter con la que comparte muchas características y con la que ha expresado interés en federarse en un futuro.
La propuesta de valor de Bluesky es una red casi idéntica a Twitter pero basada en ese protocolo descentralizado, lo que entre otras cosas le ofrece un escudo anti-magnates. El Protocolo AT permite a los usuarios de Bluesky llevarse sus datos fácilmente a otras plataformas si aparece un Elon Musk que intenta tomar el control de la empresa y poner los algoritmos a su servicio.
Se trata de una de las características más poderosas de la plataforma. El sistema permite una “identidad soberana”, lo que significa que las personas pueden mantener su red de contactos e interacciones aunque cambien de servidor. Es un tipo de independencia imposible en redes centralizadas como X (o Facebook, o Instagram, o TikTok) donde los datos y contactos quedan atrapados en la plataforma y son propiedad de la empresas que la gestiona.
El Protocolo AT es de código abierto y cualquier empresa u organización puede replicarlo en sus servidores. A su vez, todos los usuarios que lo utilicen pueden llevarse sus datos a esas réplicas.
El escudo se completa con la forma jurídica que ha adoptado Bluesky. Se trata de una Public Benefit Corporation, una empresa de beneficio público que además de buscar su rentabilidad, está legalmente obligada a trabajar por el bien común. Es una figura que no tiene un equivalente directo en el contexto europeo que pone al mismo nivel el beneficio público que el de los accionistas de la empresa.
Un modelo sin publicidad
En este momento Bluesky no tiene publicidad y ha expresado la intención de no incluirla en su modelo de negocio en el futuro. Esto le permite no necesitar recolectar datos personales de sus usuarios de forma masiva. Actualmente se financia a través de subvenciones y apoyo de inversores interesados en la tecnología descentralizada y en los principios de código abierto.
“Hay escepticismo sobre si este modelo social puede funcionar”, ha reconocido Graber. “La gente incluso se pregunta qué es. Así que, en primer lugar, estamos intentando demostrar que este ecosistema tiene valor para usuarios y desarrolladores, y que puede dar el pistoletazo de salida a una era de innovación abierta”, expone: “Creemos que el dinero sigue al valor”.
La CEO de Bluesky ha adelantado que este año empezarán a explorar propuestas de valor, como vender dominios personalizados. Actualmente los usuarios llevan en su dirección de perfil la del dominio en el que se registraron (nombredeusuario.bsky.social) y mediante esta vía, cobrarían por modificar el dominio a .com, .net o .es.
“No podemos ensuciar esta red con anuncios”, ha afirmado Graber. “Aquí es donde entra en juego la federación. El hecho de que cualquiera pueda autoalojarse y construir sobre el software significa que nunca podremos degradar la experiencia del usuario de forma que la gente quiera marcharse”.
Los 16 millones de usuarios que Bluesky ha superado este jueves aún quedan lejos de los 420 que Elon Musk afirma que tiene X, pero suponen el doble que los que ha logrado la otra gran alternativa, Mastodon, desde 2016.