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Justicia, Economía, Trabajo y Sociedad

¿Qué hora es?

Fuentes: Agencia Rodolfo Walsh

En el país en serio, el genocida Julio Simón, conocido como «El Turco Julián», fue condenado a 25 años de prisión gracias a la derogación de las leyes de impunidad, promulgadas por el gobierno radical de Raúl Alfonsín, por el secuestro y desaparición de José Poblete y Gertrudis Hlaczik, más el robo de la beba […]

En el país en serio, el genocida Julio Simón, conocido como «El Turco Julián», fue condenado a 25 años de prisión gracias a la derogación de las leyes de impunidad, promulgadas por el gobierno radical de Raúl Alfonsín, por el secuestro y desaparición de José Poblete y Gertrudis Hlaczik, más el robo de la beba de la pareja, Claudia, crimen cometido en 1978, trasladados al campo de concentración «El Olimpo», en el centro del barrio porteño de Floresta, donde los genocidas jugaban a dioses de la muerte. El Turco Julián, torturador y asesino profesional, ni siquiera uso el derecho a la palabra antes de la sentencia. ¿Será el orgullo militar? ¿No lo hacía en defensa del modo occidental y cristiano de vida contra la infiltración marxista?

Además, la Cámara Federal de Buenos Aires anulará en las próximas semanas los indultos ilegales otorgados por Menem a los máximos jerarcas de la Dictadura, Jorge Rafael Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti, que apenas estuvieron tras las rejas cinco años. Agosti, Galtieri Roberto Viola y Armando Lambruschini ya rinden cuenta en el Infierno. Massera, fue declarado «mentalmente insano» (después de 30 años).

A las 16:30 del 4 de agosto de 2006, fue condenado el Turco Julián, hora de justicia con los genocidas.

El índice de la pobreza del país en serio, supera al 37 % de los argentinos, es decir, 14.060.000 millones de compatriotas no pueden cubrir sus necesidades básicas. No obstante, el Gobierno de Kirchner insiste en demostrar, presionando a los profesionales que llevan adelante las estadísticas, que en el año pasado el índice de la pobreza era del 29.5 %y este año bajó al 21.8%, por lo cual no faltó un enajenado del círculo presidencial que pretendía salir a propagandizar el logro. Aceptando el índice oficial, que es un promedio nacional y no muestra que el 93% de los formoseños (que también son argentinos) viven en la pobreza e indigencia, estaríamos aceptando como gol de media cancha que «sólo» 8.284.000 de los argentinos vivan por debajo de la línea de la pobreza.

A las 18:00 del 4 de agosto de 2006, fue la hora en que el INDEC dio conocer este avance en la hora de la «justicia social».
Sin salir por Ezeiza, es decir, en el mismo país en serio, Economía dio a conocer que el índice de inflación de julio fue del 0.6%, sumando «apenas» el 5.5% en lo que va del año, aunque en la canasta inflacionaria se encuentren los yates, automóviles -que no varían su precio por estar a valor dólar- y excluye la disparada de los alquileres, la suba de la leche es contrarrestada por la estabilidad del Chivas Regal.

A las 19:10 del 3 de agosto de 2006, Felisa Miceli sonreía por este avance en la hora de «la redistribución de la riqueza». Claro, según pudo informar el INDEC, el ají está al alcance del bolsillo popular: ¡Bajo el 15,9%!. Y esto no es todo, ¡el tomate perita ahora está un 27,2% más barato!

La Canasta Básica de Alimentos, según el gobierno es de $839.73 para una familia tipo. El viernes 28 de julio, el salario mínimo fue «elevado» a $800 tras un acuerdo entre el Gobierno, la CGT y el empresariado. El salario promedio de los asalariados no registrados (en negro) es de $488,9-$557. La Canasta Básica, según ese presupuesto para una familia tipo, cubre menos del 50% de los nutrientes necesarios…pero al menos combate la obesidad: según estudios, se pueden bajar unos 15 kilos por años. La inflación anual ronda el 10%, y la redistribución del salario crece el 3.2% por año (de los trabajadores en blanco).

A las 21:15 horas del viernes 28 de julio de 2006, fue «celebrado» el acuerdo, en otra hora de la redistribución de la riqueza, del Estado más superavitario de las últimas cinco décadas.

Según la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), la desocupación en la Argentina en serio, cayó al 9.1%.

A las 10:00 horas del 4 de agosto de 2006, la CEPAL comunicó que apenas unos 4.000.000 de argentinos no tienen trabajo. El modo de calcular el índice de desempleo considera trabajador a los millones de beneficiarios de los planes sociales de $200, es trabajador el que recibió dinero por haber pintado una habitación o cualquier changa, también consideran trabajador al desocupado que buscó trabajo en el último mes (¿será porque buscar trabajo, es mucho trabajo?), y paradójicamente, el desocupado que no buscó trabajo en treinta días está afuera del índice de desempleo…¡es trabajador! Lo más impresentable, es que todos aquellos que viven del mercado ilegal, sea en desarmaderos de autos y venta de drogas, son «empleados informales» porque tienen un ingreso, por lo tanto, ¡también tienen empleo! Así y todo, asumiendo estos datos tan prometedores, y sin correrle una coma a los índices oficiales, el 47.4% de los hombres y mujeres en edad de trabajar está totalmente afuera del mercado laboral, en blanco o negro, legal o ilegal. Del resto de los afortunados que tienen una fuente de ingreso, sólo el 39% está trabajando en blanco, es decir, registrados; por lo que el 61% de los trabajadores no reciben aportes jubilatorios, no tienen cobertura laboral, ni cobertura médica, ni aportes familiares ni ningún derecho que supuestamente garantiza la Constitución.

Es la hora de un país en marcha, ¿o la hora del escándalo?

El Banco Central tiene reservas por 26.8 mil millones de dólares, según comunicó a las 09:00 horas del 2 de agosto, y Argentina mantiene un crecimiento del PBI del 7% anual y una producción agraria capaz de alimentar a 300 millones de personas. El PBI argentino es de U$S 177.000 millones, esto es, $548.700.000.000, del cual los trabajadores participan en apenas en el 20%, menos que en el año del default cuando la renta a los empleados en blanco era del 25%. La tendencia del modelo económico del país en serio sigue con ritmo asimétrico: crecimiento del PBI y caída de la distribución de la riqueza.

Para ser más claros: en el 2003, los trabajadores se llevaban el 39.8% del PBI; para el 2004 cayó al 17.8%, y el año pasado fue del 13.9%.

El crecimiento no implica desarrollo. La brecha entre el 10% más rico y el 10% más pobre de la población era de 20 veces durante los noventa, hoy es más de 36. Las diez compañías que más ganaron, declararon un crecimiento del 400% entre 2003-2006 (perspectiva a diciembre de este año).

El 73% de los asalariados trabaja en Pymes de los cuales el 61% están en negro con un salario promedio de $488,9-$557. El propio INDEC dice que desde el 2001 hasta la actualidad el salario de los trabajadores no registrados se recuperó en aproximadamente un 41%, cuando la inflación en el mismo período fue del 82% y los salarios de los trabajadores registrados crecieron un 75%, siempre teniendo en cuenta la canasta de productos que determinan el índice inflacionario compuesta por bienes dispensables, ya que teniendo en cuenta una canasta básica alimenticia con los nutrientes necesarios, los servicios y el costo de vivienda, desde el 2001 al primer semestre de 2006 fue del 430%.

Más de 20 millones de argentinos, en este panorama laboral, no tiene acceso a las obras sociales y acuden a hospitales que carecen de presupuestos acordes para atender las necesidades de la salud. Al menos 4 millones de personas en el país (salvo Capital Federal y el primer y segundo cordón del Gran Buenos Aires) no tuvieron acceso a un centro de salud, mientras que en Capital y el GBA, más de 2 millones dejaron de pagar coberturas médicas privadas ante el incremento de las cuotas, superiores al índice inflacionario por lo que no puede argüirse una indexación al costo de atención.

Los ingresos fiscales de 2006 llegarán a fin de año alrededor de los $145.000 millones. El superávit del que dispondrá el Gobierno para el 2007 será de más de $24.000 millones.

Hoy hay en el país más de 800.000 jóvenes en edad escolar que jamás pisaron la escuela, y se calcula que cerca del 70% se encuentra en «riesgo escolar», esto es, con probabilidades de deserción, lo que implica una escasa formación. Pero según las estadísticas, el «analfabetismo» es de apenas el 2.7%, aunque no se aclara que todo aquel que sabe el abecedario ya está «educado».

El 53% de los niños de entre 3 y 12 años tiene al menos un síntoma de desnutrición (falta de vitaminas y minerales como hierro, vitamina A, C, yodo, zinc, ácido fólico y selenio), y uno de cada tres bebés de 6 a 23 meses tiene anemia.

En síntesis, 1 de cada 5 chicos padece desnutrición.

El Gobierno se encuentra ante un crecimiento del PBI sin precedentes en cincuenta años, con un superávit que superó los récords históricos, y el Presidente con una adhesión social superior al 80% y una intención de voto del 62%, según la consultora Ejes, que brinda información a la Casa Rosada. Kirchner no propone una «patria socialista», pero sí un país en serio. Con semejante respaldo, financiero y social, los cambios no son de un día para el otro. Evo Morales, con mucho menos margen de acción, por haber ganado las elecciones de milagro y luego perdiendo las parlamentarias, lleva adelante una reforma agraria junto a la nacionalización de los recursos, manejando un país quebrado y arruinado desde la llegada de los españoles a la fecha. A Kirchner ni se le pide esto, pero al menos, tiene condiciones de sobra para que los índices dieran señales de progresión luego de tres años de gobierno. O algo se está haciendo mal.

El viernes 21 de julio, Fidel Castro llegó a la Argentina para participar en la XXX Cumbre del Mercosur. En la mesa junto a los presidentes de los países miembros del bloque, Fidel dijo:

«Cuba tiene una tasa de mortalidad infantil del 5 por ciento. Bolivia alrededor del 45, Argentina un 16 por ciento…», dijo el comandante cubano mostrando como un país pobre puede dar dignidad a sus hijos.

«Perdón, pero en realidad, es del 13.5 por ciento», interrumpió Néstor Kirchner. 13.5.

«¿Qué hora es?» , preguntó Fidel, socarronamente.

Es la hora de hacer.