Este artículo está compuesto por fragmentos de una investigación mayor que dio por resultado la Tesis Doctoral titulada: «El pueblo cordobés a principios de siglo XXI: entre el Capitalismo, el Poder y la Resistencia», la que se encuentra en instancia evaluativa.
En los últimos tiempos, la dinámica de la política cordobesa en particular, pero del continente en general, ha llevado a que cada vez más sectores de la militancia, la intelectualidad e incluso de los comunicadores sociales, empiecen a señalar la existencia de un Estado Policial.
Si bien recurrir a este término ayuda a caracterizar con mayor precisión el tipo de ordenamiento que se están dando los de arriba, y por ende, permite mayor claridad en las resistencias que desplegamos los de abajo, guarda aún dentro de sí demasiada ambigüedad. La intención de este texto es aportar algunos elementos que permitan avanzar en el diálogo sobre su significado y contenido. No busca ser un escrito sistemático ni agotar el tema, sino sólo poner a disposición algunos ejes que permitan seguir desarmando el ovillo del poder, y así, aportar mínimamente en dotar de más eficacia las estrategias y tácticas que se despliegan aquí y allá contra este poder prepotente y asesino.
1) Al hablar de Estado policial se hace referencia a lo policial en sentido amplio (todos los dispositivos, tecnologías y mecanismos propios de la gubernamentalidad) y restringido a la vez (las fuerzas policiales en sí, cuerpo burocrático armado del Estado). Se trata de una estructura gubernativa que ordena cuerpos y cosas en el territorio a partir de lógicas y dispositivos biopolíticos de intervención sobre ese territorio y los sujetos que en él/sobre él existen. Entonces, Estado policial como una administración burocrática (violenta o «pacífica») de la vida, la población y el territorio. Siguiendo a Foucault, se entenderá por biopoder «el conjunto de mecanismos por medio de los cuales aquello que, en la especia humana, constituye sus rasgos biológicos fundamentales podrá ser parte de una política, una estrategia política, una estrategia general de poder» (2006: 15).
2) Este proceso debe estar enmarcado en la reconfiguración que ha sufrido el sistema capitalista en las últimas décadas. Al reemplazo del capital industrial como fracción dominante y locomotora del desarrollo capitalista por parte del capital financiero (el cual desde mediados de la década del setenta se vuelve la fracción más dinámica y dominante del conjunto del capital), sigue la etapa actual en la cual ese capital financiero toma un ropaje y una dinámica cada vez más agresiva, expandiendo sus fronteras hacia todo espacio de vida, codificando (y explotando) bajo su propio lenguaje al conjunto de la naturaleza y de los seres humanos. Etapa que se denomina aquí como capitalismo militarizado, y referirá al tipo de capitalismo que, participando aún de la etapa financiera, utiliza » mecanismos de involucramiento generalizado y aborda `científicamente´ la dimensión simbólica y de creación de sentidos que permite construir un imaginario social sustentado en la existencia de un enemigo siempre acechante y legitimar la visión guerrera de las relaciones sociales y las políticas que la acompañan. Esto supone que la militarización de las relaciones sociales es un fenómeno complejo que no se restringe a las situaciones de guerra abierta, sino que incluye acciones de contrainsurgencia muy diversas, que comprenden el manejo de imaginarios, todos los trabajos de inteligencia, el control de fronteras, la creación de bancos de información de datos personales, la introducción de nuevas funciones y estilos en las policías ocupadas de la seguridad interna, e incluso la modificación del estatuto de la seguridad en el conjunto de responsabilidades y derechos de los Estados» (Ceceña, 2004: 17).
3) Este Estado Policial asume «directamente entre sus funciones propias el cuidado de la vida biológica de la nación» (Agamben, 2010: 222), lo que implica que la sociedad y los individuos son pensados en términos de especie, en cuantos simples cuerpos vivientes objeto de estrategias políticas, y no ya como un sujeto político intervenido por las tecnologías del poder propias de la dinámica soberana. Será en esta tensión no resuelta, en un tiempo de emergencia de lo nuevo, pero donde las categorías y funcionamientos de la etapa anterior aún siguen vigentes, donde el Estado, siendo ya un Estado Policial, no deja aún de ser Estado-nación. Se comprenderá por tecnologías del poder al conjunto de procedimientos que cada tipo de poder debe crear, perfeccionar y utilizar para desplegarse y asentarse en determinado momento histórico. Si se observa la tecnología propia del tipo de poder gubernativo o regulatorio, debe señalarse que se construyó «toda una serie de técnicas de observación entre las cuales está la estadística, evidentemente, pero también todos los grandes organismos administrativos, económicos y políticos, todo eso encargado de la regulación de la población» (Ferrer, 1990: 23).
4) Se vuelve necesario entonces, dar cuenta mínimamente de una serie de dispositivos que se despliegan en concreto desde las esferas gubernativas para tales fines: a) un acelerado proceso dislocatorio/reconfiguratorio del espacio de la ciudad; b) acompañado de un profundo proceso de policialización/militarización del territorio; c) combinado con los más variados mecanismos regulatorios, de control y disciplinamiento (que van desde la instalación de cientos de cámaras de seguridad, hasta la aplicación constante del Código de Faltas sobre una población cada vez más indefensa y con menos derechos civiles y políticos); d) todo bajo la bandera de la prevención. Se entiende por dispositivos al conjunto de instituciones, discursos, espacios arquitectónicos, reglamentos, procedimientos, maquinas, etc., que producen determinada posición y relacionamiento entre los sujetos.
5) Es ese Estado policial el que se vuelve entonces control de la población y el territorio, es decir, administración presente (y futura, preventiva) de cosas y cuerpos. Y es en ese proceso donde el Estado se gubernamentaliza como nunca antes. El Estado se vuelve acción de administrar, se vuelve cada vez más gobierno. Los aparatos de Estado se tornan más que nunca estructuras relacionales. La distancia que separa Estado y gobierno tiende a achicarse cada vez más, dando lugar, por ejemplo, a cierta indiferenciación entre hecho y derecho, propios de los estados de excepción permanentes. Como parte del proceso se observa todo un sistema legal formal, que partiendo desde los ordenamientos más minuciosos (reglamentos, decretos de necesidad y urgencia, códigos municipales y provinciales), va delineando una nueva legalidad sumamente indeterminada en cuanto las situaciones que tipifica, que permite potencialmente la acción (siempre) excepcional de los funcionarios del nuevo Estado policial.
6) Las técnicas de poder en el nuevo Estado policial, responden casi exclusivamente al ejercicio de mantener a raya a los sectores potencialmente peligrosos, es decir, los pobres en general, pero quienes se empoderan como pueblo en particular. Así, se construyen barrios pensados en términos securitarios y no como espacios en los cuales la vida pueda desenvolverse libremente. La vida debe sostenerse, no desarrollarse. Las instituciones estatales que deben hacer gobernable ese territorio, van a responder a esas lógicas generales, dejando de lado la tarea de disciplinar como horizonte principal, para pasar a contener (Ferrero y Job, 2011). Esta contención se realiza cada vez más habitualmente por medio del control territorial armado. Se le otorga al cuerpo policial la posibilidad de actuar a modo de dosificador y regulador de las relaciones, administración y gestión de cosas y cuerpos sobre determinados territorios donde la fuerza policial es casi la única intervención estatal real y concreta (Ferrero y Job, 2011). De allí que el cuerpo policial separado del territorio y su población, con una presencia constante y vigilante, ordenadora y reguladora de las dinámicas de vida de estos, sea visiblemente señalada como un otro de modo constante e insistente por parte de los sectores populares.
7) Frente a este tipo de estrategias y ordenamientos del poder, se esbozan diversas y novedosas formas de resistencias por parte de los sectores populares. Así, en Córdoba, se observan un predominio de formas que en general tienden a escapar al enfrentamiento directo, y por el contrario se relacionan más con dos líneas principales que deben ser observadas y sistematizadas de modo más preciso para desde la reflexión conjunta, mejorarlas. Estas líneas de acción, suceden lejos de los espacios institucionales, y refiere a la huída y movilidad, por un lado y la ocupación y control territorial popular por el otro. Estas respuestas de resistencia están atravesadas de modo constante por estrategias de alta visibilidad o publicidad y solidaridad de clase. Luego de un periodo de claro retroceso en la capacidad de resistencia de los sectores populares organizados y no organizados, hoy empieza a observarse que tantos años de derrotas comienzan a dar por fruto conclusiones y enseñanzas que van permitiendo poner en pie herramientas y metodologías más efectivas para aguantar el embate. La resistencia al Estado Policial cordobés está en pie, sólo resta caminarla dignamente y cimentar así el triunfo de la libertad y la solidaridad.
Bibliografía:
Agamben, Giorgio (2010): Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, Pre-testos, Madrid.
Ceceña, Ana Esther (2004): «Los desafíos del mundo en que caben todos los mundos y la subversión del saber histórico de la lucha», en Revista Chiapas nº 16, México D.F.
Foucault, Michel (2006): Seguridad, territorio, población, Fondo de Cultura Económica, Bs. As.
Ferrero, María Mercedes y Job, Sergio (2011): «Mi casa, mi vida: para la seguridad de ellos» en Scarponetti, P. y Ciuffolini, M.A. Ojos que no ven, corazón que no siente. Relocalización territorial y conflictividad social: un estudio sobre los barrios de Córdoba, Novuko, Bs. As.
Ferrero, María Mercedes y Job, Sergio (2011): «Ciudades Made in Manhattan» en Nuñez, A. y Ciuffolini, M.A. Política y territorialidad en tres ciudades argentinas, El Colectivo, Bs. As.
Sergio Job es integrante del Colectivo de Investigación «El Llano en llamas» y militante del Movimiento Lucha y Dignidad en el Encuentro de Organizaciones de Córdoba.
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