El sector agropecuario es uno de los más atomizados de la economía argentina. Los años dorados de los terratenientes y sus latifundios en la Pampa Húmeda, casi tan grandes como pequeños países de Europa, quedaron atrás. A pesar del cambio de época, en el siglo XXI, algunos productores aún se destacan sobre el resto como […]
El sector agropecuario es uno de los más atomizados de la economía argentina. Los años dorados de los terratenientes y sus latifundios en la Pampa Húmeda, casi tan grandes como pequeños países de Europa, quedaron atrás. A pesar del cambio de época, en el siglo XXI, algunos productores aún se destacan sobre el resto como popes de la producción.
A continuación, y sobre información pública, un repaso por los dueños del trono en los cultivos de soja y maíz, y la producción de carne y leche.
Adecoagro. Buena leche.
La compañía liderada por Mariano Bosch produce más de 252.000 litros de fluida por día a través del sistema de tambo entabulado, que da lugar a más de 6000 vacas, en sus instalaciones de Venado Tuerto, Santa Fe.
La producción láctea argentina es la más golpeada dentro del negocio agropecuario en los últimos años. En un escenario adverso, donde operan 10.000 productores, el actor más destacado es una de las pocas compañías que puede reflejar números en alza. Adecoagro es el mayor productor lácteo del país con 6880 vacas de ordeño, que promedian 36,7 litros de leche cada una por día.
La división láctea del grupo reportó una facturación promedio anual de US$ 33 millones en los últimos tres años, a pesar de que los volúmenes se incrementaron de 79,4 millones de litros en 2014 a 92,4 millones el último año. Es decir, uno de cada 100 litros que produce la Argentina lo genera Adecoagro.
Para el consultor Fernando Gil, socio de Agroideas, no quedan dudas: «La lechería es la que más sufrió el último año a nivel primario, sobre todo por precios y márgenes. En estos procesos de crisis disminuye la cantidad de productores y, a su vez, la menor producción queda en menos manos porque son aquellos con mayor espalda financiera los que perduran».
Adecoagro surgió en 2002, de la mano de un grupo de inversores argentinos que, a través de una sociedad denominada Argentina Farmland Investors, y con la participación del magnate de origen húngaro George Soros, se quedó con los activos agropecuarios de la familia Perez Companc. Las 74.000 hectáreas que adquirió este grupo, por unos US$ 54 millones, fueron el puntapié inicial de una etapa de expansión que, hoy, le permite sumar 269.000 hectáreas en la Argentina, Brasil y Uruguay. A su vez, tiene un valor de mercado de US$ 1380 millones en Wall Street, donde cotiza desde 2011.
La división láctea nunca superó el 5 por ciento de la facturación total de la compañía, pero representa una de las estructuras más avanzadas en su categoría en toda la región.
En su último balance anual explican su posición: «Creemos que fuimos la primera empresa en Sudamérica en implementar el sistema de producción de tambo entabulado, lo que resulta en una conversión más eficiente de leche líquida y producción por vaca en comparación con nuestros pares en la región».
A su vez, la empresa detalla las cifras y operaciones de su último año: «Durante la mayor parte de 2016, vendimos toda nuestra producción de leche líquida a cuatro procesadores de leche. Estas empresas fabrican una gama de productos de consumo vendidos en la Argentina y en el extranjero con las que negociamos mensualmente el precio de la leche líquida de acuerdo con la oferta y demanda doméstica. Nuestro segmento de lácteos se mantuvo prácticamente sin cambios, con una disminución de 18,2 por ciento en los precios de la leche líquida de US$ 0,33 por litro en 2015 a US$ 0,27 en 2016, que fue compensado por un aumento de 4,4 por ciento en la cantidad vendida».
En la práctica, la empresa genera sus propios terneros, que son criados durante los primeros 60 días desde el nacimiento con leche pasteurizada y harina de alta proteína. Los terneros machos se alimentan con concentrados y heno durante 30 días adicionales. Luego, son enviados al feedlot de la firma para ser engordados para la venta. Las novillas jóvenes permanecen en corrales abiertos durante los próximos 13 meses, donde se alimentan con concentrados y forraje hasta que estén listas para la cría. El parto ocurre nueve meses después.
Las novillas son posteriormente ordeñadas por un promedio de 320 días. Las vacas lecheras son una vez más inseminadas entre 60 y 90 días después del parto. Este proceso se repite una vez al año durante un período de seis o siete años, logrando una tasa de embarazo de hasta el 90 por ciento en el rebaño de Adecoagro, según se refleja en su último informe enviado a la Bolsa.
MSU. El santo de la soja.
Manuel Santos Uribelarrea Balcarce es una de las nuevas caras del campo perteneciente a una de las familias más tradicionales. En las últimas dos décadas, supo llevar el know how centenario de la estancia familiar a escala regional y coronarse en la producción de la oleaginosa.
Una estancia de 17.000 hectáreas en la zona núcleo de la producción agrícola argentina fue el puntapié inicial para que Manuel Santos Uribelarrea Balcarce impulse la expansión del negocio familiar a otra escala. Seguro del know how que tenía entre manos, avanzó en una expansión que lo llevó a coronarse como uno de los principales productores de granos del país a razón de más de 600.000 toneladas por año.
Todo el negocio se engloba en una sociedad madre conocida como MSU, haciendo alusión a las siglas de sus fundadores. Tanto Santos como su padre, Manuel Santos Uribelarrea Duhau, son descendientes del exministro de Agricultura del gobierno de Agustín P. Justo, Luis Duhau. La tradición agropecuaria de la familia data de mediados del siglo XIX y, en pleno siglo XXI, sigue destacándose con una extensión cultivada en el último ciclo de 143.638 hectáreas.
La producción de los cultivos en la campaña 2015/16 representó un aumento de un 18 por ciento en el volumen respecto de la campaña anterior, debido al incremento del área total sembrada, mayores rindes en soja y a una mayor participación del área de siembra de maíz.
De todos modos, la soja, principal cultivo de la empresa, reportó un volumen un 7 por ciento menor a la campaña anterior, con un total de 266.953 toneladas. Suficientes para posicionarlo como un referente a nivel nacional. Mientras tanto, el maíz, otro de los fuertes de MSU, incrementó un 54 por ciento su volumen y trepó hasta las 260.963 toneladas. En trigo, la compañía tampoco es una improvisada y recolectó 99.320 toneladas, cuatro veces más que solo cinco años antes.
Para el consultor Fernando Gil, socio de Agroideas, contrario a lo que se instaló en la última década, la producción de soja está muy atomizada entre decenas de miles de productores. Esta afirmación resulta aún más gráfica si se tiene en cuenta que la producción de soja de MSU, compañía líder en el país, apenas representa un 0,5 por ciento del volumen total comercializado en la última campaña.
Con respecto al año en curso, Gil adelanta que, en plena cosecha gruesa, se estima que el total de la producción de soja será de las más altas de la historia a pesar de las inclemencias climáticas. «Los rindes a nivel general son muy buenos», señala el consultor, y agrega: «Los altos volúmenes, al igual que lo que ocurre en Brasil, están al momento incidiendo en los bajos precios».
Los números de MSU son contundentes. En el último ejercicio anual, la empresa facturó $ 1652 millones y anotó una ganancia extraordinaria de casi $ 1 millón por día hasta alcanzar los $ 324 millones. Las cifras representan todo un apogeo si se contrarrestan con las del año previo, cuando la sociedad perdió más de $ 40 millones sobre $ 1000 millones en ventas. En los primeros seis meses del ejercicio en curso, MSU ya facturó $ 1153 millones y ganó casi $ 57 millones. En su balance analizan como ven el futuro: la quita de retenciones en maíz y trigo, y la baja gradual propuesta por el Gobierno en soja en conjunto con la mejora en el tipo de cambio, ha mejorado notablemente los márgenes dinamizando al sector agropecuario. Sin embargo, adelanta una reducción del 7 por ciento en la superficie sembrada para la campaña en curso. Los números definitivos se sabrán al cierre de este ejercicio, el próximo 30 de junio.
Inversora Juramento. La hacienda del norte.
La firma del máximo accionista del Banco Macro, Jorge Horacio Brito, produce más de 63.000 cabezas de ganado por año sobre 87.414 hectáreas propias, en la provincia de Salta.
Jorge Horacio Brito es, ante todo, un banquero. Sin embargo, puede decirse que tuvo una excelente visión sobre el futuro de la ganadería en la Argentina cuando decidió incursionar en la actividad a principios de los ’90 con la compra de tierras en Salta. Hasta ese momento, era difícil predecir que el avance de la siembra directa y el cultivo de soja provocarían una migración de la producción de carne vacuna hacia el norte del país.
Hoy, Inversora Juramento es la sociedad que aglutina los negocios agropecuarios de la familia Brito. A las 87.414 hectáreas propias que explota en Salta se suma su frigorífico, conocido como Bermejo, donde destina la totalidad de sus cabezas de ganado. Solo el último año, según el balance cerrado al 30 de septiembre de 2016, Inversora Juramento facturó $ 1204 millones, un 63 por ciento más que el año previo. La compañía incrementó su stock de 77.935 cabezas en el ejercicio anterior a 80.890 cabezas, es decir, un 4 por ciento con respecto al balance de septiembre de 2015 y un 20 por ciento con respecto al ejercicio cerrado en septiembre de 2014. Esa cifra lo hace acreedor de ocho de cada 100 cabezas que pastan los suelos de la provincia. En el mismo periodo, disminuyó el rodeo de cría de 25.775 a 21.741 cabezas, cuya evolución está atada a la disponibilidad de pasturas por la naturaleza del ciclo de cría.
Las entregas a Frigorífico Bermejo alcanzaron las 63.233 cabezas, un aumento de 14,2 por ciento sobre los 55.382 faenados en el periodo previo. Representan un 0,5 por ciento de la faena total del país, cifra que grafica lo atomizado que está el sector.
La variación del stock de invernada, en los campos de la firma, fue de crecimiento entre el 4º trimestre de 2016 contra el 4º trimestre del año anterior, un 13,4 por ciento (59.249 vs 52.160) para ser más precisos.
«En la ganadería se sigue recuperando el stock, pero de forma lenta, al igual que con la retención de vientres. Los precios tuvieron su gran suba hace más de un año, aportando un buen margen a la actividad. Luego, la inflación lo fue erosionando. Este año tuvieron un nuevo repunte en torno al 10 a 12 por ciento en el ternero de invernada y el gordo», analiza Fernando Gil, socio de Agroideas. «La producción de carne creció de forma leve y no se incrementó el precio de faena como muchos suponían. Mientras que la exportación, si bien aumenta en volumen, en valores nominales es muy baja y no tendrá ninguna explosión en el mediano plazo, sobre todo por dos razones: no hay novillos pesado de exportación y el tipo de cambio bajo no favorece la ecuación exportable», señala, y agrega: «Hoy, el negocio pasa por cría y recría. En resumen, los planteos integrados en agricultura y ganadería son los más rentables».
La sociedad está integrada verticalmente en todas las fases del negocio: cría, recría (invernada), engorde a corral (feedlot), industrialización, comercialización y la venta directa al público en carnicerías. En materia de rentabilidad, el último ejercicio reportó una ganancia de $ 54 millones. A su vez, con la sigla INVJ, la empresa está listada en la Bolsa porteña donde, este año, más allá de pequeñas subas y bajas, su valuación ronda los $ 5300 millones, es decir, unos US$ 350 millones. Como principal accionista, con más del 90 por ciento del paquete, está su mentor, el banquero-ganadero Jorge Horacio Brito.
Cresud. En el podio del choclo.
La división agrícola del holding de la familia Elsztain se destaca en producción de maíz con un volumen que, el último año, alcanzó las 189.708 toneladas.
Cresud e IRSA son dos caras de una misma moneda. Pero es Cresud, el holding agropecuario, la que controla IRSA, la empresa de bienes raíces del clan. El core business de Cresud está en el campo y es en la producción de maíz donde desarrolla su mayor potencial. La oleaginosa le reportó en el último ejercicio anual (a junio de 2016) un volumen de 189.708 toneladas en la Argentina. Cifra que se eleva a casi 230.000 si se incluyen sus operaciones en Brasil, Bolivia y Paraguay. Si bien su volumen cayó con respecto a 2015, cuando había cosechado 254.000 toneladas en la Argentina y más de 310.000 en la región, representó el segundo mejor desempeño en maíz de todo el lustro y bastó para que se suba al podio en la categoría.
«Esta campaña se dio un salto en la producción de maíz a partir de la liberación del mercado y la quita deretenciones», asegura Fernando Gil, socio de Agroideas. «El precio para el productor mejoró y se espera que ese incremento en la producción sea un nuevo piso. Esto se dio en gran parte por hectáreas que se le ganaron a la soja, incentivados por una mejora en los márgenes de maíz», explica el consultor y agrega: «El maíz siempre requiere entre 25 y 30 por ciento más inversión que la siembra de soja».
Cresud es una empresa agropecuaria desde sus inicios. Su relación con la familia liderada por Eduardo Elsztain comienza en 1994, cuando el propio Elsztain, de la mano de sus socios Marcos Marcelo Mindlin (hoy en Pampa Energía) y el magnate de origen húngaro George Soros, toma el control de la firma a partir de una capitalización por US$ 30 millones.
A partir de ese ingreso en el rubro agropecuario, Elsztain incrementa las existencias de tierras en su portafolio hasta coronarse como el mayor terrateniente de la Pampa Húmeda. En su último ejercicio anual, la empresa desarrolló actividades en 30 campos propios y 35 arrendados. Tomando el número de campos de su propiedad en los cuatro países donde opera, Cresud alcanza un dominio de 622.000 has, donde la agricultura ocupa casi 100.000. En la Argentina, destina más de 40.000 has a siembra y es el maíz quien se queda con más de la mitad de esa superficie, es decir, un tamaño equivalente a la Capital Federal.
Para Cresud, el maíz resulta un negocio por partida doble, ya que el grueso de su producción se transforma en un insumo central en otros negocios, como la producción cárnica y de leche. Según el último balance, los resultados estimados de la valuación de sus cultivos en curso aumentaron 654,1 por ciento, de $ 49 millones en el ejercicio 2015 a $ 369 millones en 2016, debido al aumento del 722,4 por ciento en el cultivo de maíz.
Cresud es mucho más que solo campo. La empresa aglutina sociedades entre las que se destaca IRSA, en el rubro de las oficinas, inmuebles residenciales y hoteles. El balance de Cresud ganó musculatura el último año tras la consolidación de una participación en un holding diversificado, con sede en Israel, que Elsztain adquirió en 2015. En su último ejercicio anual, anotó ventas por $ 37.044 millones, cinco veces más que el ejercicio previo. Y en los primeros seis meses de su balance 2016/17 generó ingresos por $ 39.617 millones, más que todo lo facturado en los 12 meses previos.