Recomiendo:
0

Cronopiando

¿Quiénes son los tontos útiles?

Fuentes: Rebelión

Decía, y decía bien, Bertold Brech que «quien ignora la verdad es un iluso, pero quien conociéndola la llama mentira es un delincuente.» Y lo digo porque hay periodistas y comunicadores que creen que la democracia consiste y se limita a depositar, cada cuatro años, una ilusión en un anafe; y que llaman elección a […]

Decía, y decía bien, Bertold Brech que «quien ignora la verdad es un iluso, pero quien conociéndola la llama mentira es un delincuente.»

Y lo digo porque hay periodistas y comunicadores que creen que la democracia consiste y se limita a depositar, cada cuatro años, una ilusión en un anafe; y que llaman elección a la pantomima de vejigas pintadas, «romo dao» y dentífricas sonrisas de aspirantes al fraude colgadas por la ciudad, que se turnan en la venta del país que usufructan.

Periodistas que, o por lo bien que se les recompensa su ignorancia o por lo mucho que se les factura su tan docto interés, no tienen escrúpulos, tampoco vergüenza, para dar testimonio escrito de su ignorancia y fortuna, y así insisten, como si fueran párvulos, en que Estados Unidos, por ejemplo, es una democracia y Cuba una dictadura; que el que más votos obtiene es el presidente y que la gente no sólo vota sino que, además, elige; que un programa político es un compromiso y un compromiso una verdad de fe; que los legisladores representan al pueblo y velan por sus intereses; que la Justicia está provista de una venda blanca sobre los ojos para no discriminar a nadie, y que todos los ciudadanos y ciudadanas somos iguales ante la ley.

Periodistas que, a falta de neuronas y recato, buscan hacerse un sitio en el escaparate nacional de la estulticia, sea escrita o hablada, defendiendo a presidentes tan desamparados como Bush de las mediáticas y todopoderosas campañas de marketing de maquinadores como Fidel Castro, y así denuncian la ignominiosa agresión de la hormiga al indefenso y pacífico paquidermo.

Periodistas capaces de conmoverse por los niños y niñas que todavía no han nacido y que, al mismo tiempo, promueven y celebran la demencia de un modelo social que mata de democrática hambre y democrática miseria a los millones que se atrevieron a asomarse a la vida.

Periodistas que han contribuido como nadie, con sus bien pagadas falacias, con sus mejor remunerados olvidos, a la sinrazón en que se mueve el mundo, al progresivo deterioro de esta caja de cartón llena de gritos, y que tal vez tengan derecho a cobrar sus prestados servicios pero no a asombrarse de los resultados.

([email protected])