Nuestros abuelos/as, luego de la derrota, sobrevivieron en «mejores» condiciones que nosotros/as. Ellos/as tenían tierras comunales para cultivar (aunque mucho de ello iba para el quinto real), ríos y bosques de dónde extraer sus alimentos. Nosotros, en nombre del desarrollo de los desarrollados, nos encontramos en situación límite: sin tierra, sin bosques, sin ríos. Empujados […]
Ollantay Itzamná.
Introducción
Íntimamente relacionada con la discriminación étnico-racial en México, así como con la desigualdad económica y social, que es uno de los mayores lastres que impiden a las sociedades latinoamericanas alcanzar un desarrollo sostenible y supone un obstáculo para su crecimiento económico1, está la posesión de la tierra.
Puesto que, los activos no financieros representan un 64% de la riqueza total. Y siendo que, la tierra es el principal activo, cuando no el único, que poseen millones de hogares rurales en América Latina, por lo que puede marcar la diferencia entre la subsistencia y la pobreza extrema. Así que, perder la tierra significa tener que alquilarla o depender de un trabajo asalariado, casi siempre temporal y precario, para asegurar la alimentación y otras necesidades básicas del hogar.
Además de que, el acceso y control seguro de la tierra condiciona las oportunidades de desarrollo. Al respecto, los países donde su distribución ha sido más equitativa -como Vietnam, China o Tailandia- lograron reducir el hambre y la pobreza mucho más rápido y mantuvieron tasas de crecimiento entre dos y tres veces superiores a aquellos que partían de una distribución inicial de la tierra más desigual.
En adición a ello, se señala que, la tierra proporciona seguridad económica, pues es un activo que tiende a incrementar su valor con el tiempo y además puede generar rentas por medio de su uso productivo.
Por lo que respecta al caso de los pueblos indígenas, la tierra es más que un bien material y trasciende la seguridad económica pues conforma la máxima expresión de su identidad cultural y espiritual. Sin embargo, sus territorios están aún más desprotegidos: los pueblos indígenas y las comunidades rurales en todo el mundo apenas tienen derechos de propiedad reconocidos sobre una quinta parte de la tierra que legítimamente les pertenece.
Y siendo que, de las tierras comunales depende a su vez el acceso al agua, cuyo control resulta cada día más importante por los efectos del cambio climático. Así como la provisión de otros recursos esenciales para el bienestar familiar tales como la leña, las fibras y materiales para construir techos y cercas, las plantas medicinales o el alimento para el ganado.
Además de que, se tiene la posibilidad de obtener beneficios colectivos a través, por ejemplo, del manejo comunal de los bosques. Toda vez que, muchos hogares rurales no poseen tierras propias ni otro tipo de activos, por lo que únicamente pueden recurrir a los territorios comunales para satisfacer todas sus necesidades.
Dentro de tal contexto, coadyuvando al proceso multisecular de dominación política, social y cultural de las élites blancas y mestizas hacia los pueblos indígenas y afrodescendientes, se sabe que en conjunto en la región, el 1% de las fincas de mayor tamaño concentra más de la mitad de la superficie agrícola. Dicho de otro modo, el 1% de las fincas acapara más tierra que el 99% restante2.
A tal estructura se le pude nombrar como propusiera Rodolfo Stavenhagen: «discriminación estructural«. Dado que, modifica el sentido más común de racismo, para dar paso a otra forma de comprensión del mismo, donde se privilegia una mirada sobre los procesos históricos y sus resultados actuales, más que sobre la persistencia de normas y prácticas (en la legislación y en las instituciones), y de actitudes y conductas (en los gobernantes y en la sociedad), que pueden estar operando por medio de estereotipos racistas y sentimientos de intolerancia, pero que no explican suficientemente la profundidad del problema sobre la posesión de la tierra, así como dificulta dar soluciones posibles.
De forma que, entendiendo el fenómeno como una «discriminación estructural«, podemos comprender la situación de desigualdad en el acceso a los recursos naturales, a los servicios básicos y a la economía, así como el déficit de distribución y de seguridad jurídica de la tierra. Además de los defectos en la configuración y ejercicio del poder fundados en la concentración y la inequidad del control del territorio, como base de la vida social, cultural y política.
Entendiéndose así que, la discriminación puede estar enraizada todavía en una actitud racista, pero hoy es más explícita la intolerancia respecto de las diferencias étnicas y culturales, aunque estas no sean más percibidas como diferencias raciales.
Tratándose así de una actitud dominante en los actores políticos y en la opinión pública, que consiste en la negación del derecho de los diferentes a participar del proyecto nacional (su construcción y sus beneficios) desde sus particularidades, ejerciendo un grado razonable de autonomía y reteniendo el control de los recursos y de los procesos sociales y culturales enraizados en sus territorios.
Dentro de tal lógica, la muestra más reciente respecto al racismo la ha dado la autoproclamada presidenta de Bolivia, Jeanine Añez Chávez, participando en la propagación de discursos de odio desde abril del 2013. Todo a través de tuiter, donde ha dejado de manifiesto su racismo, al argumentar que: «la ciudad no es para los indios, que se vayan al altiplano o al chaco«.
Así como en el mismo mensaje la Senadora calificó de satánicos los ritos realizados por el sector indígena. Mientras que en contraparte, en su primer mensaje luego de autoproclamarse como presidenta de Bolivia, agradeció a líderes religiosos y colocó una biblia sobre la bandera de Bolivia3.
Empero, a pesar de tales actos, se debe comprender que la inequidad económica es fundamentalmente una cuestión ligada a la distribución de los bienes, servicios y oportunidades, que en el caso de los pueblos indígenas se manifiesta como una brecha respecto de otros sectores de población en los indicadores de desarrollo.
Y dentro de tal marco, el fenómeno de los asentamientos irregulares revela un déficit sobre la posesión de la tierra acumulado históricamente, y que también ha tendido a ampliarse conforme ha habido un crecimiento general de la sociedad.
Motivos por los que, es conveniente distinguir tres fenómenos estructurales interconectados que afectan la relación entre los pueblos indígenas y las sociedades nacionales dentro de las cuales viven: la discriminación étnica y la exclusión para poseer tierra o al menos una vivienda, por lo que se ven en la necesidad de recurrir a la formación de asentamientos irregulares, y lo cual históricamente ha llegado a constituirse como un círculo vicioso respecto a la inequidad económica.
Así como, es necesario reconocer el carácter específico de cada uno de éstos fenómenos y su capacidad de operar con autonomía y que, si bien las prácticas discriminatorias son funcionales al mantenimiento de la inequidad económica y la exclusión para poseer tierra o al menos una vivienda. Contribuyendo así a profundizar y a justificar tal situación, sin embargo, no son la causa misma de tales fenómenos. Por lo que el combate a la discriminación no puede ser planteado como la única ni la principal medida para revertir la inequidad y la exclusión.
La construcción de la Ciudad después de la conquista española
Amini bete bane jipi gone Ke tasi ni omeru ne ekáwa bone We ni go natá chabenigo ta’aka Wasoli góae muni chongo elaka We ni ni’imi chi kimi apalochi Ra’icharu ba sinibisi rokosi Tamoje niala ju jana gawi We galá nima tibusa bawi We nina noka chabochi go ba Jare chiri ju chigorami ba Werili olabo kilipi nochabo Iweiga enaro ke tasi omónabo
Sé que ahora vivo muy lejos de casa No se me olvida aunque el tiempo pasa Guardo recuerdos que son indispensables Cuando comíamos frijoles y nopales Extraño demasiado a mi querido abuelo platicar con él cada noche con desvelo Consciente de que esta es nuestra tierra Cuidemos el agua de nuestra sierra Por que nos maltratan aquellos mestizos Algunos son así que te roban sin aviso Con mucho esfuerzo trabajo y firmeza Mas fuerte que nunca dejar la tristeza
Rap rarámuri contra la discriminación.
Septiembre 12, 2019.
A lo largo de los años y los siglos que siguieron a la conquista de México, el destino de los pueblos originarios fue siempre, y sigue siendo, en extremo adverso.
De ello dará testimonio, no solo la división de la sociedad durante la colonia en dos polos irreductibles y opuestos, sino también la construcción de las ciudades.
En tal sentido, debe tenerse en cuenta que la ciudad sería el bastión colonial. Siendo que, en ella instauraron los invasores su espacio privilegiado de dominio. Muchas ciudades se edificaron sobre las ruinas de antiguos centros de población india, en tanto que otras se construyeron en sitios que previamente no tenían asentamientos permanentes. Empero, todo dependería de las necesidades y los intereses de la colonización.
Así, en algunos casos, predominaría la urgencia de establecer un centro de poder en el corazón mismo de los territorios ocupados por una cuantiosa población sedentaria, que aseguraba mano de obra, servicios y productos indispensables para la consolidación y expansión de la empresa colonizadora.
Mientras que, en otros casos era necesario fundar villas y ciudades para explotar las minas y obtener los ansiados metales preciosos, el oro y la plata. Cuando los fundos mineros se hallaban tierra adentro, en los ámbitos de los grupos nómadas y guerreros del norte. Pero, además de las ciudades mineras, fue urgente la fundación de otras ciudades que dieran mayor seguridad en los caminos, para el transporte de los minerales, de los abastecimientos y de los hombres requeridos.
Resultando ser así que, la cronología de las fundaciones europeas en la Nueva España corresponde rigurosamente al paulatino desarrollo de las diversas empresas prioritarias de la colonización: la guerra, la pacificación, la minería, la agricultura europea, la ganadería y el comercio, tanto interior como exterior.
Ya que, todo ello requería la congregación de núcleos de población europea, de tamaño variable según posibilidades y necesidades, esparcidos como, centros de poder en un territorio que, fuera del estrecho perímetro de las ciudades, permanecía indio.
Pero aún en las ciudades estaría presente el indio. Por ejemplo, la ciudad de México contaría con barrios y parcialidades habitados exclusivamente por población india. Existiendo una segregación especial que expresaría la naturaleza del orden colonial: el centro estaría ocupado por la ciudad propiamente dicha, es decir, la ciudad española, mientras que los barrios indios formarían la periferia.
Y para mantener tal orden, se darían drásticas disposiciones intentando asegurar la separación residencial de los colonizadores y los colonizados: los peninsulares tenían prohibido vivir en localidades indias y los indios, a su vez, estaban obligados a habitar exclusivamente los espacios urbanos asignados a ellos.
De tal modo, durante siglos, el indio urbanizado viviría en la ciudad, pero en una condición diferente a la del colonizador de origen europeo: viviendo segregado, al margen de muchos aspectos de la vida citadina, porque la verdadera ciudad era el espacio del poder colonial prohibido al indio, al colonizado4.
Dentro de tal lógica, en las ciudades, la presencia de lo indio marca la vida entera. Son indios la mayoría de los que transitan por las calles, los que acuden al mercado para vender y a las tiendas para comprar, los que se emplean en los oficios peor pagados, los que pueblan las cárceles y los que al caer la noche regresan dando traspiés, alcoholizados, a sus casas.
La ciudad se puebla de indios5, además, por el contingente de trabajadores que concurre a ella diariamente desde comunidades indias más o menos próximas, o que viene desde localidades apartadas y permanece en la urbe durante los días de labor. Por todos los rumbos de la ciudad se encuentran las «marías» con sus hijos, amparadas en las esquinas de mayor tráfico, vendiendo chicles y chucherías, o pidiendo limosna a los automovilistas6.
Mientras que, muchas más mujeres indias se ocupan en el servicio doméstico, más estable, entre las cuales se da con frecuencia una cadena de relaciones que les permite pasar de la comunidad de origen a la ciudad de la región y de ahí a la capital de la República; red que se extiende ya hasta varias ciudades de los Estados Unidos7.
Aspectos más reciente de la configuración de la ciudad de México y la segregación espacial.
En el contexto económico mundial de finales de los años ochenta y principios de los noventa, las ciudades adoptaron modelos de planificación estratégica centrados en la renovación urbana para posicionarse en el nuevo mapa global. Por lo que, se considerarían competitivas aquellas que pudieron lograr «un entorno físico, tecnológico, social, ambiental e institucional propicio para atraer y desarrollar actividades económicas generadoras de riqueza y empleo».
En consecuencia, durante la primera etapa, el modelo de planificación estratégica se centró especialmente en el plano económico. Motivos por los que, las grandes metrópolis implementaron proyectos de renovación urbana y se erigieron en centros de decisiones e innovación. E igualmente a partir de los años noventa la Ciudad de México comenzaría un proceso de renovación tendientes a la revalorización de espacios centrales o estratégicos para el desarrollo financiero y turístico.
Interés por convertirla en una ciudad global que promovería, por ejemplo, el reforzamiento de los nodos financiero-comerciales existentes sobre Paseo de la Reforma, Polanco, Las Lomas y el sur de la ciudad, así como la creación de Santa Fe como el nuevo nodo financiero que permitiría posicionar a México en la competencia por la atracción de la inversión extranjera.
Lo cual iría de la mano de poner en marcha distintos proyectos de renovación urbana en puntos neurálgicos de la ciudad como el Centro Histórico y colonias como San Ángel, Coyoacán, Condesa, Nápoles, Chimalistac, Roma y Polanco. Hasta crearse centros financieros, centros comerciales, áreas residenciales cerradas, colonias renovadas y conjuntos urbanos de grandes dimensiones que se multiplicaron desde la década de 1990 en puntos nodales de la ciudad, formando ínsulas de la globalización, áreas con infraestructura y servicios de primer nivel que contrastaran con otras áreas menos favorecidas por las políticas públicas de revitalización y mejora urbana.
En consecuencia, tales políticas han estado desvinculadas de una visión de conjunto del espacio urbano, generando polarización social, exclusión y fragmentación socioterritorial. Si bien es cierto que la segregación y la fragmentación en las grandes ciudades no es producto exclusivo de la globalización, sino consecuencia de fenómenos de muy larga duración8.
El papel del sector inmobiliario en el desarrollo urbano actual
Cabe añadir que, la importancia que ha cobrado el desarrollo inmobiliario en el contexto económico global se ha visto apoyado por el debilitamiento de la intervención estatal en la gestión urbana y en la competencia de las ciudades por la atracción de inversiones. Contexto dentro del cual, el enfoque del urbanismo racionalista ha sido abandonado y sustituido por el de la planificación estratégica que ha tenido por resultado «una drástica reducción de la intervención y de la inversión pública y un renovado protagonismo del capital privado».
De tal forma, a nivel mundial, los gobiernos nacionales, y especialmente los locales (estatales y municipales que tras la descentralización han dispuesto de mayores facultades para negociar con los capitales privados) han jugado un papel central en el desarrollo y la transformación urbanos, a partir de la instauración de políticas públicas que han favorecido el esquema neoliberal.
Enfoque de gestión urbana basado en estrategias de competitividad urbana y city marketing que han estado orientadas a la captación de capitales extranjeros, atrayendo inversión especialmente hacia el sector inmobiliario9. Empero, al concentrarse en puntos estratégicos de la ciudad -en tanto son los más rentables- y al responder a los requerimientos de las clases más solventes, han contribuido a profundizar las desigualdades urbanas.
Toda vez que, desde la lógica neoliberal, las ciudades se han convertido en espacios económicos, en primer lugar y, en segundo, de convivencia; por lo que la ciudad posindustrial se encuentra asociada a un paisaje de consumo y ya no a un paisaje de producción. En México, por ejemplo, la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) en 1994 ha significado la adopción de normas y estándares internacionales en la edificación del entorno construido.
Momento desde el cual además, se comenzó a forjar el sector inmobiliario en México surgiendo despachos arquitectónicos especializados en edificios inteligentes, centros comerciales, fraccionamientos cerrados y, en los últimos años, los grandes proyectos urbanos generadores de nuevas centralidades como Nuevo Polanco.
Y que se encuentran dentro de la lógica de las inversiones inmobiliarias quienes creen que «inducen la activación de la industria de la construcción, y a su vez estas, por sus efectos en términos de encadenamientos productivos y por su capacidad para generar empleos, beneficiarían el crecimiento general de la ciudad». En tal sentido, para fomentar el desarrollo urbano, los gobiernos han establecido condiciones favorables para la atracción de capitales, implementando medidas de apoyo mediante estímulos fiscales y otros instrumentos que promueven la inversión inmobiliaria.
Al respecto, en México, en octubre del año 2000, siendo presidente Vicente Fox Quesada, se publicó en el Diario Oficial de la Federación un decreto por el que se otorgaban estímulos fiscales y facilidades administrativas para el rescate del Centro Histórico orientado a la construcción de vivienda para clases medias y altas, hoteles y edificios corporativos.
Y en añadidura, cuatro años después, en 2004, se crearon los Fideicomisos de Inversión en Bienes Raíces (FIBRA) mediante la introducción del artículo 223 (que les da origen) y el artículo 224 (que los regula) en el Título VII de la Ley de Impuesto sobre la Renta (LISRl) «De los Estímulos Fiscales». Todo lo cual se trata de beneficios aplicables a los fideicomisos mexicanos dedicados al negocio de la construcción o adquisición de inmuebles destinados a la enajenación o el arrendamiento.
Y que estaría dirigida expresamente al fomento del mercado inmobiliario en México, a la atracción de inversión tanto nacional como extranjera y al financiamiento de desarrollos ya que dicho sector hasta antes de la creación de las FIBRA era dependiente de los capitales extranjeros provenientes de fondos de capital privado. Y, por medio del fideicomiso, grupos de empresas o personas físicas que aporten bienes inmuebles a su patrimonio pueden acceder al financiamiento para la construcción de los inmuebles, cotizar en bolsa y recibir beneficios fiscales.
Instrumentos que para el constructor son atractivos, en tanto le permite acceder a créditos para la construcción, así como diferir el pago del impuesto sobre la renta en su ganancia por la aportación de los inmuebles a la FIBRA, mientras que para el inversionista que adquiere los CBFI, el atractivo se traduce en el rendimiento que genera su inversión y, en algunos casos, la exención en la ganancia por la venta de los CBFI en la Bolsa de Valores. En el editorial del número 89 de la revista Real Estate Market & Lifestyle dedicado a las FIBRA se afirma que este instrumento ha significado «el mayor despegue para el sector inmobiliario del país en los últimos años», pues representa una excelente opción de inversión en México10.
De tal suerte, lo que ha prevalecido desde 1990, tanto en el caso de la Ciudad de México, como en general en América Latina, es un modelo urbano caracterizado por la contraposición y la desigualdad entre las centralidades y la periferia. Donde las zonas centrales dotadas de infraestructura y servicios urbanos aceptables han sido revitalizadas y reconquistadas por las clases acomodadas, mientras que el resto de la población solo puede aspirar a la periferia urbana empobrecida y carente de servicios e infraestructura.
Colocándose por encima del espacio público concebido como el elemento organizador de la ciudad y de la experiencia urbana, la circulación/conexión entre dos puntos, o bien se trata de ámbitos especializados que concentran una serie de funciones comerciales y recreativas en un ambiente hipercontrolado en cuanto a la seguridad, el tipo de usuarios y las normas de convivencia.
Hechos que han prevalecido no obstante en diciembre del año 2000 Andrés Manuel López Obrador, al frente del Gobierno de la Ciudad de México, emitió el Bando Número Dos como una medida para repoblar las delegaciones centrales e impulsar un programa de construcción de vivienda de bajo costo.
Pretendiendo tal medida aprovechar la infraestructura existente y frenar el crecimiento hacia la periferia urbana del sur y el oriente (localizada en las delegaciones Álvaro Obregón, Coyoacán, Cuajimalpa, Iztapalapa, Magdalena Contreras, Milpa Alta, Tláhuac, Tlalpan y Xochimilco) que concentra parte del suelo de conservación del Distrito Federal.
Al igual que trato de impedir la construcción de unidades habitacionales y centros comerciales que demandaran agua e infraestructura, priorizando el crecimiento poblacional de las cuatro delegaciones centrales para aprovechar lo existente e impulsando un programa de construcción de vivienda «para la gente humilde de la ciudad».
Sin embargo, la medida terminaría provocando el incremento en el costo del suelo, por lo que la oferta privada se orientó mayoritariamente a la construcción de conjuntos habitacionales para sectores con mayores ingresos. Igual que había sucedido en la década anterior con los proyectos de renovación de zonas habitacionales y centros financieros, que tras los programas de mejoramiento, el precio por metro cuadrado se incrementó y eso provocó que antiguos residentes se mudaran y llegaran otros con mayor poder adquisitivo.
Hechos que se reforzarían en 2008, cuando se aplicó una norma de Ordenación Particular que deshabilitaba las restricciones anteriores de altura y densidad de hm-5-30 a hm-10-30, es decir, permitía la construcción de edificios de hasta 10 pisos de altura. Aplicándose la norma una vez que el proyecto se encontraba en marcha.
Y de ahí, las nuevas construcciones han modificado profundamente el paisaje urbano, pues no solo se han desmantelado las antiguas fábricas sino que se ha dado comienzo a la verticalización y redensificación de zonas, tal como ha ocurrido en los principales centros financiero-comerciales renovados o creados a partir de la década de los años noventa. Derivando en que, la ciudad tenderá además de extenderse y crecer hacia la periferia, a crecer de manera vertical11.
Impacto urbano y social de los nuevos desarrollos
El deterioro urbano y el abandono del centro de la Ciudad de México, sumado al crecimiento desordenado hacia las zonas de reserva de las décadas anteriores, han sido factores aprovechados por el gobierno local y los agentes inmobiliarios para renovar zonas devaluadas y relanzarlas al mercado para una población de mayor poder adquisitivo.
Si bien tal proceso se había dado en la década de los noventa, cuando el gobierno capitalino, al darse a la tarea de repoblar la zona centro, rehabilitó distintas colonias que recuperaron su esplendor de antaño y se convirtieron en sitios de esparcimiento y comercio, en aquel momento el énfasis se puso especialmente en la renovación de centros financieros y de servicios.
Por ejemplo, en el Centro Histórico, desde la década de los ochenta se impulsaron distintos proyectos orientados a la restauración y conservación de los inmuebles considerados patrimonio histórico. Así como posteriormente también se dio impulso a la rehabilitación de viviendas y a su reforzamiento en tanto nodos financieros, comerciales y turísticos.
Eventos que tendrían como consecuencia la gentrificación12 de diversas zonas estratégicas, generalmente localizadas en el área central de la ciudad. Constituyéndose islas de bienestar que se han erigido como zonas de deseo a las que solo pueden acceder unos cuantos. Y atraen a determinado tipo de habitantes, aquellos que pueden pagar el costo de una vivienda en la zona o la entrada a determinados centros de entretenimiento o espectáculo, o el precio de los artículos que se venden en las exclusivas tiendas que ahí se ubican u obtener un puesto en una empresa trasnacional.
En tanto que, por otro lado se niegan el acceso a otros tantos por el costo que implica el disfrute de los bienes y servicios que ahí se ofrecen, o bien, por el hostigamiento a determinadas poblaciones como los vendedores ambulantes y los indigentes, a quienes se expulsa constantemente de estas zonas o se les niega el paso.
Además de que por añadidura se ha dado un notorio el incremento del precio del suelo. En los últimos diez años aumentó más de 100% (de 17 000 a 37 000 pesos) y en los conjuntos de uso mixto que ofrecen vivienda AAA el precio por metro cuadrado es de hasta 60 000 pesos. Situación que también habla de una sociabilidad que se impulsa en estos barrios o áreas de la ciudad que han sido gentrificadas, siendo que, tienden a la convivencia entre semejantes (al menos en términos de poder adquisitivo y estilo de vida deseado) y a la exclusión de aquellos considerados como indeseables o discordantes con la imagen que se desea proyectar.
El caso particular de la Asamblea General de los Pueblos, Barrios, Colonias y Pedregales de Coyoacán, frente a al desarrollo inmobiliario, Quiero Casa.
Desde febrero de 2016, la Asamblea General de los Pueblos, Barrios, Colonias y Pedregales de Coyoacán ha mantenido una lucha contra la inmobiliaria Quiero Casa , ubicada en el pueblo de Los Reyes, Coyoacán . Toda vez que, Quiero Casa, como parte de los trabajos de construcción de torres de departamentos, produjo el afloramiento de un acuífero somero localizado debajo del predio, localizado en Av. Aztecas 215. Situación ante la cual se inició un bombeo continuo del agua al drenaje y al ser observado tal acto por habitantes cercanos a la obra, se dió la inconformidad y el conflicto.
Resultando ser entonces que, derivado de dicho conflicto se constituye la Asamblea General de los Pueblos, Barrios, Colonias y Pedregales de Coyoacán (AGPC), colectivo fundamental para el mantenimiento del conflicto hasta el 2019 13 , así como ha sido fundamental para el encuentro de personas que se han articulado en la defensa del agua, aunque hay antecedentes de organización vecinal en estos barrios 14 .
Y siendo que, una de las características de este colectivo es la fuerte identidad local que mantienen los vecinos instalados en estas tierras, los pedregales de Coyoacán, desde los años setenta15. Y lo cual desde el 2006 se ve aunado a que los miembros del grupo comparten un fuerte sentimiento de injusticia y dolor a causa del desperdicio de agua que está llevando a cabo la empresa constructora Quiero Casa, en su obra de avenida Aztecas 215. Por lo que, los miembros de la Asamblea han denunciado el desperdicio como ecocidio.
A nivel organizativo, la Asamblea es un colectivo informal, que no se ha constituido como asociación civil. Se declara apartidista y se autogestiona de manera horizontal. Su repertorio es no violento e incluye la instalación de un plantón que se convierte en el punto de referencia de la lucha frente a la obra de avenida Aztecas 215.
El plantón duró 220 días en 2016 y fue desalojado el 5 de diciembre del mismo año, para ser retomado el 30 de agosto de 2017 hasta el 5 de noviembre de 2018. En añadidura, el colectivo también se caracteriza por una autoformación permanente, que además de la vivencia en el plantón se puede observar en la relación con varios investigadores de distintas disciplinas, principalmente de la UNAM; en la experiencia de la escuela popular Piedra y Manantial -que organizan sus integrantes antes de su asamblea semanal-, y en los diversos talleres y actividades que se realizan en el espacio del plantón16.
Notas:
1 De acuerdo con el más reciente estudio de OXFAM México, en el caso de la discriminación étnico-racial en México, tales prácticas tienen un fundamento objetivo en relaciones históricas de poder y dominación sobre los pueblos indígenas, el mestizo desindianizado, y afrodescendientes, así como una legitimación subjetiva en el racismo; es decir, en la creencia errónea de que esta dominación se justifica por la presencia de rasgos esenciales, biológicos, genéticos, o culturales.
Y por lo que, se ha colocado a los grupos dominados en situación de inferioridad en relación a los grupos dominantes. Sin embargo, para comprender mejor la desigualdad de oportunidades económicas y sociales actuales, es importante tomar en cuenta que esta tiene una doble vida.
Ya que, por un lado, se expresa, en la acumulación histórica de privaciones y desventajas económico-sociales. En el caso de México, tal «acumulación originaria de desventajas» es resultado de un proceso multisecular de dominación política, social y cultural de las élites blancas y algunos sectores de mestizas hacia los pueblos indígenas, mestizos desindianizados, y afrodescendientes, que se inauguró en la sociedad colonial, pero que se ha mantenido a lo largo de más de dos siglos de vida independiente.
E implicando que, la discriminación del pasado mantiene sus efectos en el presente, lo cual guarda una estrecha relación con el hecho de que, quienes hablan lenguas indígenas, afrodescendientes, o tenemos tonos de piel más oscuros, solemos también provenir de familias con mayores carencias sociales y de territorios con menores niveles de desarrollo socioeconómico.
Y para lo cual, basta con no revertir los efectos de las discriminaciones del pasado para que las desventajas acumuladas operen en el presente contra los grupos discriminados.
Así, se ha asentado la desigualdad económica y social, que es uno de los mayores lastres que impiden a las sociedades latinoamericanas alcanzar un desarrollo sostenible y supone un obstáculo para su crecimiento económico. Sabiéndose al respecto que, en la región, 32 personas privilegiadas acumulan la misma riqueza que los 300 millones de personas más pobres.
2 Guereña Arantxa, Burgos Stephanie. Desterrados: tierra, poder y desigualdad en américa latina. Oxfam Internacional Noviembre 2016. PDF.
3 Rebelión 3.0
4 De aquella separación quedan vestigios materiales en México y en otras ciudades: la traza reticular de la ciudad española, los nombres de los barrios y de los antiguos pueblos indios vecinos absorbidos hoy por la expansión de la mancha urbana, las diferencias de arquitectura, la nomenclatura de muchas calles, alguna garita que recuerda los límites de la ciudad original.
Pero además de ello, los viejos barrios indios se convirtieron en espacios codiciados cuando dejaron de ser la periferia y se incorporaron al centro mismo de la ciudad. Los pueblos aledaños, a su vez, fueron y siguen siendo engullidos por la voracidad sin control del crecimiento urbano.
Así como dan cuenta de la presencia del indio los mercados urbanos, ya que, al menos en el centro y sur del país, ofrecen siempre una gran diversidad de productos originados en la civilización mesoamericana. Ahí está la rica gama de alimentos que siguen siendo de consumo popular aunque menospreciados por otros sectores urbanos: los acociles y los nopales, el pulque y los tlacoyos, los huanzontles y los capulines, las tunas y las pencas de mezcal. Más allá, siguiendo una distribución ordenada semejante a la que llamó la atención de los cronistas del siglo XV, podrán hallarse los puestos de los yerbateros, con remedios para toda clase de males y amuletos pare prevenir los daños. Cuando se tiene la posibilidad de visitar mercados de otras latitudes se repara con asombro en el carácter profundamente indio del placerio urbano de México. Y todos estos rasgos son apenas una muestra pequeña del trasfondo que subyace en las ciudades como herencia y vivencia de una antigua población india, hoy desindianizada.
Bonfil, Batalla Guillermo. El indio desindianizado. México profundo. Ed. Grijalbo. México. 1989.
5 Baste reparar en un dato revelador: la ciudad de México es la localidad con mayor número de habitantes de lenguas aborígenes en todo el hemisferio.
Además de que, en una condición diferente están los estudiantes indígenas, pocos en proporción, pero cuyo número crece constantemente, que de manera obligada llegan a la ciudad cuando logran continuar la enseñanza media y superior.
Dicho grupo, agrandado con algunos profesionales y empleados de origen indio, ha sido el ámbito social del que han surgido recientemente nuevas formas de organización política basadas en la identidad étnica india. La experiencia urbana, el contacto con ideas de distintas tendencias, la información externa más amplia y la relación con otros emigrantes indios han hecho posible la gestación de grupos políticos animados por las reivindicaciones de los pueblos indios.
Bonfil, Batalla Guillermo. El indio desindianizado. México profundo. Ed. Grijalbo. México. 1989.
6 Y tal presencia del indio en las ciudades no ha pasado desapercibida para las élites dominantes y privilegiadas. Si antes se le llamó «la plebe», hoy se emplea otro término que ya alcanzó arraigo: son «los nacos». La palabra, de innegable contenido peyorativo, discriminador y racista, se aplica preferentemente al habitante urbano desindianizado, al que se atribuyen gustos y actitudes que serían una grotesca imitación del comportamiento cosmopolita al que aspiran las élites, deformado hasta la caricatura por la incapacidad y la «falta de cultura» de la naquiza. Lo naco, sin embargo, designa también a todo lo indio: cualquier rasgo que recuerde la estirpe original de la sociedad y la cultura mexicana, cualquier dato que ponga en evidencia el mundo indio presente en las ciudades, queda conjurado con el simple calificativo de naco. La ciudad se resguarda de su realidad profunda.
Bonfil, Batalla Guillermo. El indio desindianizado. México profundo. Ed. Grijalbo. México. 1989.
7 Pero además de ser la ciudad el asiento del poder colonial y la geografía limitada del conquistador. Por el lado contrario, también el campo sería el espacio del colonizado, del indio. Separación que permitiría la persistencia de formas de organización social propias del mundo indorural que, a su vez, harían posible la continuidad dinámica de las configuraciones culturales mesoamericanas.
De forma que, entre el campo y ciudad las relaciones nunca serían de igual a igual, sino que serían de sometimiento de lo indorural a lo urbanoespañol. Situación que perdura hasta hoy, tanto en sectores urbanos como entre la población india y rural tradicional. Por medio de una identificación respaldada por el dominio que ejerce el México urbano sobre el México rural.
Bonfil, Batalla Guillermo. El indio desindianizado. México profundo. Ed. Grijalbo. México. 1989.
8 Iztapalapa. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades. núm. 80 · año 37 · enero-junio de 2016. Nuevo Polanco: renovación urbana, segregación y gentrificación en la Ciudad de México. Por: Adriana Aguayo Ayala.
9 Como explica Smith, «cuando la tasa de beneficio en los principales sectores de la industria comienza a caer, el capital financiero busca un escenario alternativo de inversión, un escenario en el que la tasa de beneficio permanezca comparativamente alta y donde el riesgo sea bajo. Precisamente en este punto tiende a producirse un incremento del flujo de capital hacia el entorno construido».
Iztapalapa. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades. núm. 80 · año 37 · enero-junio de 2016. Nuevo Polanco: renovación urbana, segregación y gentrificación en la Ciudad de México. Por: Adriana Aguayo Ayala.
10 Iztapalapa. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades. núm. 80 · año 37 · enero-junio de 2016. Nuevo Polanco: renovación urbana, segregación y gentrificación en la Ciudad de México. Por: Adriana Aguayo Ayala.
11 Iztapalapa. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades. núm. 80 · año 37 · enero-junio de 2016. Nuevo Polanco: renovación urbana, segregación y gentrificación en la Ciudad de México. Por: Adriana Aguayo Ayala.
12 Si bien el término de gentrificación hacía originalmente referencia al proceso caracterizado por el surgimiento de una nueva clase social que se formaba en las ciudades de la Inglaterra del siglo xvii con la migración de las clases pudientes del campo, para Smith actualmente implica un proceso de carácter internacional orientado a la regeneración de paisajes hostiles que, al desplazar a los pobres y convertir los barrios populares en enclaves burgueses, racionaliza la diferenciación social y hace de la exclusión algo natural.
Iztapalapa. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades. núm. 80 · año 37 · enero-junio de 2016. Nuevo Polanco: renovación urbana, segregación y gentrificación en la Ciudad de México. Por: Adriana Aguayo Ayala.
13 Los trabajos de construcción en Aztecas 215 ha sido impedidos solamente por la instalación de bloqueos y plantones por parte de la AGPC, uno de ellos durante ocho meses, o por la suspensión de actividades decretada por el Instituto de Verificación Administrativa (INVEA) en ocasiones específicas del conflicto. En junio del 2019, mientras este trabajo es redactado, la obra se encuentra suspendida por mandato del INVEA, aunque los vecinos denuncian el avance ilegal de la misma y el derrame de agua que se mantiene de inicios del 2016 hasta la fecha.
14 Sierra Martínez Andrés. La construcción del vecino como aliado y ciudadano en los conflictos socioambientales urbanos: el caso de la Asamblea General de los Pueblos, Barrios, Colonias y Pedregales de Coyoacán.
15 El Pedregal de Santo Domingo es uno de estos rincones, colonia ubicada en la Alcaldía de Coyoacán, actualmente colinda al poniente con la UNAM, al norte con la colonia Romero de Terreros, al sur con el Pueblo de los Reyes, al oriente con la colonia Ajusco y al noroeste con Copilco el Alto. Su fundación como asentamiento colindante con pueblos originarios se dio en la década de los setenta; en los primeros días de septiembre de 1971 comenzó la invasión masiva al territorio, considerada la más grande que se documenta en América Latina. En tres días todo el espacio del terreno comunal que antiguamente había pertenecido al pueblo de Los Reyes, se había ocupado por improvisadas construcciones que sirvieron de resguardo de miles de familias que clamaban un espacio para habitar.
Desde 1759 a través de la Cédula Real del 21 de agosto, estas tierras eran propiedades comunales donde los habitantes de Los Reyes iban de excursión o de caza de algunos animales pequeños como conejos, también visitaban algunos petroglifos de origen prehispánico. Según cuentan algunos habitantes, Fidel Castro y Ernesto Che Guevara visitaban el lugar para entrenar antes de encabezar la Revolución Cubana. Precisamente en estas historias que aún se pueden escuchar de viva voz por la gente que llegó a poblar el Pedregal podemos reconstruir el pasado de la colonia.
El Pedregal de Santo Domingo actualmente está considerado como un territorio con alto índice delictivo, donde el sector de servicios es la principal actividad económica de sus habitantes y el nivel socioeconómico es en su mayoría bajo, la colonia está a dos años de cumplir cinco décadas de iniciada la difícil transformación del espacio cubierto de lava expulsada por la erupción del Xitle en una zona habitable.
El Pedregal de Santo Domingo. La invasión de territorio más …
savinarte.com ‘ 2019/01/17 ‘ el-pedregal-de-santo-domingo-la-invasion-d…
16 Tla-Melaua, revista de Ciencias Sociales. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México / issn: 1870-6916 / Nueva Época, año 12, núm. 46, abril-septiembre 2019, pp. 212-237. Cambio climático y activismo ambiental: el papel de los apegos al lugar. Por: Alice Poma.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.