«Jorge Abelardo Ramos: Así lo Vieron», es el título del libro compilado por Carlos Alberto del Campo (Ediciones del Corredor Austral. Córdoba. 2015), en el que figuran veinte artículos de intelectuales que lo conocieron y al que Ernesto Laclau considera el más importante pensador argentino de la segunda mitad del Siglo XX. Del Campo explica […]
«Jorge Abelardo Ramos: Así lo Vieron», es el título del libro compilado por Carlos Alberto del Campo (Ediciones del Corredor Austral. Córdoba. 2015), en el que figuran veinte artículos de intelectuales que lo conocieron y al que Ernesto Laclau considera el más importante pensador argentino de la segunda mitad del Siglo XX. Del Campo explica que el volumen, que reúne opiniones y voces que aportan distintas miradas para un retrato del pensador y político de la revolución latinoamericana, está concebido como una semblanza apartada de la biografía y de historias acomodadas, alejadas de la dimensión apologética y del enaltecimiento de su figura. Advierte que distintos autores abordan diversas facetas de este líder, de temperamento nacionalista y popular, que llegó a tener la magia de la palabra, la excelencia de la escritura y el ejercicio de una jefatura personal aglutinante e influyente durante medio siglo de la vida política argentina.
La personalidad excepcional de Ramos sale a relucir al publicar, cuando sólo tenía 28 años (en 1949), su libro «América Latina un País», el que, luego de haber sido secuestrado por una comisión del parlamento peronista, se convirtió, en 1968, en su memorable «Historia de la Nación Latinoamericana», ponderada por el comandante Hugo Chavez, en la fundación de la Comunidad Latinoamericana de Naciones (CELAC), el 2011, y uno de cuyos ejemplar fue obsequiado por la presidenta argentina, Cristina Fernández, a su colega brasileña, Dillma Roussef. Se considera, asimismo, que su texto: «Revolución y Contrarrevolución en la Argentina» (1957), es la piedra angular del revisionismo histórico en el vecino país. Su influencia es tan variada que Ernesto Sábato, en su «Héroes y Tumbas», formula referencias sobre Ramos, a quien bautiza con el seudónimo de Méndez.
En el segundo gobierno de Perón (1951 – 1955), Ramos residió en Europa desde donde escribía diariamente en la primera página del periódico oficialista «Democracia», bajo el seudónimo de Víctor Almagro, la que era compartida con otra columna escrita por el presidente Perón, bajo el seudónimo de «Descartes». Sin embargo, la vida de Ramos siempre estuvo marcada por la acción política y si bien no cesó de instalar librerías y editoriales, fundó el Partido Socialista de la Izquierda Nacional (PSIN), el Frente de Izquierda Popular (FIP) y el Movimiento Popular de Liberación Nacional, con el que, pocas semanas antes de su muerte, resolvió incorporar a su organización al Movimiento Nacional Justicialista (MPJ), es decir al peronismo.
Leopoldo Frenkel, en su aporte al libro que glosamos, recuerda que Ramos visitó Bolivia, en 1947, en cuya oportunidad censuró a Guillermo Lora, jefe del POR, a quien acusó de ser uno de los principales responsables del colgamiento del presidente mártir Gualberto Villarroel. Luís Vignolo puntualiza los estrechos vínculos de
Ramos con el filósofo católico uruguayo, Alberto Methol Ferré, con quien censuraron el foquismo guerrillero en América Latina, al dejar establecido que «la políticas de la muerte, es la muerte de la política». Sara Liponezky considera que Ramos fue el permanente impulsor de los derechos de la mujer y de su plena participación en la política argentina. Carlos Alberto del Campo recuerda que estuvo junto a Ramos, en Córdoba, durante los peores años de la dictadura argentina, que también provocó la desaparición de militantes del FIP.
Honorio Alberto Díaz deja constancia que, en 1987, Ramos impulsó la Revista Amauta (el pensamiento de la nación latinoamericana), junto a Gustavo Cangiano, Daniel Moser y el propio Diaz, que ofició de director, en cuyas ediciones se encuentran artículos de Darcy Ribeiro (Brasil), Alberto Methol Ferré y Washington Reyes Abadie (Uruguay), José Luís Rubio Cordón (España), Pedro Godoy (Chile), Andrés Soliz Rada (Bolivia), Carlos Franco (Perú), Luís Restrejo Rosas (Panamá), además de los argentinos Blas Alberti, Eduardo Artesano, Baldomero Sánchez, Ernesto Zeballos, Daniel Campi, Alberto Guerberof, José Yelpo, Faby Carballo y otros.
Luís Vignolo piensa que el impulso al Mercosur fue una de las importantes contribuciones de Ramos a los planteamientos bolivarianos. Sobre el particular, recuerda que la representante comercial del gobierno de EEUU en el gobierno de Clinton, Charlene Barshelsky, declaró que el Mercosur había nacido por una «distracción» de su país. Henry Kissinger advirtió, a su vez, que el Mercosur afirmaría la identidad latinoamericana en forma separada y si fuera necesario, opuesta, a la de EEUU y de los tratados de Libre Comercio (TLC). En la misma línea de pensamiento, el diplomático estadounidense, James D. Nealon, declaró el 2006: «En los últimos años, el Mercosur ha evolucionado de un foro comercial benigno a una unión política que choca con los intereses de EEUU, particularmente desde que Venezuela se convirtió en su quinto miembro».
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