Estamos transitando un momento histórico, único, en el desarrollo del sistema capitalista en el mundo en general y en nuestro país en particular. El partido no está exento de las presiones políticas e ideológicas que emanan de la sociedad y se entrecruzan con las concepciones políticas e ideológicas del partido. Estas presiones afectan todos los […]
Estamos transitando un momento histórico, único, en el desarrollo del sistema capitalista en el mundo en general y en nuestro país en particular. El partido no está exento de las presiones políticas e ideológicas que emanan de la sociedad y se entrecruzan con las concepciones políticas e ideológicas del partido. Estas presiones afectan todos los órdenes de la vida social y política de la sociedad: de las organizaciones, de las familias e individuos que la componen, relacionados a través del modo de producción.
Muchos creen que los fenómenos de la mente son mecánicos o que la conciencia es sólo una cuestión de estudiar libros o de realizar trabajos de obrero o ser asalariado y, lamentablemente, este fenómeno es mucho más complejo y parte de reconocerse como clase y pensar como clase enfrentando a otra clase, o sea reconocer la existencia de un enemigo de clase: la clase explotadora, opresora, versus la clase explotada, oprimida. Las ideas que surgen de una y otra tiñen a toda la sociedad.
¿Cuál es el eje ideológico de la clase explotadora? El individualismo, que surge de la iniciativa privada, de la propiedad privada de los medios de producción y la apropiación de los bienes producidos por la sociedad. Se nos presenta como la anarquía en la producción, la solución individual. Como algo imposible de cambiar… Frente a esto caben dos políticas: 1) la enfrentamos colectivamente, dejando de lado nuestro individualismo, relegándolo, asociándonos con otros individuos con el objetivo de derrocar el régimen explotador; 2) o hacemos prevalecer nuestra visión individual y nos plegamos activa o pasivamente al régimen explotador. La opción encierra una concepción ideológica y para cualquiera de las dos tenemos un sinnúmero de explicaciones, argumentos y justificaciones, pero también esos argumentos, explicaciones y justificaciones tienen una concepción ideológica, portan un sello de clase: o burgués o proletario.
Debemos entender y combatir la visión idealista que cree que el partido nace y se desarrolla al margen de estas tensiones, como también las ideas que ponen al individuo como tal, como «hacedor» imprescindible de la historia. El partido estuvo, está y estará plagado de tensiones y desgarros, unos más dolorosos que otros. No por esto debemos cambiar nuestra actitud comprensiva y atenta con los compañeros y compañeras que deciden dejar el partido, pero sin dejar de dar la más dura lucha ideológica.
Este proceso de desgarramiento tiene claros aspectos ideológicos que se expresaron como miedo de clase, tendencias a la camarilla, críticas y evaluaciones a las espaldas del colectivo, imposturas y otras que seguimos analizando.
Creemos que este tema va a ser una constante en la discusión no sólo en el partido, sino en la sociedad, porque es el nudo que deberá desatar el pueblo argentino, con su clase obrera al frente, para decidir el rumbo que debemos tomar para solucionar lo que hasta hoy está en manos de la burguesía financiera, pues es ella quien tiene el poder y lo usa en beneficio de sus intereses. Estos intereses ni siquiera contemplan los de otros sectores de su propia clase que, conciente o inconcientemente, expresan la necesidad de reactivar el mercado interno más allá del tímido límite actual.
Esta burguesía, como decíamos, no tiene peso económico, político y socialmente está diezmada. Es tan rastrera, tan rastacuero, tan genuflexa, que teme luchar junto a la clase obrera. Por eso se apoya, se une, al sector dominante en la decisión de aplastar la lucha por el salario de todo el proletariado, se suma a la campaña de neto corte fascista de la burguesía y su gobierno, de tapar el sol con un harnero. En el sur (Chubut y Santa Cruz) reafirmando nuestros análisis de hace ya más de dos meses, se desarrollan conflictos salariales bastante agudos: al parecer las fuerzas policiales y de gendarmería han sido rebasadas, por lo cual la burguesía financiera y su gobierno han decidido trasladar al lugar fuerzas de desplazamiento rápido del ejército, bajo el disfraz de supuestas maniobras.
De concretar esta participación del ejército en la represión al proletariado, el gobierno y la burguesía deben tener clara la peligrosidad que implica ese paso, al que sólo lo podemos entender como una profunda desesperación y una clara muestra de querer salir de esta situación de empate de debilidades poniendo la chispa para encender la pradera. Por otro lado, corrobora todas sus mentiras de reactivar la producción y mejorar la distribución de la renta nacional como afirman nuestras definiciones: 1) «La burguesía financiera domina y traba cualquier proyecto de desarrollo de las fuerzas productivas y el gobierno decidió administrar este proyecto».
«Estos tipos de gobiernos son los que tendremos hasta la toma del PODER»
Para muestra sólo hace falta un botón: su Ministro de Economía, Lavagna (este ministro que nosotros caracterizamos como derechoso, para no calificarlo lisa y llanamente de fascista) aparte de hacer resurgir la remanida y mentirosa teoría del «derrame», la falsa ecuación «más salario, más inflación» y las razones de por qué no «cree» en una más equitativa distribución del ingreso, creó la consultora Ecolatina que hoy es regenteada por su hijo. Esta consultora tiene como clientes a diez de las primeras veinticinco empresas en facturación
¿Esto es una casualidad? ¿O es la confirmación de que la campaña anticorrupción del gobierno es una mentira más, una escalada más en la montaña de engaños, de medias verdades, tal como fue la «histórica decisión» de la Corte Suprema al declarar la inconstitucionalidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final? Ya explicamos, en un número anterior, cuál es la íntima relación con aquel aberrante engendro llamado «Ley de Extraterritorialidad» que ponía al país al margen de las leyes y tratados internacionales. Derogado este engendro jurídico, se debían derogar las leyes «del perdón», porque si no, debían viabilizar las extradiciones pedidas… El caso Scilingo es un proceso que aceleró la derogación y la anticonstitucionalidad. ¿Con qué objetivo? Evitar las extradiciones y con ello la posibilidad del cumplimiento de cárcel efectiva a los represores. Aquí están bien: cárceles de lujo con beneficios que muy pocos gozan y, para los no enjuiciados, la posibilidad de que nunca sean condenados. Esta es la realidad de la política de derechos humanos de esta administración y nada la hará cambiar.
Para los represores nada de condena y cárcel. Para el proletariado palos y cárcel…
Hemos afirmado que la lucha por el salario iba a ser incontenible. En estos momentos se pueden contabilizar cientos de movilizaciones; más de un millón de personas pueblan el país reclamando justas y demoradas o atrasadas reivindicaciones. Pero quienes tienen mayor peso son los proletarios. Ellos son los que verdaderamente inquietan al PODER BURGUÉS, porque de estas luchas, triunfantes o no, saldrá, se irá formando la conciencia, plasmando la NECESIDAD DE ORGANIZARSE Y UNIRSE para cambiar radicalmente la sociedad. El enemigo de clase es conciente de ello y quiere «ahogar el bebé antes de nacer». Por eso amaga usar sus tropas de élite en Santa Cruz. Se acabó el alcance de los discursos encendidos para la tribuna: ahora estamos aterrizando en la tortuosa y tenaz realidad. El enemigo de clase apela a todo, aún a leyes y decretos que tienen tufillo medieval como aquella que reza «desobediencia a la autoridad» aplicada a los empleados estatales de la Casa Rosada…
¿Dónde quedó la democracia? ¿O será que para el proletariado nunca existió? Creemos, es más, estamos convencidos, que la democracia es para los explotadores. Para nosotros, los explotados, la más férrea y cruel dictadura: para nosotros las elecciones, así podemos «elegir» democráticamente quién nos molerá a palos, quién nos confinará en una cárcel, quién no querrá escuchar nuestros reclamos. Eso sí, todo democráticamente… Para nosotros, las internas de la burguesía financiera adaptada para todos los gustos: gustos de derecha, gustos de centro hacia la derecha y hacia la izquierda y gustos de izquierda del sistema. Eso sí, no hay gustos de izquierda fuera del sistema. Ese gusto no se ofrece porque hace campaña para el NO VOTO.
Ya nada será como era antes, éste es un proceso que irá en avances y retrocesos, pero siempre con la tendencia a radicalizarse. Por eso es importante que el Partido haga carne esta afirmación. El marco mundial es totalmente favorable, el marco continental y regional, también: los pueblos que ya están en la encrucijada no tienen alternativa: DEBEN AVANZAR. A nuestra clase obrera y a nuestro pueblo tampoco le van quedando alternativas. El Partido debe aferrarse firmemente a los frentes, debe ser un firme defensor del marxismo, debe caminar junto a las masas ayudando a agotar sus experiencias, agotar sus ilusiones y expectativas en la burguesía. Nada debemos inventar, por el contrario, debemos tomar lo que está, unirlo, organizarlo y apuntarlo contra el PODER BURGUÉS. Debemos pasar por encima de la izquierda tradicional: si se suma a nuestro andar, bien. Y, si no, la aplastaremos con las masas, porque esa izquierda, junto a la burocracia y las ONGs son el dique de contención que la burguesía financiera y su gobierno levantarán frente a las masas y los revolucionarios para desviarnos, para frenarnos.
DEBEMOS AVANZAR ORGANIZANDO.
Extraído del editorial del periódico El Combatiente nº 7 de julio de 2005.