¿No habían desaparecido los «piqueteros»? ¿No habían sido cooptados y subordinados por el gobierno? A pesar del manto de invisibilidad que echan sobre las protestas populares los medios de comunicación de las grandes corporaciones y también los oficiales, en los últimos meses diversas organizaciones que agrupan trabajadores desocupados protagonizaron protestas en distintos puntos del país […]
¿No habían desaparecido los «piqueteros»? ¿No habían sido cooptados y subordinados por el gobierno? A pesar del manto de invisibilidad que echan sobre las protestas populares los medios de comunicación de las grandes corporaciones y también los oficiales, en los últimos meses diversas organizaciones que agrupan trabajadores desocupados protagonizaron protestas en distintos puntos del país apelando a los viejos métodos que hicieron famoso al movimiento piquetero: la movilización, el corte de ruta, la asamblea.
El reclamo, en grandes rasgos, es el mismo: la necesidad de tener respuesta por parte del Estado frente a las consecuencias de la crisis en los sectores de menos recursos económicos. Volvieron los piquetes de los pobres en la ruta 34 de Mosconi (Salta), el puente interprovincial Cipolletti-Neuquén, los accesos a Rosario, la autopista Richieri, el Puente Pueyrredón y la Autopista Buenos Aires-La Plata, y movilizaciones en el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, el de la provincia de Buenos Aires, y delegaciones del ministerio en distintas provincias.
Mientras los despidos y las suspensiones (y la amenaza de que puedan multiplicarse) aparecen como corolario de los límites del modelo neodesarrollista de los Kirchner sumado a la crisis económica mundial, dentro de las organizaciones independientes que tienen su origen en el movimiento piquetero (hoy conformadas como agrupaciones territoriales, con desarrollo social más amplio y mayor vocación política, aunque no tengan expresión partidaria o electoral) el hambre, la pobreza y la falta de respuestas por parte de los gobiernos de turno aparecen como un elemento constante.
Corte del FPDS en Autopista Bs As-LP
El pasado 12 de marzo diversas organizaciones piqueteras, entre ellas el Movimiento Teresa Rodríguez y el Bloque Piquetero Nacional, movilizaron a los Ministerios de Desarrollo Social y de Trabajo, en Capital, para exigir generación de trabajo a través del plan de obra pública y un subsidio de 540 pesos para todas las personas desocupadas. Una semana después las agrupaciones barriales y Movimientos de Trabajadores Desocupados (MTD) del Frente Popular Darío Santillán realizaron cortes de ruta en la Autopista Buenos Aires-La Plata y en el Puente Pueyrredón (acceso a la Capital que volvió a ser bloqueado totalmente, con quema de neumáticos y participación masiva de vecinos, después de 4 años) reclamando subsidios para cooperativas de trabajo. A la siguiente semana el Frente de Organizaciones en Lucha y la Federación de Organizaciones de Base realizaron un «escrache productivo» frente al Ministerio de Desarrollo Social de Buenos Aires.
En el interior del país también se multiplican el descontento y las protestas. En Tartagal, miles de personas nucleados en la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD) de Mosconi iniciaron el 25 de marzo un corte en la ruta nacional 34 en reclamo del inicio de obras públicas que se habían prometido, que terminó con la detención de uno de los referentes de la organización, Juan Carlos Fernández y su posterior liberación, tras el escrache y el repudio de un amplio abanico de organizaciones.
En la provincia de Chaco, el Movimiento de Trabajadores Desocupados 17 de julio protagonizó varias protestas, al igual que otras organizaciones de la zona. En Tucumán, Cipolletti y Rosario, los movimientos barriales del Frente Darío Santillán salieron a la calle el 30 de marzo para reclamar que la crisis no la pague el pueblo trabajador, al igual que en Misiones lo hizo la CTD Aníbal Verón.
Finalmente, la semana pasada el Frente Territorial 26 de Junio, junto a otras agrupaciones realizó una actividad en varias provincias y cortes en la rotonda de Alpargatas y 2 horas y media la Autopista Autovia (Mar del Plata – Buenos Aires).
Más allá de las diferentes acciones emprendidas por las organizaciones populares, existe un punto en común entre ellas que tiene que ver con la denuncia de la insuficiencia de las políticas para el sector más pobre. «Nuestras luchas no tienen nada que ver con la derecha antipopular que se agazapa detrás de los reclamos del mal llamado «campo»; rechazamos los intentos reaccionarios por volcar a la derecha a la sociedad; pero también decimos que este gobierno, al no resolver el problema estructural de pobreza e injusticia en nuestro país, también fue funcional a que mucha gente se vea frustrada y sobre esa frustración avancen planteos por derecha. Nuestro rol ante esta situación es impulsar una verdadera alternativa de transformación social, y eso va a surgir de un pueblo movilizado, por eso nuestra respuesta a la crisis y al agotamiento del kirchnerismo, es la movilización», aseguró Federico Orchani, vocero del Frente Popular Darío Santillán.
Los analistas adeptos a las estadísticas deberían ya estar tomando nota de esta tendencia a la recomposición de luchas populares que surgen desde abajo, desde los movimientos que se organizan en los barrios más humildes. Estas luchas dejan en evidencia las limitaciones estructurales de un gobierno que apostó a la subordinación de las organizaciones y a la diversificación de las políticas sociales para debilitar y desmovilizar a un potente movimiento social surgido de los años calientes de la crisis de fines de los 90. Los resultados de esa estrategia no fueron malos para el gobierno: notorios referentes sociales engordaron el consenso de las políticas K. También habrá que anotar errores, cuando no aberraciones políticas, al analizar las decisiones de aquellos partidos de izquierda que encuadraron a sus organizaciones sociales tras los reclamos reaccionarios del bloque agrario. Distante de la resignación de unos y de las alianzas con el enemigo de otros, un abanico disperso de organizaciones populares resurge con un proyecto independiente como horizonte, la lucha popular como método, y el desafío de la unidad como principal cuenta pendiente.