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Hacia el Congreso Nacional de la CTA

Rigane: «El movimiento obrero como herramienta de transformación»

Fuentes: Argenpress

El 28 y 29 de marzo se realizará en Mar del Plata un nuevo Congreso Nacional de la Central de Trabajadores de la Argentina. Cómo se prepara la organización, cuáles son los ejes políticos-estratégicos que se debatirán y el intercambio sobre la «afiliación obligatoria» son algunos de los puntos que el secretario Adjunto de la […]

El 28 y 29 de marzo se realizará en Mar del Plata un nuevo Congreso Nacional de la Central de Trabajadores de la Argentina. Cómo se prepara la organización, cuáles son los ejes políticos-estratégicos que se debatirán y el intercambio sobre la «afiliación obligatoria» son algunos de los puntos que el secretario Adjunto de la CTA, José Rigane, responde en esta entrevista.

-El 28 y 29 de marzo se realizará el Congreso Nacional de la CTA. Dentro de la vida de la Central, ¿Qué importancia tiene el Congreso Nacional?

– Como en cualquier organización sindical el Congreso es la máxima autoridad de la organización. En este caso, de la CTA.

Los congresos ordinarios son los que van analizando el desarrollo de la institución desde el punto de vista económico financiero, social en cuanto a perspectiva de desarrollo y crecimiento. Es el congreso, quizá, más formal y menos político.

El Congreso extraordinario no, porque es el instrumento, el ámbito en el que se definen las decisiones políticas que allí se determinen y por lo tanto puede proponerse objetivos de coyuntura o estratégicos a mediano o largo plazo. El Congreso tiene la particularidad de ser un nivel de representación y participación que si está bien orientado y desarrollado, llegar al congreso significa haber pasado por una cantidad altamente significativa, desde el punto de vista cualitativo y cuántitativo, de reuniones y congresos provinciales y regionales para finalmente llegar al Congreso Nacional. Eso significa haber dinamizado toda la Central alrededor de las propuestas y de las iniciativas que se estén intercambiando y discutiendo para terminar de resolver y decidir en el congreso extraordinario.

-¿Cómo se prepara a toda la organización a nivel nacional para llegar a un congreso en donde se definen ejes políticos?

– En principio buscando el compromiso y la participación de todos los afiliados, los cuadros militantes, los dirigentes. Por eso, lo primero que se plantea como parte de las actividades para organización del Congreso y su convocatoria, es visitar, por parte de la dirigencia nacional, todos y cada uno de los ámbitos que sea posible llegar para generar allí el encuentro, el debate, el intercambio de opiniones, la toma de decisiones, los mandatos. Por lo cual, tiene mucho que ver el nivel de democracia, el nivel de participación y tiene mucho que ver con el compromiso para su buen desarrollo.

Como parte de la estructura y como parte de un posicionamiento de principios, dado que las elecciones de autoridades es por voto directo y secreto a todo nivel, no es por delegación de mandato, con mucha más razón tiene importancia que los dirigentes estén a la altura de la circunstancia y estén obviamente conectados con toda la militancia de la Central.

-Usted recién hacía referencia a la posibilidad de que toda la dirigencia nacional recorriera los lugares para preparar a la organización para el Congreso. En ese sentido, ¿Ustedes van a ir con algunos lineamientos político-estratégicos para que se debata en las regionales?

– Lo primero es tratar de tener un balance de lo realizado desde el último proceso eleccionario y desde el último Congreso. Como vamos rumbo a elecciones nacionales y este Congreso es para elegir la Junta Electoral, lo lógico es hacer un balance desde el 2010 (la última elección) hasta ahora.

Por otro lado, nosotros vamos al Congreso en la búsqueda de la ratificación de los lineamientos políticos sindicales que han hecho a esta Central ocupar el lugar que le corresponde en cuanto a tener presencia en la calle y hacerse cargo del conflicto social, tal cual se comprometió en el 2010. Al mismo tiempo, ratificar una central de trabajadores clasista, anticapitalista y antiimperialista. Esta no es una cuestión menor, porque cuando en nuestro ámbito se debate el valor de las políticas de transformación y/o políticas posibilistas, no es cualquier contenido definirse por la primera. Me parece que esta es una cuestión altamente significativa.

La Central necesita de la dinámica del Congreso para pulsar y asumir los compromisos imprescindibles que se requieren para estar en la calle, en el conflicto, para estar movilizado y para generar las iniciativas políticas imprescindibles en la construcción de lo que ya se definió en el 2002: el Movimiento Político, Social y Cultural por la Liberación. En nuestro país que necesitamos transformaciones y cambios, que necesitamos cambiar el modelo productivo que reprimarizó la economía, que habilitó y posibilitó la depredación, el saqueo y la contaminación. Esto sólo es posible si logramos que el conjunto de la Central se haga eco de esta posibilidad y de esta necesidad de transformación y cambio.

En tanto y en cuanto sea así, entonces va a ser posible desarrollar las iniciativas políticas que nos permitan avanzar hacia ese objetivo. En ese marco, van a aparecer el resto de los contenidos que hacen a la vida cotidiana del conjunto del Movimiento Obrero, como será la coyuntura de las paritarias, el desarrollo de la situación económica con esta tremenda devaluación, con este proceso inflacionario, como lo son determinadas reivindicaciones que tienen que ver con recuperar el poder adquisitivo que hemos perdido a manos de estas políticas, como será insistir con el 82% móvil, la recuperación de la Soberanía, la Democracia Participativa, y la relación con el resto de la región y el mundo.

Claro que en este Congreso no vamos a dejar de tensar la cuerda para poner fin a la Ley Antiterrorista, como así con aquellas iniciativas políticas que significan en la práctica la judicialización y represión de la lucha de los sectores populares y del Movimiento Obrero.

En fin, el Congreso de la CTA es un instrumento que en la medida en la que existe mayor participación y compromiso, sin lugar a dudas surgen de allí las iniciativas más importantes y significativas que van a marcar los próximos años la vida de la Central.

-¿Toma una significancia particular el hecho de que el Congreso se realice en un año preelectoral a nivel nacional?

– Todo lo que acontece en el país influye sobre el Congreso porque tiene que ver con la vida de los trabajadores; si influye en la vida de los trabajadores, influye obviamente en su ámbito de desarrollo organizativo. De la misma manera que influye en las iniciativas políticas gubernamentales. En la medida en que esas iniciativas sigan abonando la tercerización, el trabajo en negro, la subcontratación, el nivel de pobreza, la indigencia, todo eso influye en el contenido del Congreso porque en última instancia es la clase la que forma parte y la que integra ese Congreso, es una parte de la clase, por lo tanto tiene incidencia directa.

Obviamente que las fechas electorales también tienen una cuota de influencia en las discusiones y decisiones al interior del Congreso. De hecho siempre se trata de llegar a los Congresos con un documento desde la conducción que habilite e incida en el desarrollo e intercambio de opiniones. No una definición a priori, sino como un instrumento que dispare el debate y la discusión.

-¿Cómo lo interpela el debate sobre la «afiliación obligatoria» que propuso Ricardo Peidro y al que también aportaron Jorge Yabkowski y Horacio Meguira?

– Yo creo que nosotros hemos incorporado al debate y al contenido del desarrollo de las organizaciones sindicales y al interior del Movimiento Obrero un tema que aparecía como tabú allá por la década del ’90: Libertad y Democracia Sindical. Hasta allí, en Argentina no se discutía libertad y democracia sindical. Se entendía que había libertad y democracia sindical a partir de una ley de Asociaciones Profesionales que establece el unicato sindical, el desarrollo promovido de la organización sindical y su dependencia, en muchos aspectos, del Estado.

La aparición de la Central en 1991 como Congreso de los Trabajadores, incorpora una serie de iniciativas y principios que al correr de los años van conformando una serie de conceptos que entran en contradicción con el unicato sindical y con el sistema de personería gremial habilitada y sólo reconocidas por el Ministerio de Trabajo de la Nación con lo que configura la intervención política directa del Gobierno al otorgar o no ese reconocimiento, cuando la Constitución establece, con absoluta claridad, que el trabajador puede darse su propia organización con simplemente inscribirse en un registro en el orden nacional. Sin embargo, eso no sucede. Y por eso tenemos entidades de primera, las que tenemos personería gremial, y entidades de segunda que son las que están simplemente inscriptas; y otras que han presentado -como la FeTERA- hace décadas el pedido de personería gremial y nos vienen negando esa petición, a pesar de haber cumplimentado con todos los requisitos que exige la Ley.

En ese contexto, también hay que reconocer que ha habido una transformación económica y social altamente significativa en el país, producto de la política de la globalización y como consecuencia de su hija dilecta, que ha sido el proceso de privatización. Eso ha desarrollado también intereses por parte de los sectores que detentan el poder, los grupos multinacionales fundamentalmente, en el sentido de que la mejor organización es la que no existe y el mejor trabajador el que no ejerce sus derechos. Entonces, esto es una disputa en la que tiene importancia y adquiere una envergadura la libertad y la democracia sindical. Y de hecho no es casualidad que en el país el 85% de las grandes empresas no tengan electos delegados. No es producto de la casualidad, es producto de una política y es producto de la vigencia de las normas laborales existentes. Por lo tanto, hay un gobierno, un poder de turno, que está de acuerdo con el desarrollo del Movimiento Obrero con limitaciones. De allí entonces que aparezcan con fuerza, dinámica y haga tanto ruido todo lo que tiene que ver con libertad y democracia sindical. Porque hay quienes han construido y desarrollado poder sobre la base del unicato sindical y les resultaría difícil sostener y desarrollar ese poder en un marco de libertad y democracia sindical.

Por eso es que en esas transformaciones y modificaciones hay cuestiones que forman parte de la discusión. Por ejemplo: el hecho de que haya organizaciones sindicales que por su dinámica han incorporado al Convenio Colectivo de Trabajo una obligación de pago de cuota por parte del trabajador, sin estar afiliado al Sindicato, como un abono por usar el derecho al Convenio de Trabajo. En realidad, acá el trabajador se convierte en un cliente. Esto es algo que va en contra de lo que entendemos como el desarrollo de la organización sindical en términos profesionales; esto va en contra de la necesidad de incorporar al trabajador como un sujeto consciente y no como un objeto de políticas que ni siquiera lo contienen. Esta es una diferencia sustancial. Por lo tanto, lo que el Movimiento Obrero Organizado necesita son hombres y mujeres conscientes, capaces de convertirlo en herramienta de transformación. Y para tener esa posibilidad, lo que necesitamos es la más amplia autonomía y lo que se requiere es el desarrollo de políticas que sean capaces de enamorar a ese protagonista de primer orden. Porque los trabajadores necesitamos el desarrollo de organizaciones sindicales para la transformación, no para hacer seguidismo de las políticas que sustentan al Sistema Capitalista que procura la mayor explotación de quienes producimos la riqueza en el mundo y la única manera es tener posibilidad de una participación con democracia, con libertad y con autonomía, de manera tal que quien se integra a la organización sindical no lo haga bajo ningún tipo de presión sino con convencimiento propio. Todo lo demás, en un sentido o en otro, es probable que pueda ayudar «a». Pero en la medida en la que no existan las decisiones políticas imprescindibles para transformarnos en sujetos de cambio, es probable que se quede en un buen intento pero que no podamos llegar al desarrollo final que necesitamos: que es una clase obrera organizada y consciente de su papel en el proceso económico-social que nos toca vivir.

Entonces, todo aquello que venga por obligación me inhabilita a pensar, porque si aquello viene por imposición no hay capacidad de reflexionar.

La verdad, lo que necesitamos es crear poder propio, y para crear poder propio necesitamos el desarrollo organizativo de nuestra fuerza y no lo podemos hacer bajo la presión de decisiones preestablecidas. Lo tenemos que hacer, precisamente, procurando el desarrollo del nivel de comprensión y consciencia de cada uno. Esto se va transformando en la medida que va evolucionando la vida y creo que eso no lo podemos evitar. ¿Qué significa para mí esto? Significa que lo que nosotros sí tenemos que garantizar es que exista libertad y democracia sindical, lo que sí tenemos que garantizar es que exista autonomía, y de lo que sí nosotros nos tenemos que hacer responsables es de ser capaces de desarrollar una política gremial que enamore a los trabajadores para que se afilien a nuestra organización.

Lo que no puede ser es una imposición, no puede ser «a cambio de». Nosotros, las organizaciones sindicales, no somos un polirrubro. Hay muchos que hablan de sindicalismo múltiple, y entienden que el conflicto es el fracaso de la gestión. Nosotros creemos todo lo contrario, que no podemos entregar en la gestión lo que ganamos en la calle y en la lucha.

Cuando uno dice la «afiliación por decreto u obligatoria» es como decir que la consciencia se desarrolla por decreto. O sea, yo tengo instrumentos en los que me tengo que hacer fuerte, uno es la compresión y la consciencia, otro es el Convenio Colectivo de Trabajo, después será en el conflicto. Pero es la consciencia la que no se desarrolla por decreto. Y yo creo que nosotros no podremos lograr lo que pretendemos porque la afiliación sea obligatoria. Es como pasa con la democracia: existe la formal, pero no la participativa. Y la democracia formal me habilita a luchar por la democracia participativa, pero no me la otorga.

-¿Este debate va a llegar al Congreso de la CTA?

– Lo que creo es que la Central debería convocar a sus máximos cuadros y dirigentes de la actividad privada y del Estado y provocar este debate como un encuentro específico y después, desde ese ámbito, aportar para que se traslade a lo largo y ancho del país. Ya lo he propuesto públicamente porque me parece que es una manera de contribuir al debate previo al Congreso que se realizará el 28 y 29 de marzo.

Fuente: http://www.argenpress.info/2014/02/hacia-el-congreso-nacional-de-la-cta.html