A pocos días de festejar la ordenanza municipal que declaró a la Cooperativa de Trabajo CIVE «de utilidad pública», los trabajadores continúan en estado de alerta. Tras dos intentos de desalojo violento, por la llegada de una orden a favor de un ex empresario, la movilización de diferentes sectores sociales logró que, al menos por […]
A pocos días de festejar la ordenanza municipal que declaró a la Cooperativa de Trabajo CIVE «de utilidad pública», los trabajadores continúan en estado de alerta. Tras dos intentos de desalojo violento, por la llegada de una orden a favor de un ex empresario, la movilización de diferentes sectores sociales logró que, al menos por ahora, no prosperara. ¿El escenario? La ciudad que rememoraba dos semanas atrás el Cordobazo chocaba de frente con una «muestra» del mundo del trabajo 40 años después. Como telón de fondo: las próximas elecciones.
Hace más de dos meses que la firma CIVE se encuentra en conflicto. La empresa, líder en el mercado nacional de cristales templados y laminados para las industrias automotrices, navales, carrocerías y agrícolas, arquitectura e ingeniería, tiene hoy las puertas cerradas después de haber sido anunciado públicamente que funcionaria como Cooperativa de Trabajo de Empleados de Cive Limitada.
La tensión e acrecentó cuando el martes la oficial de Justicia Silvia Garzón llegó a la planta con una orden de posesión a favor de Hugo Ardiles, principal acreedor de la empresa y al mismo tiempo denunciado como «principal responsable» de su quiebra.
El ministro de Justicia, Luis Angulo, intervino justo cuando la orden de desalojo estaba firmada, y se está intentando acercar a las partes que son el «ex» y «futuro» patrón -según la orden- y los trabajadores «recuperadores» y «despedidos» según el lente con que se mire el conflicto. En le medio, una condición no negociable: estabilidad laboral para todos.
Asimismo, un grupo de trabajadores se encadenó frente al edificio municipal «Palacio 6 de Julio», y luego al lado del despacho del intendente. Esa madrugada fueron sacados a empujones del lugar por pretender que el Intendente los reciba.
Empresa quebrada, trabajadores en la calle
El proceso de quiebra que se inició en 1997 concluyó con la clausura definitiva ordenada por la jueza Marcela Antinucci, del Juzgado Civil y Comercial de 52ª Nominación, el 26 de marzo pasado. La medida dejó a 72 trabajadores y a sus familias en la calle.
Tras el impacto, los obreros se organizaron y constituyeron como cooperativa de trabajo para salvar la fuente laboral. Cumplieron con todos los requisitos legales para ponerla en marcha y presentaron ante la sindicatura un proyecto que no fue considerado.
Por la vía legislativa, el 21 de mayo, el Concejo Deliberante aprobó una ordenanza que otorgaba durante dos años la explotación de la planta, a cambio de indemnizar al actual dueño del 80% de las acciones de la empresa con $11 millones.
Esta Ordenanza municipal la declaró de «utilidad pública y sujeta a ocupación temporaria por dos años». Ahora, el intendente es quien tiene la facultad de promulgar la ley o de vetarla.
Por el andarivel judicial, la magistrada optó por entregar la fábrica al llamado acreedor privilegiado, Hugo Ardiles. Gustavo Valdéz, abogado de los operarios contó que «fue denunciado penalmente por haber construido la quiebra, el vaciamiento y una administración fraudulenta para quedarse con la fábrica por dos monedas. Entregarle la empresa agrava la situación y además implica que hay una decisión de avanzar sobre los trabajadores».
La fábrica volvía entonces a manos de quien está acusado de ser parte de la quiebra. Este entrampe legal torna necesaria una decisión que los trabajadores le están solicitando al intendente Daniel Giacomino.
Valdéz argumenta que el concepto de utilidad pública de hace 50 años cuando el Estado expropiaba para construir calles o plazas, en 2001 cambió. «Evolucionó hasta incluir unidades productivas y puestos de trabajo. Cuesta entenderlo porque básicamente es político», subrayó.
La posibilidad de que CIVE tenga «dueño» después de su recuperación marca los abismos que se presentan al mirar hacia atrás. En la ciudad de Córdoba hay dos experiencias de recuperación exitosas: la Cooperativa ex Clínica Junín y el diario Comercio y Justicia que siguen produciendo bajo el control de los propios trabajadores.
Sobre este tema, el letrado comenta que «después de lo que pasó en 2001 y 2002 en todo el país, ya debería haber reglas claras para resolver estas situaciones. También siento mucha impotencia porque no tengo voz para responder a quienes en los medios de comunicación dicen cualquier cosa. Como por ejemplo que lo resuelto en la ordenanza es algo «abstracto». Una total burrada que no tiene asidero».
Un día en el predio
Es miércoles. Un camión rojo ingresa dentro del predio. Se acercan algunos trabajadores con chaleco para bajar dos ollas grandes. Atrás se ven las bolsas de pan. Es la hora del almuerzo. Los trabajadores están acompañados por algunas mujeres, grupos de estudiantes, y miembros de agrupaciones políticas, sindicales y sociales. La espera se hace densa.
Raúl, con 24 años en la compañía, se tapa el sol de frente y comienza a explicar el asombro que les produjo, el intento de desalojo mientras esperaban que «se cumpla el plazo de diez días para que Giacomino apruebe o vete lo resuelto por el Consejo Deliberante».
«El síndico llegó junto con Ardiles y unos policías dijeron que tenían la orden de desalojo. Yo les pedí la orden, y no me la quisieron mostrar. Los policías me manotearon y me dejaron esta marca en la cara» explica mientras se tocaba la parte inferior de la mejilla.
Detrás de la escena, unos policías se apostaron al lado de la puerta de la fábrica y sobre una cortina metálica podía leerse «Ardiles choro», «síndicos corruptos» y «sindicatos traidores». Así, graffitis y pancartas muestran diferentes momentos de la lucha en el intento de recuperar la fuente de trabajo.
«Esta es una empresa viable. Podemos hacerla funcionar porque estamos capacitados, sabemos cómo. Estamos ante un gigante parado al que tenemos que hacer andar», expresa José Luis, con 26 años de trabajo. Al principio estaban asustados, confió. «Pero es nuestra lucha. Y si hay que pelear en la calle, subirnos a un colectivo y explicar lo que nos pasa, lo hacemos», sostiene. Carlos Oviedo, agrega que «pese a la incertidumbre, tenemos esperanza».
Edith Saravia (35), única mujer, trabaja en administración desde hace 15 años. Le preocupa la situación de sus compañeros. «Una es joven, puede remarla, pero hay que ponerse en los zapatos de ellos». Los más jóvenes, apuestan al proyecto cooperativo. «Peleamos para volver a trabajar, con la ayuda de todos y una mano de Dios, ganaremos», comenta Lisandro (23). «Uno tiene obligaciones, soy casado, tengo hijos y necesito el dinero para vivir, completa Gustavo (23).
Existen presiones, murmuran. Afuera del predio, sobran gestos de solidaridad presente, activa y militante. Tienen miedo. Hay maniobras de cooptación, y la traición de la cúpula sindical, también es parte del paisaje cotidiano en este proceso. No confían en la decisión de la justicia. No es por capricho aseguran. Pasó antes con la Cervecería Córdoba.
Después del empapelado
Apenas una semana atrás, la ciudad estaba empapelada con jornadas y actividades para recordar los 40 años del Cordobazo. La ciudad que orgullosa se expresaba como centro de la rebelión popular protagonizada por la unión de obreros y estudiantes; lánguida y desolada llegaba al jueves en la avenida Vélez Sarsfield al 4300.
La tensión vivida estos meses se enfrentó con los recordatorios y las imágenes del «Cordobazo» mostradas a través de los medios masivos. La ciudad mediterránea es recordada como epicentro de una de las protestas más importantes dentro de América Latina y tiene como parte de sus símbolos la imagen de Agustín Tosco, el sindicalismo independiente y lo que se formaría después como el sindicalismo combativo.
Así, mientras los memorándum recuerdan la potencialidad de un movimiento sindical que enfrentó hasta una dictadura; en esta misma ciudad, otros trabajadores corren el riesgo de perder su fuente de trabajo sin apoyos orgánicos de los sindicatos hermanos.
La central de Hugo Moyano, la ahora candidata Carmen Nebreda por docentes, y otras figuras que seguramente Tosco y Atilio López, considerarían como la «burocracia sindical», están presentes para el micrófono y el palco en los festejos «oficiales» del Cordobazo, pero muestran su ausencia cuando se necesita la presión de la fuerza para poder asegurar la fuente laboral a estos trabajadores de la Córdoba industrial.
Justamente, obreros que resisten, trabajan y que ponen sus cuerpos para levantar y defender su fuente de trabajo son arrojados a la calle. Mientras tanto, en la ciudad que el sindicalismo fue un movimiento independiente y también combativo, muestra su fragmentación y sus imposibilidades en medio del conflicto.
El sueño de la cooperativa disputa palmo a palmo con una experiencia que fracasó. Entonces, las palabras orgullosas de Raúl «Esta es la primera fábrica que hizo vidrios curvos en America del Sur», recuperan el sentido de la lucha. El poder está en los trabajadores, piensa y sonríe. A pesar de empresarios corruptos y sindicalistas traidores.