Un libro periodístico muy reciente nos acerca a una de las tres figuras más relevantes del actual equipo de gobierno de Argentina. Quizás sea un paso para un análisis que no hace sino comenzar.
Maia Jastreblansky-Manuel Jove.
El monje. La verdadera historia de Santiago Caputo el guionista de Milei.
1ª edición. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Planeta, 2025.
336 páginas.
Es el “hombre de confianza” del presidente y su hermana. Su abstención a la hora de ocupar un cargo formal y la reticencia a aparecer en los medios invitan a considerarlo “eminencia gris”, “monje negro”, “poder detrás del trono”. O cualquier otra metáfora que indique una capacidad de decisión al margen de lo institucional y establecido. Además, S.C. está de moda.
Hasta se lo menciona utilizando el título de dos libros muy exitosos de Giuliano Da Empoli: El mago del Kremlin e Ingenieros del caos (él sería uno de ellos). Su labor algo tiene de ingenieril y aspira a ejercer prestidigitaciones cautivantes.
Más allá de cierta sobrevaloración del personaje, a la hora del conocimieno sobre la trama íntima del actual gobierno argentino no se puede prescindir de él. Lo que no modifica la comprensión de su naturaleza de clase. Y los impulsos destructivos de la política económica y social de la actual administración. Caputo el asesor da esa política por supuesta y trabaja a su servicio desde otros terrenos.
El producto y el personaje.
Tal como cuentan los dos autores, procuraron hacer un “perfil”, por encargo del grupo Planeta, con medio centenar de entrevistas como materia prima fundamental. Y la indicación de no ocupar más de 300 páginas. Se excedieron en algo más de 30.
Es un típico libro periodístico de estos años, que junto a los reportajes también requirió algunas lecturas, sobre todo referidas a operadores de distinta laya, como Jaime Durán Barba y Enrique Nosiglia. Es sin dudas un producto de lo más concentrado de la industria editorial.
Eso no agota su examen, sólo es necesario para comenzarlo. Hay que agregar que los periodistas son dos exponentes de la renovación generacional en algunos medios hegemónicos, en este caso TN y La Nación.
Ellos relatan como el protagonista se elevó a las cercanías de los hermanos Milei desde el punto inicial de su dominio de la ingeniería y el marketing electoral, incluido el armado de campañas.
Empezó a trabajar con los Milei para los comicios legislativos de 2021. Luego del incipiente éxito en esa elección de medio término los hermanos le pidieron que permaneciera acompañándolos en su aventura política. Se les reveló como un visionario a la hora de percibir bajo el agua las tendencias de la ciudadanía, aún de las embrionarias. Ésas que pasan inadvertidas a la inmensa mayoría.
De hecho, la obra que nos ocupa narra que, después de un tiempo de instalarse como consultor electoral, S.C. ya percibió la crisis profunda de los partidos mayoritarios y empezó la búsqueda de un outsider, antes de conocer al excéntrico economista.
No era grande su originalidad, ya iba teniendo a mano a Viktor Orban, Donald Trump y Jair Bolsonaro. Sí era entonces arriesgada la apuesta a que Argentina pudiera resultar una de las “sedes” de fenómenos de este tipo. Él no se quedó en evaluar posibilidades. Hizo un buen aporte para conseguirlo.
De obsesiones y “brujerías”.
Los autores tratan asimismo como se desenvuelve el consejero en el plano esotérico. Lo que puede traer desagradables reminiscencias del “brujo” más famoso (y nefasto) de la historia argentina. No habría que ahondar en el paralelo entre ambos personajes. No hay indicios de que el asesor presidencial pueda y quiera alguna vez desencadenar una ola de crímenes.
La evidencia disponible, expuesta por los autores, es que Caputo tiene más de un costado rayano entre una mística laica y el ocultismo. De lo primero es muestra su idolatría por el imperio romano. Verdadera devoción por esa constelación de poder y cultura de la antigüedad. No por casualidad una cuenta cuya pertenencia dista de ser un secreto se llama “Milei emperador”.
Un elemento entre la magia y el ocultismo es el seguimiento de las profecías de un extraño personaje, artista plástico y adivino, llamado Benjamín Solari Parravicini. Quien habría augurado la llegada del líder de La Libertad Avanza al gobierno.
S.C. también se inició en la masonería, aunque desplegó actividad en una logia sólo por un corto tiempo. Todo lo secreto parece gustarle.
Nótese que no aparecen lazos con ninguna religión más o menos establecida. Apenas costados supersticiosos o referencias históricas con algo de megalomanía. No cabe descartar que el asesor los cultive y difunda para agigantar cierto halo de misterio que lo rodea .Un culto que en los últimos meses ha sufrido algunos naufragios, como la aparición intempestiva en una entrevista al presidente o la actitud amenazante frente a legisladores y hombres de prensa.
Esos componentes excéntricos y de sabor algo antiguo no deben llevar a engaño sobre los saberes y el sesgo profesional del consejero. Santiago viene del mundo cada vez más influyente de las consultoras. Con formación en ciencia política, inició su camino en una de las compañías de Jaime Durán Barba. Es cierto que sus mentores más directos fueron subordinados del augur ecuatoriano más que el propio asesor estrella de Mauricio Macri.
En el libro se expone asimismo el peso que muestra Caputo el joven en la configuración ideológica del presidente y en ciertas tendencias que barnizan al conjunto de sus seguidores. Nos referimos a la articulación entre la visión económica ultraliberal, original de Milei y el extremo conservadorismo político y cultural que ha mostrado en épocas algo más recientes.
Lo segundo es en buena parte obra del omnímodo colaborador. Él no es un intelectual como Agustín Laje y Nicolás Márquez, pero tiene lecturas y una influencia mayor que los ideólogos sobre el jefe de Estado y “el jefe” a secas.
Tiene asumida a pleno la “batalla cultural” contra el feminismo, la defensa del ambiente, los derechos indígenas y de otras minorías étnicas, la homosexualidad, Así como el culto a la familia de matriz patriarcal. Y por supuesto el anticomunismo acérrimo; la resurrección del lenguaje de la guerra fría, el alineamiento hasta la náusea con Estados Unidos.
En aras del aporte de ideas o al menos de su divulgación, Caputo ha preferido el campo virtual y las herramientas digitales. No es el único pero sí uno de los principales inspiradores de la “guerrilla en las redes” que concentra los mayores fanatismos y las peores agresiones del entorno Milei.
La sombra de la “guillotina”.
Esa opción conlleva desprecio por la política “tradicional”. Y allí radica un punto de fricción con Karina, que se rodea de “armadores” con antecedentes en partidos preexistentes y vocación por el trabajo “territorial”. Cerca de ese campo se cierne la posibilidad de que la “guillotina” de la hermana se hunda en el cuello del asesor sin cargo.
Es probable que no suceda. Como destacan Jastreblansky y Jove, S.C. ha asumido desde el primer momento que no vale enemistarse con “el jefe”. Ha asistido a caídas en desgracia que no parecen tener remisión: Carlos Maslatón, Carlos Kikuchi, Ramiro Marra, Eugenio Casielles, entre otros. Alguno de ellos fue íntimo amigo, otro le presentó al líder “libertario”.
Hasta ahora no le hicieron mella. Se curó en salud al no cuestionar la “excomunión” de ninguno de ellos. Se propuso desde el inicio mostrar fidelidad total hacia la dupla al comando. Y aventar cualquier sospecha de que aliente un proyecto propio.
Y hasta ahora lo cumple en un sentido, él de no contraponerse y ni siquiera diferenciarse en público de los hermanos. También se esfuerza en mantener discreción no “salir a los medios”, no “robar cámara” a costa de sus protectores (¿o protegidos?).
Sí le es “propia” una gran acumulación de poder. La que está en boca de muchos desde hace meses y no hace más que incrementarse. Se lo trata con cierto detalle en el libro. Su avance sobre el aparato de inteligencia, la “justicia”, la recaudación impositiva, las áreas técnicas y legales de presidencia, algunos aspectos de las políticas sociales, la salud. Por supuesto, todo lo atinente a comunicación.
Más allá del gusto por el poder mismo el asesor tiene la cuota de convicciones que hace tiempo le falta a la mayoría de los políticos del sistema. Quiere una sociedad distinta, una “nueva Argentina” diseñada a medida del gran capital. Más injusta y más desigual, si se la mira desde abajo.
Se sienta a la mesa con los grandes empresarios para reforzar la idea de que la ofensiva reaccionaria de la “batalla cultural” va en tándem con la producción de reformas proempresas que superan las más doradas expectativas de los inversores locales y extranjeros.
El consejero no pertenece al núcleo del poder económico pero no orbita muy lejos suyo. Su padre hizo una fortuna como escribano. Es pariente más o menos cercano de otros Caputo sí instalados en el núcleo de la elite económica.
Además busca convencer al poder real de que la destrucción de la “casta” que propala Milei, tiene el fondo más profundo de exterminio del “partido del Estado”, la denominación con la que el asesor procura asignarle más hondura a la prédica antielites. Ésa que constituye un condimento indispensable de casi todas las extremas derechas que en el mundo han sido; en el pasado siglo y en éste.
En el caso criollo teñido de ultraliberalismo económico más que en cualquier otro caso. La deriva “antiestatista” a ultranza siempre es atractiva para los millonarios.
Otro rasgo bastante transitado en el libro es su capacidad de “generar conversación”, como se dice en la jerga de las redes: Cambiar los ejes de la discusión, introducir información falsa hasta hacerla indistinguible de la verdadera, generar algún gesto espectacular que distraiga de cualquier tema espinoso. Atacar, insultar. Descalificar de mil maneras al periodismo.
Y visualizar cualquier resultado como un éxito. “Todo marcha de acuerdo al plan”. Supuesta planificación que pretende incluir hasta la capitalización de los fracasos inesperados. Una voluntad férrea de “dar vuelta la taba”. Con una apariencia de equilibrio emocional que el jefe de Estado y su hermana no tienen.
No abusar de las comparaciones. No quedarse en el corto plazo.
Un rasgo favorable del libro que nos ocupa es que no equipara a su sujeto de estudio con algo ya conocido y si es posible siniestro, como suele ocurrir. No es productivo, nos parece, asimilarlo a un “ministro de Propaganda” del siglo XXI, a consejeros aúlicos de grandes líderes, del pasado, a los “operadores” que proliferaron en la década de 1990.
Es un representante novedoso de una conjunción económica, política, cultural y comunicacional que en su profundidad propicia la continuidad de un rumbo regresivo que lleva décadas en la sociedad argentina. Elige presentarla como ruptura total. Incluso, al igual que su líder, desvincula el supuesto nuevo sendero de la preocupación por la democracia representativa que parecía insoslayable hasta hace un par de años.
Lo demás es conocido: Relectura de la historia argentina en clave reaccionaria. Reivindicación de la “guerra contra la subversión”. Caracterización de la justicia social como “aberración”. En estos últimos aspectos no se pone suficiente énfasis en el libro. Quizás se los da por supuesto, habría que recordarlos en todo momento. En ese punto sí se trata de no repetir la historia.
Este tipo de figuras suele suscitar en sus oponentes el deleite de la espera para que se desmorone de manera ruidosa. No se encuentra escrito que esto se produzca. Sobre todo mientras el “libertarianismo” no pierda popularidad en proporciones catastróficas. Santiago Caputo no es una casualidad. Es emergente de un clima de época, de un sentido común encolerizado e individualista.
Este tipo de figuras suele suscitar en sus oponentes el deleite de la espera para que se desmoronen de manera ruidosa. No se halla escrito que esto se produzca. Sobre todo mientras el “libertarianismo” atesore consenso en un sector importante de la población.
Quizás “el monje” sepa que puede hundirse cuando el declive en la “opinión pública” ocurra. Y tal vez crea que esto ocurrirá sólo después de que concluya lo fundamental de su obra. Se verá.
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