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Se requieren alternativas: Urge un nuevo espacio de unidad

Fuentes: Rebelión

El 2 de julio se cumplió un año de la elección más controvertida de la historia y, consecuentemente,  de uno de los periodos de mayor agitación social en nuestro país. Los saldos de este año de tensión y conflictividad social confirman que el gobierno de Felipe Calderón representa la continuidad neoliberal ejercida por fuerzas conservadoras. En […]

El 2 de julio se cumplió un año de la elección más controvertida de la historia y, consecuentemente,  de uno de los periodos de mayor agitación social en nuestro país.
 
Los saldos de este año de tensión y conflictividad social confirman que el gobierno de Felipe Calderón representa la continuidad neoliberal ejercida por fuerzas conservadoras. En esa línea, impulsó la aprobación de la  reforma al sistema de pensiones del Instituto de Seguridad Social al Servicio de Los Trabajadores del Estado para pasar de un sistema solidario a uno que individualiza las cuentas y privatiza los fondos de los pensionados. Optó por la represión para frenar las movilizaciones que demandan la renuncia del Gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz. Ha reforzado la presencia pública de las Fuerzas Armadas para un dudoso combate al narcotráfico. Y, entre otras cosas, echó a andar los recursos legales de los que dispone para tratar de declarar la inconstitucionalidad de la ley que admite el aborto en la Ciudad de México.
 
Pero, tan importante para las fuerzas progresistas es identificar las acciones de la derecha en el poder como las que los movimientos lleven a cabo para organizarse, fortalecer la resistencia y generar alternativas.
 
La CND ha sido, hasta ahora, el espectro de mayor capacidad de convocatoria en la actualidad, sin embargo, no han dado pasos importantes en cuanto a organicidad se refiere, tampoco en cuanto a la elaboración de un programa alternativo.
 
Si bien se registran varios esfuerzos de ciudadanos que han formado colectivos para generar actividades con la cobertura de la Convención Nacional Democrática, no se ha conformado estructura alguna que dé cohesión a todas esas acciones y que tienda a una organización permanente que trascienda las sesiones masivas en el Zócalo capitalino.  De la misma manera, aunque  la ultima sesión de la Convención Nacional Democrática celebrada en marzo de este año  incluyó discusiones sobre algunos temas como «La Patria no se vende» «Primero el campo» «El derecho a la felicidad», entre otros, lo  cierto es los resolutivos de dichas discusiones no constituyen el elemento identitario fundamental que pudiera dar cohesión a un potencial movimiento de masas.
 
Hasta hoy, la acción política de López Obrador ha estado orientada,  a  la consecución de una red de apoyos individuales que antepone la incondicionalidad al líder por encima de la discusión política[1]. 
 
A diferencia del movimiento de 1988 que orientó  la movilización social municipio por municipio y localidad por localidad con el claro objetivo de crear un partido político que aglutinara a la izquierda y fuera la herramienta popular para fuerza disputar el poder al PRI, hoy estamos ante la inédita disposición de millones a movilizarse que, sin embargo, solo encuentran en su líder discursos de auto elogio y peticiones de esperar a que él  convoque para movilizarse al Zócalo. Más allá de recolectar firmas para «comprometer» a simpatizantes, nadie a ciencia cierta puede decir cuales son las expectativas ni la estrategia que López Obrador prevé para toda la gente dispuesta a salir a las calles en su apoyo y en busca de un país mas justo.
 
Por todo esto la CND no parece ser el campo natural de desenvolvimiento de los movimientos sociales.
 
Hasta ahora, la principal pista de movilizaciones sociales ha sido la de la oposición a la Reforma al sistema de pensiones del ISSSTE, comandada por la sección 18 de la Coordinadora de Trabajadores de la Educación (CNTE) y algunos otros sindicatos como el de Universidad Autónoma Metropolitana (SITUAM).
 
Gracias a su capacidad de movilización, la CNTE ha logrado dar continuidad a acciones de protesta que evidencian el rechazo por parte de un amplio sector de trabajadores a la modificación al régimen de pensiones. Pero, aunque loables y necesarias, pareciera que para llevar a cabo estas acciones no se ha recurrido al consenso del espectro amplio de sectores progresistas que, por ejemplo,  durante el sexenio pasado logró agruparse en el Dialogo Nacional y en la Promotora de  Unidad Nacional Contra el Neoliberalismo desde donde acordaron programas políticos, importantes avances para la elaboración de un  proyecto de nación que fungieran como horizonte movilizador y aglutinador y, sobre todo, cimientos valiosos para la construcción de una fuerza social contra hegemónica. Hoy pareciera que dichos procesos de construcción dejaron de ser prioritarios tanto como la expectativa de crear alternativas programáticas y estratégicas.
 
No se trata, por supuesto, de frenar las movilizaciones hasta ahora emprendidas, si no de dimensionar la importancia de organizarse en el proceso de la lucha misma y de llamar a la conformación de espacios tendientes a la generación de plataformas comunes entre la mayor cantidad de fuerzas, llámense sindicatos, colectivos, organizaciones e individuos. 
      
Más que pensar en el fortalecimiento de los espacios de convergencia hasta ahora creados como la Promotora, el Dialogo Nacional y, entre otros,  la Asamblea Popular de los Pueblos de México, podría ser mejor impulsar un nuevo referente de unidad que se nutra de estos esfuerzos,  pero que abra posibilidades de convocar a nuevos miembros, organizados o en lo individual.
 
Uno de los rasgos que tendría que contemplarse para la nueva etapa movimientista, que implicaría la conformación de un nuevo espacio – esfuerzo de unidad, podría ser el de tener la capacidad para aterrizar propuestas que en lo inmediato signifiquen alternativas convocántes, es decir, tener la capacidad de generar y difundir propuestas progresistas sobre temas presentes en el debate nacional: ¿Qué ley del ISSSTE?, ¿Qué Reforma Fiscal? ¿Qué ley de Medios? ¿Qué propuesta para el manejo de los recursos energéticos? ¿Qué opciones para el rescate del campo? entre otros tópicos cuya claridad en el planteamiento alternativo ha estado ausente y serviría no para abrir interlocución con los actores institucionales -algunos lo harán y otros no, según la visión estratégica de cada quien – si no para atraer a más adeptos e ir construyendo un horizonte común.
 
Por supuesto, plantear propuestas sobre estos temas no excluye  la necesidad de establecer objetivos a mediano y largo  plazos: el cambio de régimen, la Nueva Constitución, y la continua deslegitimación del anticapitalismo, responsabilidad de todas las fuerzas de izquierda. La libertad de los presos políticos de Atenco, Oaxaca y de otras expresiones requiere de la acción coordinada y solidaria de todos los polos de la izquierda mexicana.    
 
La multisectorialidad, la disposición a la resistencia,  y la capacidad de mirar a largo plazo con vocación de alternativa en lo inmediato, son características que pudieran resultar útiles para la necesaria articulación de los movimientos sociales, en la perspectiva de triunfo sobre una derecha cada vez más recalcitrante. 


[1] Ernesto Sabato escribió en «Apologías y rechazos»: » Creen obrar a base de razones cuando en verdad sólo se mueven impulsados por sentimientos, pasiones e instintos. Los conductores de masas han tenido siempre presente este atributo de la condición humana y han apelado siempre a las pasiones – preferentemente a las bajas- para desatar tremendos movimientos que jamás lograron desencadenar aquellos líderes de partidos»