Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer Indígena este medio dialogó con la referente de la comunidad comechingona de San Marcos Sierra. Abogó por la libertad de la presa política Milagro Sala, detenida en Jujuy hace nueve meses y condenó el asesinato de Berta Cáceres. Al mismo tiempo habló de su […]
Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer Indígena este medio dialogó con la referente de la comunidad comechingona de San Marcos Sierra. Abogó por la libertad de la presa política Milagro Sala, detenida en Jujuy hace nueve meses y condenó el asesinato de Berta Cáceres. Al mismo tiempo habló de su comunidad, la interculturalidad y la violencia de género.
Durante el Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América realizado en 1983, en Tiahuanaco, Bolivia, se instituyó al 5 de septiembre como el Día Internacional de la Mujer Indígena, en homenaje a Bartolina Sisa, asesinada por las fuerzas invasoras durante la rebelión anticolonial protagonizada por Túpac Katari en el Alto Perú.
En Córdoba, se celebró con una charla que abordó «El papel de las mujeres en las luchas emancipadoras latinoamericanas», a cargo Mariela Tulian, curaca de la comunidad comechingona.
Horas antes, en el bar Alfonsina, este medio conversó con la disertante sobre varias problemáticas. Por caso, la detención arbitraria de Milagro Sala. «La Túpac Amaru asume la libre determinación y la autonomía como comunidad. Si dejamos sola a Milagro nos dejamos solos todos. Toda la población debe entender que debe ser protegida de las estrategias de los sistemas opresivos», opina. (*)
Aclara, sin embargo, que participa del Comité local «sin una camiseta política» y expresa que así como están los que apoyan hay otros que nunca lo harán. «Nuestra militancia es milenaria y además intercultural», destaca.
«Nosotros entendemos que atacar a la mujer fue algo estratégico en la época de la conquista porque era desmantelar a la familia, a la comunidad. Por eso se atacó la vida comunitaria en todas sus formas y maneras de entender la relación con el territorio. No nos olvidemos que la Madre Tierra es un ser femenino», sostiene.
Y añade que «el machismo y ese sentimiento de propiedad privada con respecto al cuerpo de la mujer y la Madre Tierra forman parte de lo mismo. Hay que caminar hacia la descolonización del pensamiento incluso de las mujeres porque hemos legitimado en alguna medida ese sentimiento de ser inferiores. Hay leyes que plantean la igualdad de derechos pero no se cumplen. Han tenido que surgir otras como el femicidio ante la violencia de género una de las mayores enfermedades de este tiempo».
A modo de reflexión apunta que «Se relaciona con la desestructuración de la familia, de la comunidad y del núcleo de vida, que el sistema capitalista, individualista e insensible implantó». Por eso, afirma, que «las posibilidades de las sociedades soberanas se sostienen en sus mujeres».
Me lo dijo el río
Fue un montaje, asegura, en relación al asesinato de Berta que se pretendió encubrir como un robo. «Había denunciado que 12 líderes de la resistencia fueron asesinados en 2014. Ella actuó siempre desde su espiritualidad. Sabía que la batalla iba a ser dura. Logró torcer el brazo de las empresas y sabía que iba ganar porque me lo dijo el rio. Me siento hermanada con su trabajo y militancia», comenta.
La situación de los ecologistas es crítica en este país. Según la ONG Global Witness ya son 114 los militantes asesinados en Honduras.
Berta recibió en 2015 el Premio Ambiental Goldman por su denodada lucha en defensa de los bienes comunes. Fue asesinada el 2 de marzo pasado, en La Esperanza, Tegucigalpa. Formaba parte del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh). A los días mataron a un militante y a los cuatro meses a Lesbia Yaneth Urquía.
Comechingones
«Somos descendientes directos del pueblo nación Comechingón. Tenemos una historia muy particular que nos enorgullece. Le hicimos un juicio a la Corona española que llevó adelante Francisco Tulián, mi tatarabuelo», cuenta, la curaca de la comunidad que vive en San Marcos Sierra, departamento Cruz del Eje, a 150 km de la ciudad de Córdoba. Curaca significa autoridad ancestral, algo similar a la función de un cacique.
La lucha, resume, empezó el 23 de febrero de 1804 y culminó el 6 de noviembre de 1809. Hasta 1892 vivieron bajo sus propias reglas soberanas y de autogobierno. En el marco de la campaña al desierto el gobierno provincial aplicó la ley de partición de tierras, disolvió las comunidades y les arrebató los suelos.
«Apuntaban a desmantelar la vida comunitaria con la pretensión de traer civilización al territorio cosa que hasta hoy seguimos disputando. Son temas muy sensibles. Entendemos que el corazón de la lucha, es lo colectivo», afirma.
Frente a esta realidad y en el marco de la globalización y la cultura neoliberal sostener estas visiones no es sencillo. «Soy docente. Elaboro proyectos educativos y planes de clase para los miembros de la comunidad. No solo se trabaja el bilingüismo sino también la voz de las comunidades indígenas dentro de la institución. Amparados en las leyes tratamos de hacer interculturalidad dentro de lo posible», observa.
El idioma de los comechingones se llama camiare (cami: gente de la sierra; are, voz, palabra). Está en desuso. No obstante apuntan a investigar en el Archivo Provincial y en documentos del Vaticano donde están todas las lenguas de América. «Las necesitamos para recuperar y reconstruir parte de nuestro corazón. Es una de las múltiples tareas que nos damos incluso desde la Coordinadora Audiovisual Indígena Argentina (CAIA) que está integrada por investigadores indígenas», acota.
En la provincia mantienen vínculos con otros grupos que habitan el valle de Paravaschaca, Berrotarán; la Toma, de capital y los Ticas de Bialet Masé. Desde 2013, trabajan mancomunadamente en la semana del cine. Precisamente, desde el 7 al 9 de octubre próximo se realizará una muestra de Cine Indígena de Chaco en Córdoba. Durante esos días habrá una nutrida agenda de actividades que se dará a conocer más adelante. Entre ellas, capacitación, contenidos interculturales y un festival de poesía «que recupera la alegría vital de los pueblos en su musicalidad».
No es un disfraz
A nadie escapa que en San Marcos conviven con otros grupos sociales que llegaron desde las grandes urbes buscando otras formas de vida. Los lugareños los llaman «hippies» en alusión a ciertas modalidades de vida que remiten al movimiento contracultural nacido en los sesenta en los Estados Unidos. Consultada sobre cómo es la convivencia reconoce que «Hay un conflicto que nos empobrece, porque se dicen ecologistas, pero desmontan y alambran. Creen que ser indígenas es un disfraz, que se puede poner y luego sacar. Quieren vivir como hace 200 años y que no bañarse un mes los hace indígenas», ironiza.
Subraya que como miembros de los pueblos originarios utilizan las herramientas que ofrece la tecnología a «nuestro favor» y que estudian en las universidades. Ella cursa la carrera de antropología y otros hermanos historia y cine. «Si no llegamos a ciertos niveles no vamos a estar a la altura de las circunstancias ante un debate cultural y vamos a seguir legitimando otros conocimientos como ha sucedido hasta ahora», argumenta.
Pese a que la teoría del crisol de razas ha sido revisada se sigue afirmando que la mayoría de los argentinos, bajó de los barcos. Existen grupos que niegan el mestizaje o lo miran con desdén.
-¿Cómo valorás estas posiciones a veces asumidas por los amerindios?
-Nos provocan mucha tristeza esas cuestiones. Es una pobreza individual no tener raíces y también es una cuestión que se ha montado. Que nos han dicho, y que ha generado un sentimiento de vergüenza de ser indígena. Algo que no vivimos en San Marcos.
En este punto recordó las grandes fiestas denominadas Tulianadas que se hacían en los ochenta y que despertaron un sentimiento identitario muy fuerte. Lamentó que ya no se hicieran porque un político a quien evitó citar las registró como propiedad. Otro evento que se llevó a cabo en 2006 donde se celebró la devolución del territorio por parte del estado a la comunidad «Nos parece una cargada. Es como celebrar la derrota. Seguimos en pie de lucha por la propiedad intelectual de lo ancestral que es la misma que se viene dando contra Monsanto y las semillas transgénicas. Son cuestiones muy sensibles», observó.
Bienes comunes
En esa línea trajo a la memoria una lucha encarada en 2014 cuando de manera subrepticia se autorizó la puesta en marcha del emprendimiento minero Mina Cerro Negro para la extracción de cuarzo y wollastonita presentes en los cerros Blanco y Negro.
«Una gran máquina en un tráiler avanzaba hacia el Rio Quilpo, a paso de hombre, hasta un sitio sagrado para nosotros. Ahí empezamos a activar telefónicamente ante las oficinas ambientales del gobierno provincial y nacional. Instalamos la emergencia ambiental y al día siguiente estuvimos todos en las plaza», asevera.
La empresa, refiere, contaba con la autorización de la secretaría de ambiente para el uso manual de 300 toneladas en un mes. Con la máquina lo hacía en un día.
Sitios sagrados
A partir de esos eventos se realizó un mapeo de lugares sagrados. Por caso, el cerro blanco «Es una fábrica de armas de puntas de flecha de pica de lanza y hay altares entre los cerros. En el medio un afluente del rio Quilpo iba a desaparecer. También se verificó que hay una condorera. En aquel momento, se hicieron ceremonias protectoras».
Agrega que había 28 pedidos de explotación. «De modo que empezamos un mapeo de sitios sagrados. Llegamos a 450 y luego nos detuvimos. Calculamos que hay más de mil. Con esos datos la provincia creó en 2015 la Reserva Arqueológica dejando afuera los derechos de las comunidades indígenas. Pero en el nuevo código civil aparece la propiedad como un derecho de los pueblos indígenas como figura legal otorgando nuevos derechos», asegura.
Enfatiza que seguirán con el mapeo de sitios sagrados y advierte sobre la voracidad inmobiliaria y los negocios turísticos. «Entendemos que primero están los derechos de la madre tierra, incluso, por encima de los nuestros. Como comunidad luchamos y defendemos la propiedad comunitaria», concluye.
*En todo el país se han constituido colectivos denominados Comité por la libertad de Milagro Sala. Ver las actividades en Córdoba aquí.
Fuente: http://www.prensared.org.ar/40717/mariela-tulian-si-dejamos-sola-a-milagro-nos-dejamos-solos-todos
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