El argentino, es uno de los mares más ricos del mundo, invadido por pesqueros ilegales y fuerzas militares británicas. El hecho enciende alarmas y trae la pregunta respecto de la política de defensa del territorio marítimo en Argentina.
Un impactante video grabado por Alberto Mendoza, capitán del barco pesquero Don Pedro, comenzó a circular por medios de comunicación y redes sociales en Argentina, el 25 de abril pasado. En él se observa -en el radar de un buque- cómo un centenar de barcos extranjeros están pescando ilegalmente dentro de la Zona Económica Exclusiva del Mar Argentino. Ante su público conocimiento, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación activó el protocolo de acción preventiva con la Prefectura y la Armada del país.
Para ello dispuso el patrullaje a cargo del buque Guardacostas de la Prefectura GC-27 Prefecto Fique, el patrullero oceánico ARA Bouchard, mientras la Aviación Naval aportó un avión antisubmarino Tracker para realizar tareas de exploración y recientemente, se sumó el destructor ARA La Argentina.
Como resultado del despliegue de las fuerzas nacionales, el 3 de mayo último, la Prefectura Naval capturó el arrastrero Calvao (buque dedicado a la pesca de arrastre con red) de origen portugués. Al día siguiente, el 4 de mayo, el turno fue del buque chino “Hong Pu 16” que también se encontraba pescando ilegalmente, esta vez gracias al accionar del patrullero oceánico ARA “Bouchard”. Apenas 9 días después, el 13 de mayo, otro buque pesquero chino, el “Lu Rong Yuan Yu 668” fue descubierto en plena actividad por las autoridades argentinas.
Por su conformación histórica, -más allá de algunas excepciones, como los gobiernos del General Juan Domingo Perón (1946-1952 y 1952-1955) previos al golpe de Estado del general Eduardo Lonardi-, la Argentina se estructuró como un país semicolonial, con una matriz diplomática, económica, financiera y comercial dependiente de la planificación de los países imperialistas -primero Inglaterra, luego Estados Unidos- generándole un grave problema de soberanía, sumiéndolo en un estado de independencia formal, pero no real.
Como correlato cultural en el imaginario colectivo de los argentinos aún se encuentra presente aquella idea de que “la Argentina es el país de las vacas, el maíz y la soja”. Desde esa convicción enlazada a intereses económicos locales, desde la esfera política se le dio la espalda al mar, delegando el comercio, abandonando la pesca y desprotegiendo su inmenso territorio azul.
Es tal la negación que en las escuelas argentinas poco se enseña sobre las campañas del Almirante Guillermo Brown o la vuelta al mundo de Hipólito Bouchard, como si el país no tuviera historia marítima.
Sin dudas, no sería correcto simplificar este fenómeno. Sus causas y expresiones son múltiples. Una de ellas, tal vez la más evidente y al mismo tiempo silenciada por el poder, es la invasión del Reino Unido de aproximadamente tres millones de kilómetros cuadrados. Territorio marítimo en el cual actualmente vende licencias pesqueras (siendo España su principal comprador), avanza en la exploración y explotación de los hidrocarburos, tiene una fuerte presencia militar y proyección a la Antártida Argentina y chilena.
Entonces, si el país tiene tal dimensión territorial marítima ocupada ilegalmente por una potencia militar como la británica, resulta innegable que tiene un conflicto diplomático-militar que debe resolver pacíficamente, por la vía política. Al inmenso territorio azul que Argentina debe cuidar se le suma este conflicto.
¿Es posible una planificación político-estratégica soberana? ¿Cómo enfrentar la situación, para el resguardo de los recursos nacionales? Se plantea aquí la necesidad de una rama naval o Marina como una prioridad para la defensa de los intereses vitales de la nación.
Situación de la Armada Argentina (marina militar)
El Capitán de Navío -Aviador Naval Veterano de Guerra de Malvinas – (RE) Juan José Membrana, entrevistado por el Observatorio Malvinas de la Universidad Nacional de Lanús, afirmó que “los buques de la Armada Argentina (tipo fragatas, corbetas y buques auxiliares) y de la Prefectura Naval (tipo guardacostas) son unidades veteranas y obsoletas con graves problemas de mantenimiento y de costos de operación”.
Un ejemplo de esto es el destructor ARA La Argentina que en este momento está realizando patrullaje en la Zona Económica Exclusiva, ya que fue botado (“tirado” al mar) en 1981 e incorporado a la Armada en 1983. A causa del estado de las unidades, las navegaciones son reducidas y su capacidad de permanecer en alta mar por tiempo prolongado es escasa. El argentino es un mar abandonado por decisión política desde el regreso de la democracia en 1983.
En 2018, se comenzó a trabajar el Proyecto de Recuperación de la Capacidad de Patrullado Naval Marítimo, en cuyo marco se compraron cuatro patrulleros oceánicos a la Naval Group (Francia). La primera entrega fue el ARA Bouchard, que arribó al país el 5 de febrero pasado. El cronograma de entrega prevé que a mediados de este año Argentina reciba otros dos y el último sea entregado a principios del 2022.
Por una defensa permanente
El país dio el primer paso enviando buques para proteger la Zona Económica Exclusiva. El segundo paso –muy trascendental- ocurrió el 6 de mayo último, cuando se produjo una reunión en la sede de Prefectura en la que participaron el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero; el ministro de Defensa, Agustín Rossi; la ministra de Seguridad, Sabina Frederic; el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Luis Basterra; y personal de la Prefectura.
Allí, analizaron las medidas adoptadas para combatir la pesca ilegal. Si bien se trató de una reunión clave, persiste la necesidad de que se desarrolle una política de Estado a largo plazo y que, además, se incluya a la Armada nacional.
Uno de los puntos cruciales en la defensa y seguridad de la Argentina es el mar, donde hay recursos naturales que son saqueados ilegalmente y donde se despliega un histórico conflicto diplomático-militar (el más importante del mundo por el territorio en disputa). Para ello se necesita una marina fuerte (Armada y Prefectura), con una industria nacional trabajando a “pleno vapor”, con las fuerzas industriales y tecnológicas soberanas dispuestas a tal fin. Los astilleros argentinos pueden y deben fabricar los buques que el país necesite.
La política de defensa del Atlántico Sur tiene un alcance regional. En especial se precisa de una fuerte alianza entre Argentina y Brasil, pero además, ¿será posible impulsar que en la Patagonia, frente a Malvinas, se instale la primera base defensiva de UNASUR que patrulle el Atlántico Sur, proteja el cruce oceánico y tenga proyección antártica?
Juan Natalizio. Periodista argentino, conductor de Malvinas Causa Central (Radio Megafón-UNLa), docente e investigador del Observatorio Malvinas – UNLa, Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)