Llega diciembre y el consumo crece, al menos en comparación con otros meses del año. En época en que se piensa en regalos de fin de año, desde La tinta, acercamos emprendimientos cooperativos con historias y resistencias. Flor de Luna, Bases, Alternativa Marginal, Diversas Editorial y Cooperativa Retazos nos cuentan por qué se organizaron desde […]
Llega diciembre y el consumo crece, al menos en comparación con otros meses del año. En época en que se piensa en regalos de fin de año, desde La tinta, acercamos emprendimientos cooperativos con historias y resistencias. Flor de Luna, Bases, Alternativa Marginal, Diversas Editorial y Cooperativa Retazos nos cuentan por qué se organizaron desde la economía popular y qué productos comercializan.
Se calcula que, en el país, existen alrededor de cinco millones de personas que eligen organizarse a través de la economía popular como política de resistencia ante la embestida capitalista. Las actividades que forman parte de la economía de lxs excluidxs surgen como consecuencia de la incapacidad del mercado para ofrecer trabajo digno en fábricas o empresas y se caracterizan por estar inmersos en la cultura popular; impulsar procesos de producción, circulación e intercambio de bienes y servicios en las periferias urbanas y rurales; y poner los medios de producción al alcance de los sectores populares.
Según datos de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), el 32,1% del trabajo urbano en Argentina se desarrolla en unidades de la economía popular, en tanto que el 50% de lxs trabajadorxs argentinxs se encuentran en situación de informalidad.
Desde La tinta, dialogamos con cinco emprendimientos de distintos rubros que narran por qué decidieron ser cooperativa y cuál es el impacto que tiene en su economía.
Diversas Editorial: contenido feminista, latinoamericano y popular
«La Editorial nace a partir de una plenaria de distintas organizaciones feministas. Dentro de las conclusiones de la misma, estaba el autofinanciarnos con el objetivo de incidir activamente en la política con candidatos propios. A partir de esa conclusión de las bases, se genera una necesidad y se nos ocurre generar una fuente de ingresos que distribuya ganancias a las organizaciones y a les compañeres, donde todes ganen de acuerdo a su trabajo. Hablé con Carolina Tealdi, ilustradora y diseñadora gráfica, para hacer agenda y calendario. Luego, al reunirnos y plantearle la idea, terminamos de cerrar con el formato de cooperativa de trabajo».
La que habla es Adriana Bollo, una de las integrantes de la cooperativa Diversas Editorial. Me cuenta que son ocho integrantes y que todas tienen sus roles: «Cinco son ilustradoras y escriben también, una es poeta, y dos compañeras que aportan desde su lugar político como Haide Giri, ex Senadora Nacional quien nos abre caminos y es nuestra madrina. Todas vendemos. La parte comercial incluye a todes les compañeres que quieran vender. Está estructurada con un sistema de venta directa. Hoy, contamos con alrededor de 20 vendedoras inscriptas».
Cooperativa Retazos, las mujeres de los barrios unidas
«La coope nace con compañeras que antes eran de Patria Grande y otras no, eran vecinas con máquinas familiares uniendo retazos, de ahí el nombre de retazos. Yo me sumé hace cuatro años y otras compañeras más también. Somos mujeres con hijos que no podíamos acceder a un trabajo formal». Isabel cuenta que la decisión de aunarse en cooperativa estaba vinculada a la imposibilidad de acceder al sistema laboral: «Es nuestro trabajo autogestivo. Al no conseguir trabajo formal y al ser mujeres grandes, decidimos construir día a día la cooperativa».
Sobre los productos que comercializan en Cooperativa Retazos, Isabel explica que trabajan con «indumentaria femenina y realizamos prendas a pedido». Y agrega: «El trabajo cooperativo siempre es importante por muchas situaciones económicas y emocionales, compartir saberes es muy lindo».
Flor de Luna, siete años de redes
Flor de Luna nace en el 2011, en el marco de la Red de Comercio Justo y es ahí donde las interpela otra forma de economía: «Empezamos a pensar cuestiones que tuvieran que ver con las productoras, las personas, la economía, las compras comunitarias y las posibilidades de generar economías más comunitarias, más colaborativas y más integrales, en el sentido de que cierre por todos lados el cuidado de la tierra, de las personas y empezar a poner el vínculo entre las personas y lo que necesitamos para vivir. Es tratar de devolverle a la vida el centro cuando una piensa en la economía, cuando la economía capitalista pone el centro en el lucro», explica Noe.
Un día, se enteró de que existían las toallitas de tela y las probó, a partir de ese día, no volvió a utilizar las descartables. «Empecé por una cuestión de ecología y salud, no había pensado, hasta ese momento, la cantidad de basura que generaba y lo dañino que era para el cuerpo. En la práctica cotidiana del uso de productos alternativos para la gestión de la menstruación, fue cambiando mi forma de pensar sobre la menstruación y ser mujer, y algunos libros que pasaron por mí. Ahí me volví como mucho más feminista, sin querer y desde la propia experiencia», cuenta. Ese fue el click. A partir de ahí, el conocimiento fue compartido. Con su compañero de esa época, empezaron a producir toallitas de tela, que, según cuenta, hasta ese momento, «no había quien las produjera y no eran conocidas».
Para Noe, la economía popular también le llega de la mano de algunos trabajos de extensión que hizo con la Facultad en algunos barrios de Córdoba. «Habíamos activado cuestiones sobre economía popular y habíamos hecho asesoramiento en productivas en gente de barrio. Pensamos que podíamos probar con un emprendimiento propio, probar que se podía arrancar un emprendimiento con muy poca plata y si ese emprendimiento iba a poder sostenerse. Finalmente, nos generó un ingreso importante en nuestras economías, pero de a poco, durante 4 o 5 años».
Sobre el producto, entiende que era «anti sistema» y que era «probable que no funcionara», aún así, siguieron adelante. Recuerda que, en los primeros años, «las toallitas venían en un paquete de harina dado vuelta y pintado, en eso poníamos las 4 toallitas y las bases. Cosíamos todo con la máquina de coser de mi abuela. Así arrancamos nuestra productiva y fue creciendo».
«Vendemos una línea de tela de gestión de higiene personal femenina, protectores diarios de tela de varios talles, las toallitas femeninas de tela ecológicas, los protectores mamarios y un kit de iniciación para niñas. Después, una línea de productos de libros, algunos de autoras encuadernados artesanalmente, algunos libros de compañeras y otras producciones nuestras como la agenda y el lunario. La agenda tiene colaboraciones de alrededor de 40 compañeras. El lunario lo hicimos con una compañera ilustradora y la bitácora de registro de ciclo también».
Uno de los proyectos a futuro que se plantean es organizar una Fundación que gestione productivas donde los excedentes paguen horas de trabajo en espacios de empoderamiento de mujeres en barrios. «Todas las que venden hacen un aporte porque vendemos a través de nuestras compañeras. Son como 70 en todo el país. Tenemos un blog de escritoras e ilustradoras, no pagamos por horas de trabajo, sino que todas cobramos lo mismo. Hoy, aportamos a las economías de alrededor de 100 mujeres.»
La necesidad es el trabajo: bases cooperativas
Santi está del otro lado del teléfono. Me cuenta los inicios de la cooperativa: «Se llama Cooperativa Trabajo y Dignidad. Le pusimos ‘Bases’ para la comercialización de productos. Está emplazada en la comunidad Marta Juana González que es una toma de tierra que se inició hace 9 años al fondo del barrio Villa El Libertador. En esa toma, seis de los lotes son comunitarios y tenemos espacios de trabajo, educacionales, recreativos, espacios para la niñez, cuadrillas de trabajo».
Una de las razones por las que se organizaron fue subsistir ante la exclusión que el estallido social del 2001 había dejado: «En principio, la necesidad era la comida. En el 2003, empezaron a organizarse para hacer ollas populares, para armar un comedorcito en ese lugar de barrio. Hace 9 años, la necesidad pasó por el tema la tierra, entonces se reorganizaron todos los compañeros del barrio, hicieron una lucha muy grande contra desarrollistas urbanos. Ya hace unos cinco años que la necesidad pasa por el tema del trabajo y estamos en condiciones de poder organizar el trabajo desde los movimientos populares. Entonces, empezamos a desarrollar unidades productivas de la economía popular para poder generar trabajo en todos los barrios».
En el barrio, hay alrededor de 15 cuadrillas de trabajo. Los rubros son diversos, desde jardinería, carpintería, construcción, serigrafía hasta textiles. Bases trabaja la carpintería. «Todo lo que sea a pedido, nosotros lo diseñamos, presupuestamos y hacemos. Todos artículos en madera y algunas cosas de jardinería. También, dentro de nuestra comunidad, funciona otra marca que se llama República Austral. Es una marca de ropa de diseño, donde trabajan un grupo de compañeras argentinas y bolivianas diseñando ropa».
Remeras sin patrón: Alternativa Marginal
«La cooperativa nace de la militancia barrial de la Agrupación Mazamorra en los barrios campo de la Ribera, Muller y Maldonado en el año 2008. En el 2009, se dicta un taller de serigrafía para jóvenes y niñes, y, a partir de ahí, con los más jóvenes, se decide formar una cooperativa y poner en práctica lo que se había aprendido en taller y se empieza a vender remeras. El nombre nace de ahí, Alternativa Marginal como una alternativa a los jóvenes marginados de los barrios marginados de la ciudad que, justamente, les costaba encontrar otros trabajos formales por el lugar donde provenían. Como una salida laboral a ellos es que también se forma la cooperativa, con la idea de mostrar, a través de una remera, de una frase, de un diseño, la realidad que se vivía y se sigue viviendo en los barrios marginados de la ciudad».
A la cooperativa la integran cinco personas. Lilen cuenta que intentan «transmitir un mensaje en cada prenda con mensajes políticos sociales». Trabajan a pedido y muchos de los productos por mayor fueron para organizaciones sociales u otras cooperativas. Un dato: las remeras de La tinta son confeccionadas por Alternativa Marginal.
«Creemos y apostamos al trabajo horizontal, sin patrones, sin explotación, donde todes ganemos lo mismo, independientemente del trabajo que hagamos o para lo que estemos capacitades. Creemos en apostar a otra economía, alimentarnos mutuamente entre cooperativas, consumiendo otros productos de otras cooperativas y vendiendo nuestro producto a esas otras cooperativas. Por ejemplo, nosotres hacemos la serigrafía y la sublimación, pero las prendas las confecciona cosiendo rebeldía, otra cooperativa.»
Fuente: http://latinta.com.ar/2018/12/sin-patron-cinco-emprendimientos-cooperativos-para-conocer/