Cruces en el kirchnerismo por el accionar del secretario de seguridad, Sergio Berni y el secretario general de SMATA, Ricardo Pignanelli. Cuestionamientos a la represión y a las prácticas totalitarias de conducción sindical. Una crisis que se produce cuando se agrava la situación de la economía, el gobierno se opone aumentar el mínimo no imponible […]
Cruces en el kirchnerismo por el accionar del secretario de seguridad, Sergio Berni y el secretario general de SMATA, Ricardo Pignanelli. Cuestionamientos a la represión y a las prácticas totalitarias de conducción sindical. Una crisis que se produce cuando se agrava la situación de la economía, el gobierno se opone aumentar el mínimo no imponible del impuesto al salario y pueden ampliarse los conflictos. Y como si fuera poco, Griesa rechaza el pedido de reponer la medida cautelar para evitar el «default» y se complica la situación externa del país.
Los conflictos por despidos en la industria automotriz y autopartista están generando mucho ruido y unas cuántas nueces en una fracción de la coalición kirchnerista. Las figuras del secretario de seguridad, Sergio Berni y del secretario general del SMATA (mecánicos), Ricardo Pignanelli, están en el centro de las controversias. La represión, por un lado y los métodos totalitarios y persecutorios con los que Pignanelli conduce su sindicato, por el otro; están generando el rechazo de un arco cada vez más amplio de referentes políticos del Frente para la Victoria.
Renuncie montonero…!
Luego de la represión a los obreros de la autopartista Lear, -en conflicto por el despido de más de 200 trabajadores y la avanzada contra sus delegados-, una de las primeras voces de protesta fue la del diputado nacional por la provincia de Buenos Aires, Leonardo Grosso. «Berni debería explicar por qué hace todo lo contrario a lo que hacía Néstor [Kirchner]. Es funcional a la oposición. Dos días de represión a obreros y los medios ‘progres’ no dicen nada», escribió Grosso, que además es referente del Movimiento Evita. Hay que recordar que uno de los líderes del Movimiento Evita es Fernando «Chino» Navarro, que es nada más y nada menos que el jefe de la bancada de diputados del FPV en la legislatura de la provincia de Buenos Aires. El fin de semana pasado, Berni le respondió con su particular estilo: «O deja la banca del Frente para la Victoria o le pide a la presidenta mi renuncia», desafió el secretario de seguridad. En una entrevista en el programa radial «Tierra de locos» (22/7), que conducen los periodistas Ernesto Tenembaum y Alejandro Bercovich, Emilio Pérsico, máximo referente del Evita, tuvo que dar unas cuantas vueltas para simular los enfrentamientos: «Berni es un ‘compañero’ al que se le pueden cuestionar muchas cosas, pero lo hacemos para adentro». Además, justificó las declaraciones de Grosso porque estaba defendiendo a sus «compañeros» militantes del Evita de la localidad bonaerense de San Martin que estaban participando del conflicto. Parece que la «amplitud» de la coalición kirchnerista llega hasta incluir la paradoja de que unos «compañeros» reprimen a otros «compañeros» y después se discute «de las puertas para adentro». Después de todo, Carlos Tomada, también es un «compañero» que está avalando todo el accionar del SMATA y de la empresa Lear contra los despedidos y los delegados.
El diputado nacional Gastón Harispe, perteneciente al «Movimiento Octubres», parte del espacio «Nuevo Encuentro», también salió al cruce de la represión a trabajadores despedidos en la Panamericana. «Somos parte y legítimos hijos de los piquetes, de los cortes de ruta y de la lucha del Movimiento Obrero que enfrentó la ofensiva neoliberal de los 90», expresó a través de un comunicado en el que repudian «las represiones en torno a los conflictos sindicales recientes, convencidos de que detrás de toda necesidad hay un derecho». En el mismo sentido la diputada Ramona Pucheta, exmilitante del movimiento de Raúl Castels, hoy aliada del FPV, cuestionó la represión sobre trabajadores despedidos de Lear. «No piden palos y gases lacrimógenos, sólo ser escuchados y respuestas», afirmó.
También el Centro de Estudios Legales y Sociales, que conduce el periodista Horacio Verbitsky, cuestionó el accionar del Gendarmería en la Panamericana.
Gendarmes y patotas o el peligro de «Ezeizas» en cuotas y de baja intensidad
El mismo Verbistsky, en su columna dominical de Página 12, dio un salto en la denuncia y no solo cuestionó a Berni, sino también a los métodos de conducción de SMATA y de Pignanelli: «Si frente a las medidas de lucha que ese nuevo sindicalismo, integrado en buena medida por jóvenes que consiguieron sus empleos con la recuperación de la última década, los grandes sindicatos optan por un macartismo retro modelo 1974, como el que exhibió Pignanelli al objetar la presencia de diputados y militantes por los derechos humanos en las actividades por la conservación de puestos de trabajo, y si el Secretario Berni borra con el codo las normas que Néstor Kirchner estableció hace diez años, por las cuales la policía no puede portar armas de fuego en el control de manifestaciones políticas y sociales ni dispersar una multitud disparando balas de goma, será más difícil explicar por qué el kirchnerismo no debería tomar en cuenta a Sergio Massa ni a Daniel Scioli entre las opciones para 2015. Este es un fracaso compartido entre el gobierno y las fuerzas sindicales que lo apoyan». En síntesis, si se impone la primacía de las prácticas represivas de Berni y las formas totalitarias de conducción sindical de Pignanelli, se pierden los últimos matices que aparentemente separaban al kirchnerismo de Massa y de Scioli. La contradicción de Verbitsky es que en el mismo artículo que cuestiona la represión y el macartismo sindical, avala el ajuste, afirmando que la demanda contra el impuesto a las ganancias sería de algo así como un reclamo excesivo de una presunta «aristocracia obrera».
Una vaca es una vaca y Pignanelli es Pignanelli
Pignanelli y el SMATA, no se inmutan por las críticas de la fracción progresista de sus «compañeros». A la fraudulenta destitución de los delegados de Lear, en una asamblea express, «sin debate» y sin garantías para la defensa de los atacados; le sigue una persecución mafiosa de delegados disidentes en la fábrica Volkswagen. Afiches con sus rostros aparecen pegados en distintos lugares de la empresa, con lemas del tipo «Malditos aquellos traidores…». Primero empezaron «marcando» a siete, luego llegaron a diez, y al cierre de esta nota sumaban once los «escrachados» por la burocracia del sindicato, en un claro accionar persecutorio. Pignanelli había dicho que «no quedaban delegados de izquierda en las fábricas donde estaba SMATA».
Los métodos de Pignanelli también se cuestionan en la CGT oficialista. El periodista Jorge Duarte, especializado en gremiales, escribió en su cuenta de twiter: «Además de repudiable por la cacería sindical que desató SMATA en Lear y Gestamp, el rol de Pignanelli es cuestionado por varios en la CGT».
La otra fracción del sindicalismo peronista cuestiona pública y abiertamente al SMATA. Durante el conflicto de la autopartista Gestamp, Pablo Moyano, había afirmado que los que pierden la conducción de sus representados a manos de la izquierda, es porque no saben defender a sus trabajadores.
La Juventud Sindical que dirige Facundo Moyano, declaró que «En el caso de la fábrica Lear, la connivencia entre la multinacional y el SMATA provocó el despido de 120 trabajadores y un intenso conflicto». La economía está en un claro retroceso y quedan pocos días para conocer si la Argentina entrará finalmente en «default» técnico por los reclamos de los fondos «buitre». El juez Griesa rechazó este martes la reposición de la medida cautelar («stay») solicitada por los negociadores que representan a la Argentina y convocó a una nueva reunión el próximo miércoles 29/7 a las 10 hs. en Nueva York, a horas del vencimiento del plazo para pagar a los bonistas reestructurados. Capitanich afirmó, también este martes, que no habrá modificaciones en el impuesto a las ganancias aplicado sobre el salario. Hizo el anuncio un día después de reunirse con referentes de la CGT oficialista. Además de los conflictos por despidos, pueden generalizarse los reclamos contra el impuesto.
Estas iniciales fracturas en la coalición kirchnerista no son más que una expresión del rechazo a un ajuste que promete profundizarse. El jefe de Gabinete pareció afirmar que el gobierno está dispuesto a la «peor» combinación: el programa de Verbitsky (mantener en impuesto al salario), pero con los métodos de Berni y Pignanelli.
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