El resultado electoral de la primera vuelta nos sorprendió a todos, propios y ajenos. Implicó un cambio del mapa político y llevó a un realineamiento de fuerzas necesario y un cambio de táctica para afrontar la nueva situación.
La sociedad aparecía dándole consenso electoral a una fuerza conservadora de derecha representante directa del gran capital empresario y los intereses del ala derecha del imperialismo occidental. Frenar el acceso de esa opción al gobierno paso a ser la prioridad y tras ella nos encolumnamos.
El triunfo del PRO nos plantea, en ese mismo sentido; un escenario que no esperábamos hace pocos meses cuando nos preparábamos para ser oposición a Scioli, al que avaluamos como un giro conservador dentro del modelo K.
Toda política futura se desprende del balance que hagamos de la etapa abierta en el 2001 y específicamente del significado del kirchnerismo dentro de ella. La clave esta en valorar racionalmente los cambios y continuidades entre el kirchnerismo y el Menemismo/Alianza. Exagerar los cambios y no ver continuidades estructurales que se sostienen con el modo de acumulación capitalista que se inauguro con Martínez de Hoz, es un «error de derecha». Por ejemplo el tema sojero, minero, financiero, muestra muchas mas continuidades y profundizaciones que cambios. Justamente uno de los hombres que estuvo durante la gestión actual en la política agraria continuará con Macri.
Pero solo ver continuidades y no ver los cambios que dentro del modo de acumulación transformaron mucho el mapa económico y social es un «error de izquierda». Es no ver que no es lo mismo que sea YPF SA la que planifica la política petrolera o que exista una jubilación estatal o que se regule el tipo de cambio, o la política democrática en general, o la latinoamericana en particular, y muchos etcéteras.
Las razones de la derrota del K tienen su origen en dos cuestiones clave de la ideología que lo sustenta. Una: el temor o la incapacidad de apuntalar la organización popular y la movilización de las masas. Lo que tiene su mayor expresión en que mientras que la clase obrera se fortaleció numéricamente, el movimiento obrero se debilitó corporativamente. O que después de 6 años de sancionada una muy buena Ley de medios solo haya tres canales populares legalizados
Y, dos: la errónea convicción K de que sería una fracción de la burguesía nacional la que encabezaría la consolidación de Argentina como país capitalista independiente con algún grado de redistribución de la riqueza (que no es lo mismo que justicia social). Este fracaso se ve claramente con la composición del capital de las 500 mayores empresas, que en más de un 70% permanecen en manos extranjeras, y en la enorme fuga de capitales que la «burguesía» (la gran burguesía) en general fugo sin capitalizar internamente (en números: otra Argentina completa).
En esas dos patas se sustenta la actual derrota, y los principales temas que una política transformadora debería encarar.
Pero ¿Cuál es el escenario que se abre con ella?
Primero podemos decir que a partir de la primera vuelta una parte importante de la población pareció despertar. Ese despertar permitió que lo que se evaluaba como un triunfo aplastante de la derecha se transformó en una victoria raspando.
¿Que significado tiene ese cuasi empate en números? Creemos que ese 49% de votos a Scioli expresan un rechazo al neoliberalismo, son votos mas «ideológicos» que el 51% de votos macristas, que son un conglomerado que no implican una directa adhesión a la ideología de mercado, sino un rechazo a la «yegua montonera», a la «corrupción K» o al patético programa 678, a la «falta de dólares» o sea un voto trabajado hace tiempo por cuestiones de forma mas que de fondo.
Debemos tener en cuenta una última cuestión: el corrimiento de la situación política hacia la derecha liberal no implica un cambio de la naturaleza del Sciolismo ni del PJ, ni el significado estructural del K. Lo que cambia es la disposición de fuerzas en un escenario inesperado.
El PRO tiene un programa claro gobernar a través de los hombres de las grandes empresas, apoyarse en las ONGs, reorientar la política financiera hacia los mercados y la geopolítica hacia el imperialismo yanqui.
El desafío de Macri y los suyos será estabilizar su gobierno y generar una nueva hegemonía que le permita prolongar sus políticas de entrega y segmentación social. Para ello tiene varios desafíos. Uno, es no avanzar brutalmente en las aspiraciones de los grandes grupos y el mercado, sino ser «gradualista» para evitar reacciones populares que, con el estrecho margen electoral, se anuncian si es «gurka».
Eso dependerá de que las clases dominantes entiendan o consideren que Macri garantiza sus intereses estratégicos más que nadie en nuestro país. Entender que pueden ser muy beneficiados por las reformas estructurales que una nueva ola neoliberal con consenso implicaría.
Pero para ello deberían tener paciencia y financiar económica y políticamente al proyecto del PRO resignado sus máximas aspiraciones para mas adelante. Cosa que en muchos casos se choca con las necesidades económicas del capital en momento de crisis Dos, para avanzar en su proyecto de mercado, desregulación y entrega, Macri necesita muchos U$S. Esos solo tienen dos orígenes, uno el local de las exportaciones; y dos del mercado financiero internacional. La experiencia indica que, aunque no haya liquidez en el mundo, el imperialismo (eso son «los mercados») tiene dinero para garantizar la estabilidad inicial de los suyos tal como hiciera con Martínez de Hoz al mes del golpe de estado con un crédito bien abundante. Pero eso no es seguro (se definirá en los próximos meses) y tampoco es eterno, sino que tiene sus costos en un plazo no muy largo
Tampoco las clases dominates son un grupo de estrategas en una mesa de arena, sino que se suelen comer entre ellos y ser como «muertos vivos» que no pueden evitar correr atrás de la sangre. En la capacidad del PRO de estabilizar la situación mientras implementa sus planes esta la clave de su éxito
Se nos impone una tarea, a la que podemos enunciar así:
Impedir la consolidación del nuevo modelo, desgastar al gobierno y activar la organización popular y política. En síntesis, impedir el surgimiento de una nueva hegemonía.
Decía Perón que para el pueblo «la víscera mas sensible es el bolsillo», si el PRO ajusta y eso se nota en el nivel de consumo popular, el clima favorecerá la lucha. Si este ajuste se atrasa a causa de llegada de dinero u otras políticas, la lucha será mas «ideológica» de principios nacionales contra el avance liberal.
Pero en ambos casos debemos c
onstruir amplias alianzas que hagan efectiva las acciones que frenen las políticas macristas y permitan defendernos con eficacia. Sin embargo estas alianzas no deben implicar diluir la lucha o la construcción tras tibios oportunistas, o sectarios que demostraron estos años su cortedad de miras, u olvidar la naturaleza del cristinismo (que pasara a la oposición desde el llano). Aunque no dudamos que dentro de ese 49% de votos anti Macri, esta el espacio político de masas desde donde se debe basar el ataque a las políticas liberales
Otra tarea más difícil aun, pero prioritaria, será ayudar a construir una fuerza capaz de ser alternativa de gobierno en el plano electoral. O que inicialmente se pueda expresar con visibilidad en ese plano. Creemos que en el escenario futuro debemos apostar a construir una herramienta electoral propia con las características propias y ambiguas que implica operar en ese terreno.
Pero ese no es el total orientador de una política. Hay que construir una corriente en el movimiento obrero que será duramente agredido en la nueva etapa. Una corriente que exprese nuestras ideas de poder popular y liberación nacional, que exprese a la clase obrera y potencie la lucha pero alejada del sectarismo «neoclasista». En cada terreno hay políticas específicas, en comunicación, en los barrios, en la confrontación, etc.
De la misma forma todo eso debe ser paralelo y complementario con la construcción de una herramienta política que le de coherencia a los diferentes espacios donde expresemos nuestras estrategia de lucha contra el avance liberal. Una «dirección» desde donde podamos articular políticas de diferentes «tiempos».
Por último es bueno recodar otra frase de Perón: los militantes son como perros si se los patea te muerden; el pueblo es como los gatos solo pelea cuando esta acorralado. No debemos confundir nuestra imaginación política con la realidad subjetiva del pueblo. Los trabajadores, el pueblo, no nos están esperando. La política le tiene «horror al vacío». Dependerá de nosotros ser capaces de estar a la altura de la nueva etapa que se abre.
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