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Entrevista con el periodista y revolucionario Herman Schiller

«Soy un francotirador que está por la unidad de la izquierda argentina»

Fuentes: Rebelión

Durante la última dictadura, Herman Schiller dirigió el semanario Nueva Presencia (1977 / 1987), dedicado a denunciar, primero en forma cautelosa y luego cada vez más franca, los horrores de las tiranías que sufrían Argentina, Chile («De hecho, la gente que fue del Frente Patriótico Manuel Rodríguez me conoce muy bien, como Amador Ibáñez y […]

Durante la última dictadura, Herman Schiller dirigió el semanario Nueva Presencia (1977 / 1987), dedicado a denunciar, primero en forma cautelosa y luego cada vez más franca, los horrores de las tiranías que sufrían Argentina, Chile («De hecho, la gente que fue del Frente Patriótico Manuel Rodríguez me conoce muy bien, como Amador Ibáñez y otros cuatro rodriguistas que estuvieron en prisión en Buenos Aires durante el gobierno de Alfonsín. Trabajamos mucho por su libertad, llegando a realizar una huelga de hambre en las puertas del Congreso Nacional») y otros lugares donde reinaba el espanto. En la época, el periódico fue objeto de un par de atentados explosivos que en modo alguno amilanaron ese empeño. Nueva Presencia ofrecía artículos de exiliados, como el del actual diputado porteño Julio Raffo, «con el que estoy enojado porque después trabajé con él y un mal día me despidió sin explicaciones».

El periodista fue uno de los primeros que marchó junto a las Madres de la Plaza de Mayo y participó en la inauguración de las protestas de la resistencia. «Estuve con las Madres, hasta que Bonafini se volcó hacia el kirchnerismo».

-¿Cómo defines tu militancia?

«Siempre he sido un periodista. En los años de la dictadura creamos un movimiento que se vinculaba a la represión contra la militancia judía que pertenecía a las agrupaciones político-militares de la resistencia. Se calcula que son 2 mil los judíos detenidos desaparecidos, en su mayoría del Ejército Revolucionario del Pueblo (http://www.youtube.com/watch?v=HGciTxTxECw) y Montoneros (http://www.youtube.com/watch?v=5UZcNpMbXQo). Ante el clamor de las madres, formamos el Movimiento judío por los DDHH que, por supuesto, tenía actitudes a favor del socialismo y del Estado palestino. Por ello fuimos muy combatidos por la derecha judía.»

-Una de tus características es la solidaridad activa con la causa palestina…

«Sí, y quiero que quede clara mi posición por la cual la derecha judía me golpea, y que tiene que ver con denunciar toda represión del gobierno de Israel contra los palestinos. Asimismo, hay un sector importante del campo popular que está en contra de la existencia de Israel y que afirma que se trata de un Estado utilizado por el imperialismo. Yo no estoy de acuerdo con eso. Existe un documento muy significativo convenido entre el Partido Comunista de Israel con el Partido Comunista de Palestina, donde se comparten todos los criterios críticos que uno sostiene, pero que asegura que la única solución es la fórmula de ‘a dos pueblos, dos Estados’: la constitución del Estado palestino junto al Estado de Israel para que juntos luchen por el socialismo. Allí está mi convicción. Por lo demás, en Argentina nosotros acusamos profusamente la venta de armas de Israel a la dictadura. Una de las Madres judías, fundadora de la organización y con tres hijos detenidos desaparecidos, Renée Epelbaum, acuñó la frase: ‘No quisiera enterarme que a mis hijos judíos los mataron con armas israelíes’.»

La unidad del campo popular

-Tú estás presente en la mayoría de las actividades de las izquierdas argentinas como coordinador, animador, haciendo la conducción en los escenarios, propulsando iniciativas. ¿Qué hay tras tu desasosiego inagotable?

«Me considero un militante popular que no tiene ninguna filiación político-partidaria. Difundo la unidad del campo popular y siempre mis espacios han sido unitarios, procurando ofrecerles lugar y voz a todos los sectores, lo que no es fácil.»

-¿Por qué?

«Si hay algo terrible en Argentina es la división del campo popular. Con todo, en la etapa de la coalición Izquierda Unida -una alianza curiosa entre el PCA y el Movimiento Socialista de los Trabajadores (de origen trotskista) que no duró mucho tiempo-, fui candidato dos veces como vicejefe de gobierno de la Ciudad cuando se presentaron Patricia Walsh y luego Vilma Ripoll. Mi actitud entonces fue muy criticada y también fue una experiencia valiosa. Ahora no sé si haría nuevamente ese tipo de incursión. Creo que mi función es estar por encima de todos esos sectores y tratar de ser unitario.»

Del fuego a la resistencia

-¿Qué ocurrió con tu programa radial ‘Leña al fuego’?

«Existe una radio judía donde empecé a emitir mi programa con los contenidos que desarrollo en todos lados: DDHH, gatillo fácil, crítica en ese momento al gobierno de Carlos Menem. El programa duró tres años y nos levantaron, como levantaron tantas cosas. Hubo un gran escándalo, igual que ahora, porque mi producto no tenía nada que ver con la línea de la radio. Por ejemplo, en esa emisora judía invité al embajador palestino varias veces, lo que naturalmente resultó conflictivo. Llegamos a organizar un acto por la Paz en Medio Oriente en la Embajada Palestina, con ella y el Movimiento Judío de DDHH. Luego conseguí hacer el programa en Radio Ciudad (dependiente de la gobernación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires), desde donde vi pasar a varios jefes de gobierno. Sin embargo, el programa gozaba de tanto éxito que nunca me pudieron echar. Estuve 13 años allí gracias a la gente, hasta que me sacó Mauricio Macri (actual jefe de gobierno de la Ciudad). La última emisión fue el 17 de diciembre de 2011 y la realicé con el embajador cubano, lo que para mí fue altamente simbólico.»

-¿Y qué explicaciones te dieron?

«Las razones torpes que usa Macri para clausurar iniciativas antifascistas: que hay que reestructurar, que no se trata de ti, etc. Hace unos días en este mismo café (el legendario London de Av. De Mayo y Perú) estaba Hernán Lombardi que es ministro de Cultura de la Ciudad, un hombre del macrismo. En la época en que yo publicaba Nueva Presencia él se consideraba un tipo de izquierda, tanto que íbamos juntos a visitar a los prisioneros políticos. Entonces yo lo saludé, él recordó aquellos tiempos y le espeté que ‘ahora vos sos uno de los responsables de que me hayan echado’, y me respondió que ‘bueno, son cosas que pasan, todos recordamos tú trayectoria…’ Antes él pertenecía a la izquierda del Partido Radical. Cuando Alfonsín dictó las leyes aberrantes de Punto Final y Obediencia Debida, Lombardi era del sector de ese partido que lo criticó por izquierda. Yo publiqué algo de eso que Lombardi me había enviado. Él se acordó, pero ahora es un hombre de la derecha. En fin. Existe gente que en los 70′ alentó las guerrillas y hoy es parte del poder. Yo al menos trato de mantenerme coherente. No sé si lo hago bien, pero intento sostenerme entero.»

-Es larga la historia de ‘Leña al fuego’…

«En realidad tuvo varios nombres. Durante el ‘Argentinazo’ de 2001, en medio de la revuelta popular, primero le pusimos ‘Resistir es combatir’ y después el definitivo ‘Leña al fuego’.»

-¿Qué papel jugó el programa en el contexto del levantamiento popular?

«Muchos dicen que era el único programa de izquierda que había en el sistema. Cosa distinta pasaba en las emisoras alternativas, claro. Nosotros siempre dijimos que éramos un programa antisistema que lo emitíamos en una emisora sistémica. Y sólo nos salvaba la enorme audiencia.»

-¿Y en la actualidad?

«Hago ‘Aguantando de pie’ en la radio barrial La Caterva (http://leniaalfuego.blogspot.com.ar/). El último programa estuvo dedicado a la esclavitud laboral y sexual donde el Centro La Alameda (http://laalameda.wordpress.com/) denunció que en Argentina hay 500 mil esclavos, cuando se están cumpliendo 200 años de la Libertad de Vientre.»

«Lo cierto es que tarde o temprano esto va a estallar»

-¿Cómo caracterizas a la actual izquierda argentina?

«Cuando murió Franco llegó una etapa muy confusa. La izquierda decía ‘Contra Franco era mejor’, porque al igual que en el género del western, las cosas estaban más claras: los malos se encontraban de un lado y los buenos del otro. Ahora pasa lo mismo en Argentina. Hay gobiernos que se ponen al servicio del capitalismo, pro imperialistas, pero disfrazados de DDHH; es decir, estamos frente a toda un área ‘progre’ confundida. Un amigo que había sido guerrillero me dijo que ‘a la izquierda del kirchnerismo no hay nada’. Entonces en la mitad de este embrollo no es sencillo construir una línea de izquierda. Para colmo vos sos testigo de la división, de las peleas existentes. En una ocasión hice un programa con dos hombres de izquierda, dos trotskistas de distintas agrupaciones y faltó medio minuto para que terminaran a trompadas delante del micrófono. Hace poco me pasó lo mismo con un luchador y dirigente de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA-Micheli) y un pibe de una organización muy radicalizada que lo acusó de burócrata, y el debate se tornó muy violento. Yo quiero armar espacios de discusión unitarias, y a veces no me salen. Para el caso anterior, creo que ambos tienen un papel que cumplir, que no es posible pelearse de ese modo. Ahora bien, tampoco puedo hacer de ‘maestro ciruela’ y plantear que sólo yo quiero la unidad y todos los demás son unos estúpidos que no se unen. En algún momento tal vez lo pensé así, pero en la realidad no es correcto. Si existen divisiones y enfrentamientos también hay razones, no es únicamente mala voluntad.»

-Parece que los considerados ‘errores’ del pasado, aquí se vuelven imperdonables…

«Si vos hace 45 años dijiste una palabra que puede ser interpretada como que Trotsky la hubiera rechazado, perdiste, te la van a reclamar toda la vida. Hay un canibalismo dentro de la izquierda que, desde mi perspectiva, es hijo del propio capitalismo que se ha metido en ella.»

-¿Cuáles serían las condiciones ideales?

«Una totalmente utópica en este momento: la unidad de los sectores revolucionarios. En efecto, en la calle hay unidad. ¡Cuántas marchas hemos hecho todos juntos! Sin embargo, a la hora electoral que nos impone el sistema, no hay posibilidades unitarias. Al menos habría que acentuar los debates, aunque algunos de ellos salgan mal. Porque la izquierda existe: tiene una enorme influencia en el movimiento de los trabajadores, en el estudiantil, en las organizaciones sociales. La calle es de la izquierda, no de la derecha. Todos los días se producen movilizaciones de rápida organización. Debe haber alrededor de cinco semanarios de agrupaciones de izquierda (ninguna ha perdurado en los kioscos, eso sí). Los esfuerzos antiburocráticos han sido importantes, pese a que insuficientes aún frente a la burocracia sindical que controla todo. En relación a las demás fuerzas, es pobre en el campo electoral, aunque ha crecido. Pero actualmente carece de posibilidades de poder en ese ámbito.»

-¿Y cómo ves La Cámpora (http://www.taringa.net/posts/info/10073407/_Que-es-La-Campora_.html)?

«Cuando hay plata, uno puede inventar cualquier cosa. Y La Cámpora es un aparato que funciona con mucho dinero. El gobierno ha logrado cooptar a un importante sector que antes participaba en movimientos de izquierda, en el movimiento piquetero de los desocupados. Parece mentira, pero el mismo gobierno que es responsable de la desocupación, de la miseria y de la desigualdad, ha podido poner de su lado a las víctimas de todo eso mediante migajas.»

-Hay gente de izquierda que manifiesta querer un nuevo 2001, un nuevo Argentinazo. No obstante, entonces la izquierda no triunfó…

«Menos se ganaría hoy. Mirá, en los últimos saqueos que hubo durante las fiestas de fin de año no participó la izquierda. Fue un hecho protagonizado por el espontaneísmo del lumpen -legítimo-. Pero es preciso hacer una caracterización adecuada. Me dijeron que en una parte de la ciudad de Rosario la policía alentó a las villas miseria para saquear. En otros lugares, efectivamente, estuvo la izquierda, pero sólo acompañando, no conduciendo. Los sucesos se diluyeron enseguida, duraron un par de días; no fue un proceso como el 2001.»

-Pero es un síntoma…

«El gobierno ya no puede negar la crisis económica. Intentará tomar medidas sociales contingentes para poder calmar la bronca de la gente, aunque no sé de dónde sacará los recursos. Lo cierto es que tarde o temprano esto va a estallar. El aumento de la desigualdad es enorme. Hay una pauta si se observa el veraneo donde se esperaba que la gente viajara a las playas argentinas, pero en pleno enero, cuando normalmente Buenos Aires está casi vacío, el tránsito está colapsado como siempre. Hay gente en la costa, sin embargo, la mayoría no puede ir. Ahora, el sistema es hijo de puta, pero no boludo. Ha aprendido a canalizar el descontento popular. Existe una frase del escritor David Viñas que acuñó en mi programa: ‘Al peronismo lo inventaron para que los negros no se hagan rojos’. Esto es, para funcionar como un dique de contención ante un proceso revolucionario. En la década del 40′ del siglo pasado parecía que la izquierda ganaba la calle. En 1943, los partidos Socialista y Comunista llegaron a reunir en la Plaza Once a 200 mil personas, impresionante. La derecha entró en pánico y creó anticuerpos. No descarto lo bueno que hizo el peronismo, pero el sindicalismo que existe hasta hoy proviene de allí y también opera como un dique de contención social.»

«Las elecciones van a ser un fracaso para el gobierno»

-De cara a las elecciones parlamentarias de 2013, Cristina Fernández se juega la posibilidad de su repostulación a la Presidencia. ¿Cuáles son tus cálculos?

«Las encuestas le dan 30% a Cristina, un porcentaje que no es poco. Y con medidas sociales puede llegar al 40%. Es importante considerar que el Ejecutivo tiene a los jubilados completamente marginados. La caja de los jubilados ha sido desmantelada (ANSES). Para mí las elecciones van a ser un fracaso para el gobierno y el kirchnerismo se caerá. La posibilidad de la reelección la veo muy lejana.»

-Cristina Fernández se empecina en hacer creer a la gente que su gobierno es como el bolivariano de Hugo Chávez…

«Esas son la contradicciones del gobierno que confunden a un sector progresista, cuando se trata de una administración de derecha que en política internacional parece de izquierda, como ir a Cuba, visitar a Chávez, viajar a Vietnam. Simbólicamente tiene valor, pero a la gente de a pie le importa tres pepinos. Como un dato, cuando en mi programa tocamos temas internacionales, baja la sintonía. La gente está preocupada de llegar a fin de mes, de problemas de la vida cotidiana, socio-económicos. Por eso Cristina se equivoca si estima que con sus actitudes internacionales tiene asegurado parte del electorado. Sin embargo, son la frivolidad, la corrupción, la acumulación de riqueza de los altos funcionarios del gobierno los fenómenos que disgustan a la gente. Los ‘cortesanos’ viven muy bien en Argentina. Y ocurre que el presidente uruguayo José Mujica, sencillo para vivir y cuyo gobierno es más de derecha que el de Cristina, cuenta con más popularidad porque el ejemplo personal sí es relevante.»

-¿Cómo se viene el 2013?

«Yo no soy economista, pero todos ellos coinciden en que viene un deterioro muy grande; una caída del crecimiento y del poder adquisitivo de las masas. A peor calidad de vida, más bronca.»

-Aquí uno respira cortoplacismo…

«Por cierto, hay cortoplacismo y no hay estrategia. Los obsesiona cómo zafar en las elecciones.»

La izquierda y los medios

-El año pasado estuvo marcado también por el tema del control de los medios de comunicación…

«Hay dos monopolios que se disputan la hegemonía mediática. El monopolio Clarín y el monopolio del gobierno. Los que concentran los medios de la derecha de siempre y los medios afines al gobierno. Muy pocos colegas escapan a ambos monopolios. Y al respecto tengo muy duras críticas al conjunto de la izquierda, sin excepción.»

-¿Por qué?

«Porque la izquierda se llena la boca hablando de periodismo alternativo y cuando algún hombre de la izquierda revolucionaria va a un medio del sistema se come a los burgueses y al imperialismo crudos, pero no dice nada del propio medio en el que está opinando, no lo denuncia. Eso contribuye a la impunidad de la derecha mediática. No quiero decir, ‘yo soy Gardel y lo hago distinto’, no obstante cuando me echaron de la Radio Ciudad tuve cierta presencia mediática y estuve en TN. Lo primero que señalé fue que ‘con todo lo que he dicho y escrito sobre el monopolio Clarín, me parece un milagro estar acá.’ Después no me invitaron nunca más. Ninguna persona de izquierda hace eso porque es un suicidio, y la izquierda necesita los medios del sistema, no me necesita a mí, a lo que hago en un barrio. En resumen, la izquierda tiene alguna participación en la hegemonía mediática de su concentración. Cree la izquierda que es ‘viva’ porque supone que ella utiliza los medios. Tal vez será porque yo no soy un hombre de partido y me importa un carajo que me vuelvan a invitar o no.»

-¿Y los medios alternativos?

«Yo discuto mucho con ellos porque estimo que se conforman con poco. No ven este tema. Cuando ocurre algún hecho que nos llega directamente (asesinan a un compañero, por ejemplo), la izquierda no busca a la radio de La Boca, sino que inmediatamente busca a Clarín y Página 12. Durante el tiempo en que tuve mi programa en Radio Ciudad, que tenía alta audiencia, me buscaban los partidos. Pero era una excepción; en general nadie levanta el tubo y le dice a la FM de Flores que quiere ir a uno de sus programas. En fin. Yo no digo que esté mal. Soy un hombre que toda la vida ha hecho medios alternativos porque, justamente, no ha tenido alternativa. Es muy duro no contar con la solidaridad de los compañeros.»

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.